En la capilla real del Palacio de Versalles está a punto de comenzar la Santa Misa. Es 15 de agosto, se celebra la Asunción de la Virgen y oficia Luis René Éduard de Rohan Guéménée, cardenal, príncipe del Sacro Imperio, primado de Alsacia, obispo de Estrasburgo, embajador, miembro de la Academia, Limosnero Mayor de Francia..., cuando unos alguaciles se presentan en palacio y detienen al príncipe de la Iglesia. La sorpresa es enorme, pero el escándalo aún será mayor cuando se conozca la causa del arresto.
Todo había comenzado tiempo atrás, cuando el camino
de Juana de Valois se cruzó con el de la marquesa de Boulainvilliers. Siendo
aquélla una niña aún, las cosas para la pequeña Juana comenzaron a cambiar.
Juana, aunque de ilustre apellido, era hija de Jacques de Luz de Saint Rémy de
Valois, personaje de vida poco ejemplar, descendiente de un bastardo reconocido
por Enrique II. Al morir Saint Rémy dejó en la miseria a la madre de Juana, que
poco pudo hacer por ella y sus otros dos hijos. Pero aquel encuentro casual con
la marquesa de Boulainvilliers abrió unas puertas que nunca hubiera soñado
tener ante sí.
La marquesa procura a Juana una educación elemental
en un internado. Después Juana, ya jovencita, ejerce diversos oficios y por
último ingresa en un convento; pero no es una vida de monja la que Juana piensa
que más le conviene. Es joven, hermosa, muy ambiciosa y es una Valois. El
primer paso tras escapar del convento es casarse con un oficial de la
gendarmería, un tal Antonio Nicolás La
Motte , al que Juana seguramente no quiso nunca, pero que,
ambicioso él también, o contagiado de la avidez de su esposa, el interés
mantiene unidos. Porque el interés de Juana es ascender, lo mismo que el de
Nicolás. Ella poco a poco se introduce en la corte, le presentan al cardenal
Rohan y éste no tarda en convertirla en su amante y favorecer al esposo de la
querida, mejorando su posición en la milicia, al tiempo que él mismo se
autotitula conde, lo que viene de perlas a Juana, ahora ya condesa de La Motte Valois.
Juana intriga sin pausa, maquina sobre su futuro, y
ama. No es el cardenal su único amante. Un vividor de nombre Rétaux de
Villette, tolerado por el conde, forma parte de su vida y va ha tener
protagonismo importante en los planes de la condesa, que cada vez mejor
informada averigua los íntimos anhelos de Su Eminencia el cardenal Rohan: agradar
a la reina María Antonieta y con ello, quién sabe, alcanzar un importante
puesto en el gobierno(1).
Y el cardenal, tontorrón, se deja embaucar por la
pérfida condesa y sus ayudantes. Una casualidad pone en manos de la condesa de la Motte el arma para consumar
su engaño: el capricho de la reina por las alhajas, y muy particularmente por
un collar que los joyeros Boehmer y Besenge tienen en su muestrario y que muy
apurados debido a su altísimo precio, un millón seiscientas mil libras, no
logran vender ni por lo mismo la reina comprar.
Con astucia, la condesa habla con el cardenal, hace
creer al purpurado su íntima relación con la reina, le engaña diciéndole cuánto
gustaría a la reina comprar el collar y cuánta discreción desea mantener en el
asunto; y cómo no, cuánto agradecería tal servicio. Atrapado en la red de la
condesa, que ha ido preparando el terreno con ayuda de Rétaux de Villette,
excelente falsificador, le muestra una nota firmada por María Antonieta de
Francia, que convence al cardenal sin reservas. Rohan, entregado a su ambición
y a sus propios sueños, con su talento encogido por las pasiones no advierte el
error de Rétaux: la reina sólo escribe su nombre de pila al firmar. A finales de enero de 1785 el cardenal Rohan
compra el collar en nombre de la reina, firma el contrato y acuerda en él los
cuatro plazos semestrales, de igual importe cada uno de ellos, que deberán ser
satisfechos en pago de la pieza. Por supuesto, el propio cardenal se constituye
en fiador de la operación.
El último día de enero el collar ya está en manos
de la condesa. El cardenal, con cándida inocencia, se lo ha entregado para que lo
ofrezca a la reina.
