tag:blogger.com,1999:blog-27978431932871698562024-03-10T11:05:49.341+01:00desdelaterrazadesdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.comBlogger339125tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-68238228121468808392022-07-03T01:16:00.003+02:002022-07-03T21:17:36.072+02:00LA MONJA DE LAS LLAGAS<p><span style="text-align: justify;"> </span> <span style="text-align: justify;"> Se llamaba María Josefa de los Dolores Anastasia Quiroga Capopardo, pero el nombre por el que ha pasado a la historia es el adoptado, por mandato de la Virgen María, según dijo, de Sor Patrocinio, y por el que el pueblo le dio: “La monja de las llagas”.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p> Su
vida, desde el primer momento, fue un torbellino. Eran sus padres don Diego de
Quiroga y Valcárcel y doña Dolores Capopardo del Castillo; él, de origen
gallego, era un alto funcionario de la monarquía borbónica que se negaba a prestar
fidelidad a José Bonaparte; ella oriunda de tierras manchegas, linajuda señora con
casa en San Clemente.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p> Huyendo
de las tropas francesas, que los persiguen, desde Madrid marchan por separado
buscando refugio en San Clemente. Parte primero doña Dolores, que se halla en
estado de buena esperanza y poco después lo hará don Diego para reunirse con su
esposa.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p> Hallábase
doña Dolores en camino, próximo su destino, cuando le sobrevinieron los dolores
que anunciaban el inminente alumbramiento, por lo que, avistando una venta
llamada del Pinar, allí se dirigió. Podemos dar por cierto, porque así consta
en su partida bautismal firmada por don Francisco Montoro, teniente de la
parroquia de Santo Domingo de Silos de Valdeganga, en Cuenca, que María Josefa
nació en la Venta del Pinar, un 27 de abril de 1811 y que fue bautizada el 5 de
mayo de ese mismo año. Nada, como es natural, dice el documento sobre el
abandono de la recién nacida en los campos del Pinar de San Clemente, de cómo milagrosamente
acertó a pasar por el lugar el padre de la criatura, que salvándola de una
muerte segura, pidió a doña Ramona, la abuela materna de la niña, cuidara de
ella en aquellos instantes. Esto se conoce por las palabras dichas por la
propia Sor Patrocinio y escritas por Sor María Isabel de Jesús, hermana
concepcionista que la trató.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p> Otros
hechos de la infancia de quien iba a ser llamada a confundir la religión con la
política fueron contados por doña Ramona del Castillo y Paños. Se referían
muchos de ellos a los malos tratos y el rencor que doña Dolores proyectaba
sobre su hija mayor. Mucho de desequilibrio debía haber en su comportamiento
para con esta hija, el caso es que constantes eran las penalidades que la madre,
más propensa en su cariño hacia Ramona, infligía a María Josefa. El más ruin de
todos fue el intento de envenenar a la niña. Tuvo suerte la futura monja, pues
un criado de la casa advirtió el caso y logró impedir un fatal desenlace.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p> Desconfiaba
mucho don Diego de su esposa en el trato que podía dispensar a su hija mayor, y
cuando el rey Fernando restableció a don Diego en sus cargos y fue destinado a
Valencia, llevó este con la familia a doña Ramona, sabedor de que esta quería
bien a su nieta; y con ella vivía la pequeña María Josefa, con el
consentimiento de la madre. Pero el infortunio pronto se cebó con la familia y
repentinamente murió don Diego. Volvía pues la viuda de Quiroga con su anciana
madre y sus cinco hijos a Madrid, y la pretensión de encontrar para su hija María
Josefa, de doce años ya, un halagüeño futuro. </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOporhDSOjA7ye0N3zW-HH2AqvqU5oyVEl0kneR2ah0w51anDnScWG9QkSuIxU2b9JA9asZ0ISYUayV3gb2yk_PCY1U_sv0zaYFiPE68c0gI6TSjAT4-OLnK3nM6uQ9V15XmcN7rwMk0sU08XzuBnK0RI3nplIA9sEbgufzZ_utjgOyVtPWXK3nLUh2w/s1040/Ayuntamiento%20de%20San%20Clemente.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="680" data-original-width="1040" height="286" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOporhDSOjA7ye0N3zW-HH2AqvqU5oyVEl0kneR2ah0w51anDnScWG9QkSuIxU2b9JA9asZ0ISYUayV3gb2yk_PCY1U_sv0zaYFiPE68c0gI6TSjAT4-OLnK3nM6uQ9V15XmcN7rwMk0sU08XzuBnK0RI3nplIA9sEbgufzZ_utjgOyVtPWXK3nLUh2w/w438-h286/Ayuntamiento%20de%20San%20Clemente.jpg" title="Ayuntamiento de San Clemente" width="438" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Ayuntamiento de San Clemente</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"> Tenía la niña una precoz vocación por la vida religiosa, y aunque su madre no parecía compartir la devoción de su hija, consintió que a su llegada a Madrid la pequeña María Josefa ingresara como educanda y con la protección de la marquesa de Santa Coloma en el convento de las Comendadoras de Santiago.</span> </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Crecía
la fe de María Josefa al tiempo que su belleza. Sin tener en cuenta lo primero,
eran muchos los jóvenes madrileños que, fijándose solo en lo segundo, pretendían
los favores de María Josefa haciéndola objeto de sus galanterías. Uno de los
más osados y pertinaces en sus intentos era un joven abogado llamado a ser
actor de grandes papeles en la historia de España. Su nombre era Salustiano
Olózaga.</div><div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span> El
abogado Olózaga no se daba por vencido. Ni cuando María Josefa ingresó como
novicia cesó en sus demandas. Pero la vocación de la novicia era tan firme como
el rechazo a su pretendiente que, despechado, nunca se lo perdonaría.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p> Cuando
profesa sor Patrocinio, hace públicas las llagas que aparecieron en sus manos; allí
está Salustiano Olózaga, aún rencoroso, para denunciar a la monja de
fraudulenta impostora.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> En
el verano de 1834 una epidemia de cólera causaba estragos en Madrid. La
travesura de un niño que tuvo la ocurrencia de arrojar un puñado de arena en
las cubas de un aguador sirvió de detonante para calamidades a las que con
demasiada frecuencia se ha visto abocada la historia de España. A las quejas
del aguador perjudicado, la gente inició la persecución del chiquillo, gritando
que eran los frailes quienes mandaban al muchacho envenenar las aguas; y
dándole alcance fue muerto a golpes de puñal. No pareció la sangre del muchacho
suficiente, y desenfrenada la gente de peor catadura comenzó la barbarie contra
los religiosos de muchos conventos de la Villa. Entre blasfemias, accedían los
embrutecidos impíos en los conventos prendiéndoles fuego y asesinando a sus
moradores.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p> Un
año después, durante el corto ministerio del Conde de Toreno, se decretó la
expulsión de España de los jesuitas y el cierre de todos los conventos con
menos de doce frailes. A Toreno le siguió Mendizábal, anticlerical
recalcitrante, y Olózaga, entonces gobernador civil de Madrid, de la milicia
nacional y jefe de los progresistas, no perdió la ocasión de hostigar a Sor
Patrocinio. Detenida por “<i>impostura
artificiosa y fanática y una tentativa para subvertir el Estado y favorecer la
causa del príncipe rebelde</i>”, se acusaba a la religiosa de ser los estigmas
que aparecían sobre su costado, manos y pies, causados por las heridas y
productos cáusticos que la propia religiosa se aplicaba, poniendo hechos tan
sobrenaturales al servicio de la causa carlista. Para demostrarlo se vigilaba
continuamente a sor Patrocinio, y cuando certificaron los médicos que estaban
curadas las llagas de la monja, acudió el fiscal con el doctor Argumosa, uno de
los médicos que siguió el caso, para comprobarlo, mas al descubrir las heridas
de los vendajes, se dice que brotó la sangre con tal fuerza que manchó las
ropas del médico, negándose el fiscal a firmar la certificación.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p> Desterrada sor Patrocinio a Talavera de la Reina, ya nunca lograría dejar de ser “La monja
de las llagas” y según muchos autores influyente personaje en la vida política
durante el reinado de Isabel II.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></p></div>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-43614505226836456352022-04-05T22:51:00.003+02:002022-04-05T23:22:14.797+02:00LA EMPERATRIZ<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Aunque era hija de un
emperador, no le correspondía heredar el título; y sin embargo llegó a ser
emperatriz, pero de otro imperio, por su matrimonio con Juan Dukas Vatatzés,
emperador del imperio griego de Nicea. El enlace no fue fruto del amor. Dukas,
viudo ya de Irene, la hija del basileo Teodoro Láskaris, y por la que el propio
Juan recibió el Imperio, superaba la cincuentena, la joven Constanza, apenas tenía
catorce. Pretendía Juan Dukas, que había ensanchado mucho su imperio
proclamándose incluso emperador de Bizanzio, la conquista de Constantinopla, y
en la alianza con Federico II Hohenstaufen para conseguirlo, Constanza, hija
natural, pero legitimada del emperador latino, fue moneda de cambio.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Al fallecer Juan Dukas, heredó el imperio su hijo Teodoro, que falleció prematuramente, y a éste le sucedió su hijo
Juan, aún niño que, desposeído del trono por el regente Miguel Paleólogo, dio
fin a la dinastía de los Láskaris.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Constanza, que había vivido
en Nicea aquellos sucesos, era todavía una mujer joven, y Miguel Paleólogo, el
nuevo emperador de Nicea y conquistador de Constantinopla en 1261, quiso serlo
también de Constanza. No cedió la hija del Federico II que, cuando tuvo la
oportunidad, marchó a Sicilia. Allí era rey su hermano Manfredo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> No había alcanzado Manfredo
la corona siciliana de modo natural. Fue primero regente durante la ausencia de
su hermanastro Conrado, que murió de unas fiebres, y luego, cuando su primo,
Conradino, que pertenecía a la rama imperial, muy niño aún, se criaba en
Alemania, Manfredo fue proclamado rey de Sicilia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Las relaciones entre
Manfredo y el papa Urbano IV no eran buenas. El Papa, atenazado por el Norte
por el imperio y por el Sur por el reino siciliano, buscó el apoyo del Carlos
de Anjou, al que ofreció, aunque no era suya, la corona siciliana, si derrotaba
a Manfredo. No pudo Manfredo resistir el empuje conjunto de las tropas papales
y las francesas, y en 1266, en el campo de batalla de Benevento, Manfredo perdió
la vida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Constanza y la viuda de
Manfredo, Helena de Épiro, huyeron y se refugiaron en la Apulia, en el castillo
de Lucera, pero la fortaleza fue tomada por Carlos de Anjou. Helena, cautiva,
moriría durante el encierro. Más suerte tuvo Constanza, quien al fin pudo
embarcar rumbo a Valencia. Buscaba en el Reino de Valencia</span> <span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;">la
tranquilidad que la considerable distancia de la Constantinopla de Miguel Paleólogo
y de la Sicilia de los angevinos le proporcionaba, y la protección que su
sobrina Constanza, hija de Manfredo y Beatriz de Saboya, su primera esposa,
podría prestarle. Aunque era esta sobrina, de su mismo nombre, consorte del
futuro Pedro III de Aragón, heredera de los derechos al trono de Sicilia tras
la muerte de su padre el rey Manfredo, Conradino, ya crecido y perteneciente a
la rama imperial, reclamó los derechos al trono siciliano, y Pedro de Aragón
decidió no pugnar con el Imperio Alemán por los derechos que a su esposa, como
hija de Manfredo, pudieran corresponder.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWKXu5GvCns0ZNj_HhObsm2lV0VzInruOUde9Ng17QVW8lwAtIpAIFhBHwwrIH6GsvTSodE_vZfs2a03rfY2d65lMmRf3nfIi2EM7adjppd0oPIV_cnQahUBKL0xCGMwNo3r3-ucCnU1Xl3EZOXe39LtF2vFRNLGJ7pO3AF2lEr1A77ammU4UjjxnPog/s1040/Constanza%20de%20Nicea.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="744" data-original-width="1040" height="311" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWKXu5GvCns0ZNj_HhObsm2lV0VzInruOUde9Ng17QVW8lwAtIpAIFhBHwwrIH6GsvTSodE_vZfs2a03rfY2d65lMmRf3nfIi2EM7adjppd0oPIV_cnQahUBKL0xCGMwNo3r3-ucCnU1Xl3EZOXe39LtF2vFRNLGJ7pO3AF2lEr1A77ammU4UjjxnPog/w410-h311/Constanza%20de%20Nicea.jpg" width="410" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Arqueta con los restos de la Emperatriz en la Capilla de Santa <br />Bárbara en la Iglesia de San Juan del Hospital de Valencia.</td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"> Inició, pues, Conradino, una
campaña para recuperar el reino siciliano. El avance de Conradino, un muchacho
imberbe de apenas dieciséis años, por la bota de Italia, fue un paseo triunfal
hasta llegar a los dominios de Carlos de Anjou. Pero en Tagliacozzo, las
fuerzas gibelinas de Conradino, apoyadas por las del infante don Enrique de
Castilla, fueron batidas. Ambos fueron hechos prisioneros, el español
permaneció cautivo durante cinco lustros; el joven Conradino, sometido a inicuo
proceso, fue decapitado. Se abría la puerta a la entrada de Pedro de Aragón en
el escenario siciliano.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> La leyenda dice que
Constanza llegó a Valencia afectada por la infame enfermedad de la lepra, pero
que un hecho milagroso procuró su curación. Mientras cabalgaba, su montura se
detuvo y holló el lugar en el que se descubrió una imagen de Santa Bárbara. Constanza
la recogió, la limpió y con el agua sobrante lavó sus llagas, que sanaron. La
tradición nos cuenta que Constanza llegó a Valencia con varias reliquias de Santa
Bárbara: una sección del fuste de la columna en la que fue martirizada, una
piedra de la fuente en la que fue bautizada la santa y un hueso de la misma. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;">
En cualquier caso, queda
claro que Constanza tuvo una gran devoción por esta santa y predilección por
Valencia. Y así, tras estar con su sobrina en la pequeña corte que Pedro
mantenía en Huesca, pidió regresar a Valencia, en cuyo palacio real vivió cerca
de cuarenta años, hasta el fin de sus días. Nunca cesó su fervor por Santa
Bárbara, ordenando la construcción de una capilla bajo su advocación en la
<a href="https://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com/2013/03/golgota.html">Iglesia de San Juan del Hospital</a> de Valencia. Poco antes de morir, modificó su testamento,
en el que pidió ser enterrada en dicho templo en lugar del panteón real de
Sigena.</span></p><a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-1228502883251573542022-02-27T21:21:00.000+01:002022-02-27T21:25:38.668+01:00TAPIA DE CASARIEGO<p class="MsoNormal"></p><div style="text-align: justify;"> Cuando el viajero llega a Tapia de Casariego encuentra un pueblo marinero, limpio, asomado al mar Cantábrico y lleno de turistas. El puerto a rebosar de gente durante la subasta de la pesca recién llegada anima aún más las calles. El comercio se realiza a las puertas de la casa que fue del marqués de Casariego, un benefactor del municipio en tiempos en los que algunas de las grandes fortunas favorecían los lugares que les habían visto nacer.
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> </span><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;">Porque, aunque no tiene Tapia
de Casariego una historia que trascienda sus contornos, y resulta difícil encontrar
sucesos que en un manual de historia general ocupen alguna página, sí tiene
paisanos que por sus méritos difundieron el nombre de la villa por los cuatro
vientos.</span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Y el marqués de Casariego
fue uno, si no el que más, hijo por su villa natal. No fue el marqués un
indiano de los muchos que a finales del siglo XIX y principios del XX
regresaron a España, desde la América a la que habían acudido pocos años antes
en busca de fortuna. A diferencia de estos, vueltos a España marcados con el
marchamo de triunfadores, don Fernando Fernández Casariego y Rodríguez Trelles,
marqués de Casariego y vizconde de Tapia</span> <span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;">emprendió sus negocios en
suelo patrio, y rico por el éxito de sus empresas, quiso devolver parte de sus
réditos a la misma sociedad que se los había entregado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Nació don Fernando en Tapia,
el año 1792, en humilde familia de hijosdalgo venidos a menos. Ayudó en su
primera juventud en tareas agrícolas, y cuando las tropas francesas de Napoleón
pisaron tierra hispana, se incorporó a las guerrillas que hacían frente al
ejército invasor. Desde tiempos de otro ilustre asturiano, el ministro
Campomanes, se había producido un incipiente desarrollo de la industria textil,
y el joven Fernández Casariego, en cuanto pudo, terminada la guerra, emprendió
el negocio de la venta de telas. Casa por casa, primero por su Asturias natal y
Galicia, luego en Madrid, fue prosperando merced a su habilidad, don de gentes
y perspicacia para los negocios. A la muerte de Fernando VII su floreciente
negocio ya contaba con varios empleados. Supo fomentar las relaciones con
personajes relevantes de la política y la economía y, durante la Primera Guerra
Carlista, un contrato de suministro del ejército Cristino supuso el espaldarazo
definitivo a sus empresas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Su influencia y elevada
posición social lo llevaron a ostentar cargos de importancia en empresas de
seguros, banca e industriales de las que fue socio, siendo, además, senador
vitalicio.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEigEbEr1XxiGZxSu4-ezKHIGZRV81d96pQqL8CGSyRQUpqUkWDqnksCWzkqgIdiGURG0jxRBLPtXxnZpgmLCY0hodpSp1bOl8HXs_XlwBdmeKJoA43asPBCGu7mLruYltPgPBEcwIx72oSsLOUgUZobf6fE_jVx9ayIiwiVdNBkHpmKAB8mpIsCT6Qjog=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="426" height="433" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEigEbEr1XxiGZxSu4-ezKHIGZRV81d96pQqL8CGSyRQUpqUkWDqnksCWzkqgIdiGURG0jxRBLPtXxnZpgmLCY0hodpSp1bOl8HXs_XlwBdmeKJoA43asPBCGu7mLruYltPgPBEcwIx72oSsLOUgUZobf6fE_jVx9ayIiwiVdNBkHpmKAB8mpIsCT6Qjog=w288-h433" width="288" /></a></div><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"><p class="MsoNormal"> Sobrado de dinero, pues era
uno de los tres mayores contribuyentes del Madrid de su tiempo, no olvidó su
tierra natal. Tapia era una pequeña población perteneciente al concejo de
Castropol y por su influencia, junto con otras parroquias segregadas de
Castropol y El Franco se constituyó como Concejo independiente. De su peculio
particular dotó y embelleció a un tiempo la población con el edificio del
Ayuntamiento, el instituto y las escuelas en torno a lo que el viajero conoce
como Plaza de la Constitución, y los tapiegos de tiempos pasados Campo Grande.
No solo eso, el puerto, tan importante para cualquier villa marinera del Norte,
se vio impulsado con los diques que bajo su patrocinio resguardaría desde
entonces las arenas del municipio de los furiosos embates del Cantábrico.
Muerto el marqués, el pueblo, que no olvidó sus obras en el concejo y las ayudas
constantes al hospicio y hospital provincial, se lo agradeció. En 1916, el
concejo cambió su nombre por el Tapia de Casariego y el ayuntamiento en 1930
erigiría monumento en imperecedero bronce del marqués, obra del arquitecto y
escultor asturiano Arturo Sordo.</p></span><p></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> De poco parece haber servido
el intento del Principado de Asturias por suprimir por Decreto, el apellido del
marqués en la toponimia del Concejo, contra la voluntad del pleno municipal de
mantener la doble denominación de Tapia y Tapia de Casariego, supone el viajero
que en recuerdo del marqués o en el deseo de los tapiegos de llamar a su pueblo
como ellos mismos decidan y no otros, y por la fuerza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> También tiene en Tapia su monumento
otro de sus insignes personajes, aunque en sentido estricto podría decirse que
fue hijo de Castropol: don Fernando Villaamil Fernández-Cueto, que nació en
1845 en la parroquia de Serantes, en esa época parte del Concejo de Castropol.
