Ésta es la historia de un asesinato del que sólo hay una certeza: la identidad del muerto; del resto sólo incertidumbre. No hay seguridad sobre la autoría del crimen ni sobre el móvil, aunque sí muchas sospechas. Don Luís de Góngora lo explicó muy bien con una décima que compuso para, de modo sutil, dejar escrito lo que muchos pensaban sobre el caso:
Mentidero de Madrid
decidnos, ¿quién mató al conde?
Ni se sabe, ni se esconde
Sin discurso, discurrid
Dicen que fue el Cid,
por ser el conde Lozano.
¡Disparate chabacano!
La verdad del caso ha sido
que el matador fue Bellido
y el impulso soberano.
Don Juan de Tassis y Peralta, segundo conde de Villamediana, fue un personaje de novela. Sus intensos cuarenta años de vida fueron una constante búsqueda de aventuras y peligros. Fue correo mayor del reino, un cargo bien retribuido que le permitió satisfacer su gusto por las obras de arte. Llegó a poseer una estimable colección de cuadros y joyas, especialmente diamantes. También dedicó tiempo a componer poemas, algunos muy críticos con sus enemigos, que le valieron la continua hostilidad de sus destinatarios; otros galantes, que utilizó para sus conquistas amorosas. Cortesano ambicioso, pendenciero, imprudente, lujurioso y a menudo mendaz, al principio ganó la confianza de un jovencísimo Felipe IV al que acompañaba en correrías por los barrios bajos de Madrid. La enemistad del ascendente conde de Olivares (1), que veía en él un peligro, y las osadías de Villamediana en palacio le alejaron del rey. De compañeros en juergas pasaron a ser rivales: por un lado la pugna por doña Francisca de Tabora, amante del rey, y cortejada también por el conde; y por otro el rumor, convertido en clamor, de que el conde cortejaba a la propia reina Isabel, que le correspondía. Algunas anécdotas hablan sobre dicha relación: se cuenta que estando la reina asomada a un balcón del alcázar unas manos, desde atrás, taparon sus ojos:
─ ¡Estaos quieto, conde! ─dijo la reina creyendo que aquellas manos eran las de su amante, al tiempo que se daba la vuelta.
La reina, rápida de reflejos, al ver la cara contrariada del rey por titularlo conde, añadió:
─No os extrañéis, acaso ¿no sois conde de Barcelona?
Si a estas audacias cortesanas se unen ambiciones políticas, las sospechas de Góngora parecen fundadas.
Meninas de Manolo Valdés. Doña Francisca de Tabora pudo ser causa, entre otras de la rivalidad entre Felipe IV y el conde de Villamediana. |
Si a estas audacias cortesanas se unen ambiciones políticas, las sospechas de Góngora parecen fundadas.
Y todo en el poema apunta hacia el autor del crimen sin decirlo: Bellido Dolfos fue el asesino del rey de Castilla, Sancho II, durante el sitio de Zamora. Se supone, que el tal Bellido fue inducido a cometer el asesinato por doña Urraca, defensora de Zamora y hermana de Sancho, cuando aquel se ofreció al rey castellano para indicarle los lugares más vulnerables de las murallas zamoranas y, aprovechando un descuido, lo mató de un lanzazo.
Bellido Dolfos fue el instrumento de la voluntad ajena, y ha quedado como símbolo de la violencia ordenada por tercero, y Góngora lo utilizó para involucrar al rey en el asesinato.
Al anochecer del 21 de agosto de 1622, Villamediana iba acompañado de don Luis de Haro, amigo suyo, en coche de caballos, de regreso a su casa. De pronto un hombre, se cree que un tal Ignacio Méndez, aupándose al estribo del coche se asomó al interior y clavó una daga en el pecho del conde. La muerte fue casi instantánea. El agresor se dio a la fuga. Parece que hubo quien le ayudó en la huida. Nunca las investigaciones, obstruidas, llegaron a conclusión alguna. A Méndez, años después, Olivares ya conde-duque lo nombró guarda mayor de los reales bosques.
(1) Don Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde de Olivares añadió al título de conde el de duque dos años después del asesinato de Villamediana. Durante muchos años, hasta su caída, locura y muerte en Toro, dirigió los destinos de una España, en la cumbre del arte y las letras, que se desangraba en lo humano y en lo económico, tratando de mantener un imperio, que otros trataban de arrebatarle.
