¡Oh, qué día tan triste en Granada
que a las piedras hace llorar
al ver que Marianita se muere
en cadalso, por no declarar.
Marianita sentada en su cuarto,
no paraba de considerar:
si Pedrosa me viera bordando
la bandera de la libertad!
Y Pedrosa la vio, no bordando la
bandera, como escribe García Lorca en su romance Mariana Pineda, pero sí con
ella en su casa, pues con trampas y malas artes así lo había urdido.
Todo había comenzado mucho tiempo
atrás. Mariana se había casado, a sus quince años, con Manuel de Peralta y Valte,
de inclinaciones liberales, pero Manuel falleció pronto, apenas tres años
después y Mariana quedó viuda, pero prendido en ella el espíritu del trienio que
terminaba justo entonces con la llegada del duque de Angulema y los Cien Mil Hijos
de San Luis, que restituían el absolutismo más intolerante de Fernando VII.
Por aquel tiempo el ministro
Tadeo Calomarde nombró Alcalde del Crimen en la Real Chancillería de Granada a
Ramón Pedrosa y Andrade, avezado sabueso e implacable perro de presa que se afanó en la
persecución de los liberales de su demarcación. Su procedimiento era la tortura
y el espionaje, y con la primera fue como consiguió que un revolucionario,
Romero Tejada, rotos sus huesos, abiertas sus carnes, descubriera a muchos y
que Mariana Pineda fuera puesta bajo vigilancia permanente al saber de sus
relaciones con los liberales granadinos y los exiliados liberales en Gibraltar.
Casa familiar de Mariana Pineda en la Carrera del Darro en Granada. |
Pero la actividad de Mariana no
cesa. Asiste a reuniones, actúa como correo. Finalmente es detenida por
Pedrosa, que la acosa, como liberal, y dicen que como mujer. Pero tiene que ser
liberada. No hay motivos suficientes. Lejos de amilanarse continúa sus
reuniones, ahora en la casa de los condes de Teba(1). En 1828 es detenido Fernando Álvarez de Sotomayor,
comandante y primo de Mariana. Se descubren sus tendencias liberales y una
carta que lo implica en un complot. Es condenado a muerte. Como nada se puede hacer
por las buenas y Mariana no se resigna a perder a su primo, aprovecha
la constante presencia de frailes en la prisión para concebir un plan de fuga.
En las frecuentes visitas que le hace, introduce poco a poco las prendas
precisas para confeccionar un disfraz. Nada falta para que el aspecto del
prisionero sea el de un fraile cualquiera: hábito, cordón, rosario, y hasta un
gorro negro. Si acaso hace falta algo más es un poco de suerte. El día 25 de
octubre Álvarez, durante sus oraciones en la capilla, logra quedar solo unos
instantes. No tarda mucho en salir de la capilla, ahora con su hábito de
capuchino. Con la cabeza gacha y las manos juntas comienza un angustioso camino
hacia la libertad.
Que le abrieran las distintas
rejas y lograra salir al patio y al fin ser libre antes de que descubrieran su
falta, yendo disfrazado de capuchino, debió ser cosa de la providencia, pero el
caso es que al poco estaba en casa de Mariana Pineda, de donde por considerarse
lugar poco seguro, se trasladó a otros refugios.
No tardo mucho Pedrosa en
aparecer por la casa de Mariana en busca del reo fugado, y al no hallarlo allí,
burlado, puso precio a la cabeza de Álvarez y cerco de vigilantes a la casa de
Mariana.
Como si fueran acicate para la
su conciencia liberal, las intentonas liberales, como la de Torrijos o
Manzanares, aplastadas por el régimen absolutista, no hacían más que fortalecer
su espíritu. Encargó a dos costureras del Albaicín que confeccionaran una
bandera liberal, pero el sagaz Pedrosa la perseguía tenaz, y enterado del
encargo, ordenó a las bordadoras bajo coacción, después de que la cautelosa
Mariana ordenara suspender el trabajo, que lo prosiguieran, grabaran las letras
indicadas y terminado el trabajo lo llevaran a casa de Mariana.
Llegado el día, las bordadoras
entregaron la bandera, que Mariana, pese a haber anulado el encargo, guardó
inocentemente en su casa. Inocente e incauta, pues el avieso Pedrosa se
presentó de inmediato con varios soldados y el escribano de Cámara, Mariano
Puga, que levantó acta del registro, en el que se descubrió la bandera en la
que se hallaban bordadas las palabras: Igualdad, Libertad y Ley.
Puerta de Elvira. Granada. Junto a ella fue agarrotada Mariana Pineda por el verdugo José Campomonte. |
Arrestada en su domicilio, Mariana es
interrogada por un Pedrosa implacable. Pero de su boca no sale
delación alguna. Enferma, se dispone su traslado al convento de Santa María
Egipcíaca. En la última oportunidad, con ropas de anciana, en un descuido de
sus vigilantes, logra salir de la casa, corre, pero es alcanzada. Requerida una
pronta solución del caso por el ministro Tadeo Calomarde, se condenó a Mariana
a la pena capital, que fue firmada por el rey. Nada podrá salvarla ya. El 26
de mayo de 1831, junto a la Puerta de Elvira, José Campomonte gira el tornillo
del garrote que rodea el cuello de Mariana. Y se hizo el silencio.
Mágnifico personaje, Mariana Pineda. Y de nuevo excelentemente contada su historia.
ResponderEliminarMil gracias y un abrazo desde Viena.