Aunque sin antecedentes familiares vinculados con el mar, desde muy niño se
siente inclinado por una vocación marinera, pues con apenas doce años decide
iniciarse en los estudios de matemáticas necesarios para ser piloto, y a los
dieciséis ya ha aprobado las oposiciones para su ingreso en la Marina. Pero
Villaamil, que surca todos los mares conocidos, que fue persona inquieta en lo
intelectual e inventor del buque que las armadas de todo el mundo conocerán
como “destructor” es recordado sobre todo por su condición de héroe en Santiago
de Cuba. En 1898, a bordo del destructor “Furor”, fue alcanzado por la
artillería de la flota norteamericana, pereciendo junto con el resto de la
tripulación.</span></p><p class="MsoNormal"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjiF4FuTLJE-_61exhVoshu7Bgee75YGEH8ReuX9a0mGG9gSZbtHfcMjBTm-nIUzbnwOypukFjKpZ6uL8ZrOV_vTwVGDAm6dAY4rtDrYpYwS43Dv-ZMnzT_sUIPsWUNnZIBizNnq3_xcncb8xJpife2okEjCxOH-jHf5FAWx3HwbuDGtBsF12N1UuLi-Q=s649" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="649" data-original-width="383" height="540" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjiF4FuTLJE-_61exhVoshu7Bgee75YGEH8ReuX9a0mGG9gSZbtHfcMjBTm-nIUzbnwOypukFjKpZ6uL8ZrOV_vTwVGDAm6dAY4rtDrYpYwS43Dv-ZMnzT_sUIPsWUNnZIBizNnq3_xcncb8xJpife2okEjCxOH-jHf5FAWx3HwbuDGtBsF12N1UuLi-Q=w320-h540" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Monumento a Fernando Villaamil en Castropol</td></tr></tbody></table><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Terminar este paseo por
Tapia recordando a los ilustres tapiegos que que ha dado el concejo y olvidar a
otros, anónimos, pero tan recordados como aquellos por los vecinos de Tapia, sería
injusto. Lo demuestra el monumento, adornado por las flores permanentemente
iluminado por los cirios, que el mismo pueblo que erigió la estatua del marqués
levantó en honor y recuerdo de los seis marineros muertos en el naufragio del “Ramona
López” el 9 de noviembre de 1960. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif; line-height: 107%;"> Si dicen que la muerte iguala
los hombres, piensa el viajero que nombrarlos aquí, aunque sus nombres consten
en la inscripción que hay junto al monumento que les recuerda, es justo y ayuda
a ello. Fueron estos marineros: Baldomero Fernández Blanco, Enrique Pérez
Marqués, José Antonio Pérez Fernández, Julio Vijande Rivas, Ramón Noceda Lanza
y Santiago Rodríguez Amado.<o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhht6leMj_IIFVLM28nWiIIzyplrqV5gm4vi4e5cM3tf-tke9JntHO9XE-0ZzMXZ7fyhDVi-PPXdRxkmU8QiufSzpionzZi-D60rVwLQe-hOhEW6qD9r_FA5RImxSw_ccxrsXFM-KMYMp4dcc1xZDaU_fSKvw0r3hkaomfDX1HoS3aE455buUfZ-6ZITQ=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="417" data-original-width="640" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhht6leMj_IIFVLM28nWiIIzyplrqV5gm4vi4e5cM3tf-tke9JntHO9XE-0ZzMXZ7fyhDVi-PPXdRxkmU8QiufSzpionzZi-D60rVwLQe-hOhEW6qD9r_FA5RImxSw_ccxrsXFM-KMYMp4dcc1xZDaU_fSKvw0r3hkaomfDX1HoS3aE455buUfZ-6ZITQ=w408-h266" width="408" /></a></div><p></p><p class="MsoNormal"><span style="font-family: "Book Antiqua", serif;"> Se despide el viajero de
este pequeño pueblo, cuyos principales hitos están representados en su escudo,
en cuyos cuartos pueden verse la Cruz de los Ángeles y el escudo de Castropol,
como muestra de sus orígenes territoriales, y los escudos de armas de los
Villaamil y Casariego, las dos familias que han dado fama y gloria a la villa.</span></p><p class="MsoNormal"><a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license" style="text-align: left;"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a></p></div>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-43915836298645106902022-01-09T23:13:00.000+01:002022-01-09T23:13:58.962+01:00LANCES<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 14pt;"> De los desafíos, los retos y los duelos no es la primera vez que se dice algo desde estas páginas. Algunos de los más memorables fueron contados como parte circunstancial de historias aquí recordadas, como aquel en el que el general <a href="https://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com/2015/01/espadones-del-siglo-xix-narvaez_6.html">Narváez</a> atravesó con su sable el pecho del general Urbiztondo, ministro de la guerra de su propio gabinete, en la antecámara de la reina Isabel, o el que por dos veces enfrentó <a href="https://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com/2018/10/a-tiros.html">a pistola</a> a dos de los diputados más notorios del siglo XIX, don Luis González Bravo y don Antonio Ríos Rosas.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> Que
ambos casos sucedieran durante el convulso siglo XIX no resulta extraño, pues
aunque desde muy antiguo hubo lances para satisfacer ofensas, fue en el siglo
XIX cuando los duelos se democratizaron. Desafíos entre escritores,
periodistas, políticos o militares se sucedían ante el ultraje más peregrino.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 14pt;"> También
desde tiempos lejanísimos estuvo prohibido o se trató de limitar tales
prácticas. Los Reyes Católicos proscribieron este tipo de justicia personal. Lo
mismo hizo Felipe V con la promulgación de una Pragmática contra el duelo. Los
sucesivos Borbones siguieron en la misma línea: tratar de castigar lo que no
había forma de contener.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> Y
como siempre fue así, de uno u otro modo se trató de regular la arraigada
costumbre de resolver injurias y disputas personales por medio del duelo. Ya el
Fuero Viejo de Castilla regulaba estas disputas. Era una forma de reconocer la existencia
de una práctica difícil, si no imposible, de frenar.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> Los
siglos transcurrían. Los reyes seguían penando los duelos y sus consecuencias;
la Iglesia, en el Concilio de Trento, que los consideraba </span><i style="font-size: 14pt;">“artificios del demonio”</i><span style="font-size: 14pt;">, también, excomulgando a los partícipes.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> El
Barroco fue época de espadachines. En Francia, mientras Richelieu prohibía los
duelos, los desafíos proseguían y los duelistas, deseosos de resolver sus
ofensas en el campo del honor, concebían la infracción de la ley como un
estímulo. Decía Hercule-Savinien Cyrano, de Bergerac, que </span><i style="font-size: 14pt;">“el honor mancillado sólo se lava con sangre”</i><span style="font-size: 14pt;">, él, que en la época
de los espadachines participó en varios duelos, aunque eso sí, según reconoce,
solo como padrino o </span><i style="font-size: 14pt;">second</i><span style="font-size: 14pt;">, dispuesto
únicamente a batirse con sus iguales en el lado opuesto.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> Pero
fue el siglo XIX, el siglo del Romanticismo, el que vio elevarse hasta la
sinrazón el número de duelos entre caballeros. Desde la Revolución Francesa,
los burgueses y las clases medias no quisieron ser menos que los nobles, y los
duelos se hicieron populares, se democratizaron. Cualquiera podía exigir una
satisfacción a cuenta de la más insignificante ofensa. Bien con espadas, sables
o pistolas, los duelos se sucedían por la menor afrenta. Cuenta Saint-Foix que
en cierta ocasión se hallaban dos individuos sentados uno junto al otro en un
teatro. De repente, uno de ellos se dirigió al otro rogándole abandonara su
plaza y ocupara un lugar varios asientos más alejado de él. No pudo por menos
que molestar al intimado la petición que, irritado, pidió al impertinente la
causa de su requerimiento. Se negó este, aduciendo razones de urbanidad para no
herir sus sentimientos, mas como insistiera el otro, viose obligado a exponer
los motivos de lo que parecía insolente orden.</span> <span style="font-size: 14pt;"> ─Caballero, es que usted apesta. Apestan sus pies, apesta su sobaco y apesta su aliento. </span><span style="font-size: 14pt;">─Me ofendéis, y mañana se presentarán a usted mis padrinos para la elección de las armas. </span><span style="font-size: 14pt;">─Pero caballero, pensadlo bien. ¿Veis en vuestro mal olor razones para un duelo? ¿qué conseguiríais? Si me matáis
seguiríais oliendo igual de mal, si os mato, oleríais peor aún. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"><o:p> </o:p></span><a href="https://1.bp.blogspot.com/-IFOpqYhH8qM/YT0lJL3scjI/AAAAAAAAEqM/G72EovFyY8IkKZMr-B4JdwWTIwg7QrvvgCPcBGAsYHg/s697/Pistolas.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="697" data-original-width="608" height="472" src="https://1.bp.blogspot.com/-IFOpqYhH8qM/YT0lJL3scjI/AAAAAAAAEqM/G72EovFyY8IkKZMr-B4JdwWTIwg7QrvvgCPcBGAsYHg/w411-h472/Pistolas.jpg" width="411" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> Fuera
como fuese, el caso es que, a la continua sucesión de lances, en toda Europa y
también en España se redactaron códigos que, aunque no siendo legales lo
parecían, regulaban todo lo relacionado con los duelos.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> En
España fue don Julio Urbina y Ceballos-Escalera, Marqués de Cabriñana del
Monte, el autor de ese Código, que recibió el título de </span><i style="font-size: 14pt;">“Lances entre Caballeros”. </i><span style="font-size: 14pt;">Había nacido don Julio en 1860 en el
seno de una aristocrática familia y tras una frustrada carrera militar que
debió abandonar apenas comenzada a causa de una enfermedad, estudió la carrera de Derecho, que le permitiría desarrollar una brillante carrera pública. Recuperada su salud, se
ejercitó en varios deportes, hasta lograr ser un notable jinete y esgrimista. Y
no solamente: su actividad deportiva le llevó a practicar también la gimnasia y
el ciclismo, y a ser miembro del primer Comité Olímpico Español. Hombre cabal y
honesto, en 1895, siendo jefe de Administración en el Ministerio de Hacienda,
denunció la corrupción que afectaba a determinados concejales del ayuntamiento
de Madrid. Atañían las acusaciones a unos negocios sobre diversas obras en la
capital y sobre algunos solares en la céntrica calle de Sevilla, de la que
Cabriñana era copropietario y por los que los regidores denunciados habían
ofrecido pingües ganancias, al proponerle la compra por el ayuntamiento a
precios sobrevalorados. Irritó mucho a los denunciados la acusación, que
alcanzaba incluso al ministro de Fomento Sr. Bosch. Todos trataron de
defenderse negándolo, y en esas maniobras estaban cuando una noche, saliendo el
marqués de la casa de su tío don Guillermo Moreno, en el número dos de la calle
de Felipe IV, sufrió el atentado de dos individuos que le vigilaban. Le
esperaban apostados tras una caseta de telégrafos, y al verle aparecer a la
altura del Museo del Prado le dispararon. Una de las balas atravesó la capa del
marqués. Este, que portaba un arma para su defensa, pues rumores sobre un
posible ataque se venían oyendo los últimos días, disparó a su vez sobre los
agresores, que huyeron cada uno por un lado. Cabriñana corrió en persecución de
uno de los criminales, que huía en dirección al Jardín Botánico. Acompañaba al
marqués en la persecución un sirviente de su tío y un sereno que al oír los
disparos su unió a ellos, pero el agresor, como alma que lleva el diablo, se
escabulló entre la espesura de los jardines próximos. Como no se descubrió a
los autores, a nadie se pudo acusar, aunque en la mente de muchos estaba de quién
era el impulso. La indignación por el atentado, en persona denunciante de
hechos corruptos, fue enorme, y poco después dimitió el ministro Bosch, y una
manifestación de más de cincuenta mil personas discurrió por las calles de
Madrid, en desagravio del marqués. Poco más resultó de aquel asunto en el que
todo quedó en agua de borrajas. El ministro dimitido seguiría su carrera política
y muchos de los concejales, acusados lo mismo, serían elegidos diputados en las
siguientes legislaturas.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> También
don Julio Urbina logró su escaño en las Cortes. Fue en 1898. Dos años después
fue nombrado Director General de Correos y Telégrafos, y ese mismo año, recién
comenzado el siglo XX, fue cuando se publicó el Código ya dicho, </span><i style="font-size: 14pt;">“Lances entre Caballeros”.</i><span style="font-size: 14pt;"> Para mayor
empaque de su obra el marqués apuntaba que el libro estaba corregido y anotado
por varios ilustres nombres, de los que citados a guisa de ejemplo podemos
señalar a don José Echegaray, al duque de Tamames y a los marqueses de Heredia,
Vallecerrato </span><span style="font-size: 14pt;"> </span><span style="font-size: 14pt;">y Alta Villa; varios
militares con grado de Jefes y los profesores de esgrima Sanz y Carbonell,
maestros del rey Alfonso XIII.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"><o:p> </o:p></span><span style="font-size: 14pt;">Considerado
un experto en la materia y su libro una “biblia” para duelistas, recogía este
entre reseñas históricas, compilaciones de la legislación penal o anécdotas
sobre duelos del pasado, todo un código a seguir por los caballeros ofensores u
ofendidos.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> Del
caso que se hacía de la obra de Cabriñana da cuenta el duelo que no llegó a ser
entre los diputados don Indalecio Prieto y don Juan Vitórica, vizconde de los
Moriles. Es cosa sabida que el verbo furioso de Prieto le granjeo más de una
enemistad, y precisamente acres palabras del diputado ovetense, que hirieron el
sentir del vizconde, motivaron que este enviase sus padrinos a Prieto. Enterado
don Miguel Villanueva, presidente de las Cortes, del lance, llamó al diputado
socialista para que, en evitación del duelo, ofreciera en la tribuna
satisfacción a las demandas del vizconde. En respuesta ofreció Prieto firmar
un documento en el que declaraba </span><i style="font-size: 14pt;">“no ser
caballero, carecer de esa clase de honor (…/…), bastando con que usted muestre
mi declaración a los ofendidos para que todo concluya, pues el Código de
Cabriñana establece que no se puede ni se debe reclamar a quienes no sean
auténticos caballeros y, en mi caso, ninguna prueba mejor que mi propia
confesión”. </i><span style="font-size: 14pt;">Rechazó el Presidente la extravagante idea, que en tan mal
lugar podría dejar a Prieto, y lo despidió, resolviendo el asunto como pudo el
Presidente con el vizconde de los Moriles.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 14pt;"> Diversos
cargos más ocupó don Julio, hasta que en </span><st1:metricconverter productid="1930, a" style="font-size: 14pt;" w:st="on">1930, a</st1:metricconverter><span style="font-size: 14pt;"> sus setenta años ya
cumplidos, dimitió de todos sus cargos. Durante la Segunda República permaneció
alejado de la escena política, pero su prestigio fue grande y el recuerdo
persistente. Cuando estalló la Guerra Civil, vivía el marqués en la calle Goya
de Madrid. Hasta allí llegó una partida anarquista, Dios sabe con qué intenciones, pero al saber que era Cabriñana quien vivía en el inmueble, al que
consideraban </span><i style="font-size: 14pt;">amigo del pueblo, </i><span style="font-size: 14pt;">se
dispuso un retén de milicianos para protegerlo a él y a su familia. Y allí, en
su casa madrileña falleció don Julio Urbina y Ceballos-Escalera, Marqués de
Cabriñana del Monte. Era el 11 de septiembre de 1937, y tenía 77 años de edad.</span></p>
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /><br /></a>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-42620381761717118662021-12-19T23:04:00.001+01:002022-01-06T19:01:33.356+01:00EL NIÑO JESÚS DE PRAGA<div style="text-align: justify;"> Cuando en 1555 doña María Manríquez de Lara, dama al servicio de la emperatriz María, hija de Carlos V, contrajo matrimonio con Vratislao de Pernsteins, noble checo en la corte del emperador Maximiliano, quiso aquella tener consigo la preciosa imagen de un Niño Jesús que se guardaba en la casa cordobesa de su familia. La imagen, según la tradición, había sido modelada en cera por un fraile, reproduciendo la visión que del propio Niño se le presentaba, y en la que anunciaba al fraile su destino en la casa los Manrique de Lara y su posterior traslado a tierras de Bohemia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Así se cumplía, pues doña María, al tiempo de su boda, recibió de su madre, como regalo, la imagen del niño Jesús, a la que prestó gran devoción durante toda su vida, para recibirla después la hija de doña María, Polixena, también como regalo de bodas, quien custodió la imagen familiar con el mismo celo empleado por su madre.</div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> Mas
en la Bohemia de 1618, nobles protestantes se alzaron contra el rey Fernando.
Dos funcionarios reales fueron arrojados por una de las ventanas del castillo
de Praga. Era una pugna entre Reforma y Contrareforma, que daba origen a una
guerra que iba a durar treinta años, aunque su devenir no solo se iba sustentar
en sus iniciales antagonismos religiosos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> En
1620 vencieron las tropas imperiales a los reformistas recuperando Praga, y el
emperador Fernando II el trono de Bohemia. Para conmemorar aquella victoria en
la batalla de la Montaña Blanca, el emperador cedió a la orden del Carmelo el
convento e iglesia de la Trinidad, que los frailes descalzos rebautizaron con
el nombre de Beatísima Virgen María de la Victoria.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> Fue
a ese convento al que Polixena, casada, en sus segundas nupcias, con el
canciller de Bohemia, el príncipe Von Lobkowitz, decidió entregar la imagen tan
querida recibida de su madre.</span></p><blockquote></blockquote><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-RIIXchy_HMg/YbY6y-ZGAGI/AAAAAAAAEuY/9NA4bnYzCAgDenYrrg-U3lSLYSswSbQLQCPcBGAsYHg/s640/Jul%2B11%2B%25288158%2529rrr.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="Donación de la imagen del Niño Jesús de Praga. Ricardo Verde. Capilla de la Comunión" border="0" data-original-height="457" data-original-width="640" height="304" src="https://1.bp.blogspot.com/-RIIXchy_HMg/YbY6y-ZGAGI/AAAAAAAAEuY/9NA4bnYzCAgDenYrrg-U3lSLYSswSbQLQCPcBGAsYHg/w425-h304/Jul%2B11%2B%25288158%2529rrr.jpg" width="425" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">La princesa Polixena donando la imagen del Niño Jesús de Praga.<br />Ricardo Verde. Capilla de la Comunión de la Parroquia <br />de Nuestra Señora del Carmen de Valencia.</td></tr></tbody></table> <p><span style="text-align: justify;">
Pero el conflicto en Bohemia no tenía fin. Praga fue asaltada, el convento abandonado y la imagen del Niño Jesús olvidada en un trastero del templo de Nuestra Señora de la Victoria, contiguo al convento.</span></p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> Se
sucedieron años de abandono, pero cuando en 1635 la firma del Tratado de Praga
puso fin al Periodo Sueco de la Guerra de los Treinta Años, la calma volvió a
la capital bohemia. Los carmelitas volvieron a su convento, y uno de ellos, el
padre Cirilo, encontró la imagen del Niño. Estaba rota y le faltaban las manos.
