SOCARRATS

   De entre las varias acepciones de este término valenciano tan relacionado con el fuego, quizás sea la artística la menos conocida. Socarrat es la capa de arroz que en contacto con la paella queda tostada y crujiente, delicia de los entendidos de universal plato valenciano. Por socarrats son conocidos también los habitantes de Játiva. Dicho gentilicio oficioso proviene del incendio que provocaron las fuerzas de Felipe V, cuando tras la batalla de Almansa, la población, que había sido partidaria del archiduque Carlos, fue saqueada y reducida a cenizas. Pero socarrats son también las hermosas losas de barro sin vidriar, que se cocían en los hornos de los alfareros valencianos. Tienen un origen medieval y durante los siglos XV y XVI era frecuente colocarlos como decoración entre las vigas de los techos de muchas casas y en sus aleros. También en los palacios, cuando los techos no estaban decorados por artesonados de madera, mucho más caros, se utilizaban los socarrats.


    Estaban pintados en tonos rojizos, marrones y negros, y se usaba para ello óxidos de hierro para los colores rojizos y de manganeso para los negros. Los motivos de los socarrats fueron muy variados. Los artesanos, en buena parte moriscos, los decoraban pintando con trazos gruesos formas geométricas, vegetales, animales tanto reales como imaginarios: grifos, dragones; y también figuras humanas o angelicales. De especial belleza eran las composiciones representando músicos, damas y caballeros en escenas galantes.

   Fueron muy notables los fabricados en Paterna, donde su producción fue muy abundante, aunque no exclusiva. También en la vecina Manises y otros lugares se pintaron y cocieron estas piezas. Hoy, siguiendo las técnicas ancestrales, aún se fabrican. Sin tener la utilidad práctica de otros siglos, los fabricados hoy son destinados al puro ornato, con el único fin de la contemplación de lo bello. 

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