Cuando el 22 de marzo de 1814 Fernando VII
regresa a España el pueblo le recibe con entusiasmo. No hace falta mucho tiempo
para que los españoles comprueben cuáles son las íntimas intenciones del rey
recién llegado. Tan retorcido en su pensamiento como mendaz en su palabra, libres
sus manos para actuar a su antojo, no tarda en fijar su mirada en Manuel Godoy,
príncipe de la Paz ,
el mismo Godoy al que en 1808 había salvado de las enfurecidas turbas en
Aranjuez ─más por los ruegos de sus padres, que por sí mismo─, cuando Manuel,
dueño de España hasta entonces, y del corazón de los reyes, sobre todo del de
la reina María Luisa, salió de su escondite, tras pasar tres días envuelto en
una alfombra de su palacio durante aquel motín.
Viven los reyes Carlos y María Luisa en su
exilio romano, en el palacio Borghese, y con ellos Godoy y sus hijos Luis y
Manuel tenidos con su amante, Pepita
Tudó, que también le acompaña. También está Carlota, la primera hija de Manuel
tenida con su esposa legítima, María Teresa de Borbón y Vallabriga, condesa de Chinchón, que tras los sucesos de
Aranjuez huyó a Toledo sin querer saber nada de su esposo, al que nunca quiso,
ni a su hija a la que aborreció por recordarle siempre a su indeseado esposo.
Pero Fernando, rey
absoluto ya, no quiere a sus padres y mucho menos a Godoy, al que odia. A
aquellos trata de hacerlos infelices; a éste lo perseguirá con saña durante
todo su reinado, durante toda su vida. Así, muy poco tiempo después los manejos
de Fernando logran que Godoy tenga que dejar Roma camino de Pésaro. Para ello
no ha dudado en hacer uso de toda su influencia y poder, incluso ante el papa Pío
VII, que le expulsa de los Estados Pontificios.
Apenas deja Manuel
a sus reyes, llega a Roma Antonio Vargas Laguna. Es el nuevo embajador ante la
Santa Sede enviado por Fernando VII. La brillante
carrera del extremeño Vargas se debe en buena parte a Godoy, que le asignó
importantes destinos y premió con grandes distinciones. Vargas se lo reconoció
entonces con el agradecimiento debido; pero ahora los hilos de España los
maneja Fernando VII, está a su servicio y su misión es incomodar a los reyes
padres y perseguir a Godoy, su antiguo benefactor. Y lo hace bien, con tanto
empeño y tenacidad que Fernando años después le concederá el título de marqués
de la Constancia.
Cuando Napoleón
tras su estancia en la isla de Elba irrumpe de nuevo en la escena europea, tiemblan
las coronas europeas. Murat, desde Nápoles, se dirige a Roma y de ella huyen los
reyes que se refugian en Verona, bajo la jurisdicción del Imperio Austro-Húngaro.
Allí vuelven a ver los reyes a su amado Manuel. Aprovecha la reina para pedir
a Francisco, el emperador, que dé cobijo a Godoy, constantemente acosado por
Vargas, pero Manuel, pese a los insistentes ruegos de Pepita rehusa, no dejará
a los reyes que tanto le aman.
Derrotado Napoleón
en Waterloo, todo vuelve a la situación anterior: Godoy a Pésaro, Pepita Tudó,
nuevamente alejada de Manuel, está en Suiza, los reyes a Roma, ahora al palacio
Barberini, en el que alquilan una planta. Aunque los reyes tienen una importante
colección de pinturas, su situación económica no es buena, pues sus rentas se
han visto considerablemente mermadas en los últimos tiempos. Sus muchos
problemas no le hacen olvidar a Manuel. María Luisa, trata de protegerlo cuanto
puede. Primero pidiendo a Pío VII que permita su regreso a Roma y que anule su
matrimonio con la condesa de Chinchón para regularizar su relación con Josefa
Tudó, ésta muy interesada también por sí y para conseguir legitimar a sus hijos
tenidos con Godoy; y después testando a su favor.