Como al fraile que más de cien años atrás se le apareció el Niño Jesús, ahora
se le manifestaba al padre Cirilo. Pedía al fraile carmelita que arreglara sus
manos, pero el convento apenas disponía de lo necesario para su subsistencia, y su prior, acaso más dado a otras
necesidades, negaba el peculio preciso para la reparación. No desfallecía, sin
embargo, el padre Cirilo, y cuando este recibió una limosna por las atenciones
dadas a un enfermo que sanó con sus cuidados, corrió con el dinero al prior
para solicitar que parte de él fuera destinado al arreglo de la imagen, pero
nada consiguió. Juzgó el prior más conveniente destinar la mayor parte de lo
recibido a otros usos y con la otra parte adquirir una nueva imagen antes que reponer
las manecitas de la imagen mutilada. Mas fuera por milagro o fruto del azar, un
candelabro de los que estaban fuertemente sujetos se desprendió de su soporte,
cayó sobre la nueva imagen e hízola pedazos.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 17.3333px;"> </span><span style="font-size: 13pt;">Pero
ni esas advertencias ni las constantes súplicas del padre Cirilo lograban que
se restaurase la imagen del Niño Jesús. Tampoco el nuevo prior del convento
cedía a las pretensiones del fraile, hasta que cierto día el Niño Jesús habló a
Cirilo.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> ─Llévame
hasta la entrada de la sacristía. Alguien se apiadará de mí.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> Así
lo hizo Cirilo, y así, al poco, un desconocido, reparando en la falta de brazos
del niño, se ofreció a restaurar la pieza. Fue hacerlo y cambiar la suerte del
benefactor, que ganó un pleito. La fama del Niño Jesús de Praga fue creciendo,
su culto en aumento propició súplicas y, en respuesta a ellas, que los milagros
se sucedieran por intercesión del Niño-Dios. </span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> Ese
mismo año, la esposa del Conde de Kolowrat, se hallaba en trance de muerte. Era
la moribunda prima de la princesa Polixena, y en su desesperación el conde, que
había oído hablar del Niño Jesús guardado por los frailes carmelitas, pidió al
padre Cirilo presentara la imagen del Niño ante su esposa. Consintió el
religioso y al acercar la imagen a la agonizante, abrió esta los ojos, y
extendiendo los brazos trató de besar al Niño, quedando curada de sus males.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> Otros
hechos milagrosos ocurrieron, extendiendo el culto al Niño Jesús, que aunque
modelado en España, se asentó en Praga de donde, al parecer, según la tradición
no quería salir. Otro hecho extraordinario parece confirmarlo: cierta señora de
la aristocracia acostumbrada a tener todo cuando a su antojo se presentaba,
conociendo las virtudes taumatúrgicas de la imagen pretendió obtenerla para sí
a todo trance. Se presentó en el templo dicha señora y sin ser vista por nadie escondió
la imagen del Niño y pretendió la huida en su carruaje, mas aunque el tiro
estaba formado por seis briosos caballos, una fuerza sobrenatural impedía a las
bestias abandonar el lugar. Comprendiendo la dama la voluntad de Niño Dios,
devolvió la arrepentida la imagen, quedando liberado el carruaje de la invisible
fuerza que lo mantenía sujeto al suelo.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> Siguió
pues a cargo de los Carmelitas Descalzos la custodia del Niño Jesús de Praga y
de la difusión de su culto por el mundo entero, constituyéndose cofradías y
elevándose altares por todo el orbe donde los fieles solicitan sus beneficios.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgK0gHDvWj-gPnCc5IKhBC3jPTKAAltbB6mAB5F1u9VCY7xkOPHBwdX_BP-bh8DJ08sXzbpT_QmZxuA42HHHrV94m05v3FNunkZqLDL_rDSe_J_1LzhrRYpuxQPoT0mq-g1yjkJC1wUX1b_rfcSI_gPvtO_Y9wYocuaisqboRKeS31i04Vj02nvc4Iy4g=s730" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="725" data-original-width="730" height="318" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgK0gHDvWj-gPnCc5IKhBC3jPTKAAltbB6mAB5F1u9VCY7xkOPHBwdX_BP-bh8DJ08sXzbpT_QmZxuA42HHHrV94m05v3FNunkZqLDL_rDSe_J_1LzhrRYpuxQPoT0mq-g1yjkJC1wUX1b_rfcSI_gPvtO_Y9wYocuaisqboRKeS31i04Vj02nvc4Iy4g=s320" width="320" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-size: 13pt;"> La
imagen que hoy pueden ver aquí del Niño Jesús de Praga corresponde a la que se
adora en la capilla de la Comunión de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Valencia, obra del
imaginero José Burgalat, y sirve como felicitación navideña para todos los seguidores de este espacio con mis mejores deseos de paz y bien.</span></p>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-59652539285825007232021-11-24T00:09:00.006+01:002021-12-08T18:27:06.193+01:00EL PEQUEÑO MISTERIO DE LA TIRANA<p></p><div style="text-align: justify;"> Si durante los siglos del barroco la escena teatral se desarrollaba en los corrales y espacios abiertos, a partir de la mitad del siglo XVIII, dichos espacios fueron transformándose. Los patios de butacas se fueron cubriendo, en los escenarios fueron apareciendo los telones pintados con escenas y se construyeron edificios exclusivamente destinados al arte de Talía y Melpómene. Algunos de aquellos teatros, obras del arte arquitectónico, han llegado a nuestros días. Y en aquellos templos de la interpretación actuaban las grandes figuras de la escena. En los últimos años del siglo XVIII destacó María del Rosario Fernández Ramos, que ganó fama con el sobrenombre de “La Tirana”. Había nacido esta cómica en Sevilla en 1755, pero con apenas dieciocho años se trasladó a Madrid, donde se presentó a José Clavijo(1), director de los teatros de los Reales Sitios. Al cerrarse estos teatros se empleó en Barcelona, hasta que de nuevo en Madrid, se incorporó en la compañía de Juan Ponce como actriz sobresaliente, y más tarde en la de Manuel Martínez.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Lograda cierta notoriedad, la Tirana comenzó a codearse con la gente importante de su tiempo. Tuvo la protección de la duquesa de Alba, para la que actuaba y de la que era maestra en el arte de la interpretación. Cuando, por el retraso en llegar desde Barcelona los baúles con parte de la ropa que la Tirana precisaba para algunas de sus actuaciones, la duquesa, bien fuese por hacerle la gracia, bien por exhibir en tan magnífica percha sus vestidos, le prestó alguna de sus prendas y joyas, para orgullo de la actriz y regocijo del público.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-Dc2zR_C9SCw/YZq-qE8RPmI/AAAAAAAAEsI/XuvcYReF194J2qOG9pmFjWDJv8atQ3IfwCPcBGAsYHg/s884/La%2BTirana.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="884" data-original-width="570" height="550" src="https://1.bp.blogspot.com/-Dc2zR_C9SCw/YZq-qE8RPmI/AAAAAAAAEsI/XuvcYReF194J2qOG9pmFjWDJv8atQ3IfwCPcBGAsYHg/w354-h550/La%2BTirana.jpg" width="354" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Célebre como era, Goya la pintó, y en dos ocasiones. El cuadro que se muestra aquí, con la actriz de cuerpo entero, es algo más que un recuerdo para la posteridad, como podía serlo el retrato que de medio cuerpo también Goya pintó de la cómica en 1794. Este que vemos parece ser más bien una afirmación de su importancia como personaje. Pero aparte los detalles de la pintura, la postura del personaje, su atuendo, su aire augusto, casi digno de una reina ─no era muy distinto el porte de la reina María Luisa en los cuadros de Goya─, el cuadro encierra un pequeño misterio: el de la fecha de su ejecución.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> El cuadro, primero de los que la Real Academia de San Fernando tuvo de Goya, fue donación de la prima de la Tirana, que lo había recibido por herencia de la retratada. Tiene escrita en el ángulo inferior izquierdo la inscripción “La Tirana por Goya 1799”, y aunque durante mucho tiempo y por varios autores se tuvo dicha fecha como la de ejecución del cuadro, a partir de la mitad del siglo XX surgieron opiniones de ser apócrifo dicho apunte y haber sido pintado el lienzo antes de aquella fecha.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> A favor de la primera tesis se apuntan, además de la inscripción, la similitud en la técnica de Goya con las obras de finales del siglo XVIII, como los frescos de San Antonio de la Florida o los retratos de la reina María Luisa guardados en el Palacio Real.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> La segunda se basa en la biografía de la actriz. La actriz cayó enferma de tuberculosis hacia 1787, se retiró de la escena en 1794, fecha en la que la retrató Goya en el cuadro de medio cuerpo antes citado y falleció en 1803. Se aduce por los defensores de esta hipótesis que la Tirana, enferma, pues, desde tiempo atrás, debía estar muy desmejorada en 1799, cosa que no se aprecia en el cuadro. Esto hace pensar a algunos críticos que el cuadro pudo pintarse entre 1790 y 1792, cuando la salud de la actriz aún no era tan mala, aunque no a todos; teniendo en cuenta que con motivo de su retirada de la escena en 1794 fue pintado el cuadro de medio cuerpo de la actriz, resulta razonable para muchos críticos que el de cuerpo entero, un homenaje al personaje, que vemos en la Academia de San Fernando, fuera pintado con posterioridad a aquel, puede que en 1799, fecha de la inscripción en el cuadro, y que la mano de Goya, como hizo con la poco agraciada reina María Luisa, fuera la causante de un generoso retoque en su muy probable enfermizo aspecto.</div><p></p>
<span style="font-family: "Book Antiqua",serif; font-size: 12pt; line-height: 107%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;"> (1) El lanzaroteño José
Clavijo y Fajardo fue un personaje propio de la Ilustración. Periodista,
naturalista, letrado, teólogo, trató de alcanzara el conocimiento en muchos campos
del saber. Tradujo al conde de Buffon, fue bibliotecario del Real Gabinete de
Historia Natural y director de los Teatros de los Sitios Reales, pero su fama
principal la alcanzó, sin querer, por el conflicto que tuvo con Pedro Agustín de
Beaumarchais, escritor y muchas cosas más, en el Madrid de la Ilustración, a
causa de la incumplida promesa de matrimonio que Clavijo hizo a una hermana del
francés. La historia de aquellos hechos plagada de desafíos, trampas e intrigas fue contada en este mismo blog en "<a href="https://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com/2014/03/beaumarchais-un-hermano-entrometido.html">Beaumarchais, un hermano entrometido</a>".</span></div></span>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-1700840248006200182021-09-19T19:55:00.005+02:002021-11-10T22:14:05.090+01:00VIAJES EN TERCERA PERSONA. OVIEDO<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Con
Oviedo, al viajero, a diferencia de la mayor parte de las ciudades que visita,
a las que conoce de golpe y se da un atracón, la conoce por haber ido
paseándola poco a poco en varias visitas.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
todas las veces ha partido siempre, en su corretear por la muy noble, leal y
algunos atributos más, desde el Campo de San Francisco, parque mediano en su
tamaño, que parece conformar una enorme plaza, aunque no tenga tal nombre, en
cuyo septentrional lado discurre la señorial calle Uría. Es la calle Uría hermosa
y aristocrática vía, pero que en su creación tiene el pecado original de haber
sido causa de la tala en 1879 de El Carbayón, que fue majestuoso roble, de cuya
memoria queda recordatorio en el lugar en el que estuvo y en el nombre que
coloquialmente reciben los ovetenses. Por esta calle Uría y por su
continuación, la del rey asturiano Fruela, camina el viajero en dirección al
cogollo de la ciudad.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-5FMXuz348mU/YTTeL6XIrCI/AAAAAAAAEoc/ioS35dU7TSAWjiz587V40Bdj5-QwKt_ugCPcBGAsYHg/s710/El%2BCarball%25C3%25B3n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="436" data-original-width="710" height="253" src="https://1.bp.blogspot.com/-5FMXuz348mU/YTTeL6XIrCI/AAAAAAAAEoc/ioS35dU7TSAWjiz587V40Bdj5-QwKt_ugCPcBGAsYHg/w411-h253/El%2BCarball%25C3%25B3n.jpg" width="411" /></a></div><br /><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> En
los alrededores del mercado de El Fontán el bullicio es constante. Calles
llenas de puestos variados hacen parecer las calles más estrechas de lo que
son, que se ven adornadas con multitud de los artículos exhibidos para su venta:
plantas y flores, vestidos, juguetes, todo cabe en este mercadillo que en parte
crece al socaire de antiquísimos porches, en parte a la sombra del edificio del
mercado. Éste fue erigido a finales del siglo XIX y su construcción liberó la
contigua plaza de El Fontán, patio columnado, que fue corral de comedias y cumplió
como mercado al aire libre mientras fue necesario. En la plaza, en uno de sus
bancos, desde no hace mucho, hay estatua sedente de la bella Lola, título
también de la famosa habanera, a cuya protagonista esta figura representa. Cuando
Oviedo y Torrevieja quedaron hermanadas por un convenio entre sus
ayuntamientos, el de la ciudad alicantina, difusora universal de este género
musical por su famoso festival, donó la escultura. No tiene mar al que mirar
esta bella Lola, a diferencia de su original instalado en el paseo marítimo
torrevejense, pero el viajero que sabe que esta tierra tuvo tantas Lolas
esperando el retorno de los indianos y sus haciendas durante tanto tiempo,
piensa si sería esa la razón para tan destacado obsequio.</div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un
poco más allá, apenas a unos metros, en la plaza de la Constitución, el viajero
ve el ayuntamiento. Es de finales del XVII y se aprovechó la antigua muralla y
la puerta de Cimadevilla. Por ello un arco que se abre en su fachada, debajo de
la torre, que fue añadida en los años cuarenta del siglo XX, da paso a la calle
que hoy lleva el de la antigua puerta. El viajero cruza por este arco. Al final
de la calle le espera una de las joyas ovetenses: la catedral de San Salvador. Es
de estilo gótico y comenzó su construcción a finales del siglo XIV, aunque como
tantas veces ha sucedido en otros lugares, se erigió sobre los restos de lo que
ya había sido construido antes, en tiempos de Fruela, posiblemente arrasado por
infieles, y de los templos levantados por su hijo Alfonso II el Casto, después.
Y es tan imponente, aun con una torre, que el viajero queda pensativo, al saber
que un templo de esa magnitud fuera construido cuando Oviedo apenas llegaba a
los tres mil habitantes a principios del siglo XVII, cuando la catedral ya llevaba
varios decenios construida.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
historia y tesoros de esta catedral darían al viajero motivo para extenderse
hasta el agotamiento del lector. Ya dijo Voltaire que el secreto de resultar
aburrido consiste en contarlo todo. Ahorrará el viajero contar muchas cosas y
hablará tan solo de dos de los elementos más representativos del templo, de la
torre por fuera y la cámara santa y sus tesoros en el interior. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
torre, que iba a tener compañera, empezó a crecer sola. Quizás por ello lo hizo
con tanto ímpetu que alcanzó los ochenta metros, convirtiéndose en uno de los
símbolos de la ciudad. Atalaya sobresaliente desde el que personajes reales o
ficticios han avistado el suceder de Oviedo, comenzó su construcción con planos
del arquitecto Juan de Badajoz, que conviene aclarar que es el conocido por el
Viejo, para no atribuirle el mérito al hijo que, aunque también tuvo buena fama,
sería injusto que éste llevara la gloria de lo que hizo su padre. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
1524 era obispo de Oviedo don Diego de Muros. Fue este obispo, personaje
controvertido por los conflictos que mantuvo con señores y parte del clero. Con
estos por las costumbres licenciosas de algunos religiosos de su diócesis; con
aquellos por criticar el trato que dispensaban a los menesterosos. Llegó a
darse el caso de mantener pleito con el corregidor don Diego Manriquez de Lara,
a cuenta de un suceso ocurrido en lugar santo. Sucedió que un delincuente se
acogió a sagrado en la Iglesia de San Vicente. El corregidor, que perseguía al
desgraciado, sin consideración al lugar sagrado ni a la piedad humana, arrojó
un perro contra el refugiado, arrastrándolo fuera y siendo ajusticiado. Se
rebeló el obispo por tan inicuo proceder y denunció al corregidor que, para
defenderse, hizo uso de malas artes, desacreditando al prelado por medio de la
difamación. Creyó al principio estas falacias el gobernador, que decretó la
expulsión de don Diego de Muros del Principado. Como muchos no estuvieron de
acuerdo con el castigo, algunos trataron de defender por la fuerza al obispo, pero
éste no lo consintió por evitar disturbios y otros males aun peores. Dejó
entonces Oviedo don Diego para refugiarse en el castillo de Noreña, pero hasta
allí le persiguió el corregidor, y tuvo el obispo de nuevo que huir. Desde
León, donde se instaló, proseguía el prelado su defensa y censuraba al
corregidor, hasta que finalmente, conocida la verdad, se rehabilitó a don
Diego, que procesionó hasta su sede junto a sus antiguos perseguidores, que en
penitencia, descalzos sus pies y portando cirios, acompañaron al prelado, salvo
el corregidor que, expatriado y excomulgado, terminó sus días en Perpignan. Y
fue este obispo el que en 1524 diera seiscientos ducados para acabar los
trabajos en la torre, lo que debió ser insuficiente teniendo en cuanta que las
obras se alargarían todavía durante sesenta años, hasta su remate con la aguja de
Rodrigo Gil de Hontañón.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
si del exterior maravilla al viajero la fachada con su torre, en el interior,
la Cámara Santa, continente pétreo del siglo IX de los tiempos de Alfonso II el
Casto, le hace sentir la emoción de encontrarse en otro tiempo. Los medallones de
algunos de los primeros reyes asturianos decoran la antecámara, y en la cámara
la Cruz de los Ángeles y la de la Victoria, enseñas de la ciudad y del
Principado. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
De
la primera, un halo taumatúrgico rodea su origen. Cuenta la tradición que saliendo
el rey Casto de oír misa, avisado de ser orfebres dos peregrinos que se
hallaban en el lugar, les preguntó si fabricarían para él una cruz con el oro y
piedras preciosas que pondría a su disposición. Aceptaron los extranjeros, con
la sola condición de tener lugar tranquilo donde poder aislarse del bullicio. Y
así se hizo. Pero ante la insistente desconfianza de parte de la corte, que
alertaba a don Alfonso del peligro de poner en manos de desconocidos tan gran
cantidad de joyas sin saber nada de ellos, permitió el rey fuesen unos criados
a comprobar el estado del encargo. Cuando llegaron estos enviados, vieron los
postigos cerrados. Sólo un perturbador resplandor parecía haber en el interior,
sin que nadie respondiera a sus requerimientos. <o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Avisado el rey de lo sucedido, se dirigió
él mismo con mucha gente al lugar cedido a los peregrinos. Y abriendo las
puertas del aposento, lo hallaron únicamente lleno del resplandor que provenía de
una cruz, que todo lo inundaba, sin haber rastro de los extranjeros. Llevada la
Cruz por el mismo rey, se la llamó de los Ángeles, pues no otra cosa podían ser
los misteriosos orfebres.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-JTZ7K5TCPB0/YTT7qfoHT-I/AAAAAAAAEo8/1kgkN2E9HnUDzYrV_3OaZh8LxW89gs8cQCPcBGAsYHg/s640/Cruz%2Bde%2Blos%2B%25C3%2581ngeles.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="537" height="426" src="https://1.bp.blogspot.com/-JTZ7K5TCPB0/YTT7qfoHT-I/AAAAAAAAEo8/1kgkN2E9HnUDzYrV_3OaZh8LxW89gs8cQCPcBGAsYHg/w359-h426/Cruz%2Bde%2Blos%2B%25C3%2581ngeles.jpg" width="359" /></a></div><br /><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> De la segunda, la de la Victoria, sólo
puede decir el viajero que es auténtico emblema del Principado, que fue donada
a la catedral en 908 por Alfonso III el Magno y que se trata de una preciosa
joya de orfebrería, de madera de roble forrada de oro, con esmaltes y gemas
preciosas con un gran valor histórico, artístico, sentimental y material.</div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Quizás
por alguna de estas razones su existencia, y también la de las otras joyas de
la Cámara Santa, no haya sido apacible, en especial en los últimos tiempos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Repasa
el viajero, pues, hechos recientes, si tenemos en cuenta la larga vida de la
ciudad fundada hace casi mil trescientos años, y retrocede al Oviedo de 1934.
Si alguna vez todo lo visto por el viajero estuvo en peligro, ese momento fue mayor
cuando en octubre de ese año la huelga general convocada en todo el país adquiere
tintes revolucionarios en muchos lugares. Especialmente graves fueron los
sucesos ocurridos en Asturias. El día 6 los sublevados, armados y con gran
cantidad de explosivos procedente de la cercana cuenca minera controlan Oviedo.
La Delegación de Hacienda, la Universidad, el Palacio Arzobispal, el Convento
de Santo Domingo, el Banco Asturiano, el Hotel Covadonga, muchos edificios,
palacios y viviendas arden en llamas o arderán los siguientes días, algunos
destruidos a causa de las explosiones provocadas, y muchas personas morirán
víctimas de la violencia revolucionaria. Sólo el Gobierno Civil y la Catedral,
donde se han refugiado las escasas fuerzas públicas de la ciudad, resisten los
embates revolucionarios. En la catedral, el día 9 guardias de asalto, leales a
la república, resisten desde la torre de la catedral, que es cañoneada y se
convierte en objetivo principal de los insurrectos, hasta que en la noche del
día 11, con las tropas del general López Ochoa entrando en la ciudad, se
culminó la barbarie. Varios dinamiteros lograron acceder desde el claustro
hasta la cripta de Santa Leocadia, piso inferior a la Cámara Santa. En la
catedral los destrozos causados por la deflagración fueron enormes, las hermosas
vidrieras flamencas quedaron hechas añicos, y en la Cámara Santa, la
devastación fue absoluta, pese al gran grosor de los muros. Aunque muchas de las piezas custodiadas
quedaron arruinadas, como el Arca Santa, milagrosamente algunas de las más
importantes, aunque con desperfectos, fueron recuperadas: el Santo Sudario se
pudo salvar y las Cruces enterradas entre los escombros, también. No sería
hasta después de la guerra civil, cuando todo, continente y contenido, fue
restaurado: la Cámara Santa y la Cripta, con los restos del derrumbe, tras
ardua clasificación por el arquitecto don Luis Menéndez Pidal y el escultor don
Víctor Hevia.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Aún
una última tribulación para el tesoro catedralicio. En 1977, un ratero, parece
que con la intención de robar los cepillos de la catedral, se ocultó cuando
cerraban las puertas del templo. Puede que en su deambular por la catedral descubriera
la Cámara Santa, y puede que ignorante, a sus 19 años, del embrollo del que no
le sería fácil salir, y cegado por el brillo de las joyas asturianas, despojó
las Cruces de su oro, esmaltes y piedras preciosas, dejando sus almas de madera
desnudas y rotas. Detenido el ladrón, y recuperado parte del ornamento robado,
costó años lograr la restauración, que pudo con gran esfuerzo por fin
culminarse en 1986. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
viajero sube por unas calles, baja por otras, ve palacios, conventos, y al fin
da con la Plaza del Paraguas. Sabe que es escenario de conciertos, suponiéndola
abarrotada de público, pero las veces que la ha visitado, la ha visto vacía o
casi, durante la mayor parte del tiempo, aunque no siempre fue así. Allí
acudían las lecheras con sus cántaros a vender la leche y para protegerlas de
las lluvias tan habituales por estos pagos y del sol en verano, se atreve a
pensar el viajero, en 1929 se construyó el paraguas de hormigón que aún
perdura. No es esta estructura lo único que llama la atención del viajero. En
un rincón de la plaza hay una pequeña placa de azulejos ya descoloridos. Avisan
que en esa casa vivió el insigne novelista don Armando Palacio Valdés, entre
1864 y 1870. Y ha sabido el viajero que esa casa era de sus abuelos, y habitó
allí el joven Armando durante los años que cursó el bachillerato.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFT13cbhw063sdNQ18-3Ndl4qOFbYDlRDagouTCnjRzsM_8Rt7ZKn0rp0kXfgTvLpkH6_ngdC-zdHLg0eD-nrw44or38AKgaH8vLrXHL_RMLGKytxIu1ksJ74gHCbqdr7bEVYuU-CBtPKW/s1040/Plaza+del+paraguas.+Oviedo.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="625" data-original-width="1040" height="290" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFT13cbhw063sdNQ18-3Ndl4qOFbYDlRDagouTCnjRzsM_8Rt7ZKn0rp0kXfgTvLpkH6_ngdC-zdHLg0eD-nrw44or38AKgaH8vLrXHL_RMLGKytxIu1ksJ74gHCbqdr7bEVYuU-CBtPKW/w442-h290/Plaza+del+paraguas.+Oviedo.jpg" width="442" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr></tbody></table><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua"; text-align: left;"> Queda, y el viajero no
quiere dejar de ver antes de abandonar la ciudad, por visitar, a las afueras, <a href="https://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com/2020/06/el-preromanico-asturiano.html">las iglesias del arte prerrománico</a> del monte del Naranco, la fuente de Foncalada.
Si no por su fama ni por su grandiosidad, el viajero la admira por su
antigüedad. Se construyó en el siglo IX, cuando era rey Alfonso III el Magno.
El paso de los siglos la ha enterrado casi dos metros bajo el nivel actual del asfalto
de la calle, y está tan bien conservada que hasta una porción de la calzada
sobre la que se levantó aún es visible.</span></div>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-27208398191301050802021-08-29T19:17:00.006+02:002021-09-03T00:45:23.424+02:00SOBRE LA SALUD, EL DINERO Y EL AMOR EN LA HISTORIA (II)<div style="text-align: justify;"> Podría decirse que fue por amor que Isabel II de España perdiera el trono al estallar la “Gloriosa” revolución del 68; aunque más bien se debió a la pasión. Era Isabel una mujer fogosa a la que buscaron marido. Y le encontraron uno, que hizo decir a la reina tras la noche de bodas: “¿Que voy a hacer con un hombre que lleva más puntillas que yo?".</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Ella se desquitó de la frustración con creces. Fue amante de cuantos generales se le pusieron a tiro. También de militares de inferior grado. Así ocurríó en 1868. La reina disfrutaba de los últimos días de su veraneo en San Sebastián con el amante de turno. Éste no era otro que Carlos Marfori, sobrino de Narváez, y ministro en aquellos tiempos. En el séquito real se encontraba el Marqués de Alcañices. Al llegar desde Madrid las noticias del alzamiento, el marqués aconsejó a la reina que retornara rápido a Madrid y que tomara el control de la situación, que el pueblo la aclamaría otorgándole el laurel de la gloria. Isabel le contesto: “Mira, Alcañices, la gloria para los niños que mueren y el laurel para la pepitoria”. Isabel, inconsciente y veleidosa prefirió salir de España con su amante, rumbo a París. Jamás volvió a reinar, aunque sí su hijo Alfonso, que fue el decimosegundo de los que ha tenido España con ese nombre. Y de Alfonso, precisamente, se puede hablar de amor, pero también de salud. Amor suyo fue el de la mujer con la que se casó: María de las Mercedes, la reina que inspiró a su muerte la famosa copla:</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> ¿Donde vas Alfonso XII?</div><div style="text-align: justify;"> ¿Donde vas, triste de ti?</div><div style="text-align: justify;"> Voy en busca de Mercedes</div><div style="text-align: justify;"> Que ayer tarde no la vi</div><div style="text-align: justify;"> Tu Mercedes ya se ha muerto</div><div style="text-align: justify;"> muerta está que yo la vi</div><div style="text-align: justify;"> Cuatro duques la llevaban</div><div style="text-align: justify;"> por las calles de Madrid.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="font-family: times;"> </span><span style="font-family: georgia;"> María Mercedes había enfermado de tifus, probablemente al beber las aguas
contaminadas del pozo del sevillano palacio de San Telmo, residencia familiar.
