Muchos son los hechos comprobados por la Historia como ciertos, pero también a muchos de ellos se les conoce un final distinto al verdadero, deformado por la transmisión oral o escrita después de que a los hechos se les haya dado una finalidad moral o un desenlace heroico.
Tras la caída del imperio romano, Italia estaba constantemente acechada por diversos pueblos llegados del norte. A mediados del siglo VI, después de los ostrogodos, llegó el turno a los longobardos. La Italia dirigida desde Rávena por el exarca bizantino no fue capaz de impedir la avalancha. Los longobardos entraron a sangre y fuego. A diferencia de los anteriores invasores, no tenían respeto por la superior civilización que encontraron al llegar. Las gentes eran asesinadas sin ninguna contemplación, los bienes arrasados, el arte mutilado. El artífice de la masacre fue el rey de los longobardos Albión. Estaba casado con Rosamunda, la hija de otro rey derrotado por el que ahora era su esposo. Rosamunda era la mujer de Albión, pero también su botín de guerra y…, su enemiga.
Era costumbre entre los longobardos, al vencer a los pueblos con los que se enfrentaban, utilizar el cráneo de los reyes rivales vencidos como vaso. Modelado y engastado con piedras preciosas, el cráneo del rey de los gépidos, Cunimundo, padre de Rosamunda, tuvo ese uso y Rosamunda, en una fiesta terminada en borrachera, obligada a beber del mismo. No es de extrañar que el odio a Albión le hiciera jurar que pagaría con la muerte aquella crueldad. Y así, poco después, un soldado gépido, antiguo servidor de su padre, seducido por la reina para obtener sus fines, dio muerte al rey lombardo. Su venganza se había consumado.
Varias versiones alargan la historia, convirtiéndola en leyenda. Una de ellas con final moralista cuenta que Rosamunda queriendo librarse de su incomodo cómplice y amante, ya innecesario, lo envenenó, haciéndole beber un tósigo mezclado con el vino; pero dándose cuenta él de su inmediato final obligó a Rosamunda a compartir la letal bebida. Una vez más la literatura nos enseña que no hay crimen sin castigo.
Siete siglos después, a Guilhem de Cabestanh le tocó vivir en tiempos de trovadores, de cortejos galantes, en los que las damas eran ensalzadas por sus enamorados. Guilhem era un caballero valiente en el campo de batalla, educado, culto y apuesto. Todo lo contrario que Raimón, señor del Castillo de Rosellón, zafio y grosero, celoso, con malos instintos, pero muy rico. Así las cosas no resulta extraño que Sauramonda, la joven y hermosa esposa de Raimón quedara prendada de Guilhem, que la había hecho objeto de admiración en sus versos. Raimón que sospechaba de la infidelidad de su esposa mandó espiarlos. Cuando le confirmaron que Guilhem prodigaba a su esposa atenciones galantes lo hizo asesinar.
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El Castellet construido en el S. XIV es uno de los principales atractivos de Perpignan, capital de la antigua región del Rosellón. |
A partir de aquí la historia continúa de un modo distinto a como lo hace la leyenda. Según ésta Raimón mandó arrancarle el corazón y que lo prepararan guisado con las mejores salsas. Al terminar la comida preguntó a su esposa si le había parecido gustoso el plato servido.
─Excelente, era una carne sabrosa y tierna─ contestó Sauramonda.
─Pues sepas ─le dijo su esposo─ que lo que has comido era el corazón de tu amado Guilhem. Sauramonda, incrédula, estaba a punto de increpar a su cruel esposo, cuando éste para demostrar lo que decía hizo traer una bandeja sobre la que estaba la cabeza del amante asesinado.
Sauramonda, desvanecida por la impresión, cayó al suelo. Al despertar, furiosa y trastornada, se encaró a su esposo y le dijo:
─La carne que me has ofrecido era magnífica. Tan excelente ha sido que no volveré a probar ninguna otra─ y corriendo se dirigió hacia una ventana desde la que se arrojó al vacío (1).
La realidad parece volverse a hacer dueña del relato: el rey de Aragón, del que verdugo y víctima eran vasallos, enterado de lo sucedido, mandó detener a Raimón, le confiscó todos sus bienes y ordenó fuera puesto entre rejas.
(1) Sauramonda no se arrojó desde ventana alguna, pues es conocido que sobrevivió a su malvado esposo, y contrajo nuevas nupcias.
Monsieur, qué deliciosas leyendas paralelas! Dificil decidir cuál de ambos esposos fue más cruel, pero desde un punto de vista literario es de agradecer que fueran tan malos. Me ha impulsado usted a tratar de averiguar más cosas sobre Sauramonda, Rosamunda y sus malvados esposos.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Bonita Historia/Leyenda.
ResponderEliminarMuy medieval, ya que en aquellos tiempos eran Señor de la Vida y Muerte de sus vasallos.