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Manuel Godoy por Agustín Esteve Marqués. Museo de Bellas Artes de Valencia. |
El 24 de septiembre
de 1815, María Luisa hace testamento, instituye heredero universal de todos sus
bienes a Manuel Godoy, príncipe de la
Paz , con el consentimiento de Carlos, el rey. Ruega a sus
hijos acaten tal disposición, pero declara que si a pesar de su súplica no
respetan sus hijos su deseo, sean beneficiados con la parte que por legítima
les corresponda, adjudicándose el resto al heredero instituido. Termina
designando a su esposo Carlos ejecutor del testamento: “Pues nadie mejor que él, con quien hemos tenido una sola voluntad
ejecutará lo que acabamos de disponer en su presencia”.
Pero toda la buena
voluntad que ponen los reyes en favorecer a su amigo y fiel Manuel se ve
entorpecida por los malos propósitos de Fernando que, por medio de Vargas Laguna,
torpedea las acciones que los reyes hacen para favorecer a Godoy.
No le cuesta mucho
al embajador Vargas argumentar ante Pío VII razones que impidan anular el
matrimonio de Godoy con la condesa de Chinchón, pero no logra convencerlo de
que no atienda la petición sobre el retorno de Manuel.
Cuando Godoy llega
al palacio Barberini de Roma ve a su hija Carlota. Es ésta una jovencita que
comienza a relacionarse con el infante Francisco de Paula, el hermano menor del
rey Fernando. El brazo del rey se alarga de nuevo hasta Italia para perturbar
la tranquilidad de los exiliados. Fernando no tolera que sangre de Godoy pueda
mezclarse con su propia sangre aunque sea por la de su hermano Francisco de
Paula. Otra vez Vargas Laguna que demuestra constante odio a su antiguo
benefactor interviene. Francisco de
Paula es alejado de Roma. Las intrigas en el palacio Barberini son constantes.
El embajador Vargas sabe como crear conflictos. El rey así lo manda y Vargas
parece hacerlo con auténtica delectación.
Convencido Godoy de que Fernando nunca
aflojará su lazo, decide aceptar la hospitalidad del emperador Francisco I.
Solicita ser aceptado como súbdito del Imperio
Austro-Húngaro cuando
fallezcan los reyes a los que sirve. También Josefa Tudó ayuda en el propósito.
Cuando el príncipe de Metternich acude a Bagno a Corsena a tomar las aguas,
Josefa, que está en Pisa, acude a verle. Se presenta con sus mejores galas, su
propia belleza. Metternich queda impresionado. Poco tiempo después el embajador
imperial en Roma, príncipe Kaunitz, comunica a Godoy la autorización del
emperador a establecerse él y toda su familia en Austria.
Godoy está constantemente vigilado en Roma,
parte del personal del palacio Barberini está comprado por Vargas, al que
informan, y resulta imprescindible actuar con sigilo. Con las máximas
precauciones Manuel y Josefa deciden que sea ella o alguien de su confianza
quien se ocupe de comprar unas tierras en su nueva tierra de acogida. Deciden, pues, encargar la misión a José
Martínez, en quien Pepita confía mucho; pero el brazo de Vargas es largo y la
lealtad de Martínez corta.
De la importancia que da Fernando VII a la
fanática persecución de Godoy en el exilio da cuenta el hecho de que envía a
Viena, como embajador, a don Pedro Ceballos, insigne personaje, ministro con
Carlos IV, con José Bonaparte, también con Fernando. Nada más llegar a Viena,
Ceballos se entrevista con Metternich, quien atónito escucha la petición del
español para que se revoque la autorización dada a Godoy. De mala gana, sin
comprender muy bien porqué, el emperador accede. Godoy queda solo y abandonado.
Pero las desgracias para Manuel no llegan
solas. A la muerte de su hijo Luis, a causa de una tuberculosis, sucede un
empeoramiento en la salud de la reina María Luisa, que muere de una pulmonía el
2 de enero de 1819. Él mismo, de malaria, está a punto de morir, pero se recupera. Poco
después, el día 19 es el rey Carlos el que fallece. Mas con la muerte de los
reyes no terminan las tribulaciones de Godoy. Muerta la reina y el albacea(1),
el testamento de aquélla no se respeta; poco cuesta a Fernando incumplirlo y
que sus hermanos hagan lo mismo, repartiéndose entres ellos todas las obras que
hay en el palacio Barberini.