El Rey, que murió tuberculoso tampoco disfrutó de buena salud, y además la poca
que tenía no la cuidó. Aún así, tuvo tiempo de contraer segundas nupcias y
dejar un hijo, que sería póstumo.</span></span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> También la salud bucal tiene su apartado aquí. La célebre Josefina Tascher de la Pagerie, amante primero, esposa después de Napoleón Bonaparte fue famosa por su belleza, pero es poco conocido el hecho de que ya casada con el emperador estuviera mellada, algo frecuente en la mayor parte de la población, sin distingos de clase. Regía el destino de España José Bonaparte, mientras la familia real española se encontraba retenida en Francia. Allí Carlos y su esposa María Luisa de Parma, en infame entrega al emperador, recibían atenciones del dueño de Europa. María Luisa, fea, como muestra Goya en sus lienzos, sin embargo, presumía de dos cosas: sus brazos y su dentadura. Al abrir la boca, exhibía una blanca fila de dientes que era admiración y envidia de cuantas cortesanas la trataban. Josefina, interesada, le solicitó información sobre los autores de la artesanía dental que lucía María Luisa. Se trataba de una familia de Medina de Rioseco, que fabricaba los dientes en porcelana y sabía como implantarlos en las mandíbulas, con éxito claro. Les llamaban los Saelices: Antonio y sus cuatro hijos. Josefina se dispuso a realizar el encargo para la compostura de su dentadura; pero llegó tarde. Las tropas de su marido invadían España, y las de uno de sus generales, Lasalle, saqueaban Medina de Rioseco. La matanza fue terrible. Antonio Saelices, su mujer, sus hijos y todos los empleados de su taller resultaron muertos. No fueron los únicos, pero sí los mas importantes para Josefina. La emperatriz, en adelante, lloraría sinceramente su ausencia dos veces al día. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Si de la fe se dice que mueve montañas, del dinero puede decirse que además cambia de lugar la capital de un reino. Don Francisco Gómez de Sandoval, marqués de Denia, ya era también duque de Lerma. El rey, Felipe III, había concedido el ducado a su valido, que se ocupaba, ayudado por Rodrigo Calderón, de dirigir los asuntos de España al tiempo que se convertía en el hombre más rico de la nación. Mandó construir un palacio en Lerma, que parecía querer rivalizar con el alcázar de los Austrias, y convenció al rey para el traslado de la capital a Valladolid. Allí se construyeron palacios, conventos, casas. Rodrigo Calderón trasladó allí su vecindad. Se enriqueció igual que su mentor. Por fin la burbuja inmobiliaria estalló. El duque cayó en desgracia. Madrid recuperó la capitalidad. Acusados de corrupción el duque se puso a salvo al ser creado cardenal.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Por no morir ahorcado</div><div style="text-align: justify;"> el mayor ladrón de España</div><div style="text-align: justify;"> se vistió de colorado.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Rodrigo Calderón tuvo peor suerte. Fue ajusticiado tras largo e irregular proceso en la recién construida Plaza Mayor de Madrid.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-OfDq162qcX0/YSTVg28BB3I/AAAAAAAAEms/6rJFzQegdYQCEavctHuV2vuf2va_7JvMQCPcBGAsYHg/s853/Madrid%2B06%2BPl.%2BMayor.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="853" height="286" src="https://1.bp.blogspot.com/-OfDq162qcX0/YSTVg28BB3I/AAAAAAAAEms/6rJFzQegdYQCEavctHuV2vuf2va_7JvMQCPcBGAsYHg/w396-h286/Madrid%2B06%2BPl.%2BMayor.jpg" width="396" /></a></div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: inherit;">El ocaso del Duque de Lerma no resolvió los problemas de España. El propio hijo del duque, también duque, pero de Uceda, y el Conde de Olivares, al que el caído, en su omnipotencia había negado la grandeza de España, sustituyeron a los cesados. Ambos, igual que sus antecesores, fueron ganados, uno por la codicia, otro por la "pasión de mandar".
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-family: inherit;"><br /></span></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: inherit;"><span style="font-family: inherit;"> Algunas anécdotas mezclan los asuntos del dinero con los del amor. La siguiente es de esas que se cuentan sin conocer los nombres propios de sus protagonistas, quién sabe si para proteger su buen nombre. Sucedió que un célebre actor, con fama de conquistador, fue sorprendido intimando con cierta señora casada en un café de moda, justo en el momento en el que llegaba el esposo de la dama. Molesto, el marido advirtió al actor: “Si vuelve a molestar a la señora, le costará caro”, a lo que el galán, con desparpajo propio de comediante, contestó:</span><span style="text-align: left;"> </span><span style="text-align: left;">“¿Que me costará caro?, pues vaya oficio el de usted”</span>.</span></div><div style="text-align: justify;"><a href="http://www.safecreative.org/work/0908094221182" rel="cc:license" style="text-align: left;" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#"><img alt="Safe Creative #0908094221182" src="http://resources.safecreative.org/work/0908094221182/label/logo-72" style="border-bottom: 0px; border-color: initial; border-left: 0px; border-right: 0px; border-style: initial; border-top: 0px; border-width: 0px;" /></a></div>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-38822250713816586692021-08-08T18:57:00.008+02:002021-08-10T17:12:44.367+02:00SOBRE LA SALUD, EL DINERO Y EL AMOR EN LA HISTORIA (I)<div style="text-align: justify;"> Dice la canción: tres cosas hay en la vida. Sobre ellas la historia está plagada de anécdotas. Unas son reales, otras son meras fábulas atribuidas a protagonistas del pasado que, por su personalidad, fueron referidas como ciertas, todas son curiosas. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> SALUD</div><div style="text-align: justify;"> Sir Winston Churchill nació en 1874. Su buena salud debió contribuir al enorme despliegue de actividad de la que hizo gala hasta su muerte, a los 91 años. A partir de los años cincuenta del siglo XX, comenzó a recibir homenajes y galardones, incluido el Premio Nobel de Literatura en 1954. Al cumplir los ochenta años concedió una entrevista en exclusiva a un joven periodista. Al terminar, éste le dijo agradecido:</div><div style="text-align: justify;"> -Muchas gracias Sir, espero entrevistarlo de nuevo cuando cumpla noventa años.</div><div style="text-align: justify;"> -Seguro que sí -le contestó Sir Winston- porque tiene usted cara de estar sano.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Peor salud tuvo Carlos II. Fue el último de los Habsburgo españoles que rigieron los destinos de España. Se le llamo el Hechizado, porque se le creyó poseído por el mal. Realmente tenía una pésima salud. Había heredado todos los males de sus antepasados: una mandíbula prognática, por la que el mentón le sobresalía exageradamente, impidiéndole masticar correctamente y provocándole al tiempo problemas digestivos. Tenía las piernas hinchadas, purulencias, tumores y continuas diarreas, y se dice que fue impotente. A ciencia cierta no se sabe cuales fueron las causas de su muerte, pero tuvo convulsiones durante las últimas tres horas de vida. Puede que no muriera de ninguna enfermedad concreta. Puede que muriera de todas ellas; por ello le dijo a la reina, María de Neoburgo, al final, poco antes de morir: “Me duele todo”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-3Zc3HYkrdvA/YQ__E2_ZjUI/AAAAAAAAElM/ia-RcKTa2i4SjZS7tzbqLawOJ6nofxpiwCPcBGAsYHg/s640/Carlos%2BII.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="457" data-original-width="640" height="300" src="https://1.bp.blogspot.com/-3Zc3HYkrdvA/YQ__E2_ZjUI/AAAAAAAAElM/ia-RcKTa2i4SjZS7tzbqLawOJ6nofxpiwCPcBGAsYHg/w418-h300/Carlos%2BII.jpg" width="418" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both;"><span style="text-align: justify;"> </span><span style="text-align: justify;"> </span> Su impotencia debió ser cierta, o al menos su esterilidad. No logró que ninguna de sus esposas engendrara un heredero. Es de suponer que su primera esposa, la joven María Luisa de Orleans, venida de Francia, sí estuviera sana, aunque el pueblo le echara la culpa de no procrear:</div><div class="separator" style="clear: both;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Parid, bella flor de lis</div><div style="text-align: justify;"> que en aflicción tan extraña</div><div style="text-align: justify;"> si parís, parís a España</div><div style="text-align: justify;"> si no parís, a París.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Pero también hay protagonistas de la Historia con una muy buena salud. Benedicto XIII, el Papa Luna, vivió a caballo entre los siglos XIV y XV. Siendo el único cardenal vivo anterior al cisma, y siendo únicamente los cardenales quienes podían elegir Sumo Pontífice, se nombró a sí mismo papa. Fue papa en Avignon y más tarde antipapa en Peñíscola, donde se enrocó manteniéndose en “sus trece” de ser considerado el único papa legítimo de la Iglesia. Allí resistió, gracias a su determinación y férrea salud, hasta los noventa y cinco años, tras haberse recuperado, incluso, de un envenenamiento con el que habían tratado de eliminarlo sus enemigos.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> DINERO</div><div style="text-align: justify;"> Parece que fue cierta la anécdota que cuentan del general Castaños, el héroe de Bailén en la lucha contra el francés. Se encontraba el general en un besamanos el día de la Pascua Militar, un día de Reyes, vestido de blanco con el uniforme de verano. El rey al llegar a su altura mostró su extrañeza por dicho atavío. Contestó el general: “Majestad, la estación lo requiere. Su majestad estará en enero; yo, que no tengo otro calendario que el de mis pagas todavía estoy en julio”.</div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"> Y es que el dinero ha sido fuente constante de anécdotas. Cuentan que el Marqués de la Ensenada, ministro de Carlos III, fue reprendido por el monarca por el mucho gasto que hacía y la ostentación que practicaba. También tuvo justa respuesta al rey: “Señor, es por la librea del criado que se sabe de la grandeza de su señor”.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Aunque los que más afición dedicaron al derroche en lujos y su ostentación fueron los propios reyes. En Portugal hubo uno de nombre Joao y ordinal quinto, que ordenó construir un monasterio en Mafra. Al decorarlo encargó que fabricaran un reloj de carillón. Cuando solicitó el precio del encargo le dijeron una cantidad exageradísima de dinero. El rey, soberbio, dijo: “No pensaba que fuera tan barato, quiero dos”.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> También interpretaron anécdotas curiosas el marqués de Salamanca, la mayor fortuna de España en su época, y Narváez, el espadón de Loja, que tuvieron disputas económicas toda su vida. Por lo surrealista, hay quien dice que aquella en la que se afirmó que el marqués, con un billete de mil pesetas, alumbraba el suelo en el que el general buscaba una moneda no sucedió.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Pero si alguno de nuestros grandes personajes de la historia demostró gran despego por el dinero no fue otro que don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Se sabe que, ya en España, después de sus victoriosas campañas de Italia, dijo a su contador: “Dad todo con liberalidad, que nunca se goza mejor de la hacienda que cuando se reparte”; y es comprensible que dijera esto quien al ser preguntado por su rey don Fernando, el Católico, acerca de los gastos de guerra le contestara con la archifamosa frase: “En palas, picos y azadones, varios millones”.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-E3TPpjLUBx0/YRAGOzqpNEI/AAAAAAAAElk/4U56PhPDvfYvxNMeuWJE8AT5FRKKoWYTQCPcBGAsYHg/s640/El%2BGran%2BCapit%25C3%25A1n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="469" data-original-width="640" height="304" src="https://1.bp.blogspot.com/-E3TPpjLUBx0/YRAGOzqpNEI/AAAAAAAAElk/4U56PhPDvfYvxNMeuWJE8AT5FRKKoWYTQCPcBGAsYHg/w414-h304/El%2BGran%2BCapit%25C3%25A1n.jpg" width="414" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> En ocasiones no fue el dinero, sino su falta la que dio lugar a crueles sentencias, normalmente populares. Así le sucedió a doña Isabel de Braganza, esposa de Fernando VI, que tuvo que leer en un pasquín colocado en la puerta del palacio Real el siguiente ripio:</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Fea, pobre y portuguesa,</div><div style="text-align: justify;"> ¡Chúpate esa!</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Y AMOR</div><div style="text-align: justify;"> Sobre el cortejo y el amor, la infidelidad y el desamor, la historia está plagada de casos anecdóticos. </div><div style="text-align: justify;"> Se cuenta que en el antiguo Egipto hubo una prostituta llamada Archídice. Poseía una gran belleza y era requerida por los hombres más ricos de Egipto. Hubo un cliente que pretendió yacer con ella, pero Archídice lo rechazó por considerarlo insuficientemente rico. Se enteró más tarde de que el cliente rechazado proclamaba haber soñado con ella, por lo que la prostituta le reclamó una buena cantidad de dinero por dichas fantasías. El hombre se negó al pago y Archídice lo denunció a los jueces pretendiendo cobrar su tarifa. Los magistrados le dieron la razón: sentenciaron que ella debería soñar que su admirador le pagaba lo estipulado por el servicio.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Muchos siglos mas tarde, Napoleón III quedó prendado de la española Eugenia de Montijo, con la que al fin se casó. Antes de hacerlo Eugenia se lo había dejado claro: al regreso de una cacería el emperador pasó bajo el balcón en el que se encontraba con otras damas saludando el regreso de los cazadores. Napoleón se dirigió a ella preguntándole cómo podría llegar hasta allí. La española contestó: “El único camino, monsieur, es por la capilla”. Diez semanas después contraían matrimonio en Notre-Dame.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Don Antonio Cánovas del Castillo fue presidente del gobierno en varias ocasiones, en alternancia con el liberal Sagasta, durante la Restauración. Era malagueño, y tenía el deje propio de su tierra. No cuesta mucho imaginar como respondió al rey, Alfonso XII, cuando éste le dijo: </div><div style="text-align: justify;"> -Mucho le deben molestar las señoras con tantas peticiones.</div><div style="text-align: justify;"> -Majestad, -dijo- a mí no me molestan las mujeres por lo que me piden, sino por lo que me niegan.</div><div style="text-align: justify;"> En otra ocasión, ya viudo, una hermosa duquesa le propuso matrimonio. Cánovas le contestó: “Lo haría con sumo placer, de no tener usted dos hijas tan bellas a las que seguramente no podría mirar con ojos de padre”.</div><div style="text-align: justify;"></div><a href="http://www.safecreative.org/work/0908094221175" rel="cc:license" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#"><img alt="Safe Creative #0908094221175" src="http://resources.safecreative.org/work/0908094221175/label/logo-72" style="border-bottom: 0px; border-color: initial; border-left: 0px; border-right: 0px; border-style: initial; border-top: 0px; border-width: 0px;" /><br /></a>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-80923058338827893502021-07-12T20:20:00.002+02:002021-07-18T13:33:20.572+02:00EL TIEMPO PASARÁ<div style="text-align: justify;"> El tiempo, magnitud física, cuarta dimensión, enigmático siempre al tratar de comprenderlo. De todo ello tiene un poco y todo ello es al mismo tiempo. De su relatividad, la humanidad siempre ha sido consciente. Bien lo explica Antonio Gala: para la rosa, el jardinero que la cuida es eterno, para el jardín efímero. Por ello el hombre ha tratado de domesticarlo. Ha ideado calendarios, ha construido relojes. El éxito ha sido escaso.</div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"> Los romanos tuvieron su calendario. El calendario Juliano, vigente desde Julio Cesar hasta el siglo XVI y aún más tarde, era en realidad el antiguo calendario solar egipcio, que ha servido para medir el tiempo, en algunos países incluso hasta el siglo XX. La Unión Soviética, Grecia y Turquía fueron las últimas naciones en abandonar su uso, en los años veinte del pasado siglo. Durante su vigencia se tomó una decisión importante. En tiempos de Justiniano, el emperador de Bizancio, el Papa encargó a un monje escita, Dionisio el Exiguo, que determinara la fecha del nacimiento de Jesucristo. Usando el calendario romano restó a la fecha del cálculo treinta años, la edad en la que Jesucristo comenzó su vida pública, en el decimoquinto año del reinado de Tiberio, según el evangelio de San Lucas, y lo bautizó como año uno. La cuenta, por imprecisiones históricas no fue muy exacta, pero desde entonces la humanidad ha contado con un antes y un después(1). Así siguieron las cosas hasta que en el siglo XVI, gracias a los tímidos pasos que la ciencia comenzaba a dar y al impulso del papa Gregorio XIII fue adoptado el calendario gregoriano. No fue fácil su implantación. En una Europa dividida entre católicos y protestantes, la propuesta del papa de los católicos no era bien recibida por los reformistas, sin embargo, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico recibió al cardenal Madruzzo, enviado por Gregorio XIII, con los cálculos que Lulio, el astrónomo del papa, había realizado. Era necesaria una rectificación en la medición del tiempo. El error en el cálculo que cometía el calendario Juliano era acumulativo, retrasándose poco a poco la celebración de las fiestas señaladas por la liturgia cristiana. El emperador, convencido, impuso el nuevo calendario, decretando su uso en el imperio. El imperio español ya había tomado dicho calendario como oficial un año antes. Poco a poco las naciones fueron adoptando, entre el siglo XVI y el XX, el calendario gregoriano, aunque la Iglesia ortodoxa, aún hoy, usa el antiguo calendario juliano, que tras veinte siglos de uso les permite celebrar la Navidad, ya el siete de enero.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> El establecimiento del calendario gregoriano exigió, al implantarse, la corrección del retraso producido hasta entonces, por lo que los distintos países que decretaban su uso se vieron en la necesidad de dar un salto en las fechas hacia el futuro, tanto mayor cuanto mayor era el retraso con el que incorporaban el nuevo calendario. España, uno de los primeros países en usarlo dio un salto en el tiempo de diez días, ningún niño nació en España entre el 5 y el 14 de octubre de 1582, porque no hubo tales días; Grecia, uno de los últimos, trece. Nadie falleció en Grecia entre el 16 y el 28 de febrero de 1923. Dichos días no tuvieron lugar. Dicho salto supuso vivir los días que no figuran escritos en parte alguna porque no existieron.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-_ni-VCuCV7Y/YOyGEeLwR0I/AAAAAAAAEjU/wVb8TyVG-mk1UumGCwgypSTWQatOpW4JgCPcBGAsYHg/s1024/Puerto%2Bde%2BValencia.%2BEl%2Bedificio%2Bdel%2Breloj..jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="736" data-original-width="1024" height="313" src="https://1.bp.blogspot.com/-_ni-VCuCV7Y/YOyGEeLwR0I/AAAAAAAAEjU/wVb8TyVG-mk1UumGCwgypSTWQatOpW4JgCPcBGAsYHg/w436-h313/Puerto%2Bde%2BValencia.%2BEl%2Bedificio%2Bdel%2Breloj..jpg" width="436" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Edificio del Reloj del puerto de Valencia</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"> El nuevo calendario tampoco es perfecto, pero su imperfección notablemente menor que la del anterior es corregida con los años bisiestos que todos conocemos.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Pero hay algo que todavía no ha sido posible conseguir. El tiempo, aquello que ocurre entre dos sucesos percibidos por nuestros sentidos ha podido ser medido gracias a los calendarios ideados: juliano, azteca, chino, judío, gregoriano; y relojes de todo tipo: de agua, de sol, de arena, mecánicos, atómicos; hemos visto alterada su propia duración gracias a la aplicación de leyes relativistas. ¿Trataremos también de invertir su flecha? ¿Quebrar el inexorable discurrir del pasado hacia el futuro? Puede que alguien trate de inventar alguna máquina con la que hacerlo. El fracaso está garantizado. ¿O no?</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: 12pt;">(1) En realidad la contabilización de los años anteriores a Cristo no se produjo hasta el siglo VIII. Beda el Venerable fue quien introdujo la cuenta atrás. La humanidad tuvo desde entonces dos horizontes temporales que se alejaban entre sí.</span></div><a href="http://www.safecreative.org/work/0908094221007" rel="cc:license" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#"><img alt="Safe Creative #0908094221007" src="http://resources.safecreative.org/work/0908094221007/label/logo-72" style="border-bottom: 0px; border-color: initial; border-left: 0px; border-right: 0px; border-style: initial; border-top: 0px; border-width: 0px;" /><br /></a>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-80907991252337447062021-06-20T18:18:00.003+02:002021-06-29T19:10:39.742+02:00EL ASESINATO DE LINCOLN Y ALGO MÁS<div style="text-align: justify;"> Cinco días después de la rendición del general Lee en Appomattox el 9 de abril de 1865, y la victoria en la práctica de la Unión sobre los estados del Sur en la Guerra de Secesión Americana, el presidente Lincoln asiste a una función de la comedia del dramaturgo británico Tom Taylor: “Our American Cousin”. <span style="text-align: justify;">Acompañan al presidente en el palco del Teatro Ford de Washington su esposa Mary Todd, el Mayor Henry Rathbone y la hija del senador por Nueva York, la señorita Clara Harris, prometida del Mayor. Ha excusado su asistencia, que tenía prevista con su esposa, el general Grant, el vencedor de Appomattox.</span></div><div style="text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"> Por raro que parezca, esa
noche nadie cuida del presidente. Su guardaespaldas William Henry Crook había
terminado su servicio a las cuatro de la tarde. Le sustituye el policía John T.
Parker, pero Parker, una vez el Presidente en el palco presidencial, abandona
su puesto y en compañía de otros ayudantes del presidente visita una taberna
cercana. Más tarde diría para exculparse que el presidente le había liberado
hasta el final de la obra. </div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Sorprendido por encontrar
expedito el camino, <a name="_Hlk74499520">John Wilkes Booth</a>, un joven de
26 años simpatizante de la causa confederada y recalcitrante conspirador, llega
hasta el palco presidencial, abre su puerta y empuñando una pistola Deringuer<b><sup>(1)</sup></b> de un solo tiro dispara
contra la cabeza del presidente. La reacción del Mayor Rathbone no se hace
esperar. Trata de detener al agresor, pero éste, arrojada su ya inservible arma
de fuego al suelo, empuña un cuchillo, hiriendo al Mayor. Booth huye, pero en
lugar de hacerlo por los pasillos por los que había llegado, se encarama al
antepecho del palco y salta sobre el escenario, con tan mala fortuna que una de
las espuelas de sus botas se engancha con una de las banderas que decoran la
balaustrada. Booth sufre una fractura del extremo distal del peroné derecho.
Pero renqueante, dañado su tobillo, aún logra confundir al público, que
cree que aquello forma parte de la función, cuando grita “Syc semper tyrannis”,
mientras el magnicida huye por un lateral y monta en un caballo que sus
cómplices habían preparado para su huida.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Quizás pensara Booth que la
muerte del presidente paralizaría la administración unionista y sus ejércitos,
dando, quién sabe, una última oportunidad a las ya escasas, débiles y
descompuestas tropas confederadas desde la derrota de Appomattox. Pero nada de
eso sucederá.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Herido de muerte el
presidente, nada pueden hacer los doctores Leale y Taft, los primeros en
atenderle, que determinan ante la previsible hemorragia mover lo menos posible
al herido. Lo trasladan a un cuarto propiedad de un sastre dueño del edificio cuyas
habitaciones estaban en alquiler, justo enfrente del teatro Ford. Allí llegó el
doctor King, médico personal del presidente y el cirujano Joseph Barnes. Ante
la gravedad de la herida, con orificio de entrada por la región occipital, sin
salida, y la imposibilidad de extraer el proyectil, se limitan a vigilar y
asistir al herido, tratando de aliviar su agonía. A las siete horas y veintidós
minutos del día 15 de abril de 1865, el presidente Lincoln fallece. Era un Sábado
Santo.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Desde el primer momento se
inicia la persecución del asesino y sus cómplices. Atendido Booth en su tobillo
por el doctor Mudd, el fugitivo se refugia en la granja de Richard Garret, y
hasta allí llegan los perseguidores. Conminan los soldados a Booth a rendirse,
pero éste responde con su arma de fuego, entablándose un tiroteo, del que Booth
resulta muerto. Un disparo en el cuello del magnicida, como revelaría la
autopsia, destrozó las cervicales y médula de Booth.</p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-QdWnP_DBD0c/YMpyc_QKeEI/AAAAAAAAEgY/TztEPuE4UWM9yxSt7I6eN8u_VNCc9qTEwCPcBGAsYHg/s1022/Lincoln.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1022" data-original-width="843" height="409" src="https://1.bp.blogspot.com/-QdWnP_DBD0c/YMpyc_QKeEI/AAAAAAAAEgY/TztEPuE4UWM9yxSt7I6eN8u_VNCc9qTEwCPcBGAsYHg/w338-h409/Lincoln.jpg" width="338" /></a></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Con la muerte del asesino y
la detención de los cómplices, que serían juzgados y ahorcados, parece que la
historia del asesinato del 16º presidente de los Estados Unidos podría darse
por terminada. Sólo el doctor Mudd, también detenido y condenado, salvó su vida
por el indulto concedido por Andrew Johnson, el sucesor de <a name="_Hlk74498168">Lincoln</a>.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> *</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> Sin embargo, la ficción, a
veces, parece querer apoderarse de la historia. En 1873, un tal John St. Helen,
en trance de muerte, confesó al abogado</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">Finis L. Bates,
que su verdadero nombre era John Wilkes Booth. Según afirmó, era él quien había asesinado al presidente</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">Lincoln. Aseguraba que el cuerpo
del hombre muerto en el granero de los Garret era el de un empleado de la
granja llamado Ruddy St. Helen, que sorprendido en el granero con unos
documentos que Booth le había pedido le buscara, fue abatido por los soldados,
confundiéndole con él. Bates no creyó de momento tan novelesco relato, que atribuyó
al carácter teatral de St. Helen en momentos tan atribulados; pero
el caso es que St. Helen sobrevivió a su enfermedad y poco tiempo después abandonó
Texas.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> Años después, en el hotel
Grand Avenue de Enid, Oklahoma, moría un hombre por los efectos que la
estricnina que él mismo había comprado para quitarse la vida. Se llamaba David
E. George. Era pintor de brocha gorda, y muy aficionado a la bebida. George,
tres años antes había contado a la señora</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">Kuhn una
historia fabulosa. Quería hacerle creer que no era quien decía ser, que su
verdadero nombre era John Wilkes Booth, el asesino de Abraham Lincoln en 1865.