Para consolidar el engaño, los canallas orquestan
una nueva partitura, cuyas notas van ha sonar como música celestial en los oídos del incauto;
porque como si escuchara el canto de un ángel va a oír el prelado la voz de su
reina. El conde de La Motte
busca entre las prostitutas de los jardines del Palais Royal una dispuesta a
hacer el papel de su vida. La elegida es Nicole Leguay, conocida como madame de
Signy, a la que se le dijo representaría el papel de una baronesa, cuando en
realidad su actuación iba a ser la de doble de reina María Antonieta. Se le
adiestró en lo que debía decir y hacer, y fue llevada a los jardines de
Versalles en noche cerrada, cuando la escasa luz impedía reconocer a la actriz,
que era apenas una silueta. Pese a ello la baronesa Oliva, que ese nombre le
pusieron los directores de la farsa, tenía un más que notorio parecido con la
reina, fue vestida y arreglada conforme a los propósitos de los canallas y con
una rosa en la mano, se le advirtió que se presentaría ante ella un gran señor,
enamorado y entregado.
Avisado el ingenuo cardenal de una discreta cita
con la reina como señal de agradecimiento y prueba de amistad, Rohan es
conducido hasta el jardín de Venus por el farsante Rétaux disfrazado de
sirviente real, ante la supuesta reina. Al llegar ante su soberana, olvidando
sus prerrogativas, se inclina y habla:
─ Sabed, majestad, cuán sinceros son mis
sentimientos de lealtad a vuestra persona. Sabed, cuán feliz soy por serviros,
majestad.
─ Quedad tranquilo, pues todo el pasado queda
borrado─ contesta la baronesa en su papel de reina, al tiempo que entrega la
rosa a su admirador.
En ese momento, Rétaux y la condesa de la Motte irrumpen en la
escena. La función se representa con la precisión de un reloj.
─ Los condes de Artois se aproximan majestad─
anuncia Rétaux.
Es el momento de la despedida. El cardenal toma la
mano de la reina, la besa y, acompañado por la condesa de la Motte , se retira con
rapidez, mientras Rétaux y madame de Signy, que no entiende nada de lo
sucedido, se alejan por otro camino.
El cardenal Rohan es feliz, mientras Juana, el
conde, que ha vendido parte de los diamantes en Londres y el eficaz Rétaux
viven a lo grande de lo obtenido en la venta del collar y de las dádivas con
las que Rohan agradece a la condesa los servicios de todo tipo prestados. Mas
el tiempo pasa y el inocente, que bajo los hábitos de servidor de Dios oculta
sus debilidades por el mundo, pero que no engaña a la condesa de La Motte ante cuyos ojos exhibe
la mayor ingenuidad, próxima a la idiotez, al fin comienza a preguntarse porqué
la reina no vuelve a pensar en él, porqué nunca luce en su cuello el collar que
ya es suyo.
Y la condesa
de la Motte ,
ingeniosa como sólo ella sabe serlo, vuelve a engañar al crédulo Rohan, que
ciego, cree todo cuanto Juana le quiere hacer creer.
Sin embargo, en julio, el primer plazo para el pago
del collar, fijado para el uno de agosto, se aproxima. La condesa viendo que la
situación se torna comprometida, propone, en nombre de la reina, negociar una
moratoria, pero desconfiados los joyeros por su propia naturaleza de
comerciantes acuden directamente a la reina. Boehmer, liberado de
intermediarios descubre el fraude.
Esperaban los sinvergüenzas que el cardenal, en el
peor de los casos, se hiciera cargo del pago, que tratara de ocultar no la
estafa de la que había sido víctima, sino el ridículo que supondría para él la
publicidad del asunto; pero los joyeros presos del pánico, angustiados por las
posibles pérdidas, no quieren saber nada del cardenal. Reclaman a la reina y
denuncian al Limosnero Mayor del Reino.
Cuando el día de la festividad de Asunción de la Virgen el cardenal Rohan
termina de ser interrogado en presencia de los reyes y del barón de Breteuil,
ministro del rey, es trasladado a la Bastilla. Breteuil no es precisamente
partidario de Rohan, como no lo es María Antonieta y, los dos, cada uno por sus
propios motivos, ponen gran interés en airear el asunto para desprestigiar al
cardenal.
También Juana es detenida. La condesa de la Motte arremete contra todos
los que puede con tal de atenuar su culpa.
Involucra a José Balsamo, muy conocido, querido y admirado a partes iguales por
muchos, despreciado por otros. El conde Cagliostro, más conocido por ese título
que parece que él mismo se atribuyó, es acusado por Juana como sujeto
inspirador del engaño. Cagliostro es detenido, reside varios meses en la Bastilla , en peores
condiciones que el cardenal Rohan, desde luego, y se le somete a un careo con
la desvergonzada La Motte. Al
fin el Parlamento lo absuelve, lo mismo que al cardenal.
Muy decepcionada María Antonieta con la absolución
de Rohan, al que odia, se queja. Insiste ante el rey. Sus súplicas o quizás las
exigencias de la caprichosa reina no tardan en causar efecto. El cardenal es
desposeído de todos sus honores: una abadía será su principado a partir de
entonces. Tampoco el conde Cagliostro sale mejor parado. Parte para Inglaterra,
desterrado de Francia. Una “lettre de cachet”(2) así lo ordena.
