Que haya habido un hombre que, durante toda su vida, se haya visto confinado, sin ser culpable de delito alguno, y con el rostro oculto para que nadie pudiera reconocerlo, más aún, conocerlo siquiera, es algo que siempre ha despertado la curiosidad de historiadores, novelistas y en nuestra época directores de cine. Varias películas se han rodado, con más o menos rigor, relatando las desventuras de tan enigmático personaje.
Aunque se ha dudado de su existencia; sin embargo, está comprobado por la historia que el enmascarado vivió, ya que se conoce el nombre de su carcelero, el mosquetero Saint-Mars, el lugar de su muerte, la Bastilla, y la fecha, el 19 de noviembre de 1703.
También parece claro que no fue cubierto con una máscara de hierro. En realidad su rostro debió verse oculto por algún tipo de antifaz, probablemente del tipo veneciano, de terciopelo, que cubría frente, nariz y pómulos. Aceptada su realidad existen varias hipótesis acerca de la posible identidad de tan desgraciado ser. La más difundida, aunque no por ello la más verosímil, es la que le atribuye parentesco fraterno con el rey Luis XIV de Francia. Según esta teoría, el rey Sol no habría soportado la existencia de un gemelo que eclipsara su luz. Voltaire, influyente como pocos en el siglo XVIII, defendió esta hipótesis. Novelistas, pero también historiadores, en el siglo XIX, la apoyaron. El vizconde de Bragelonne, tercera parte de una trilogía formada por “Los tres mosqueteros” y “Veinte años después” de Alejandro Dumás padre, sirvió para difundirla. Pura fantasía, como lo fue también mucha de la historia difundida por autores románticos en el siglo XIX. Pese a ser aún la creencia más aceptada, historiadores más rigurosos y críticos rechazan dicha solución.
Otra hipótesis sobre la personalidad del prisionero enmascarado recae sobre Nicolás Fouquet. Había entrado en la administración de la mano de su padre y poco a poco había ascendido hasta convertirse en ministro de finanzas. Amasó una gran fortuna y adquirió con parte de ella un palacio que acondicionó y decoró de tal forma que rivalizaba con los del rey. Preparó una gran recepción a la que asistió Luis XIV. El rey Sol, una vez más, envidioso, creyéndose oscurecido, mandó apresar a su ministro. Tras un largo e inicuo proceso, Fouquet no volvió a ver la luz. Surgen dudas sobre su muerte. Aunque se afirma que falleció en 1680, no consta certificado alguno de su muerte. ¿Permaneció preso después de su fallecimiento oficial? Fouquet hubiera tenido 88 años al morir en la Bastilla en 1703. Es improbable que fuera el enmascarado, pero no imposible.
También pudo serlo Antonio de Matthioli. Éste era secretario de Estado del duque de Mantua. Joven, impulsivo, estaba en la cima del poder, y hacía uso de él. Para ello precisaba de mucho dinero, y a cambio de él ofreció a Francia una fortaleza, que no pensaba entregar: Casale. Luis XIV, engañado, lo capturó y ordenó fuera preso hasta el fin de sus días. Nadie preguntó por él. Tampoco su duque movió un dedo por salvarle.
Estos personajes y otros muchos han sido propuestos por la imaginación popular y también por la de los estudiosos como el desgraciado enmascarado, habitante de la Bastilla, custodiado por el mosquetero Benigne de Saint-Mars, persona muy próxima al rey. Saint-Mars se llevó a la tumba en 1708 el secreto de su identidad, cinco años después del fallecimiento del hombre de la máscara de hierro.
No conocia las otras dos hipotesis que mencionas. Creo que al menos la primera es muy improbable, por la edad a la que habría muerto.En realidad es uno de esos misterios que nunca se resolverán , a no ser que aparezcan nuevos documentos.
ResponderEliminarUn abrazo .
Veo que tienes artículos muy interesantes.