La señora Kuhn, naturalmente, atribuyó las fantásticas declaraciones de George
a su embriaguez y después de contárselo al que pronto sería su esposo, el
reverendo metodista Enoch Covert Harper, dio el asunto por olvidado. Pero
cuando en 1903 el reverendo Harper conoció la noticia del suicidio de George
fue a ver el cadáver del difunto y reveló al embalsamador la historia que tres
años antes le había contado su esposa.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> El cadáver embalsamado de
George fue entregado a la funeraria de</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">William
Broadwell Penniman, que lo dejó expuesto a la espera de que alguien reclamara el
cuerpo. Puesto que la espera parecía hacerse larga, Penniman decidió utilizar la
momia de George como reclamo publicitario de su tienda de muebles, negocio al que
también se dedicaba Penniman. Sentó al difunto en una silla, le colocó unos
ojos de cristal y sujetó en sus manos un periódico. Así estuvo varios años,
hasta que Finis L. Bates entró en escena de nuevo. Bates reconoció el cadáver
de George identificándolo con el John St. Helen que había conocido en Texas, en
1873.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> Finalmente,
Bates escribió un libro</span><span lang="ES-TRAD" style="text-align: left;"> </span><span style="text-align: left;">“</span><span lang="ES-TRAD" style="text-align: left;">Escape
and Suicide of John Wilkes Booth” y la momia comenzó un periplo de exhibiciones
en exposiciones y circos durante mucho tiempo. Fue vendida, alquilada, sufrió
un secuestro, felizmente resuelto con el pago del rescate. En 1931 se convocó a
un grupo de médicos para determinar la autenticidad de la teoría de Bates. No
se obtuvieron conclusiones claras y todo terminó en un fenomenal escándalo. De
vuelta al circo, la momia de George siguió con su atribulada “vida”. En la
década de los cincuenta se sabe que estaba en un sótano de Filadelfia. Después
ya nada se supo de ella.</span></span></p><a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /><br /></a>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-68047650714276316572021-05-16T19:43:00.000+02:002021-05-16T19:43:24.720+02:00SOCARRATS<div style="text-align: justify;"> De entre las varias acepciones de este término valenciano tan relacionado con el fuego, quizás sea la artística la menos conocida. Socarrat es la capa de arroz que en contacto con la paella queda tostada y crujiente, delicia de los entendidos de universal plato valenciano. Por socarrats son conocidos también los habitantes de Játiva. Dicho gentilicio oficioso proviene del incendio que provocaron las fuerzas de Felipe V, cuando tras la batalla de Almansa, la población, que había sido partidaria del archiduque Carlos, fue saqueada y reducida a cenizas. Pero socarrats son también las hermosas losas de barro sin vidriar, que se cocían en los hornos de los alfareros valencianos. Tienen un origen medieval y durante los siglos XV y XVI era frecuente colocarlos como decoración entre las vigas de los techos de muchas casas y en sus aleros. También en los palacios, cuando los techos no estaban decorados por artesonados de madera, mucho más caros, se utilizaban los socarrats.</div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-T8I_vfOESSM/YKE2YHvu_PI/AAAAAAAAEfE/Z8Fqe_S7TsoXazpdQV2G11YLFYslOCRNwCPcBGAsYHg/s1040/Socarrat.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1040" data-original-width="519" height="527" src="https://1.bp.blogspot.com/-T8I_vfOESSM/YKE2YHvu_PI/AAAAAAAAEfE/Z8Fqe_S7TsoXazpdQV2G11YLFYslOCRNwCPcBGAsYHg/w264-h527/Socarrat.jpg" width="264" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> <span style="text-align: justify;"> </span>Estaban pintados en tonos rojizos, marrones y negros, y se usaba para ello óxidos de hierro para los colores rojizos y de manganeso para los negros. Los motivos de los socarrats fueron muy variados. Los artesanos, en buena parte moriscos, los decoraban pintando con trazos gruesos formas geométricas, vegetales, animales tanto reales como imaginarios: grifos, dragones; y también figuras humanas o angelicales. De especial belleza eran las composiciones representando músicos, damas y caballeros en escenas galantes.</div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"> </span><span style="font-family: georgia; text-align: left;">Fueron muy notables los
fabricados en Paterna, donde su producción fue muy abundante, aunque no
exclusiva. También en la vecina Manises y otros lugares se pintaron y cocieron
estas piezas. Hoy, siguiendo las técnicas ancestrales, aún se fabrican. Sin
tener la utilidad práctica de otros siglos, los fabricados hoy son destinados al
puro ornato, con el único fin de la contemplación de lo bello. </span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license" style="text-align: left;"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a></p>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-90581875246697746162021-04-25T19:52:00.001+02:002021-04-26T00:06:29.334+02:00CÓMICOS<div style="text-align: justify;"> Durante el reinado de los Austria, y especialmente durante el de los Austria menores, el teatro fue divertimento habitual de las gentes. Al principio las representaciones se celebraban en las plazas, a veces sobre tablados montados ex profeso, en ventas o posadas, en patios de palacios y casas particulares; pero ya vencida la mitad del siglo XVI las funciones comenzaron a presentarse en espacios destinados a ello. <span style="font-family: times;"><span style="text-align: left;">Se les llamó corrales, pues era en esos patios que separaban las casas
de vecinos, en los que se acomodaba el tablado y construían pequeñas gradas y
palcos, a veces protegidos por tejadillos, quedando el centro del patio
descubierto y ocupado por bancos y sillas. Descendientes, si así se puede
decir, de aquellos espacios son los actuales patios de butacas de nuestros
modernos teatros.</span><span style="text-align: left;"> También, en ocasiones, se abrían ventanas en las
paredes de las casas que cerraban el local, que si no eran aprovechadas por los
vecinos, se alquilaban a espectadores dispuestos a pagar al propietario por
acceder al mirador.</span></span></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Pero
si importante era tener un lugar donde representar, para el pueblo y los
grandes señores que acudían a estos corrales de comedias, las funciones que los
famosos autores de la época escribían, no lo eran menos quienes las
interpretaban.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-vBnC4nsj73c/YIRg6ehbZ9I/AAAAAAAAEdc/9iFp_KKxMnMvv38jX22K0eFZbYee_WYFACPcBGAsYHg/s1040/Teatro.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="765" data-original-width="1040" height="312" src="https://1.bp.blogspot.com/-vBnC4nsj73c/YIRg6ehbZ9I/AAAAAAAAEdc/9iFp_KKxMnMvv38jX22K0eFZbYee_WYFACPcBGAsYHg/w423-h312/Teatro.jpg" width="423" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Eran
muchos los intérpretes, tanto hombres como mujeres, que alcanzaron notoriedad.
En bastantes ocasiones contraían matrimonio, no tanto por un cariño sincero, sino
por cuanto les estaba prohibido a las actrices ejercer la farándula como
solteras. Y es que las actrices eran muy perseguidas por galanes de alta
alcurnia que acudían a los corrales no sólo a disfrutar de la escena, sino a la
conquista de las cómicas, y se trataba con esa imposición mantener la virtud de
las mismas. Fue peor el remedio que la enfermedad, si es que había tal, pues no
sólo los galanteos de unos y las coqueterías de otras se sucedían, sino que los
maridos resultaban a los ojos del mundo complacientes consentidores. Poco
importaba que para los esposos el amor no fuera sustento del vínculo
matrimonial, la burla y el escarnio recaían sobre ellos. Aunque no en todos los
casos fue así: Jusepa Vaca y Juan Morales era un matrimonio de actores muy de
moda durante los reinados de Felipe III y Felipe IV. Ella, según se decía,
coqueta y muy perseguida por conquistadores de la nobleza; él, según
aseguraban, muy celoso. Varios, cuenta el conde de Villamediana, fueron los
pretendientes a los favores de Jusepa. Duques como el del Pastrana, Feria o
Rioseco; marqueses como los de Alcañices, Viñaflor, Peñafiel o Villanueva del
Fresno o condes como Olivares y Saldaña disputaron su favor mientras él, esposo
vigilante, hizo pública la amenaza de ensartar con su acero a quien osara
entretenerse con su esposa. Alguno debió darse por aludido pues durante una
función, unos dicen que el duque de Medina, otros que el conde de Villamediana,
desde su asiento se levantó recitándole a Morales: </p><i> Con tanta felpa en la capa</i><div><i> y tanta cadena de oro</i></div><div><i> el marido de la Vaca</i></div><div><i> ¿qué puede ser sino toro? </i><br /><p class="MsoNormal"></p><div style="text-align: justify;"> Otro caso de matrimonio de actores, sin duda tocados por el afecto mutuo fue el formado por Miguel Ruiz y Ana Martínez, a la que todo el mundo llamaba “La Baltasara”. Estaba especializada en interpretar papeles de hombre, lo que no impedía tener una legión de adoradores. Uno de ellos era estudiante en Salamanca, y tan prendado estaba de la actriz, que dejó sus estudios para poder manifestarle su pasión en todo momento. Pero sucedió que tras una función en el corral de la Olivera, en Valencia, Baltasara, tocada por un estado de gracia espiritual, decidió sacrificar su vida a la fe cristiana, y renegando de cuantas ligerezas cegaban su entendimiento, dejó el teatro, abandonó a su marido y marchó a Cartagena para consagrar su vida al ascetismo. Fue entonces su esposo, que sin duda la quería, o al menos la necesitaba, pues fue acompañado de una figuranta de la compañía, en pos de la esposa. Pero llegados a la ermita, tratando de convencerla para que volviera al siglo, fue Baltasara la que convenció a su consorte y aun a la acompañante, que adoptaron también la vida eremítica. Años después Vélez de Guevara, con Rojas Zorrilla y Antonio Coello compusieron “La gran comedia de la Baltasara” basada en la historia verdadera de la gran actriz.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div> <div style="text-align: justify;"> Y hablando de grandes actrices, no se puede pasar al capítulo de los actores sin nombrar a la más famosa de todas, María Inés Calderón, de la que ya se dijo algo en <a href="https://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com/2011/04/el-hermano-mayor-del-rey.html">“El hermano mayor del rey”</a>. Porque ese hermano mayor de Carlos II fue Juan José de Austria fruto de los amoríos del rey Felipe IV con “La Calderona”. Cinco años duraron aquellos amores, que obligaron a la renuncia de un marido y un pretendiente de alta cuna, y finalizaron con la comedianta en un convento.</div><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> También
entre los hombres hubo histriones de mucha fama. Entre los más notorios, si no
el que más, cabe recordar a Juan Rana, al que apodaban así, con evidente sorna,
por su supuesta aversión al agua; aunque su verdadero nombre fue Cosme Pérez. Era
tenido por el más chistoso de los cómicos. Tal era su gracia, que era salir a
escena y antes de pronunciar palabra el público reía y aplaudía a rabiar. Él,
que lo sabía, se permitía, como los bufones o los enanos de palacio, hacer
ingeniosos comentarios que a nadie se le habrían tolerado. Tanto éxito tenía,
que los más célebres comediógrafos del Siglo de Oro escribían obras exclusivas
para él, en especial entremeses, que titulaban con el nombre del actor: <i>Los dos Juan Rana,</i> <i>El desafío de Juan Rana</i> o <i>Juan
Rana toreador</i> fueron escritas por Calderón de la Barca para él; Benavente,
maestro del entremés, le escribió <i>El
doctor Juan Rana</i>. Muchos otros hicieron lo mismo.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Su última intervención se
produjo durante el reinado de Carlos II. En el cumpleaños de la reina madre,
Mariana de Austria, se representó el entremés de Calderón, <i>El triunfo de Juan Rana</i>, en el que el propio actor, ya retirado, mermado en sus facultades y tan mayor que apenas podía moverse, se interpretó a
sí mismo en el papel de estatua. En 1672, Cosme Pérez moría en su madrileña
casa de la calle Cantarranas, hoy, y desde 1844, de Lope de Vega.</p></div>
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /><br /></a>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-76515291678790703702021-04-01T20:59:00.004+02:002021-04-02T01:32:07.121+02:00EL DONANTE<div style="text-align: justify;"> Siempre la presencia del donante representado en las obras de arte ha parecido la de una figura contradictoria con la humildad. Si bien al principio, durante los años del gótico, el donante se mostraba en un lugar secundario, habitualmente arrodillado, en situación orante y con un tamaño claramente menor al de las figuras religiosas que componían la escena, con el paso del tiempo el donante fue ganando tamaño, afirmando ante los hombres su capacidad y su estatus social. Fue con el Renacimiento y ya bien entrado el siglo XVI, y más aún en los siglos siguientes, cuando los nobles y los ricos comerciantes igualaron si no superaron a la propia Iglesia en los encargos de obras de carácter religioso. Se hacían retratar en las obras que encargaban, y así ser reconocidos y trascender como mecenas y bienhechores de los templos a los que eran destinadas las obras.</div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> El
cuadro que ilustra este texto es obra de Luis de Morales, pintor pacense
conocido como “El divino”, por la mucha producción religiosa a la que dedicó su
arte. Este “Calvario” es conocido también como “El Crucificado y don Francisco
Roca revestido con hábitos de coro”, pues ese era el nombre del personaje que arrodillado
ocupa la parte derecha de la tabla.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-h-V7I-saF64/YGYRIXLGpYI/AAAAAAAAEbQ/rJSjOWD8X4sufww3nf09uDiU9mq-3n-swCPcBGAsYHg/s1040/Calvario.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1040" data-original-width="732" height="531" src="https://1.bp.blogspot.com/-h-V7I-saF64/YGYRIXLGpYI/AAAAAAAAEbQ/rJSjOWD8X4sufww3nf09uDiU9mq-3n-swCPcBGAsYHg/w374-h531/Calvario.jpg" width="374" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Calvario, de Luis de Morales.<br />Museo de Bellas Artes de Valencia.</td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: justify;"> Don
Francisco Roca era miembro de una familia asentada en Gandía y Valencia
perteneciente a la pequeña nobleza. Había nacido en 1507, muy probablemente en
Gandía, de cuya Colegiata fue deán, y ya establecido en Valencia, canónigo de
su catedral. Beneficiado por el papa Paulo III, obtuvo crecidas rentas con las
que favoreció a sus muchos sobrinos y contribuyó con generosas aportaciones a
la fundación del Monasterio de San Juan de Ribera, y a mejorar el convento de
San Cristóbal de Valencia. En este convento profesarían algunas de sus sobrinas
como monjas y en él también ordenaría erigir el sepulcro de los Roca, donde
serían enterrados algunos miembros de la familia.</div><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
</div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Aunque el cuadro mostrado
parece un claro ejemplo de donante retratado, a cuyas expensas se realiza la
obra, este óleo sobre tabla con don Francisco Roca, indudablemente donante de
muchos bienes a los templos valencianos durante su vida, fue en realidad
cumplido y agradecimiento de las monjas agustinas del convento de San Cristóbal, al que
tanto benefició en vida, cuando el canónigo a sus 74 años falleció el 16 de
octubre de 1581, disponiendo las sores fuera colocada la tabla en el altar
mayor de la iglesia conventual.</span></p>
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /><br /></a>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-51289267226822527912021-03-24T22:33:00.001+01:002021-03-24T22:34:17.559+01:00DIMISIONES<div style="text-align: justify;"> Si el lector de este artículo pensara que en las siguientes líneas se van a exigir dimisiones andaría errado. Es de las dimisiones presentadas y de las causas que las motivaron, que las hubo muchas y variadas en el pasado, de lo que aquí se va a poder leer, y no de las que no se producen hoy, aun habiendo tantas y tan diversas razones como entonces para que se den.</div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> Los ceses que
sucedían por mandato de quienes estaban por encima del destituido también eran
frecuentes. Y no siempre estos ceses nacían de la incapacidad de los cesados.
En estos casos, a veces, se producían avisos espontáneos que alertaban al
desprevenido, como sucedió en 1834 cuando se produjo el relevo en la
presidencia del Consejo.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> En los últimos meses del
reinado de Fernando VII era jefe del gobierno don Francisco Cea Bermúdez.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Había sido nombrado este político y
diplomático malacitano, a la vuelta de su embajada londinense, para hacer
frente al pretendiente Carlos María Isidro.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> En septiembre de 1832
disfrutando el rey del periodo estival en la Granja, enfermó de gravedad. Fernando VII había tenido con su cuarta esposa María Cristina de Borbón dos hijas, Isabel y
Luisa Fernanda, y considerando casi imposible un nuevo vástago varón a la vista
del achacoso estado del monarca, el ministro Calormarde, afecto a don Carlos,
pretendió con la firma del moribundo rey la derogación<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de la Pragmática Sanción. Se privaba así,
para el futuro, a la pequeña Isabel del trono, para evitar, decían, una guerra
segura por la posesión de la corona de España. Pero el intento fracasó, en
episodio que la histografía ha difundido profusamente por su bizarría, y tanto
don Carlos como Calomarde fueron alejados de Madrid.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Al morir el rey el 29 de
septiembre de 1833, la reina María Cristina confirmó en el cargo a Cea
Bermúdez. Trató Cea, fiel a la reina, de oponerse tanto a los liberales, libres
de la persecución ya, como al Pretendiente, que desde el manifiesto de
Abrantes, aún caliente el cuerpo de su hermano, y otros decretos posteriores,
se hacía llamar Carlos V y reclamaba para sí el título de rey. Apenas un día
después del manifiesto hubo un levantamiento carlista en Talavera de la Reina,
al día siguiente fue Bilbao la que se pronunció. Después Navarra, Logroño y
otras regiones y ciudades se alzarían en favor del Pretendiente. Comenzaba una
guerra civil entre Cristinos y absolutistas carlistas.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Mientras, Cea, de
pensamiento absolutista, se había mostrado condescendiente con Miguel, el rey
de Portugal, al contrario que con don Pedro, mejor visto por los liberales y
por la propia María Cristina. Miguel había estado prestando ayuda a don Carlos,
desterrado en aquel país entonces, y María Cristina, tras consultarlo con su
consejeros más próximos, tomó la decisión de sustituir a Cea en la presidencia
del Consejo.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Determinada la reina al
cese, pero sin saberlo aún Cea, alguien debió filtrar las intenciones de María
Cristina, y una noche en la que se celebraba en el palacio de Villahermosa un
baile de disfraces, concurrieron al mismo tres personajes disfrazados de
arlequín. Cada uno de ellos llevaba escrito en la espalda una de las letras que
componen el apellido del Presidente. Y mientras evolucionaban los participantes
en la fiesta al son de la música, los arlequines, en un paso del baile, se
aproximaron formando la palabra CEA, para en el siguiente, cambiar su posición
y dejar que todo el público pudiera leer la palabra CAE. El caso fue sonadísimo, tanto por la audacia
de los protagonistas como al conocerse las identidades de alguno de los
atrevidos arlequines, pues entre ellos se encontraban Ventura de la Vega y José
de Espronceda.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Pero
hubo un tiempo en que las dimisiones de los políticos españoles no se hacían
esperar tanto. El genio que exhibían al ejercer sus cargos, la dignidad de los
dimisionarios o el escaso apego al sillón, causas ahora inimaginables, los
hacía renunciar con una frecuencia que hoy nos parece asombrosa, quien sabe si
convencidos de que en el futuro nuevas oportunidades se les presentarían.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Una
dimisión debida al temperamento sanguíneo del protagonista la encontramos en el
general Narváez, personaje principal en la historia de España durante buena
parte del siglo XIX.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> El
30 de diciembre de 1850 se celebra sesión en el recientemente inaugurado
Palacio de las Cortes de la Carrera de San Jerónimo. Habla don Juan Donoso
Cortés, amigo personalísimo, pero disidente con la forma de llevar los asuntos
públicos, de Narváez, jefe del Consejo del Ministros. Aunque ya era víctima el
duque de Valencia de anteriores críticas, el discurso del amigo hirió
profundamente al presidente. Salió en su defensa Martínez de la Rosa,
reconocido orador, que se creyó vencedor en aquel duelo de la palabra; mas
cuando al cabo quiso confortar a don Ramón de la puñalada recibida, diciéndole:
“La victoria ha sido nuestra”, el ánimo del presidente estaba tan afectado,
aunque su genio tan vivo como siempre, que no tuvo por respuesta más que un
“Pues disfrútela usted, porque esta misma noche presento mi dimisión a la
Reina”. No era ésta la primera dimisión de don Ramón, ni sería la última, como
tampoco de las que se le presentaron y no aceptó.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p> *</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> No
mucho después, tras la Vicalvarada, pronunciamiento que puso fin a la década
moderada, que sacó al veterano Espartero de su retiro logroñés para inaugurar,
como presidente del Consejo, un bienio progresista con el liberal Leopoldo
O’Donnell, se produjo otra sonada dimisión. No encajaban bien el duque de la
Victoria y el conde de Lucena. En el mes de julio de 1854 habían aparecido juntos
en el balcón del alojamiento del duque, dándose ambos generales un fraternal
abrazo, cuando tan poco tenían en común, salvo su condición de espadones.