Juana, por su parte, sí es condenada. El fuego en
su espalda desnuda señalándola como ladrona se le aplica a la vista de todos,
en la plaza. Poco después, tras fugarse o recibir ayuda para hacerlo, aparece
en Londres; pero aún allí es perseguida, acosada; mas no piensa dejarse detener. Desesperada, pone de
forma drástica fin a todo. Abre una ventana y se arroja al vacío.
La publicidad dada al caso por impulso de la reina
y por Breteuil , se volverá contra aquélla y contribuirá, un poco más si cabe, a
consolidar la mala fama de la reina que sólo firmaba como María Antonieta, que
era reina de Francia, pero que su pueblo conocía como “La austríaca”.
(1)
El desprecio y animosidad con los que regalaba la reina al cardenal provenía de
los informes y comentarios que su madre, la emperatriz María Teresa de Austria,
había vertido sobre las frívolas licencias que se había tomado el cardenal
durante su embajada en Viena.
(2)
Sobre las “lettres de cachet”, su uso y abuso, encontrará el lector cumplida información
en el artículo “Las lettres de cachet en el Antiguo Régimen” del blog “De Reyes, Dioses y Héroes” editado por La Dame Masquée.
Astucia, ambicion, inocencia, charme, encanto, corrupcion y desesperada busqueda de reparacion y justicia. No falta ningun ingrediente para que me encante este pasaje historico.
ResponderEliminarUn gran abrazo y que tengas un feliz dia.
Poco le importaba al hambriento pueblo de París que la reina no fuera realmente la culpable del encargo del collar, el más caro conocido. Madame Déficit ya había hecho méritos suficientes para granjearse la inquina de los franceses.
ResponderEliminarUn saludo.
Vaya historia más rocambolesca y con argucias se la montaba la condesea y su amante rufián, no el pobre y tontorrón cardenal, que cayó en la trampa, como un gatito desorientado. Narras la historia con una elegancia, intriga que da gusto leer. Un fuerte abrazo, querido DLT, y espero que los Reyes se hayan portado. Saludos.
ResponderEliminarHoy nos trae un tema interesantísimo, y crucial en la vida de María Antonieta justo en el momento más delicado. La capacidad de persuasión de Juana tenía que ser fuera de serie, para engañar de ese modo a todo el mundo y llevar adelante tan rocambolesca trama. Era de esas personas que son capaces de venderle un frigorífico a un esquimal. Y vaya actriz se perdió la escena francesa!
ResponderEliminarMuchas gracias por el link, monsieur, es usted muy amable.
Buenas noches
Bisous
Intriga, astucia y conspiración, se ve que sin estos ingredientes no hubiera sido posible la Historia tal y como la conocemos. ¿Quizá hoy en día la Historia sigue adelante con los mismos ingredientes? Mucho me temo que sí.
ResponderEliminarUn abrazo DLT.
Caramba con la intra historia de los últimos Borbones de Francia. La verdad es que con esas tramoyas y el pueblo de París soportando duros tragos en su vida cotidiana, no extraña que todo un sistema económico, político y social estallasen en aquél 14 de julio de 1789.
ResponderEliminarSaludos y que los Reyes te hayan visitado bien.
Que barbaridad, cuanta picaresca para una trama no tiene desperdicio.No hicieron si no acelerar mas la crespación que el pueblo sentía hacia esta reina que nunca aceptaron.
ResponderEliminarEspero que SS.MM se hayan portado bien.
Saludos DLT.
Menudo sainete. hay que ser bobo de solemnidad y ambicioso para caer en una trampa así. Menudo lío. Pero si es que en todas las cortes del mundo sucedía lo mismo. Al final todo se sabe. Si en aquella época hubiesen tenido televisión y una prensa como de la disponemos, no habría quedado cabeza sin decapitar.
ResponderEliminarUn abrazo
Vaya culebrón, pero interesante de verdad. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarImpresionante Juana, toda una self made woman... a la que no le hubieran venido mal unos pocos escrúpulos. Lo más curioso del caso es que faltó poco para que la jugada les saliera bien a los timadores: si los joyeros no hubiesen acudido directamente a la reina...
ResponderEliminarUn abrazo, dlt.
La verdad es que es un auténtico folletín. He pasado un rato muy entretenido leyendo esta truculenta historia que implicó a golfos, cardenal, condesa, reina... Como siempre, un placer leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Marques:
ResponderEliminarUn episodio donde se demuestra que la piceresca no es solo propiedad española...