Godoy queda sumido en una gran depresión. El
embajador Vargas Laguna mantiene la presión sobre él. Le advierte que nunca
regresará a España, que nunca podrá ser súbdito de otra nación, ni de Austria
ni de Roma ni de Francia. Desde villa Campitelli escribe a Josefa. Su desánimo
es patente: “No duermo dos horas por la
noche. Tengo una estantería de libros al lado de la cama, y me entretengo en
repasar las vidas de tantos desgraciados como me han precedido. El mundo está
lleno de infortunados, y no hay rincón en la tierra que no esté regado con
lágrimas de infelices”.
Un pequeño respiro llega para Godoy poco
después. Rafael Riego, alzado en armas, inaugura un periodo de esperanza para
España y para el atribulado Godoy. Vargas Laguna, que tan implacablemente le ha
perseguido durante los últimos años deja Roma. El rey jura a la fuerza la Constitución de Cádiz
y pronuncia en la más célebre y cínica exhibición de falsía: “Marchemos francamente, y yo el primero, por
la senda constitucional”, su más absoluta demostración de hipocresía.
Carlota, con su destino unido al de su padre hasta ahora, frustrados sus
intentos de matrimonio por sus perseguidores logra levantar el vuelo. Se casa
con Camilo Rúspoli, conde, aunque pobre, con el que vuelve a España. Pero la
alegría para Manuel dura poco, apenas tres años. El duque de Angulema al frente
de los Cien Mil Hijos de San Luis restituye el absolutismo en España y el breve
paréntesis de calma para Godoy termina. Fernando prosigue su acoso implacable.
Sigue residiendo en Roma, ahora con Josefa que se ha reunido con él. Allí reciben
la noticia del fallecimiento de la condesa de Chinchón. Un mes después en enero
de 1829 Manuel, ya libre, y Josefa contraen matrimonio.
Ese mismo año Godoy trata definitivamente de
sacudirse el yugo real. Compra el feudo de Bassano a la familia Giustiniani y
obtiene del papa Pio VIII la concesión del título de príncipe de Bassano. Tiene escasas rentas, pero le otorga la
ciudadanía romana y le pone a salvo de la persecución fernandina.
*
Pese a tener la ciudadanía romana y haber
recuperado una cierta tranquilidad, Godoy marcha a París en 1832. Ya no estará
Josefa con él, aunque será ella quien se ocupará de administrar, con escaso
acierto, la cada vez más menguada hacienda del antiguo valido. En condiciones
económicas cada vez más precarias, viendo en distintos inmuebles parisinos, conocerá
el fallecimiento de Fernando VII, comenzará a escribir sus memorias y formulará,
sin éxito, distintas peticiones para la reposición de sus bienes y
honores. Nada se hará desde España por él. Será Luis Felipe, el Rey Ciudadano,
quien le conceda una pensión que alivie su mala situación económica de la que
no se repondrá nunca.
Finalmente, en 1847, a sus ochenta años,
Godoy recibe la autorización para regresar a España, se le reponen los títulos
de duque de Alcudia y Sueca, el rango de capitán general y se le concede la
gran cruz de San Hermenegildo. Pero don Manuel Godoy y Álvarez de Faria no
volverá a España. El 4 de octubre de 1851 muere en París, en el número 20 de la Rue de la Michodière , Tenía 85
años. Medía vida en la cumbre, en la cúspide del poder, la otra media, en el
exilio, perseguido y olvidado. Siempre fiel.
(1)
En realidad poco antes de morir, Carlos remitió una carta al embajador Vargas
Laguna en la que desautorizaba el testamento de la reina por ser contrario a las leyes y renunciaba a
su albaceazgo.
Sí, al menos siempre fue fiel, eso no puede negársele, aunque seguramente fue la única gracia que tuvo. En realidad no me sorprende que Fernando VII le tuviera ojeriza, pero él era peor: ni siquiera entendió nunca de lealtades.
ResponderEliminarBuenas noches, monsieur
Bisous
Godoy y Fernando VII. Dos personajes tan poliédricos y complejos. Como dice la madame, al menos Godoy tenía a su favor la fidelidad. De Fernando VII no puede decirse lo mismo. El viajero inglés Richard Ford llegó a escribir de Fernando VII: "la cosa más fea que pariera madre". Ahí queda. Saludos.