Conforme pasaba el tiempo las diferencias se hacían más patentes. Tampoco la
reina se hallaba cómoda. Ni gustaba a la soberana la desamortización de Madoz,
que a regañadientes había firmado, ni los enfrentamientos entre moderados y
progresistas.</p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-DwkxrbMp9Qc/YFubf7Z0j3I/AAAAAAAAEaU/hM3AYbd5QuIS-C7u8wUTitB-YiLTkSuvQCPcBGAsYHg/s962/General%2BEspartero.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="962" data-original-width="713" height="428" src="https://1.bp.blogspot.com/-DwkxrbMp9Qc/YFubf7Z0j3I/AAAAAAAAEaU/hM3AYbd5QuIS-C7u8wUTitB-YiLTkSuvQCPcBGAsYHg/w333-h428/General%2BEspartero.jpg" width="333" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El general Espartero. Anónimo siglo XIX.<br />Museo Palacio de Cervelló (Valencia)</td></tr></tbody></table><p class="MsoNormal"></p><div style="text-align: justify;"> <span style="text-align: justify;"> </span> En 1856, agotado el proyecto progresista, cada vez más fuerte la Unión Liberal de O’Donnell, se reúne el Consejo de Ministros con asistencia de la reina. A cuenta de los desórdenes y el modo de atajarlos se produce una agria disputa entre Patricio de la Escosura, ministro de la Gobernación, y O’Donnell.</div><div style="text-align: justify;"> Viendo imposible la avenencia, Escosura espeta a O’Donnell:</div><div style="text-align: justify;"> ─Es evidente, don Leopoldo, que en este gobierno no cabemos los dos─, y anuncia su dimisión.</div><div style="text-align: justify;"> No se queda atrás O’Donnell, que dimite también.</div><div style="text-align: justify;"> Espartero, el jefe del gobierno trata de mediar, y advierte:</div><div style="text-align: justify;"> ─ Si persisten en su postura y no se arreglan, también yo dimitiré.</div><div style="text-align: justify;"> Surge entonces una oportunidad para la reina, que viendo en pie a Escosura camino de la puerta, le acepta la dimisión.</div><div style="text-align: justify;"> Es entonces cuando también Espartero se dirije a don Patricio:</div><div style="text-align: justify;"> ─Escosura, espere, que nos vamos juntos.</div><div style="text-align: justify;"> ─Pues O’Donnell no me abandonará─ dicen que se le oyó decir a la reina.</div><div style="text-align: justify;"> Y así fue.</div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"><o:p> </o:p></span> *</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Quedó dicho al principio que
también ha habido dimisiones que presentadas no se llegaron a producir. La
protagonizada por el general Narváez, de cuyo carácter ya sabemos, es de las
más conocidas.</p>
<p class="MsoNormal"></p><div style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> </span>No hacía mucho que el duque de Ahumada, el segundo que llevaba ese título, había fundado la Guardia Civil. Era, es este Cuerpo paradigma del honor. Lo dice su propia cartilla y Reglamento desde 1844, año de su fundación: <i>“El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil, debe por consiguiente conservarlo sin mancha. Una vez perdido no se recobra jamás”</i>. También debe ser <i>“prudente sin debilidad, firme sin violencia y político sin bajeza”</i>. Y así debió ocurrir, cuando en cierta ocasión, yendo el general Narváez, a la sazón jefe del gobierno, camino del teatro en coche de caballos, embocó una calle por cuyo paso estaba encargado de prohibir el tránsito un guardia civil. Mandó detener el carruaje el guardia, y de inmediato Narváez, irritado, exige se le franquee el paso, sin que el guardia ceda ante el imperio del general.</div><div style="text-align: justify;"> Pide pues el Presidente al agente su nombre, y al día siguiente hace llamar a su despacho al duque de Ahumada, jefe del guardia. Narváez le ordena el inmediato traslado del atrevido guardia, pero el duque, tranquilo, deja su bastón sobre el escritorio del Presidente y contesta:</div><div style="text-align: justify;"> ─No haré tal cosa, pues el guardia no hizo sino cumplir con su deber; ahora bien, ahí está mi bastón de mando; quien me suceda que ordene el traslado.</div><div style="text-align: justify;"> A lo que el espadón, entregando un cigarro al duque, contestó:</div><div style="text-align: justify;"> ─Tome, déselo al guardia de mi parte, y usted recoja su bastón; nadie es más digno que usted para llevarlo.</div><p></p>
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0;" /><br /></a>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-83296290608703154302021-02-22T18:59:00.009+01:002021-03-01T13:26:24.093+01:00UCLÉS<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> <span style="font-family: "Book Antiqua"">El viajero que cruza tierras castellanas, ve a lo lejos el Monasterio de Uclés y decide verlo de cerca. Cuántas veces, de paso por la antigua carretera general entre Valencia y Madrid, atisbó el viajero, en la lejanía, la negra torre de pizarra del monasterio que anunciaba una imponente construcción. Y como imán atrayendo virutas metálicas, así se vio el viajero rodando en su automóvil, camino del conocido como Escorial Chico.</span></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> Lo que hoy hay es obra de la Orden de
Santiago, que construyó sobre lo que en tiempos de reconquista fue castillo de
frontera erigido por sarracenos. El viajero ha ido sabiendo que allí hubo
batalla grande, la de los Siete Condes, en la que perdió la vida, a cambio de
nada, un infante de Castilla. Tuvo que ser el octavo de los Alfonso, el héroe
de las Navas de Tolosa, quien liberara Uclés del yugo almorávide.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> La
orden de Santiago estableció allí su “caput ordinis” encargando a reputados
arquitectos y artistas la edificación que el viajero ve. La Iglesia, sobria
como corresponde a la obra de Francisco de Mora, el aventajado discípulo de
Juan de Herrera, y de proporciones más que medianas, como debe ser habiéndola
hecho quién fue epígono del hacedor de la que dicen es octava maravilla de
mundo. <br /><span style="font-family: "Book Antiqua";"></span></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><img border="0" src="https://1.bp.blogspot.com/-NMqOVsZeFhI/YDPmZp6oxmI/AAAAAAAAEYE/vsUNtq-nj6geSVqx9ryGtYl3HTkaIWdoACPcBGAsYHg/w337-h441/Ucl%25C3%25A9s1.jpg" /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> De la iglesia quiere contar el viajero que, además de sus puras líneas renacentistas, de los elementos arquitectónicos que la embellecen o de algunos pocos, de los muchos que hubo, objetos suntuarios, están en ella los restos de Jorge Manrique, noble de la casa de Lara, y poeta que compuso las famosas Coplas a la muerte de su padre, el maestre don Rodrigo Manrique. Fue don Rodrigo muy influyente personaje que participó en la Farsa de Ávila, aquella pantomima en la que se entronizó al joven infante don Alfonso, medio hermano del rey Enrique y hermano completo de la futura Isabel la Católica. Fue también Gran Maestre de la Orden de Santiago. Y aunque se sabe que las cenizas de don Rodrigo, como las de su hijo, están en la iglesia del monasterio, nada se sabe del lugar exacto en el que se encuentran.</div>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> El
viajero, aunque mediterráneo de carácter, admira por igual las sobriedades
herrerianas de la renacentista iglesia, con sus líneas puras, y las del
exuberante barroco del brocal del aljibe, obra pequeña, esencia de la filigrana
pétrea, en el centro del patio porticado, en cuya panda Sur se abre una
monumental escalera, tipo imperial, donde ¿cómo no?, un cuadro del apóstol
Santiago el Mayor en la Batalla de Clavijo, a lomos de su montura blanca,
blandiendo su espada, adorna uno de sus rellanos. Pintado por la mano de
Antonio González Ruiz, que fue pintor de cámara de Fernando VI, no es el único
lugar en el que Santiago Matamoros exhibe su icónica figura. Quizás el viajero
debiera haber comenzado a contar que en la fachada principal, lugar de entrada
al monasterio, remata su churrigueresca traza la efigie del santo patrón de
España, anunciando que el lugar, es o fue la cabeza de la Orden de Santiago. Pero
tampoco es mal momento contarlo al salir y abandonar el lugar, en una última
mirada, antes de deslizarse por las rampas que discurren desde la explanada
hasta la villa.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>*</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> Pensaba
el viajero guardar para sí, por considerar que despertaría poco interés en el
lector, lo visto en el pequeño pueblo de Uclés, que hoy alcanza poco más de 200
habitantes, y cuyo devenir en la historia no es posible separar del seguido por
el monasterio que le da sombra. Pero caminando por la villa y conocidos algunos
de los acontecimientos ocurridos y la existencia de alguno de sus hijos, se ha
visto impulsado a contar algo de lo que ha ido aprendiendo durante su paseo.</span><span style="font-family: "Book Antiqua";"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> Poco
dirá de los lejanos tiempos en los que la población pasó por el gobierno de
distintos señores sarracenos, fue conquistada por reyes cristianos y recuperada
por los agarenos, hasta que de nuevo cristiana, se comenzó a construir el
monasterio, del que el viajero ya ha dicho algunas cosas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> Pero
sí hablará de hechos más recientes. Porque si en algún momento el infortunio
castigó a los habitantes de Uclés, fue cuando durante la guerra contra el
francés, las tropas invasoras exhibieron la crueldad que nadie podía esperar de
los hijos de una nación culta.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-ek8UzW4mhKc/YDPmgoT3KPI/AAAAAAAAEYI/jFLBBJ3cvXYenOwkZN3fnBRvE_sS5x2KgCPcBGAsYHg/s1040/Ucl%25C3%25A9s2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="764" data-original-width="1040" height="312" src="https://1.bp.blogspot.com/-ek8UzW4mhKc/YDPmgoT3KPI/AAAAAAAAEYI/jFLBBJ3cvXYenOwkZN3fnBRvE_sS5x2KgCPcBGAsYHg/w417-h312/Ucl%25C3%25A9s2.jpg" width="417" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> Se
habían replegado las tropas españolas del general Venegas, pensando el general
ser Uclés lugar ventajoso para la defensa. El 13 de enero de 1809, desde su
atalaya en el convento santiaguista, Venegas se disponía a dirigir la lucha que
sobre el llano entre el pueblo de Tribaldos y Uclés iba a enfrentarle a las
superiores en número del mariscal Victor. Pronto se verían arrollados los
españoles por el empuje de los franceses, y retrocediendo aquellos hacia Uclés,
enseguida, con un Venegas herido, aunque levemente, iniciaron los españoles la
retirada, casi en desbandada. Pocos fueron los que lograron huir, y aún estos
perseguidos por el mariscal francés. Quedaba la Villa de Uclés abandonada a su
suerte.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> Y
si penosa fue la derrota militar, más lamentable fue el castigo infligido por
los vencedores sobre los civiles. Escarnecidos los frailes del monasterio,
muchos fueron ahorcados. Parecida suerte corrieron las gentes de la villa.
Degollados muchos hombres, tampoco las mujeres se libraron de la indignidad de
los embrutecidos saqueadores. Algunas fueron, después de ultrajadas, quemadas
vivas. Todo quedó arrasado. Arruinados los edificios públicos, los archivos
municipales recogieron después lo sucedido con expresiones que no dejaban duda
sobre las atrocidades cometidas.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> El
manuscrito R 62665 conservado en la Biblioteca Nacional</span><span style="font-family: "Book Antiqua";"> </span><span style="font-family: "Book Antiqua";">relativo a </span><i style="font-family: "Book Antiqua";">La entrada bárbara, sangrienta y abominable de las tropas francesas en
Uclés</i><span style="font-family: "Book Antiqua";"> no puede ser más esclarecedor de los hechos:</span><i style="font-family: "Book Antiqua";"> “(…) entraron en la villa los insolentes enemigos, y apoderados de las
plazas, calles, conventos y casas empezaron el mas horrible saqueo de que no habra
exemplar en la historia (…). No saciada su codicia y barbarie con el robo y el
fuego, cogieron 69 personas, entre ellas tres sacerdotes, tres conventuales de
la Orden de Santiago, tres frayles del Carmen Calzado, tres monjas del mismo
instituto y varias mugeres, y les degollaron con la mas horrorosa inhumanidad”.</i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> El
viajero pasea por la plaza Pública, que así se llamó hasta que le cambiaron el
nombre por el de Pelayo Quintero. En ella está el ayuntamiento, la iglesia de
Santa María, de construcción reciente, donde estuvo la anterior iglesia del
siglo XVI, y aun antes, según se dice, una mezquita. La plaza tiene, además, la
escultura con el busto del insigne ucleseño que desde 1925 le da nombre. Gusta
mucho al viajero comprobar cómo la villa se siente orgullosa de uno de su más
distinguidos hijos y por ello, ha indagado, siquiera muy superficialmente, la
justa causa de admiración por parte de sus vecinos. Ha sabido, pues, el viajero, que don Pelayo Quintero Atauri nació en 1867, que estudio Derecho y también
dibujo en la Escuela Superior de Pintura y Grabado, y que gracias a un tío
suyo, Román García Soria, el gusanillo por las cosas antiguas y la Arqueología,
ciencia de la que llegó a ser gloria, se apoderó de él. Fue también académico
de la Real Academia de la Historia, cronista oficial de Uclés, y en Cádiz, a
donde se trasladó, Director del Museo Provincial de Bellas Artes y delegado de
la Junta Superior de Excavaciones, además de otros muchos cargos que ahorrará
el viajero enumerar para no aburrir.<o:p></o:p></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-NPWREOwYwAg/YDPmpRvLNXI/AAAAAAAAEYM/2FZUZsr7f3Yh9NVKe12EXIeYxexUTag9wCPcBGAsYHg/s1040/Pelayo%2B%2BQuintero.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1040" data-original-width="700" height="471" src="https://1.bp.blogspot.com/-NPWREOwYwAg/YDPmpRvLNXI/AAAAAAAAEYM/2FZUZsr7f3Yh9NVKe12EXIeYxexUTag9wCPcBGAsYHg/w318-h471/Pelayo%2B%2BQuintero.jpg" width="318" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> Aunque,
para terminar, el viajero contará una curiosidad sobre una de las
investigaciones llevadas a cabo por Quintero. Había sido descubierto en Cádiz,
en 1887, un sarcófago de época fenicia, datado hacia el año </span><st1:metricconverter productid="400 a" style="font-family: "Book Antiqua";" w:st="on">400 a</st1:metricconverter><span style="font-family: "Book Antiqua";">.C. El sarcófago, de
gran valor arqueológico, pertenecía a un varón con su cara labrada en mármol y
don Pelayo, ya en la Tacita de Plata, dirigiendo excavaciones posteriores,
señaló la convicción de que en algún lugar próximo al sarcófago encontrado
debería encontrase otro de la misma época, pero con la efigie y los restos de
una mujer, pues afirmaba era costumbre que piezas de esa calidad fueran
encargadas por un matrimonio. Afanose don Pelayo en la búsqueda durante años,
encontrándose en las sucesivas excavaciones multitud de enterramientos antiguos,
pero ninguno pareja del descubierto en 1887. Destinado don Pelayo al
protectorado marroquí, partió hacia Tetuán sin haber encontrado el ansiado
sarcófago tanto tiempo buscado. Allí fundó el Museo Español de Tetuán, y en
aquellas tierras</span><span style="font-family: "Book Antiqua";"> </span><span style="font-family: "Book Antiqua";">falleció en 1946.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Book Antiqua";"> En
1980, durante las obras de cimentación de una obra en Cádiz, algo llamó la
atención de los operarios. Desenterrado lo tapado por la tierra durante dos mil
cuatrocientos años, apareció un sarcófago con rostro de mujer. Acaso fuera el tan
larga como infructuosamente buscado por don Pelayo Quintero, que nunca
encontró, porque nunca pensó que el lugar donde se hallaba oculto era la tierra
que había bajo la casa que él mismo habitó durante su estancia en Cádiz.</span></p>
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0;" /><br /></a>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-78657241858452670632021-01-18T17:06:00.005+01:002021-01-23T22:42:55.916+01:00MAXIMILIANO, ¿EL EMPERADOR QUE VIVIÓ 104 AÑOS?<div style="text-align: justify;"> Trieste, 10 de abril de 1864. En el palacio de Miramar con el boato acostumbrado de una entronización, pero sin el entusiasmo propio del acto, es declarado el archiduque Maximiliano de Austria emperador de México. El nuevo emperador, acompañado por su esposa, la princesa Carlota de Bélgica, y presente la delegación mexicana encabezada por don José María Gutiérrez de Estrada, que ofrece el cetro al archiduque austríaco, acepta el trono y la ayuda económica y militar que otro emperador, el francés Napoleón III, inspirador del proyecto, le ofrece. Por fin, Napoleón III ha conseguido su propósito largamente perseguido: colocar un peón afín a Francia en el continente americano que haga frente, tras la independencia mexicana de España, a las ansias expansionistas estadounidenses.</div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Había
visto México reducidos en los treinta años anteriores la superficie mexicana a
la mitad, primero con la separación de Texas, que se unió después a los Estados
Unidos, luego con la cesión, por el oneroso tratado de Guadalupe Hidalgo de
1848, de los actuales estados de California, Arizona, Nuevo México, Utah,
Nevada y Colorado, y por fin con la cesión de La Mesilla, un territorio al sur
de Arizona de superficie similar a la de Andalucía, vendido por Santa Anna, en 1853,
por quince millones de pesos, al gigante del norte.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> No
fue la aventura mexicana venturosa para Maximiliano. Su imperio enfrentado a
los republicanos de Benito Juárez, fue al fin abandonado por Napoleón III,
incapaz éste de mantenerlo en el poder, o borrado el sueño de mantener su
influencia en América, una vez liberados los Estados Unidos de la carga que
suponía su propia guerra civil. Solo,
Maximiliano, entre derrota y derrota, osciló su voluntad entre resistir o
abdicar. </p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> En
febrero de 1867, Porfirio Díaz, general de las fuerzas republicanas, amenaza
Puebla, y Maximiliano decide dejar la capital y refugiarse en Querétaro con las
fuerzas monárquicas. Había tenido el emperador antes la oportunidad de abdicar
y ponerse a salvo, antes de que el fin, que se vislumbraba próximo, convirtiera
su destino en irreversible tragedia, pero tras dudar si dejar México y volver
con Carlota, ya declarada loca, a su querido Miramar, optó por resistir. Aún
tuvo Maximiliano una segunda oportunidad para eludir un fatal desenlace. Juárez,
a punto de quedar sitiado Querétaro, le brinda la ocasión de marchar sin daño.