Te has fijao que el castellet de Perpignan, tiene un cierto parecido a la Torre del Oro.
Claro que la mía es más bonita y mejor terminada, el torreón esta centrado y en de Perpignan se les ha ido a un lado.
Saludos, manolo
Qué historias tremebundas, aunque se hayan aliñado un poco, no creo que desmerezca de lo que pasó en realidad. Sauramunda se defenestró por su propia mano, no es raro con el bestiajo que tenía por marido.
ResponderEliminarMuy buenas noches.
Que leyendas tan entretenidas y hermosas aunque no habría gustado ser su protagonista. Lo que tienen en comúnn ambos es la crueldad de los maridos. Horror beber del cráneo del padre o el segundo comerse el corazón del amado aunque las historías terminasen bien.
ResponderEliminarBss
Leyendas que la historia nos deja para ser contadas y deleitarnos con ellas.
ResponderEliminarEs una delicia leerlas...
Un saludo y gracias por ilustrarnos
Es un gozo enterarse de todas estas historias o leyendas tal como las cuentas. Un abrazo
ResponderEliminarLeyendas de tragedia, la de Rosamunda estaba cantado, el odio a su esposo tenía que ser enorme, visceral. Saramounda, ¿qué podía esperar después de la venganza de su esposo sobre su amante?, tremendo.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué historias nos traes! La historia de Rosamunda es un ejemplo de como siempre ha habido mujeres dispuestas a no soportar humillaciones y la de Raimón y Sauramonda son un ejemplo de pareja enfrentada en la cual el hombre no tiene escrúpulos de ningçún tipo, al menos terminó como debía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Caramba con las venganzas ancestrales de aquellos bárbaros germánicos que proyectaron una larga noche de mil años sobre la Europa Occidental, y de la que se libró la Oriental y bizantina. Me recuerda a las matanzas que leí en Los Nibelungos, con hunos y todo. Buffff... menos mal que vivimos en el siglo XXI y eso es solo materia de pelis y libros épicos y legendarios.
ResponderEliminarSaludos desde los Madriles señor DLT.
Juan
Mi querido amigo:
ResponderEliminarMe ha hecho usted ponerme a los pies de las -sin duda- bellas Rosamunda y Sauramonda, y jurar enemistad eterna al pérfido Albión y al caníbal Raimón, inductor a la necrofagia; porque cuenta usted estas historias paralelas de tal forma que hace vivirlas.
Muchas gracias, y un cordial saludo.
Hola me ha encantado la historia que hoy nos cuentas, es cierto que los cráneos se han utilizado para beber y para tener en cima de la mesa prioral de ciertos monasterios de clausura, siendo un cráneo de una hermana tenida por santa y a la vez priora, cosa detestable que al final conseguí que se quitara, aunque me pusieron uno de plástico jaja!!
ResponderEliminarTe dejo mi ternura
Sor. Cecilia
Dos historias muy fuertes. No sé con cuál quedarme: beber en el cráneo del propio padre debe ser horrible, pero zamparse el corazón del amante guisado a las finas hierbas debe ser malo para la digestión. ¡Qué tiempos!
ResponderEliminarUn saludo.
Estos forjadores de leyendas se aplicaban aquello de "que la verdad no te arruine una buena historia"
ResponderEliminarla trama del corazón comido es recurrente y fructífera :). Comparto el comentario de Madame, desde el punto de vista literario es una gozada que los malvados lo hayan sido tanto :)
ResponderEliminarTienes una manera deliciosa de contar las cosas. Un beso grande y feliz semana
Amigo, me han impresionado estas historias-leyendas, la verdad que nuestros antepasados, no se andaban con sutilezas a la hora de tomar venganza de sus enemigos.
ResponderEliminarMe encantan tus historias, siempre interesantes y amenas.
Un abrazo.
Que época màs cruel era aquella, a las gentes no les daba asco de beber en el cràneo de sus enemigos. No conocia la historia de Rosamunda ni la de Sauramonda, muy interesante
ResponderEliminarUn beso
Madre mía, que bestia sin corazón...(Nunca mejor dicho)
ResponderEliminarImpresionan ¡¡
DLT, pero la historia no sería tan trágica si Sauramonda no se hubiese arrojado desde el balcón, no? Tienes razón, en las leyendas historicas hay una parte de verdad y un mucho de mentira, de añadidos populares que vienen bien al caso. No conocía la historia de Rosamunda ni la de Sauramonda, pero en ambos casos, veo que estos pueblos tenían mucho que aprender. Buena semana, amigo, y saludos cordiales.
ResponderEliminarAmbas leyendas me han impactado.
ResponderEliminarNo me extraña, porque a veces la naturaleza humana nos hace realizar extrañas acciones.
Soy fanático de estas leyendas históricas o Historias de leyenda.
