PIRATAS

    Aún hay, hoy en día, mares en los que es peligrosa la navegación a causa de los piratas. Aguas del océano Indico, sobretodo, pueden resultar fatales para una embarcación desprevenida, pero al hablar de piratería, la mente dirige sus pensamientos a otros tiempos y otros mares.

    Los tiempos eran los de los reyes españoles de la dinastía austríaca, y los mares los del océano Atlántico: aguas caribeñas, de las Azores, del golfo de Cádiz. Las víctimas, buques portugueses y españoles. Los agresores: holandeses, franceses, y sobre todo ingleses.

    Un escenario y unos actores que representaron una función a lo largo de dos siglos en la que los villanos, protegidos por los reyes que los alentaban, se enorgullecían de los robos y crímenes que cometían.

    Sin contar los abordajes y actos de piratería protagonizados por daneses y normandos sucedidos antes del descubrimiento de América, la piratería tuvo sus comienzos en los puertos de la Francia atlántica: Nantes, Honfleur, la Rochelle, Burdeos, y sobre todo Dieppe, donde un tal Jean Ango, protegido por Francisco I, dirige su flota contra los barcos de Carlos I de España.


    Atacan cualquier nave que ven flotar en aguas próximas a Europa; pero poco a poco se van aventurando hasta llegar a las costas norteamericanas. Las costas de Florida son batidas, e incluso hay intentos de establecer asentamientos, que no son consentidos por los españoles, verdaderos dominadores de los mares y también de la tierra.

    El acoso a los barcos españoles es constante. Carlos I, irritado, busca una solución. Cree encontrarla en Pedro Menéndez de Avilés, al que nombra gran almirante de la flota. Hay que poner remedio al creciente expolio al que piratas y filibusteros franceses e ingleses someten a los pesados y lentos galeones españoles cargados de oro. Hombre de carácter y firme determinación, ordena que los buques naveguen en grupos compactos y bien armados, protegidos siempre por buques de guerra. También idea un plan de construcción y refuerzo de los fortines en tierra: Cartagena de Indias, La Habana y otros puertos son considerablemente reforzados. Las pérdidas disminuyen. Años después, Felipe II también echaría mano de Menéndez para impedir que hugonotes franceses se establecieran en la Florida.

     Inglaterra es consciente de la necesidad de poseer el dominio de los mares para lograr ser una gran potencia. Isabel I, no obstante, es prudente, tanto o más que Felipe, el rey “prudente” por antonomasia. No quiere un combate frontal con España, auténtica dueña de mundo, pero propicia y fomenta activamente la acción de bandidos. Piratas que infunden pavor a las tripulaciones de los galeones españoles que transportan oro, plata, perlas, piedras preciosas, pero también cueros o azúcar, desde las colonias americanas a la metrópoli. Los barcos piratas ingleses obtienen la financiación de armadores y aún de la reina Isabel, que da su consentimiento, al principio tímido, después abierto; que otorga patentes de corso y, bajo mano, participa con un significativo porcentaje en la financiación y beneficios de las incursiones que sus piratas favoritos realizan en todos los mares.

    John Hawkins, Francis Drake, Walter Raleigh y otros muchos son piratas y ladrones del oro ajeno; algunos serán nombrados “caballeros” por la reina que les aplaude, otros muchos alcanzarán notoriedad histórica; pero, sin duda, Sir Francis Drake, brilla con luz propia en el firmamento de los corsarios dedicados a socavar el poderío español, y llenar sus bolsillos con las fortunas robadas.