Pero era tarde ya. Quizás el emperador, que ya casi no lo era más que de nombre,
no podía más que afrontar los hechos con la dignidad de su título. Refugiado con
los generales Mejía y Miramón resistirá poco tiempo, siendo capturado el 15 de
mayo. De inmediato, en el Teatro de Iturbide de Querétaro, comenzó el juicio,
en el que, por un tribunal militar, fue acusado, entre otros cargos, de violar
la Constitución de 1857, adoptar un título inexistente en México o de promulgar
el decreto por el que se condenaba a muerte a quien se enfrentara al Imperio.</p><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><a href="https://www.blogger.com/#"><img border="0" height="244" src="https://1.bp.blogspot.com/-He1n3cFyaxg/YAWe0ldGFYI/AAAAAAAAEVM/2o3x0ZrQC9ArTHiOTQk328RGZUEUsvspwCPcBGAsYHg/w400-h244/Constituyentes%2B1857.jpg" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;">La Constitución de 1857, de carácter liberal, era la vigente</span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: x-small;"> al ocupar Maximiliano </span><span style="font-size: small;">el trono mexicano. </span><span style="font-size: small;">Una de las </span><span style="font-size: small;"> acusaciones</span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: small;">que pesaron sobre</span><span style="font-size: small;"> el emperador en el</span><span style="font-size: small;"> consejo</span><span style="font-size: small;"> de guerra al que</span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-size: small;"> se le </span><span style="font-size: small;">sometió, fue la violación de dicha Constitución.</span></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Muchos e intensos fueron los intentos por salvar la vida del archiduque. Los Estados Unidos, por medio de su Secretario de Estado William Seward, y Prusia pidieron clemencia para Maximiliano. También Francisco José, hermano del condenado, solicitó el perdón, al tiempo que cartas escritas por Víctor Hugo y Garibaldi pidiendo lo mismo resultaron inútiles, pues llegaron a México cuando el emperador había sido ejecutado.</div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> El
19 de junio de 1867, de madrugada, Maximiliano oye misa. La canta el obispo don
Manuel Soria. Luego desayuna con los generales fieles. A las seis y media de la
mañana es llevado al Cerro de las Campanas. Allí será fusilado. Pide a los
soldados del pelotón que apunten a su pecho. No quiere que su madre, cuando su
cadáver sea entregado a su familia, vea su rostro desfigurado, y entrega a cada
soldado una moneda de oro. Después, en un gesto de generosidad y agradecimiento
a Miramón, se coloca a un lado, cediendo el centro al general. Poco después tronaron
los cañones de la fusilería y el Imperio Mexicano llegó a su fin.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> *</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Las
circunstancias de la ejecución, posterior cuidado del cadáver del archiduque y
la misteriosa aparición, poco después, de un enigmático personaje en la
República de El Salvador, han dado pábulo a la especulación.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Varios
autores han escrito sobre la ejecución de Maximiliano, que iba a ser pública, pero
que apenas tuvo testigos; que el pelotón de fusilamiento estaba integrado por soldados y campesinos que no conocían a Maximiliano, a los que se les prestaron uniformes,
razón por la que era tan heterogénea la altura de los soldados y que les
cayeran tan mal los uniformes; que no hubiera fotografías del fusilamiento y
que todo se hiciera con precipitación e incluso, que un negligente embalsamamiento del cadáver lo tornara en
prácticamente irreconocible meses después, incluso por su madre, cuando al
llegar los restos del archiduque a Austria en enero de 1868, negó que fuera el
cuerpo de su hijo. Quizás, la intención de privar al emperador derrocado de
cualquier halo de heroísmo en el momento de su muerte estuviera detrás de todo
ello.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Hay
un famoso cuadro de Manet recreando el fusilamiento, en el que el rostro del
emperador, situado en el centro, aparece borroso, en contraste con la nitidez
de sus compañeros, los generales fieles; y aunque es cierto que no hubo fotografías
del momento de la ejecución, sí hubo fotografías de su cadáver. Francois Aubert,
fotógrafo de Maximiliano, fue su autor, y aquellas fotografías, en el formato
conocido como tarjetas de visita, se vendían por dos pesos, y fueron muy
populares.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> También
el hecho de que Juárez y Maximiliano fueran masones, se esgrime por algunos
como razón para salvarlo de la muerte, pero lo cierto es que no está acreditado
que el emperador lo fuera, habiendo incluso testimonios que lo niegan.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> De
las anteriores circunstancias surgieron especulaciones y de la aparición en El
Salvador de un personaje misterioso el mito. El caso es que hacia 1870 ya se
había presentado en dicho país un hombre enigmático. No se sabía nada de él, ni
él decía mucho de sí mismo. Era de tez y ojos claros, muy educado, de buenos
modales, culto y conocedor del protocolo. Hablaba el alemán y otros idiomas
europeos, y decía llamarse Justo Armas, pues, según manifestó en testamento por
él otorgado en 1922, una rica familia de origen español con dicho apellido lo
había acogido y educado, tras ser rescatado del cautiverio que sufrió de los
indios cuando fue apartado de niño de una señora y un clérigo austríaco que vivían
en un Texas aún mexicano.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Parece
ser que al llegar a El Salvador, impolutamente vestido de blanco, pero descalzo
por una promesa hecha a la Virgen que le salvó de una muerte segura, le acogió
y promocionó don Gregorio Arbizú, vicepresidente del país, masón, ocupándose de
los encargos que sobre asuntos protocolarios y relaciones públicas, se le
encargaban por parte de la alta sociedad salvadoreña, haciendo uso de una
enorme cantidad de objetos suntuarios, muchos de los cuales procedían, nadie
sabe cómo, de los que el emperador Maximiliano había dispuesto en sus palacios.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> El mito despierta la
curiosidad, a veces de modo más intenso que la propia historia. Si era Armas el
emperador que, como algunos han defendido, Juárez permitió escapar de la muerte,
o si fue, más probablemente, como apuntan otros, uno de sus ayudantes, huido
tras la ejecución de Maximiliano, es parte del mito. Sirva éste para conocer la
historia, los hechos comprobados, y aventurarnos por los enigmas que la misma historia no es capaz de
explicar.</span></p>
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /><br /></a>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com15tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-84538347856374621232020-12-21T17:23:00.001+01:002020-12-26T15:49:58.763+01:00EL PRIMER BELÉN<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"> Tan acostumbrados estamos a verlos en nuestras casas, en los escaparates de muchos comercios, templos y en las plazas de algunas ciudades, en el tiempo de Navidad, que no reparamos en la antigüedad de esta tradición.</span></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"> Fue
San Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana y de las clarisas, amigo
de los animales –es el patrono de los veterinarios-, quien en Greccio, y según
nos cuenta Tomás de Celano, concibió la primera representación del nacimiento
del Niño Jesús. Y así, en una gruta, se puso el correspondiente heno y situando
un burro y un buey, en lo que se había convertido en pesebre, convocó a las
gentes del lugar, que como los pastores se acercaron al lugar, y leyendo el
Evangelio, predicó la Buena Nueva.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"> Las
nuevas órdenes religiosas comenzaron a realizar figuras de diversos materiales
con las que componer la representación del nacimiento de Jesús. Era una forma
de predicación que se fue extendiendo.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-YoCIGEA4GC4/X-DHphwfhjI/AAAAAAAAETo/h6XUiaodl80pSlgxmc8E8i7kLHtzj8FhgCLcBGAsYHQ/s1040/Navidad%2Ben%2BPolonia.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="759" data-original-width="1040" height="310" src="https://1.bp.blogspot.com/-YoCIGEA4GC4/X-DHphwfhjI/AAAAAAAAETo/h6XUiaodl80pSlgxmc8E8i7kLHtzj8FhgCLcBGAsYHQ/w640-h468/Navidad%2Ben%2BPolonia.jpg" width="415" /></a></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"> Aunque
sabemos que llegaron a la corte española traídos por Carlos III, que antes que
rey de España lo fue de Nápoles, donde las representaciones del nacimiento del
Niño Jesús adquirieron el rango de obras de arte, el belén más antiguo de los
que se conservan en España data del finales del siglo XV. Se conserva en Palma
de Mallorca, adonde llegó de modo un tanto accidental, según la leyenda.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="font-family: georgia;"> Realizado
por los Alamanno, familia de artistas napolitanos, a finales del siglo XV, es posible
que su destino fuera Valencia, pues los Alamanno ya habían recibido encargos del duque de Calabria y Virrey de Valencia, pero fue el caso que durante el viaje,
una tormenta puso en riesgo de naufragio la nave. El capitán, ante la difícil situación,
se encomendó a los cielos y prometió ofrecer una de las piezas transportadas
como exvoto, si salían ilesos del trance. La luz del convento de Nuestra Señora
de las Nieves de Palma de Mallorca, a modo de faro, guió hasta buen puerto la
nave. Pero sucedió que el capitán se negó a cumplir su promesa y zarpó rumbo a
su destino, mas la borrasca zarandeó de nuevo el barco de tal modo que otra vez
en peligro, tuvo que volver a puerto y entregar el nacimiento transportado.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="font-family: georgia;"> Sirvan estas pocas letras
para felicitar a todos los visitantes de este espacio dedicado a la historia y el arte estas fiestas, tan distintas en la forma en la que nos vamos a
relacionar, pero con el mismo sentimiento de bondad con el que recibimos la
Navidad, sea cual sea el pensamiento que tengamos o la doctrina que profesemos.</span></span></p>
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /><br /></a>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-41840572443178273882020-12-14T14:02:00.004+01:002020-12-15T19:39:24.465+01:00COLUMNAS HUMANAS<div style="text-align: justify;">
Vivió hace quince siglos. Había nacido en Sisan, ciudad de Cilicia, en aquellos primeros tiempos del cristianismo en los que las comunidades monásticas carecían de reglas rígidas que regularan la convivencia de sus miembros. En una de estas comunidades ingresó Simeón cuando tenía 17 años. Había decidido entregar su cuerpo a las prácticas ascéticas más mortificadoras como forma de entrega a Dios. Simeón destacaba entre sus compañeros por la extrema dureza de las penitencias que se imponía. Se aplicaba un cilicio, del que se dice fue inventor, y guardaba silencio durante largos periodos de tiempo. Su aislamiento provocó que el resto de los monjes le propusieran abandonar el cenobio. No resultaba todo lo sociable que deseaban y, además, daba mayores muestras de sacrificio que ningún otro monje, lo que era causa de envidia.</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
Se instaló en diversos lugares: un pozo y una cueva donde permanecía de pie la mayor parte del tiempo. Su fama se fue extendiendo. La gente comenzó a visitarlo. Le pedían consejo. Se acercaban a él para tocarlo. Simeón necesitaba aislarse. Primero se instaló sobre un montículo de piedras, pero la gente seguía acudiendo a verle. Después se hizo construir una columna sobre la que colocarse. Al principio tenía una altura de tres metros, pero no resultó suficientemente alta para sus propósitos. Hizo elevarla, sucesivamente, hasta los 18 metros. Allí, sobre una pequeña plataforma de apenas cuatro metros cuadrados vivió los siguientes 37 años. La tarima carecía de techumbre. Simeón estaba expuesto al castigo constante de la intemperie. Un poste situado en el centro de la plataforma y una pequeña balaustrada eran las únicas instalaciones del tablado. El poste era utilizado para atarse y poder mantenerse erguido durante la cuaresma, en la que tenía el propósito de mantenerse en pie los cuarenta días de su celebración. Desde lo alto, Simeón predicaba a quienes abajo aguardaban pacientemente que se asomara. El resto del tiempo permanecía en oración. Un día de 459 al ver que no se asomaba para su predicación diaria, Antonio, un discípulo suyo, subió a la plataforma. Encontró al asceta postrado en el suelo, en la posición en la que acostumbraba a orar, muerto.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-3kfMcnj-s6s/X9ZCAZ06veI/AAAAAAAAESk/K8gQgEaSKoMD-xycfJ_DyQOQxXybeP-nACPcBGAsYHg/s1866/Eremita.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1866" data-original-width="1551" height="387" src="https://1.bp.blogspot.com/-3kfMcnj-s6s/X9ZCAZ06veI/AAAAAAAAESk/K8gQgEaSKoMD-xycfJ_DyQOQxXybeP-nACPcBGAsYHg/w322-h387/Eremita.jpg" width="322" /></a>
</td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">El ascetismo y el aislamiento era la forma en que <br />ermitaños, eremitas y estilitas buscaban la huida<br /> del mundo como modo de acercamiento a Dios. </td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: justify;"> Fue Teodoreto, Obispo de Ciro, población cercana al lugar donde Simeón elevó la columna quién dejó escrita la biografía del Santo, dando fe de lo sucedido con detalle de lugares y fechas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Simeón el estilita fue imitado por muchos otros: Daniel y Simeón el joven, casi un siglo después, también construyeron sus moradas en lo alto de pilastras en las que vivieron casi toda su vida: ambos tuvieron también reconocimiento de Santidad por la Iglesia.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Había lugares en los que se erigían columnas unas al lado de otras hasta formar auténticos bosques de columnas, cada una de ellas coronada por un ser humano.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La moda perduró durante siglos. Sobre todo hasta el siglo X fue muy frecuente la existencia de estilitas; pero llegó a haber casos hasta el siglo XIX, como Serafín de Sarov, un santo ortodoxo georgiano, que habitó durante tres años en lo alto de una columna. Del último estilita se desconoce el nombre, pero se sabe que fue un monje del monasterio rumano de Tizmana. Él como todos sus antecesores se encaramó en lo alto de una pilastra, alejándose drásticamente de lo terrenal en busca de la “fuga mundi”.</div>
<a href="http://www.safecreative.org/work/0908094220970" rel="cc:license" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#"><img alt="Safe Creative #0908094220970" src="https://resources.safecreative.org/work/0908094220970/label/logo-72" style="border: 0px;" /><br /></a>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-40927602532783109232020-11-08T20:53:00.004+01:002020-11-12T20:12:59.243+01:00El EXPEDIENTE PICASSO<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cuando
en agosto de 1921 don Juan Picasso recibió el encargo de instruir la causa
sobre las luctuosas jornadas rifeñas, desconocía el general que terminada la
misma el expediente sería conocido por el apellido de su instructor. Había ordenado
la investigación don Luis de Marichalar y Monreal, vizconde de Eza, a la sazón,
ministro de Defensa en el gobierno de don Manuel Allendesalazar, un liberal que
había sustituido al presidente <a href="https://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com/2020/05/1921-madrid.html">asesinado Eduardo Dato</a> el marzo anterior. Y
aquel informe, encargado por orden de 4 de agosto, cuando el <a href="https://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com/2020/06/1921-annual.html">desastre de Annual</a>
había conmovido el corazón de los españoles, ni Eza ni el propio Picasso
sabían que tendría también que recoger la hecatombe del <a href="https://desdelaterraza-viajaralahistoria.blogspot.com/2020/06/1921-monte-arruit.html">Monte Arruit</a>. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
popularidad de don Juan Picasso no era tan notoria como la de algunos de los
jefes actores de los hechos que tuvo que instruir, ni desde luego como llegaría
a serlo su sobrino Pablo Ruiz. Don Juan aunque era un héroe de guerra, que
había recibido la Laureada por una memorable galopada en Melilla en 1893, para
la que se ofreció voluntario, y alcanzó el grado de general, era un hombre
discreto y sobre todo honesto. A diferencia del general Berenguer, Picasso no
quiso ser ministro de la Guerra. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
1919 es presidente del Consejo de Ministros el conde de Romanones.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En el mes de febrero Romanones ofrece el
ministerio de la Guerra a Picasso. Éste, que no lo esperaba, responde al conde:
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Pues se lo agradezco mucho, pero mire,
prefiero seguir trabajando en lo mío y ser lo que soy, un militar honrado”</i>.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
como militar honrado se comporta Picasso ante la tragedia en el Rif. Apenas ha
tenido tiempo de comenzar la instrucción cuando recibe indicaciones para dejar
al margen de su investigación las actuaciones del Alto Mando. Las recibe del
recién nombrado ministro de la Guerra La Cierva primero, por dos veces, y por
Berenguer, el propio jefe del Alto Mando después. Picasso, incorruptible,
quiere saber la verdad, para eso se le ha nombrado, y se expresa con claridad.
Con sutileza advierte al ministro de su voluntad de dimitir si se trata de
doblar su voluntad:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
─Sabrá
que, por mi cargo de representante de España en la Sociedad de Naciones, he
sido citado por la Comisión Consultiva para el próximo día 4 de septiembre. Si
considera que mi servicio a España será de mayor provecho en Ginebra, me
someteré a su criterio.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Pero
La Cierva no quiere que Picasso dimita. El general estará en Melilla preparando
su informe los siguientes cinco meses.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pese
al inmediato comienzo de la “reconquista” del Protectorado, la herida causada
no cicatriza. Junto al expediente Picasso, en las Cortes se forman las
comisiones de los Diecinueve y de los Veintiuno, así conocidas por el número de
diputados que las componían, para determinar las responsabilidades de lo
ocurrido. Pero en la calle, el pistolerismo envenena el clima social: víctimas
de los atentados eran tanto los obreros, como los patronos. En Zaragoza el
arzobispo Soldevilla muere asesinado; en las instituciones, la sensación de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">impunismo</i> en la depuración de las
responsabilidades por el desastre en el protectorado marroquí crispa las
relaciones entre militares y civiles y, en general, la intransigencia envilece
el clima político. En el verano de 1923, a cuenta del suplicatorio solicitado para
procesar al general Berenguer, senador vitalicio por designación real, se
produce un incidente en el Senado. Son protagonistas del mismo el general
Aguilera y el jefe del partido conservador, señor Sánchez Guerra. Ya venía el
ambiente caldeándose desde que el día 30 de junio, por otro incidente, el
general había enviado una nota al señor Sánchez de Toca en términos rayanos en
la impertinencia, cuando no claramente ofensivos, pero de los que no pensaba
retractarse, que así fue escrita: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Muy
Sr. Mío: En el diario de sesiones del Senado del jueves 28 de este mes de
junio, he leído su discurso, en el que falta a la verdad; en él se dice que el
suplicatorio del Sr. Berenguer, no se había mandado a usted, en aquella época
Presidente del Senado, con arreglo a las costumbres establecidas y por conducto
del Ministro de la Guerra, empleando adjetivos muy suyos. Como esta maldad de
usted va dirigida contra mi persona, como Presidente del Consejo Supremo de
Guerra y Marina, maldad muy en armonía con su moral depravada, he de
manifestarle que la repetición de este caso u otro análogo, me obligará a
proceder contra usted con el rigor y energía que se merecen los hombres de su
calaña”.</i> <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Trata
el conde de Romanones, Presidente del Senado, de convencer al señor Sánchez de
Toca para que desista de su intención de leer la carta en la Cámara, pero el
señor Sánchez, inconmovible a los ruegos del Conde, no cede. La carta más que
un ataque a él, es una afrenta a toda la Cámara, dice; y ésta debe conocerla.
En la sesión del día 3 de julio, a la que no acude el general Aguilera, toma la
palabra el señor Sánchez. Explica cómo un ayudante del general lleva a su
domicilio la carta, que a continuación lee a los senadores presentes. La
impresión causada en la Cámara es colosal. Los rumores iniciales dan paso a
voces de protesta en contra del ofensor. Bien lo supo otro senador, el general
don José Villalba, que alzando su voz en defensa del ausente Aguilera, recibió
tan sonora oposición que debió sentarse sin pronunciar palabra.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
día 5 de julio hay nueva sesión en el Senado. Momentos antes de comenzar están
en el despacho del Presidente de la Cámara el presidente del Consejo de
Ministros, señor García Prieto, y el general Aguilera. Ha sido llamado éste por
el conde de Romanones para conocer la verdad sobre unas declaraciones de la que
se ha quejado el jefe del partido conservador, el señor Sánchez Guerra, que
espera en la antesala del despacho del Conde. Al terminar la reunión, se
encuentran Aguilera y Sánchez Guerra. Dice el primero al segundo:<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>─Los militares estamos hartos del gobierno
y de los civiles, tan responsables como nosotros en el asunto de Marruecos, con
la diferencia de ser nuestro honor virtud incomparable.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>─Tenga cuidado, general, con lo que dice
─replica Sánchez Guerra─, el honor no es patrimonio privativo de los militares.
Pertenece al hombre sin distinción de clase, sea militar o civil. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Alterado, Aguilera reacciona con violencia
y alarga un manotazo sobre el rostro de Sánchez, que responde de igual modo.
Varios senadores presentes los separan y, al momento, el conde de Romanones
hace pasar a los contendientes a su despacho, donde bajo la autoridad del
Presidente se disculpan.<br />
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-0cTywh1rR68/XuNvTuFaSJI/AAAAAAAAEF0/Puo_C4b5BVA_eRs7w-FQA94KQP2RE4GBwCPcBGAsYHg/s1600/S%25C3%25A1nchez%2BGuerra.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1040" data-original-width="799" height="480" src="https://1.bp.blogspot.com/-0cTywh1rR68/XuNvTuFaSJI/AAAAAAAAEF0/Puo_C4b5BVA_eRs7w-FQA94KQP2RE4GBwCPcBGAsYHg/s400/S%25C3%25A1nchez%2BGuerra.jpg" width="368" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Don José Sánchez Guerra pintado por Julio Romero de Torres.</td></tr>
</tbody></table>
<br />
Mas, como responder al airado luego, es echar leña en
el fuego, al poco, comenzada la sesión, el general Aguilera, recordando la
carta al señor Sánchez Toca trata de defender al Consejo Supremo de Guerra y
Marina que él Preside. De nuevo se oyen rumores, el Presidente trata de
acallarlos con la campanilla. De pronto, se percibe un gran alboroto proveniente
del fondo de la sala. Dos señores la emprenden a bastonazos entre sí. Algunos
ujieres y varios senadores que abandonan sus escaños acuden para separarlos.
Incluso se informa al Presidente que uno de los contendientes porta un arma. El
Presidente agita la campanilla pidiendo orden, pero el escándalo es monumental
y apenas se le escucha. Si no fuera porque los hechos pueden ser dramáticos,
parecerían grotescos, viendo desde el fondo de la sala al Conde agitar la
campanilla como si no tuviera badajo y mover sus labios como si careciera de
voz. Por fin, aquietada la situación y calmados los ánimos, habla el
Presidente: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">“Señores senadores, es
lamentable el espectáculo que se está dando, y yo ruego a todos que guarden
orden. Los debates los dirige la Presidencia y en ningún caso las imposiciones
de la fuerza material. Yo ruego a los señores Senadores que se sienten…”</i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span></i>Dos meses después, el Capitán
General de Cataluña, general Primo de Rivera declaraba el estado de Guerra y se
trasladaba a Madrid para formar un Directorio Militar.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>*<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tuvo
tiempo Picasso, pues falleció en 1935, de ver como su informe sería buscado por
aquellos que querían ocultar su verdad o apoderarse de ella. El expediente fue registrado
y protegido por quienes quisieron que la justicia prevaleciese. El director de
la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos, y diputado liberal en las Cortes,
don Bernando Sagasta, sospechando que Primo de Rivera, en cuanto llegase a
Madrid, buscaría el expediente, acude al archivo de las Cortes. Como presidente
de la Comisión de los Veintiuno, retira el expediente<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><sup>(1)</sup></b>, en realidad parte de él, y lo entrega a Enrique
Jiménez Girón, un compañero suyo de la Escuela de Ingenieros, para que lo
esconda y guarde. No tarda mucho el general Primo en averiguar que es cosa de
Sagasta no encontrar el informe donde debía estar, y a él acude don Miguel para
tener lo que desea. Pero Sagasta nada dice, salvo que él ya no lo tiene y que
no sabe donde está. Mas nada hizo el general contra Sagasta, y Primo de Rivera,
empeñado, no sólo en buscar responsabilidades de lo ocurrido en Annual y
jornadas posteriores, sino en establecer un juicio histórico de lo hecho por
España desde 1909 en Marruecos desde los tiempos de la Semana Trágica y El
barranco del Lobo, que depure responsabilidades, civiles y militares, y
regenere la Nación del marasmo en el que se halla, buscará otros caminos.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Una
nueva comisión, ésta de los once, se forma para investigarlo todo. Parte de algunos
de los papeles de Picasso de los que Sagasta no dispuso, de informes a los
ministerios, que se solicitan, pero que considerados como reservados, no se
encuentran o su solicitud se pierde en un lento y tortuoso camino burocrático, o
de documentación de otros archivos militares. Se solicita, pues, mucho material,
pero poco se aporta al fin. El asunto languidece y en 1929, la comisión se
disuelve.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Abandonado Primo de Rivera por
el rey, en enero 1930 presentó su dimisión al monarca y se retiró a París. Allí
moriría pocas semanas después. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero
no era tiempo aún de volver el expediente a su archivo. Sustituía a la
dictadura del general Primo, la “dictablanda” del general Berenguer,
precisamente uno de los protagonistas del expediente Picasso, y después el
gobierno del Almirante Aznar, hasta que con el nuevo régimen republicano, vio
Sagasta el momento de restituir el expediente al archivo de las Cortes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Había
pasado el tiempo y las penas, si no olvidadas, iban a ser eclipsadas por otras
aún peores que llegaron años después. Y aquello que tanto revuelo causó, ya no
parecía ser si no una más de las desgracias que la historia depara a los
pueblos.<span style="font-size: 14pt;"><o:p></o:p></span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif; font-size: 12pt;">(1)<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Así quedó
recogido, con independencia de cualquier otro registro, en uno de los legajos,
una anotación del funcionario, a lápiz de color rojo, indicando: “Se los llevó
el señor Sagasta”.</span></div>
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /><br /></a>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-2116759138517849502020-10-18T21:25:00.002+02:002020-10-19T17:42:57.076+02:00INGENIO Y GRACIA<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> </span> Felipe IV, el rey planeta, era un gran cazador y rijoso inagotable que mantuvo una corte divertida en la que los cortesanos, contagiados del entusiasmo real, corrían por los pasillos del viejo alcázar de alcoba en alcoba, en lances que estimulaban la inspiración de poetas. Uno de aquellos poetas más queridos del rey Felipe era don Francisco de Quevedo, quien dotado de ingenio sin igual, hacía con sus versos amigos y lo contrario en proporciones parejas.</p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> </span> Aunque cabe la duda de si
realmente ocurrió o es fruto de la fama bien ganada por Quevedo de atrevido
cortesano y poeta insolente, se atribuye a don Francisco haber ganado una
apuesta en la que a la reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, se
atrevió a decirle lo que nadie más osó. Al parecer padecía la reina un defecto
físico que la obligaba a caminar con cierto balanceo del cuerpo, y que era
sabido molestaba a la reina cualquier cosa que se lo recordara. Pendenciero,
bravucón, deslenguado y con el mismo defecto que la reina sufría, pero
ingenioso y audaz, compinches de taberna apostaron con el poeta una comilona a
que no sería capaz de decirle a la reina que cojeaba de un pie. No era don
Francisco persona que se amilanase con facilidad y aceptando el reto, hízose
con un ramo de claveles y otro de rosas, y presentándose ante la reina al paso
de su carruaje, le mostró los ramos diciendo, en un ejemplo ya clásico de
calambur: “Entre el clavel blanco y la rosa roja, Su Majestad escoja".</p><div style="text-align: center;"><img border="0" src="https://1.bp.blogspot.com/-DDwGje8bz_M/X4txSx9s2BI/AAAAAAAAEQ4/1ffe1scPTys5EV5Xn79H18I_gJ3RF6cHACPcBGAsYHg/w278-h381/Quevedo.jpg" /></div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD"> </span><span style="text-align: left;">Tampoco el rey Felipe se
libró de su descaro. En cierta ocasión
estaba don Francisco con el rey planeta, cuando éste le pidió le improvisara
unos versos. Don Francisco solicitó a su Majestad le diera pie para la
composición y no tuvo el monarca mejor ocurrencia que alargar una pierna para
que Quevedo la tomase. Lo hizo el poeta que recitó en el acto:</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p><div style="text-align: center;"> <i>¡Buen pie! ¡Mejor coyuntura!</i></div><div style="text-align: center;"><i>Paréceme, gran señor, </i></div><i><div style="text-align: center;"><i> que yo soy el herrador </i></div><div style="text-align: center;"><i>y vos la cabalgadura. </i></div></i><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> Se discute si tal episodio
tuvo como protagonistas al rey y a Quevedo, o si don Francisco dedicó los
versos a un cortesano que con la misma audacia que pudo haber tenido el rey, se
dirigió así al poeta. Sí es seguro que don Francisco, fuera quien fuese el
requirente, tenía valor sobrado para contestar con el descaro del que andaba
sobrado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> </span> Todo lo contrario, en la
misma época, sucedió en Francia, cuando Luis XIV preguntó cierto día a Nicolás
Boileau su edad. En el colmo del ingenio y la coba, el poeta e historiógrafo
del rey contestó adulador: “Señor, yo nací una hora antes que Vuestra Majestad,
para narrar la grandeza de vuestro reinado”.</p>
<p class="MsoNormal"></p><div style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> </span> Otra apuesta dio lugar a una respuesta ingeniosa, pero que seguramente no hizo ninguna gracia a la
apostante. Era trigésimo presidente de los Estados Unidos el republicano Calvin
Collidge. Conocido por ser hombre de pocas palabras, siendo motivo de retos
relacionados con su falta de locuacidad. Su mandato transcurrió durante parte
de los locos años veinte del siglo XX, y quizás por ello presa de alguna chifladura, en cierta ocasión se le acercó una señora y le dijo:</div><div style="text-align: justify;"> ─Señor Presidente, he apostado con mis amigas que si hablaba con usted, me dirigiría al menos tres palabras. </div><div style="text-align: justify;"> ─Ha perdido─ fue la respuesta.</div><div style="text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;"> Otro
político, éste español, coetáneo de Collidge, también conservador, diputado,
senador vitalicio y ministro, don Saturnino Esteban Collantes, se hallaba en la
tribuna durante una sesión parlamentaria. De pronto las pinzas de sus tirantes
se rompieron y los pantalones de don Saturnino se deslizaron hacia donde las
leyes de la inercia de Newton indican que discurren los objetos cuando no hay
fuerzas que actúen sobre ellos. Imperturbable don Saturnino, se inclinó un
instante, subió la prenda y sin mostrar azoramiento alguno exclamó: “Puestas
las cosas en su sitio”, y prosiguió su discurso.</div><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"></p><div style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD"> </span> Y si los políticos han sido
ingeniosos en sus expresiones, a veces, los religiosos no han querido ser menos.