ResponderEliminarLo de Fernando VII me parece una de las páginas más indignas de la monarquía española, y lo que no llego a comprender es que, no pudiendo borrar la historia, ¿por qué no borrar su nombre del callejero de nuestras ciudades?
ResponderEliminarSaludos
El rey felón fue ruin incluso en su vida privada , esta historia que nos cuentas deja clara la catadura moral del personaje , lo que mas me sorprende es como esta mezquindad puede ser contagiosa porque lo peor de todo es que un personaje como Vargas, favorecido por Godoy sea capaz de traicionar a quien debe su ascenso y seguir sin dudarlo todas las indicaciones del rey para hacer la vida imposible a Godoy , su antiguo benefactor.
ResponderEliminarExcelente relato de nuestra historia, como siempre me gusta que busques aquellos aspectos menos conocidos y que los relates de una manera tan amena.
Un saludo.
Fernando VII fue un rey con decisiones muy contradictorias; primero se benefició de Godoy, como en el Motín de Aranjuez; luego lo persiguió desde el mismo momento de ser rey. Godoy alcanzó la gloria, pero luego tuvo una existencia desagradable: refugiado y perseguido: cosas del poder. No conocía todos los avatares por los que pasó. Un cordial saludo.
ResponderEliminarGodoy, todo un personaje lleno de ambición. Fernando VII, lo peor que pasó por esta piel de toro.
ResponderEliminarUna época fascinante y terrible.
Un saludo.
De Fernando VII ya tenía una ligera idéa de la clase de individuo que fué .Pero de este tríste destierro de Godoy no tenía ni idéa del gran odio que le profesaba el subsodicho.
ResponderEliminarGodoy: media vida en la cumbre y otra media en la derrota. Y...muchos años sobrevivió con tantos contratiempos;si fallecía a los 85 años.No me extraña que se negase a volver a España...que impotencia verse tan traicionado.
Un saludo DLT.
Hola Marques:
ResponderEliminarUn período oscuro el de Fernando VII...Lealtades y deslealtades según se viera y se quisiera.
Duros momentos vivió godoy. Quizás la restitución de su ciudadanía y de sus títulos no fueron suficiente
Saludos Amigo. Me agrada que todo vaya sobre ruedas
Uno de los peores (si no el peor) reyes de España. Falso, hipócrita y mal gobernante. Robó a España su primera posibilidad de tener un régimen de libertades, y como bien cuentas, dedicó su vida a perseguir a Godoy.
ResponderEliminarUn abrazo DLT.
Cada vez que te leo, me doy cuenta de lo poco que conozco la Historia de España.
ResponderEliminarDe Godoy solo la parte Bonita. Ignoraba que hubiese llegado a ese estado de penuria.
Y lo que me ha llamado la atención, ha sido eso de la Ciudadanía Romana. (Como en los tiempos de los Cesar)
Gracias por ilustrarme.
Saludos, manolo
Y pensar que las malas lenguas aseguraban que dos de los hermanos del rey Felón llevaban sangre de Godoy... ¿Sabría esto y de ahí su encono? Pero, ¿a quién no odiaba Fernando VII? A pesar de la mala fama que acompañó siempre al valido hace unos años se publicó una biografía que revisaba su figura y el papel que le había tocado desempeñar en la España azotada por la revolución del otro lado de los Pirineos y los embites napoleónicos. Imagino que la conocerás.
ResponderEliminarUn saludo
Siempre con las luchas y rivalidades de no ver lo bueno de cada persona, Godoy perseguido como se dice por el Rey, afortunadamente que al final se ganó la ciudadanía romana y se le autoriza el regreso a España muriendo en París, encuentro siempre la historia es triste.
ResponderEliminarUn abrazo
Magnifico este relato que nos presenta una parte de la vida de Godoy oscura y bastante desconocida. Tiene razón el brazo de Fernando era largo, los brazos del mal casi siempre lo son.
ResponderEliminarSaludos
Desconocía la vida que llevó Godoy en el exilio. Muy entretenida e interesante entrada. Del Felón mejor ni hablar, no creo que nunca, como otros, llegue a tener una corriente revisionista que intente justificarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Algunos parecen ganarse la fama a pulso. Por mucho desconocimiento que se tenga, los siglos no olvidarán al infame Fernando VII.