    En 1577, Inglaterra prepara una flota. Espías españoles descubren el asunto. Los ingleses dicen que darán la vuelta al mundo. No quieren ser menos que los españoles. Mienten. Buscan el oro español allí donde creen que podrán robarlo con mayor facilidad, sin oposición. Quieren el oro del Perú, y van a intentar apoderarse de él en la costa del océano Pacífico. La reina Isabel participa económicamente en la operación, aunque pocos lo saben. Drake capitanea la expedición. Ya tiene cierta fama, pero esta incursión le consagrará. Será Sir cuando regrese a Inglaterra. Durante la singladura hacia el estrecho de Magallanes surgen los problemas. Drake ve conspiradores por todas partes. Resuelve expeditivo. Corta cabezas. La de Thomas Doughty, ya separada del cuerpo, es enseñada a la tripulación por el propio Drake: “Así acaban los traidores”. En septiembre de 1578 ya surca aguas del Pacífico. Por fin Drake llega al Perú. Después de abordar pequeñas embarcaciones y saquear puertos cobra el botín que busca. Se apodera del “Nuestra Señora de la Concepción”, un navío cargado de oro, plata y piedras preciosas. Con las bodegas llenas regresa a Inglaterra. En el otoño de 1579, tras dos años de viaje entra en el puerto de Plymouth siendo aclamado por la multitud que le espera. Aventurero sin escrúpulos, pero protegido por la Reina Virgen, es intocable, y rico. Aún seguirá durante años sembrando el terror y llenando las arcas inglesas y sus propios bolsillos con lo que robó a España.

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19 comentarios :

  1. Las patentes de corso hicieron muchos daños a las economías de países como Francia o España, debido a los ataques de gente como Sir Francis Drake, atacando a galeones repletos de oro que venían allende los mares...
    Buen relato, marinero¡
    Salud¡

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  2. Fueron estos piratas el azote de las Indias hispanas. Todos ambicionaban el oro español y por hacer una metáfora, los piratas fueron como mosquitos intentando chupar la sangre de un gra búfalo africano. Por desgracia, la pìratería causaría estragos en muchos lugares como el Caribe, el Perú o Valdivia.

    Un saludo.

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  3. Menudo cabreo me ha entrado ya al final de su entrada. Espero que esto no terminara así. Tambien espero una segunda parte.
    Saludos.

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  4. Los peores piratas eran los corsarios, porque tenían todos los defectos de los piratas comunes y ninguna de sus características románticas y aventureras. Su motivo era servir como lacayos a la corona en una sucia guerra económica. Vamos que el pirata de Espronceda, anárquico por naturaleza y de vida alejada de los pleitos mundanos, pertenece más al ámbito de las ensoñaciones literarias.
    Un saludo.

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  5. Apasionante tema, monsieur, me encanta todo ese asunto de la piratería, y por supuesto encuentro fascinantes las personalidades de Drake y Sir Walter Raleigh. Resultan muy inspiradores :)

    Feliz dia, monsieur

    Bisous

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  6. Los enviados hombres enviados por Isabel I para debilitar el poderío de los españoles, no se pueden considerar PIRATAS, sino CORSARIOS, ya que actuaban con la famosa "patente de corso". Se les conoció, a estos ingleses, con un curioso nombre "los perrros de mar" de Isabel I, ya se puede imaginar por qué...
    Lo que no se puede negar es que tanto piratas, como corsarios, eran el terror de los navíos que se veían por ellos acechados. Mejor no encontrárselos por el mar, sin duda..., :)

    Un saludo!

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  7. No solo el ataque en el mar, en numerosas ocasiones saquearon villas y ciudades.

    Saludos.

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  8. A mi me pasa como a Lorenzo, que me cabreo... y que espero una docena de segundas partes porque cabreada y todo el tema me resulta apasionante :D

    Maravilloso post, dlt. Un beso

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  9. Los piratas eran delincuentes. El equivalente en el mar de los salteadores de caminos. Siempre he tenido nula simpatía hacia esos tipos.


    Saludos.

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  10. Un tema que me gusta mucho Marques.
    Jamaica fue la base de operaciones de los piratas en el caribe. Henry Morgan se encargo de ello.