Ya se ve a lo que algunos son capaces de llegar pr dinero...o por otra cosa...
Saludos Marques. Que los reyes hayan estado bien
He leído el texto varias veces, encantada porque está contado con esa mano maestra con la que tú cuentas las cosas, administrando la intriga en dosis justas... y todas las veces, jo, vale que la Valois es una bicha de lo peor...pero que quieres, es una bicha la mar de lista, como para quedarse en el convento ;)
ResponderEliminarUn beso, dlt
Una estafa en toda regla, no conocía este peculiar episodio de la Francia pre revolucionaria . Como siempre la forma como lo relatas es magistral, de una forma amena nos traes un capítulo de la historia que creo es poco conocido.
ResponderEliminarInfinitas gracias querido y admirado amigo por hacernos participes de tan interesantes e intrigantes letras. Muchos besinos de esta amiga
ResponderEliminarLos deseos de una mujer son siempre complacidos por un amante enamorado y no lo era menos el cardenal, un hombre como otro cualquiera pero con la particularidad de ser tontorrón, adinerado y poderoso, un cóctel peligroso en un hombre que ocupaba las altas esferas del estado.
ResponderEliminarEl escándalo del collar fue paseado durante las primeras fases de la revolución como ejemplo de despilfarro real y modelo de caprichos de la reina. Todavía hay quien duda de que Mª Antonieta no tuviera nada que ver...
Un saludo
Hola
ResponderEliminarLa verdad es que me he quedado impresionada por esta historia, Juana de Valois, bien vale uno de mis retratos. La tendré presente.
Estupenda entrega como siempre querido amigo.
Un beso grande.
Mi querido Dlt, ¡extraordinario relato nos has hecho de este episodio donde conjugas exquisitamente el tema y los detalles, el intriga y la emoción novelesca, los bajos instintos y la codicia suprema! Me ha dado pena llegar al final de tanto como me ha gustado; has recreado los acontecimientos y descrito a los personajes con magistral destreza y fuerza de tal modo que ha sido un auténtico placer su lectura.
ResponderEliminarGracias por una entrada tan magnífica y mil biquiños.
Hay que ver que astucias y engaños por todos los lados.
ResponderEliminarUna historia muy entretenida y muy clarificadora de las preocupaciones de los aristácratas de la época, lo que les llevaría a un final trágico.
Un abrazo.
Gran historia, no la conocía.
ResponderEliminarSaludos.
Interesante y entretenida historia por lo bien contada que esta. Como siempre un placer leerle.
ResponderEliminarUn abrazo.
Anda que no le tenían ganas a Mª Antonieta.... y el pardillo del cardenal, como se la pegaron, y al final todos los protagonistas directos e indirectos terminaron escaldados.
ResponderEliminarEso prueba que en todas las épocas ha habido defraudadores. Al final el tiempo pone las cosas en su sitio. En nuestro mundo actual,.....tendrá por fin su merecido los intrigantes y defraudadores?
ResponderEliminarEstas aventuras pueden ser tomadas como argumento de una gran película.La realidad, supera muchas veces la fantasía.
Un beso.
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
Folletín, ambición e historia, muy bien entrelazados.
ResponderEliminarLa intriga que has aportado en la narración está muy bien trabajada.
Un placer leerte.
Un abrazo.
Luego hablan de las novelas de ficción, la verdad es que la vida real, los hechos históricos rebasan en mucho la ficción de los novelistas, como en esta interesante y truculenta historia.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Todo un folletìn cortesano. Enhorabuena
ResponderEliminarun abrazo
fus
Conocía la historia, pero nunca de la manera tan detallada y tan atractivamente redactada. Me ha gustado mucho y es interesante (como todo el blog). Lástima que no dispongo del tiempo que quisiera para dedicarlo a la lectura. Un abrazo.
ResponderEliminarDesde luego, la trama es taimada y refleja muy bien que la maldad de algunos, el oportunismo de otros y la candidez de unos pocos es un cóctel infalible para causar grandes perjuicios, el peor, la acusación falsa de un inocente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola!! tu blog está genial, me encantaria afiliarlo en mis sitios webs y por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiarnos ambos con mas visitas.
ResponderEliminarme respondes a munekitacate@gmail.com
besoss!!
Emilia
Very cool blog. Interesting posts. ;)
ResponderEliminarNice atmosphere guests with you here on the blog. ;]
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I'm very concerned about this, please. :)
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Juraría que esta historia la he visto en una película!
ResponderEliminarHey he vuelto voy despacio devolviendo besos atrasados, te dejo unos pocos por las ausencias y otros por gusto.
Un placer conocer así la historia. Divertido, ameno y muy instructivo. Realmente rocambolesca la historia de este collar.
ResponderEliminarBesitos