No consta el nombre del prelado. Tampoco el de la señora que causó la
observación, pero fue el caso que durante una cena de gala frente al prelado
ocupó el asiento una hermosa dama provista de amplio escote sobre el que,
sujeta por una cadenita de oro, resplandecía una cruz de diamantes. Notó la dama la fijeza del prelado sobre sí, preguntándole la dama al obispo: </div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"> ─¿Se fija usted en el crucifijo que llevo colgado del cuello, eminencia? </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"> ─Señora, no me fijo en la cruz, sino en el calvario que la sostiene.</span></div><p></p>
<div style="text-align: center;"><a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license" style="clear: left; display: inline; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="http://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a></div>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-14084154591054111952020-09-29T00:18:00.004+02:002020-11-08T20:03:02.970+01:00EL PRERROMÁNICO ASTURIANO<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
viajero al llegar a Santa María del Naranco se siente conmovido por una
inexplicable emoción. Lo que ve es tan antiguo, tiene casi mil doscientos años,
está tan bien conservado y es de tan gran belleza, que se alegra, una vez más,
de romper sus prejuicios acerca de la tosquedad de las gentes, incluida la
nobleza, de la alta Edad Media, como si la dura vida de supervivencia o las
sucesivas guerras, o el atraso material, visto desde el siglo XXI, fuera
incompatible con el aprecio de lo bello y el deseo del refinamiento.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
le cuesta comprender cómo hasta 1985 esta iglesia, que nació como palacio, y la
de San Miguel de Lillo, apenas cien metros carretera arriba, no hayan sido
consideradas patrimonio de la humanidad mucho antes.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="tab-stops: 373.8pt; text-align: justify;">
Estas dos joyas son, quizás, las más preciosas del
arte prerrománico asturiano, a las que con justicia se les da también el
adjetivo de ramirense, por ser este rey quien hiciera levantar un conjunto de
edificios<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>en la ladera del monte Naranco
en las cercanías de Oviedo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="tab-stops: 373.8pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-QEyFY1OFPys/XuaHaE_TL0I/AAAAAAAAEGo/8Calpiw-Hq4xfJg4LLToCpaVUCWDePOtwCPcBGAsYHg/s1600/Sta%2BM%25C2%25AA%2Bdel%2BNaranco.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="684" data-original-width="1040" height="296" src="https://1.bp.blogspot.com/-QEyFY1OFPys/XuaHaE_TL0I/AAAAAAAAEGo/8Calpiw-Hq4xfJg4LLToCpaVUCWDePOtwCPcBGAsYHg/s640/Sta%2BM%25C2%25AA%2Bdel%2BNaranco.jpg" width="450" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Santa María del Naranco</td></tr>
</tbody></table>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-TKVxRHWJgpI/XuaHaKIa69I/AAAAAAAAEGo/p1yzVccCTboRyRdqEGNzqMQe_TUK2I_MwCPcBGAsYHg/s1600/Lillo.jpg" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="423" data-original-width="640" height="296" src="https://1.bp.blogspot.com/-TKVxRHWJgpI/XuaHaKIa69I/AAAAAAAAEGo/p1yzVccCTboRyRdqEGNzqMQe_TUK2I_MwCPcBGAsYHg/s640/Lillo.jpg" width="450" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">San Miguel de Lillo</td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="tab-stops: 373.8pt; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="tab-stops: 373.8pt; text-align: justify;">
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
Poco
es lo que se sabe de los orígenes de estos edificios. Se supone que no
estuvieron solos y que, a decir de Sánchez Albornoz,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>fueran más los edificios construidos, y que
estos dos que el viajero admira sean los únicos supervivientes de otros
erigidos en tiempos de Ramiro I, rey de corto reinado, pero de gran
importancia para el reino asturiano.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sin
descendencia Alfonso II el Casto, que había recibido la corona de Bermudo,
eligió al hijo de éste, Ramiro, vástago de la estirpe cántabra, para sucederle.
Pero ocurrió que estando Ramiro, viudo de su primera esposa, en tierras
castellanas para contraer segundas nupcias, falleció el rey Alfonso. Debió ser
dicha muerte repentina, pues Ramiro, que no había asegurado su elección, vio
como Nepociano trató de apoderarse de la corona. Como tenía este Nepociano
algún parentesco con el rey muerto, se creyó con algún derecho, y partidarios
de Ramiro y Nepociano se enfrentaron en Cornellana, junto al Narcea. Victorioso
Ramiro, fue elegido y entronizado, y Nepociano, tras su captura, privado de la
vista y enclaustrado hasta el ocaso de sus días.<o:p></o:p></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> El viajero lee en “El reino de Asturias” de don Claudio Sánchez Albornoz la idea
de ser el maestro de la Cámara Santa de Oviedo el autor de estos dos edificios
ramirenses: el palacio real, que pasando el tiempo, dejaría de prestar usos
palaciegos para consagrarse como capilla y la iglesia de San Miguel de Lillo.
Sea la hipótesis de don Claudio acertada o no, el viajero sólo puede alabar el
buen gusto del maestro y lo acertado del rey Ramiro en su elección.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Poco
más dirá el viajero de estas maravillas erigidas en tiempos tan lejanos, de las que puede
ofrecer el recuerdo que de ellas pudo retener con su cámara, pero no la emoción
que su contemplación produce en el visitante.<o:p></o:p></div>
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/deed.es_ES" rel="license"><img alt="Licencia de Creative Commons" src="https://i.creativecommons.org/l/by-nc-nd/3.0/88x31.png" style="border-width: 0px;" /></a>
desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-54726357929602825562020-09-09T20:47:00.001+02:002020-09-09T21:32:39.552+02:00ENANOS<div style="text-align: justify;">
En un tiempo en el que la medicina apenas servía para aliviar males aplicando ungüentos, preparando infusiones o sometiendo al paciente a sangrías, la acondroplasia no figuraba entre las preocupaciones de los médicos de la época. Más bien se consideraba el enanismo como una anomalía de la que se aprovechaban los monarcas para su propia diversión.</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
En todas las cortes europeas, los enanos eran buscados como bufones. Muchos de ellos gozaban de una inteligencia clara, que supieron utilizar en beneficio propio. En el siglo XVI, el primero de los Carlos que tuvo España como rey, y más tarde su hijo Felipe usaron de los servicios de estos personajes. Luego, Felipe III prescindiría de ellos casi por completo. Aquello duro poco. Felipe III tuvo un reinado breve. No llegó a cumplir los cuarenta años. Anciano en plena juventud fue sentado junto a una estufa en un frío día de invierno. La rigidez del protocolo le mató. Sólo el ayudante del Rey, el duque de Uceda, tenía atribuciones en los menesteres personales del monarca. El rey, sufrido, no se quejaba del calor que le subía hasta la cabeza, pero el marqués de Tovar sí advirtió las molestias del soberano, comunicándoselo al duque de Alba. Ninguno de los dos se atrevió a retirar el brasero. El duque de Uceda se encontraba fuera de Madrid. Se le hizo llamar y regresó precipitadamente. El rey, con los sudores producidos por el exceso del calor estaba consumido. Tenía fiebre alta. Contrajo una erisipela y al poco murió. Su hijo, Felipe IV, tuvo un reinado largo. Reanudó la presencia, en palacio, de los enanos y bufones. Velázquez, el pintor del rey, los reprodujo profusamente en sus cuadros. Eran pintados a menudo junto a perros para dejar patente su brevedad física. Sin embargo muchos de ellos, inteligentes, alcanzaron prebendas y distinciones.<br />
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-00aV5ErF2tA/X1khH5MBGOI/AAAAAAAAEMA/UdqmOaXyN7swnhI1feq4uiCeVd6Z0hVIgCPcBGAsYHg/s1600/Vel%25C3%25A1zquez.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1220" data-original-width="1057" height="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-00aV5ErF2tA/X1khH5MBGOI/AAAAAAAAEMA/UdqmOaXyN7swnhI1feq4uiCeVd6Z0hVIgCPcBGAsYHg/s640/Vel%25C3%25A1zquez.jpg" width="350" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Autorretrato de Velázquez. Museo de Bellas Artes de Valencia</td></tr>
</tbody></table>
<br />
Mari Bárbola era de origen alemán. Fea, gordinflona y de rostro achatado, estaba al servicio de la reina. Recibía muchos regalos y amasó una nada despreciable fortunita. Velázquez la pintó en el cuadro de Las Meninas contrastando su fealdad con la delicadeza de la infanta Margarita María. Al lado de Mari Bárbola, con un pie sobre el mastín “León”, Velázquez retrató a Nicolasito Pertusato. Más listo que el hambre, también estuvo al servicio de la reina. Intrigante, pero cauto y discreto, logró que la reina lo nombrase ayudante de cámara. Desde entonces fue don Nicolás. Se hizo rico dejando como herencia tres casas en Madrid y más de quince mil ducados.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Hubo más personajes, muchos de ellos pintados por Velázquez, que los retrata con toda crudeza: el Niño de Vallecas llamado el Vizcaíno, don Diego de Acedo, el Primo, personaje inteligente, prestó servicios en dependencias administrativas. Era mordaz en sus juicios, cualidad que se permitía explotar como bufón amparado en su aspecto.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El resto de cortes europeas también se divertían con estos personajes. A Flandes fueron algunos y de allí vinieron otros: don Antonio, el Inglés, un enano distinguido, que llegó a tener criado, había llegado a España desde Flandes, enviado por la Infanta Isabel Clara Eugenia para divertir a Felipe IV cuando aún era un niño. La mayor parte de ellos lograron tener una vida mucho más acomodada de la que hubieran tenido que padecer de haber vivido fuera del Alcázar, en las sucias y pobres calles del Madrid de los Austrias. Calles de hidalgos famélicos, curas necesitados, pícaros desnutridos y mendigos harapientos.</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<a href="http://www.safecreative.org/work/0908094221014" rel="cc:license" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#"><img alt="Safe Creative #0908094221014" src="https://resources.safecreative.org/work/0908094221014/label/logo-72" style="border-color: initial; border-style: initial; border-width: 0px;" /></a>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com13tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-80924118422837086652020-08-23T17:52:00.000+02:002020-08-23T17:52:15.908+02:00MILAGRO<div style="text-align: justify;">
Sucedió en Guadalajara el 11 de enero de 1495… Así, o de forma parecida, pudo comenzar el expediente que se dice abrió la Iglesia a causa de lo sucedido al morir don Pedro González de Mendoza en su palacio de Guadalajara.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
En la misma ciudad había nacido don Pedro sesenta y siete años antes en casa del marqués de Santillana, su padre, con el que estuvo muy unido. De los nueve hermanos que tuvo cuatro eran mayores y el primero de ellos, don Diego Hurtado de Mendoza, llegaría a ser el primer duque del Infantado por gracia concedida por los reyes Católicos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-XiAynPXlZGw/X0KPETuHvtI/AAAAAAAAEJ8/98yrn3XjXvoZDDh_BOctWNDPCKqFrUsAQCPcBGAsYHg/s1600/Guadalajara.%2BPalacio%2Bdel%2BInfantado.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="681" data-original-width="1024" height="296" src="https://1.bp.blogspot.com/-XiAynPXlZGw/X0KPETuHvtI/AAAAAAAAEJ8/98yrn3XjXvoZDDh_BOctWNDPCKqFrUsAQCPcBGAsYHg/s640/Guadalajara.%2BPalacio%2Bdel%2BInfantado.jpg" width="420" /></a></div>
<span style="font-family: "georgia" , "times new roman" , serif;"> <span style="font-size: x-small;">Guadalajara. Palacio del Infantado</span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
Pero si el primogénito inauguró un ducado cuyo titular lograría ser Grande de España, el quinto retoño del marqués fue considerado como el tercer rey de España. Dedicado a la carrera eclesiástica, pasó como obispo por distintas diócesis hasta ser creado cardenal, despertando la envidia del arzobispo de la sede Primada don Alonso Carrillo de Acuña. Éste fue importante personaje, intrigante y conspirador desde los tiempos de Enrique IV, que quedó con las ganas de poner sobre su cabeza el solideo rojo y que sin querer, al morir, dejó la plaza a su rival de toda la vida: don Pedro González de Mendoza.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Don Pedro, según sus biógrafos, también fue influyente, muchísimo, pero sin doblez. No olvidó su papel pastoral, pero dedicó sus esfuerzos a la política, aconsejando a los Reyes Católicos, que lo tenían en mucha consideración, en especial doña Isabel.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tal fue su ascendencia sobre la reina que cuando ésta quedó sin confesor por el traslado, como arzobispo, del que tenía hasta entonces, don Fernando de Talavera, a la diócesis de Granada, influyó decisivamente en el nombramiento para dicho cargo en la persona de un fraile franciscano, apenas conocido, humilde, dedicado a la vida monástica, al que había conocido en Sigüenza: Gonzalo Ximénez.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Gonzalo Ximénez había sido capellán mayor de Sigüenza por orden del cardenal don Pedro, en esos momentos obispo de la ciudad, pero Gonzalo, más dado al misticismo que a los asuntos del siglo, ingreso en la orden franciscana. De allí lo sacó don Pedro para presentárselo a la reina, que logró convencer al fraile, que aceptó, dócil, los deseos de su Católica majestad. Si grande llegó a ser el cardenal Mendoza, no menos lo sería su protegido, el nuevo confesor de la reina: la Historia le conocería como cardenal Cisneros.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En su lecho de muerte el cardenal Mendoza estuvo rodeado de familiares y amigos. Entre estos Isabel y Fernando, que se trasladaron a Guadalajara al conocer el inmediato final de quien les sirvió leal siempre. Aquel undécimo día del mes de enero de 1454 apareció en el cielo, en la vertical de la casa del Cardenal, una cruz. Llamó la atención sobre ella el conde de Coruña, hermano del moribundo, pero fueron muchos los que la vieron. Allí, sobre la última morada terrenal de don Pedro estuvo largas horas de aquel día. Tanta seguridad tuvieron en la realidad de la cruz que se veía que hasta fue estimada su altura en unos cuarenta codos. Los reyes comunicaron el hecho milagroso a Roma, pero del expediente que se abrió para investigar lo sucedido no hay rastro conocido. Por qué y cómo desapareció se desconoce, pero de que existió parece no haber duda. Varias fuentes lo aseguran y dan cuenta de ello: una Historia de Toledo, obra de don Francisco de Pisa es una de ellas; otra los escritos de don Esteban de Garibay, cronista de Felipe II. Y no son las únicas.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿Hubo quien quiso promover su canonización? ¿Tuvo enemigos que quisieron impedirlo? ¿Pesó en ello el hecho de haber engendrado dos hijos en su juventud? Son incógnitas difíciles de despejar en una ecuación, todavía sin respuesta.</div>
<a href="http://www.safecreative.org/work/0908084219335" rel="cc:license" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#"><img alt="Safe Creative #0908084219335" src="https://resources.safecreative.org/work/0908084219335/label/logo-72" style="border-bottom: 0px; border-left: 0px; border-right: 0px; border-top: 0px;" /></a>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-2797843193287169856.post-7817144671881693642020-08-04T20:01:00.000+02:002020-08-04T20:14:48.385+02:00PALABRAS<div style="text-align: justify;">
Usadas como medio para expresar conceptos e ideas, todos las usamos al hablar, también para escribir, pero a veces su uso correcto no resulta fácil. Unas veces por la dificultad que supone disponerlas en el orden correcto para formar frases que expresen ideas, otras por resultar complicado elegir el vocablo adecuado para decir lo que queremos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque, a veces el problema no esta en saber usarlas, sino en tener ideas con las que utilizarlas. Al menos eso han pensado algunos sesudos hombres del pasado. El príncipe Carlos José de Ligne, general al servicio de Austria, aunque nacido en Bélgica, decía que a los hombres se les puede dividir en dos categorías: los que hablan para decir algo y los que dicen algo por hablar. Y no debía ir desencaminado del todo porque Manuel Azaña, en cierta ocasión, dijo: “No me preocupa que un parlamentario no sepa hablar, lo que me preocupa es que no sepa de lo que habla”.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De los parlamentarios, como el nombre de su oficio indica, siempre se han esperado buenos discursos, y aunque algunos los han pronunciado sobresalientes, otros han permanecido silentes. A estos mudos del parlamentarismo se les llamó “culiparlantes”. Su misión era votar levantándose de su escaño para hacerlo y, realizado el sufragio, volver a apoyar sus posaderas sobre la banqueta asignada. Sin embargo hubo uno que, indómito, rebelde, rompió la regla. Sucedió en Cádiz. Allí estaban formadas las Cortes que darían como resultado la Constitución de 1812, la famosa y liberal “Pepa”. Cierto día de mal tiempo se celebró un pleno, y durante el mismo una ráfaga de viento recorrió la sala turbando el confort de sus señorías. Fue el momento del desquite. Un senador, poniéndose en pie, pronunció su discurso magno. Gritó: ¡Esa puerta! Un ujier entendió aquello como una moción de carácter urgente y, solícito y abnegado la aceptó. El senador, con su propuesta aprobada volvió a su apacible ocupación.</div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
En ocasiones hay palabras de largo recorrido, de ida y vuelta. Hacer volver una palabra de donde salió no es cosa fácil. Es preciso disponer de ingenio para ello. Sir Winston Churchill lo tuvo y supo hacerlo. En cierta ocasión, Sir Winston recibió una nota. En ella figuraba la palabra “imbécil”. El formidable político tras leerla se dirigió al estrado desde el que iba a dirigirse a su auditorio y tras los saludos comenzó diciendo: </div>
<div style="text-align: justify;">
─ He recibido muchos anónimos en mi vida, pero jamás una firma sin texto.</div>
<div style="text-align: justify;">
No cuesta mucho imaginar la cara de… pasmo, que se le quedaría al autor de la nota.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
Hay palabras que dejan huella en la Historia por la trascendencia de su contenido, otras al menos en la biografía de los personajes que las pronunciaron.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-nFzpviPzpZw/XymksQXWY0I/AAAAAAAAEIw/tM-BilTH4ysbFgrSEqi-Jodmnlsm4IOOgCPcBGAsYHg/s1600/Universidad%2Bde%2BSalamanca.%2BDetalle.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="826" height="371" src="https://1.bp.blogspot.com/-nFzpviPzpZw/XymksQXWY0I/AAAAAAAAEIw/tM-BilTH4ysbFgrSEqi-Jodmnlsm4IOOgCPcBGAsYHg/s320/Universidad%2Bde%2BSalamanca.%2BDetalle.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Universidad de Salamanca. Detalle de su fachada.</td></tr>
</tbody></table>
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Fray Luis de León nació en Belmonte. Filósofo, teólogo, poeta, estudioso de la Biblia, obtuvo varias cátedras en la Universidad de Salamanca. Realizó una traducción al castellano del Cantar de los Cantares, que habla del amor humano. Una traducción tan literal como pudo, según él mismo dijo, llevó a Fray Luis ante un tribunal inquisitorial. Había ingresado en la orden de los Agustinos. La pugna con los Dominicos sería inevitable. Eran los tiempos de Felipe II, y la Santa Inquisición imponía sus criterios. Una interpretación distinta de la Biblia y un ambiente de intrigas fue suficiente para iniciar un proceso ante el Santo Oficio del que, al fin, resultaría absuelto. Gran escritor y poeta, sin embargo sus más celebres palabras fueron las que pronunció al reiniciar las clases en su cátedra salmantina, como si todo hubiera sido un sueño, una irrealidad: “Decíamos ayer…”</div>
<a href="http://www.safecreative.org/work/0908094220192" rel="cc:license" xmlns:cc="http://creativecommons.org/ns#"><img alt="Safe Creative #0908094220192" src="https://resources.safecreative.org/work/0908094220192/label/logo-72" style="border-bottom: 0px; border-left: 0px; border-right: 0px; border-top: 0px;" /></a>desdelaterraza-viajaralahistoriahttp://www.blogger.com/profile/07769936125834310666noreply@blogger.com14