Pretendieron quitarle las ligas, para que no se ahorcara con ellas, pero Mariana se negó, y dijo que nunca consentiría en ir al patíbulo con las medias caídas. Una dame comme il faut. Impresiona que no consiguieran arrancarle ni una palabra delatora. Pobre mujer.
ResponderEliminarBuenas noches.
Bisous
Me ha gustado la historia, como siempre muy bien contada. Valiente mujer Mariana Pineda.
ResponderEliminarUn abrazo.
Al leerte me han entrado ganas de visionar la serie de Mariana Pineda, buen reportaje, un abrazo.
ResponderEliminarPersonaje emblemático de la libertad que encarna los anhelos de un pueblo que reniega del absolutismo.
ResponderEliminarUna premonición de lo que pasará después con el propio autor: detenido, humillado,vejado y asesinado debido a sus propias convicciones.
Un saludo.
Muchas gracias por recordar a esta mujer valiente.
ResponderEliminarHeroes y heroinas que olvidamos con el tiempo, y que deberíamos tener siempre presentes.
ResponderEliminarUna vida llena de sobre salto la vivida por esta señora… Me ha parecido muy curioso el apunte de Diana de Méridor en su comentario ¡Impresionante antes muerta que sencilla! Por cierto no encontré la entrada sobre la virgen de la Mosca o su pintor.
ResponderEliminarGracias por la visita y me alegra compartir al afición a los buenos caldos.
Momento negro en nuestra historia. Sorprende(?)la ruindad de algunos personajes y la entereza de Mariana Pineda. Por lo menos, ella ha ganado la historia.
ResponderEliminarSaludos, dlt.
Una cruenta represión la llevada a cabo por Fernando VII, una traición a su patria y aquellos súbditos que le habían vuelto a poner en el trono luchando contra el Francés...traidor y mil veces traidor.
ResponderEliminarSu perfil me ha hecho conocer más de esta mujer comprometida y valiente. Que como muchos seres valientes y comprometidos acabó mal, mientras los Pedrosa del mundo siguen medrando.
ResponderEliminarSaludos, DLT.
Valiente mujer contada de una manera deliciosa.
ResponderEliminarA veces, me impresiona que hay quienes se inmolan y no entendemos el por qué (o no queremos entender).
Saludos Amigo. Que todo vaya bien.
Una dama de altos vuelos y gran valentía en aquella España oscura de Fernando VII. Recomendable son la serie que se rodó hace tiempo sobre su figura y la novela de Calvo Poyato "Mariana, los hilos de la libertad".
ResponderEliminarUn slaudo
Una mujer valiente, ingenua y llena de ideales. Una historia, la de Mariana Pineda, que has narrado perfectamente.
ResponderEliminarSaludos dlt
Caballero he pasado a darle las gracias por la atención de añadir el enlace que por su puesto he leído nuevamente su entrada ya que no recordaba haberla leído. Mi curiosidad por este cuadro fue tras la lectura del libro” La virgen de la mosca” de Enric Balasch (que no es un libro de esos que marcan) pero sí muy agradable de leer ya que trata de la hipotética desaparición de este cuadro. Tras la lectura si busque información sobre él y como dato curioso le diré que la famosa mosca de este cuadro (y no de las dos copias que existen) está fue pintada a posteriori dato que se supo tras su análisis. En el documental de TVE Mirar un cuadro se explica el porqué.
ResponderEliminarReitero mi agradecimiento. Un saludo caballero andante.
Valiente mujer y por tan poco minucia fue asesinada al garrote vil simplemente por haber bordado en una bandera la leyenda «Ley, Libertad, Igualdad» y acusada de pertenecer a una conspiración liberal. No fue el balde su muerte.
ResponderEliminarGracias
Un abrazo
Pobrecita, morir tan joven. Siempre que se lucha por algo justo, quien da la cara termina por ser condenado. Muy bien contado. Un abrazo
ResponderEliminarHay que joderse, ejecutada por pedir igualdad, libertad y ley. Saludos
ResponderEliminarPara nosostros, los andaluces, es una heroina vinculada a la libertad y el andalucismo. Su figura, ha pasado por periodos de "olvido" y rehabilitación, dependiendo del régimen vigente.
ResponderEliminarFernando de los Rios jugó un papel muy importante en la recuperación de su memoria que esperemos siga vigente después de haber superado el "bache" de la dictadura.
Como siempre, es un placer leer en su blog los episodios historicos que relata por lo ameno y la claridad con que los expone.
Un fuerte abrazo.
¡IGUALDAD, LIBERTAD, LEY! preciosas palabras para dirigir el Estado español de entonces (con el felón de gobernante), como ahora, y que en mi ucrónica idea de una III República Federal Española, serían el lema perfecto.
ResponderEliminar¡Salud!
Que historia tan trágica. Y hasta bonita. Lo único, lo confieso, que me da un poco de envidia. Mi capacidad de sacrificio por cualquier causa es nula. Y leer sobre esta idealista lo confirma.
ResponderEliminarSaludos.
¡Vivan las caenas y mueran los negros!. Y tanto que lo cumplieron, acabando con la vida de esta valiente mujer.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Gran mujer Mariana Pineda, lástima del final tan trágico a causa de la trampa que le tendió Pedrosa. Muy buena idea la de sacar a su hermano de la prisión ¿lo cogieron después?.
ResponderEliminarUn abrazo Dlt
Era primo, y sí, al menos de esa se salvó. Acudió a casa de Mariana, pero el peligro allí era grande, y Pedrosa le pisaba los talones. Anduvo cerca de un mes de casa en casa en Granada hasta que eludió el peligro. Toda su fuga y peripecía se sabe porque él mismo lo dejó escrito.
EliminarUn abrazo.