    Ojala haya segunda y terceras y cuartas....partes

    Saludos

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  11. La verdad es que siempre que leo estas historias de piratas y corsarios, apoyados por las potencias europeas para debilitar a España, me provocan un enfado mayúsculo, aunque luego lo pienso y soy consciente que así era la historia en ese momento y así se ha escrito, teniendo un poso de romanticismo, aunque como ya ha dicho alguien en un comentario estos piratas no se parecen nada al pirata que ensalza José de Espronceda, no les movía precisamente el ansia de libertad. Pasemos página y leamos esto como historia que entretiene, pero historia.
    Un abrazo.

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  12. Inevitablemente me he acordado de los piratas del Caribe:) Seguramente los viajes en barco no resultaban tan divertidos si se encontraban con alguno de estos saqueadores y artistas del pillaje.
    Sin duda son historias muy apasionantes.
    Un abrazo

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  13. LOs buques españoles llevaban sus vientres repletos de oro y plata, de especias y tesoros incalculables. Los piratas eran ladrones y santas pascuas. Pero nosotros éramos unos inocentrs. El sistema de los galeones españoles era de risa, porque salían en grupos desde América has España dos veces al año, pero todos apiñados, de manera que eran presa fácil.

    Por otro lado, las costas españolas estaban muy mal defendidas, si acaso por alguna torrecilla vigía. Asói no era extraños los ataques piratas a las costas varias veces al año.

    Saludos

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  14. Los galeones españoles eran auténticos castillos flotantes, muy pocas veces el enemigo logró hacerse con el botín y no sería porque no lo intentaran cientos de veces, es bien sabido que aquellas tierras inglesas, holandesas y francesas dieron una importante lección de rapiñeo y latrocinio a costa de nuestros tesoros, claro que eso es según el punto de vista historiográfico que se consulte.

    Me ha encantado su entrada, muchas gracias amigo.

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  15. Mi estimado amigo valenciano:
    Vaya por delante que no me he olvidado de ti, hace tiempo que no vengo a tu casa y a la de muchos, no llego ni por tiempo ni por salud. Una artritis en mi muñeca, precisamente la derecha me tiene casi limitada para muchas cosas entre ellas escribir.
    Pero hoy, estoy a tu lado y te felicito por tu estupendo trabajo en ir contándonos la historia día a día
    Te deseo que pases una feliz Semana Santa
    Con ternura
    Sor.Cecilia

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  16. Magnífica y grata travesía la que nos has ofrecido con esta entrada, Dlt, da gusto leer la historia desde tu mirada.
    Drake fue el pirata más temido, sí, pero creo que voy a disentir con la mayoría de comentarios; dice el refrán que "Robar a un ladrón, cien mil años de perdón". Los españoles cometimos verdaderos atropellos, saqueos, robos y barbaridades en la recién descubierta América renacentista. Solo hay que leer a Bernal Díaz del Castillo, por ejemplo, a Fray BArtolomé de las Casas, o las Cartas de Colón, para darse cuenta de lo que usurpamos y robamos, y destruimos (cultura, religión, arte...); quizás no con la denominación de "piratas" sino en tierra firme.
    No creo que los colonizadores españoles sean más santos que Drake.

    Siempre es un placer leerte, Dlt.
    Un fuerte abrazo.

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  17. Una entrada estupenda con esta historia siempre me deja el mismo sabor de boca y la misma duda quien era realmente peor? La historia tiene estas cosas
    Un saludo

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  18. Inglaterra siempre basó su poderío y su hegemonía en el dominio de los mares y así se mantuvo durante siglos, hostagándonos a más no poder. Hoy el pirateo es otra cosa, mucho menos poética y mucho menos novelesca. Un abrazo, camarada.

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  19. Enriquecedor e interesante documento sobre la piratería que nos hace recapacitar sobre quienes eran los verdaderos piratas, si los que tenían un papel activo o los gobernantes que los manejaban.

    Saludos

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