Saludos
Querido Dlt, yo siempre les repito a mis alumnos que detrás de las bellas leyendas existe un fondo de verdad y que el aparato legendario recubre muchas veces un poso, en realidad, más prosaico. ¿O no es más hermoso pensar que la guerra de Troya tuvo como origen el disputado amor de la mujer más bella del mundo que reconocer que el germen del conflicto estuvo en intereses comerciales y expansionistas entre las potencias de la época?
ResponderEliminarTu episodio caníbal me ha recordado otro, ¡como no!, de la mitología griega; cuando en la disputa por el trono de Micenas, los dos hermanos, Atreo y Tiestes, se enfrentaron con artimañas por ambas partes y cuernos incluidos, el primero se hizo con el poder y simuló reconciliarse con su hermano; pero asesinó en secreto a tres de sus sobrinos,y no satisfecho con el crimen, los despedazó y se los sirvió como manjar a su propio padre, Tiestes, en un banquete. Cuando hubo comido, Atreo le mostró las cabezas de sus hijos, le reveló la naturaleza del manjar y lo arrojó del país.
La mitología está repleta también de episodios espantosos.
Mil bicos, amigo.
La imaginación popular unida a hechos célebres disparan la creación de la leyenda que se fertiliza aún más en la tradición oral.
ResponderEliminarToda leyenda encierra detrás hechos históricos verdaderos y, por supuesto, ficción, lo que la convierte en deliciosa literatura. Y eso es precisamente lo que me han parecido tus dos leyendas, deliciosos relatos de memorias e imaginación pasadas.
Siempre un placer leerte, Dlt.
Parece que la buena señora coleccionaba o atraía a los buenos esposos, posiblemente era con los que hacia buena pareja. Dos historias paralelas y sin desperdicio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Terribles ambas historias. La humillación del cráneo convertido en vaso era muy propia de aquellos pueblos bárbaros de monarquías electivas...la del corazón de Guilhem bastante cruel y repugnante al mismo tiempo.
ResponderEliminarUn saludo.
Me llama la atención que las protagonistas de ambas historias cruentas y terribles tengan nombres tan similares. ¿Casualidad? A veces la realidad supera la ficción (o la leyenda).
ResponderEliminarSaludos
Es curioso como las leyendas perduran por encima de las realidades de la historia, siempre son más atractivas claro para la literatura y para las moralejas
ResponderEliminarUn beso
Las leyendas son una de mis aficiones, por la curiosa mezcla que hacen de realidad y ficción. Y como todo cuento tienen su moraleja final. Me han encantado las dos, a pesar de las barbaridades que tenían que sufrir algunos de sus protagonistas :-))
ResponderEliminarMe recuerda a otras leyendas medievales, que tienen finales parecidos. Por ejemplo la leyenda de la Corona de Fuego, que si me da usted su permiso, paso a relatarle :
La trama argumental gira en torno a un pasadizo subterráneo que uniría el palacio condal de Monforte de Lemos con la iglesia de San Vicente del Pino; durante una ausencia del Conde de Lemos, que parte a cumplir con encomiendas reales, el abad del Monasterio benedictino de San Vicente, se habría servido del corredor para mantener un romance con la hija del conde; en algunas versiones, sin embargo, se trata de su esposa. Al retorno del conde, y enterado del lance amoroso, invita al abad a una opípara comida; cuando ordena que se traigan los postres, un sirviente del conde trae una corona de hierro al rojo vivo, con la que corona al abad, provocándole la muerte...
Como siempre, un placer visitarle de nuevo y discúlpeme si no me he pasado todo lo que yo quisiera por su blog, mis recientemente adquiridos deberes paternales no me han dejado mucho tiempo :-))
Mi querido amigo: tus "historias" realmente te hacen viajar a la historia y para juzgarlas o tratar de entenderlas deberíamos emplear los mismos códigos, normas, entorno, etc. ¡muy bravas las mujeres! En esa época, la vida, tampoco valía mucho. Caído Justiniano, quien tanto hizo por el derecho, en el que el occidental se funda, abatido el Imperio bizantino por la peste negra¿?, con estos crueles lombardos y los reinos debatiéndose en guerras hermanas. ¡¿Cómo no entender estas prácticas de venganza?! si bien, siempre el homicidio es condenable.Un abrazo y gracias por compartir tus enriquecedores textos. Nos vemos en el camino
ResponderEliminarAmigo dlt: me encanta la historia e intento siempre aprender un poco más, pero, las leyendas... ¡ah, las leyendas! Me hacen volver a ser un crío embobado ante una buen cuento bien narrado.
ResponderEliminarAbrazos
Leyendas, historias crueles que eran corrientes en cada momento, la verdad que nos hemos salvado del mundo pasado.
ResponderEliminarSaludos
Ciertamente hay que dudar mucho de las historias, el paso de los muchos años las va cambiando como si fuera una masa blanda, se quita, se pone, aunque no dejan de hacer volar la imaginación. Por cierto, este verano visité esas tierras.
ResponderEliminarBesos