ResponderEliminarHa sido muy agradable leerte de nuevo. La vida bipolar de Godoy bien la merecía.
Un saludo.
Menuda desgracias. La historia de Godoy me ha hecho pensar en el larguísimo retorno a casa de Ulises, aunque con un final tristón. Me lo imagino soñando con volver, luchando, esperando, muriéndose de desesperación. Pocos reyes hubieron como Fernando VII, muy pocos....
ResponderEliminarSaludos.
Es un personaje muy complicado, este Godoy. Se le suele despachar con unos pocos trazos y, como usted demuestra en su artículo, hay mucho vivido en este hombre. Por otra parte, fueron todos funestos para España: Carlos IV, la Reina, Fernando VII y Godoy.
ResponderEliminarMil gracias por obsequiarnos las suprema biografía y hechos acontecidos que marcaron historia.Los cuales si no fuera gracias a ti, desconocería por completo.
ResponderEliminarMuchos besinos de esta amiga con inmenso cariño.
Impresionante historia que me hace pensar en el ese dicho de que "Algunos nacen con estrella y otros estrellados.
ResponderEliminarNo debió de ser tan buena persona ese Fernando VII, ya que a sus propios padres ha tratado con tanto desprecio. Menuda obsesión. Que bien has contado la historia que engancha desde el principio hasta el final.
Bss
Godoy, Hidalgo Caballero, Principe de la Paz..! no se puede tener mejor titulo de honor. A pesar de que quisieron desprestigiarlo, el rio de la Historia paso, hablo y dejo todo muy claro.
ResponderEliminarUn abrazo, feliz fin de semana.
Interesante y completa información sobre Godoy que me ha hecho pensar sobre el poder y como se ejerce para hacer un daño sin límites como hizo Fernando VII con Godoy.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fernando VII nos perjudicò en todo su reinado.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Magnífica entrada como es habitual en ti. Desconocía gran parte de las peripecias pasada por Godoy en el destierro. Lo más positivo en que nunca habrá un rey peor que Fernando VII, es imposible. Un abrazo desde mi mejana
ResponderEliminarQuerido Dlt, ¡qué adecuado título para tu entrada! Porque de no otra cosa que de un ensañamiento feroz y obsesivo se trata; manía persecutoria, odio patológico y hasta algún tipo de trastorno psicótico debió de ser lo que Fernando experimentaba contra Godoy. Y tú lo has narrado admirablemente, caro amico.
ResponderEliminarMil biquiños.
Ay, dlt ¡que bien cuentas las cosas! Estoy pensando en Prim y en aquello de Borbones jamás, jamás, jamás...No conocía la historia de Godoy, tenía la imagen del garañón simpático y de no muchas luces que llegó al poder absoluto por gustarle tanto a la reina (que bien los pintó Goya a todos ellos) y algo me sonaba de la caída y el exilio, pero no sabía nada de como habían sido de duros...Igual a Fernando le daba rabia compararse con él y salir perdiendo, comparado con cualquiera perdería como dice Madame.
ResponderEliminarBesos, me alegro mucho de tu vuelta
Estupenda entrada como siempre, investigación perfecta. Desconocía lo sufrido por quien fuera Godoy en el exilio, cuán terribles suelen ser partes de una historia que parecen inverosímiles, sin embargo mucho ha sucedido, demasiados odios, competencias, liderazgos...
ResponderEliminarUn beso grande y gracias por visitarme, sé que anteriormente te debía algun mensaje pero a veces no llego porque con todos los blogs que tengo me canso mucho.
Abrazos.
Excelente investigación sobre este personaje tan importante en la historia de España. Sorprende ver, como hombres tan decisivos para los gobiernos y que tuvieron tanta relevancia en un momento, pueden oscilar desde la gloria mas encumbrada al olvido mas absoluto...
ResponderEliminarUn gran abrazo, amigo, siempre es interesante leerte.
Estupenda entrada que refleja muy bien lo improbable que resulta reparar un daño moral. Godoy sufrió la inquina que se ha ido propagando a lo largo del tiempo.
ResponderEliminarY es que la historia está plagada de falsedades y versiones interesadas, por esa razón descubrir lo que hay debajo de las verdades aceptadas es tan necesario como el aire que respiramos.
Un saludo.