Deliciosas intrigas palaciegas las que salen de tu pluma, Dlt, y ese poema de Góngora...actuales y encantadores versos comadres del Siglo de Oro, ojos atentos al devenir mundano y de la Corte que daba mucho de sí alcanzando incluso a la poesía, lírico periódico de lenguas afiladas.
ResponderEliminarEncantada siempre de leerte y disfrutarte.
Un enorme abrazo.
Parece una novela. Muy bien narrada la vida de este conde aventurero, juerguista y mil cosas más. Esto me hace retroceder en la historia a las épocas de los duelos y conquistas amorosas, las citas secretas y los amantes.
ResponderEliminarMe haces leer estas historias con un gran interés.
Un saludo.
Una trama real muy bien relatada, ha sido un placer leer este trozo de historia.
ResponderEliminarSaludos.
Como tu dices, fue un personaje de novela, pues en su vida hubo de todo, amor, envidias, odios... Que época màs interesante, con felipe IV, el Conde Duque de Olivares, Velazquez y el poeta Gongora.
ResponderEliminarTienes una forma de contar la Historia... es un placer leerte
Un beso amigo.
Parece que a Felipe IV le pagaban con su misma moneda, es decir, la de meterse en cama ajena, o al menos intentarlo. Demasiado delito eran el cortejar a la Reina y ese sería suficiente motivo para que Feliep IV ordenase eliminarlo, aunque como dices nunca se ha podido demostrar.
ResponderEliminarUn saludo.
Monsieur, un personaje fascinante sin duda el del conde de Villamediana.
ResponderEliminarComo en una ocasión me comentó usted que es admirador de Néstor Luján, imagino que habrá leído su estupenda obra "Decidnos, quién mató al conde".
Qué opina usted de eso de que en realidad iba detrás de Felipe?
Feliz dia, monsieur
Bisous
"Fue el traidor Bellido Dolfos
ResponderEliminarhijo de Dolfos Bellido
si gran traidor fue su padre
mayor traidor es el hijo"
En lo que queda del viejo Reino de León, Bellido Dolfos no tiene esa injustificada fama, por el contrario, está considerado como el gran héroe que de verdad fue(jajaja) al hacer posible el ascenso al poder del buen rey leonés Alfonso VI y librarnos a todos de la demencia megalómana de su hermano ...pero luego, claro, el Cid lo contó a su manera y le hicieron caso a él, calumnias, calumnias jeje
Que preciosa entrada, dlt, parece una entrega del Alatriste :)
Un beso
¡¡Las intrigas!! son el plato más interesante de la historia, me gusta venir a ser instruida desde tu pluma.
ResponderEliminarEspero se publique que ya van 4 intentos y se me resiste, terminaré diciendo tonterías fijo
Un saludo
A mitad de camino entre el relato histórico y la novela de intriga. Casi puede adivinarse el decorado que rodeó el misterioso y nunca descubierto asesinato. Cuando no interesa no se investiga.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha gustado mucho, sobretodola intriga que usas sobre que solo se conoce al muerto....
ResponderEliminarParecen intrigas de la corte de Luis XIV... ;D
Saludos
Fue rapida de reflejos la reina en esa situacion que cuenta. Tuvo que tener sangre fria, sino, la lian parda.
ResponderEliminarSaludos!
Contesto, señora. Conozco los descubrimientos de Narciso Alonso Cortés, y es posible, que un licencioso como Villamediana, estuviera implicado en algún turbio asunto, pero ni Deleito Piñuela, en 1935, apenas siete años después de publicar Alonso sus tesis, ni Diaz Plaja ni el citado Néstor Luján relacionan la influencia del rey en tapar el asunto de su proceso de homosexualidad con alguna relación con el propio monarca. Pienso, que posiblemente Villamediana hizo lo que el cuerpo le pidió y que el rey, muerto el rival, no tuvo inconveniente en impedir la humillación del conde, y es si bien se alzaron voces amigas a favor de Villamediana, como la de Góngora, no es menos cierto que tuvo muchos enemigos, granjeados a pulso con sus lances de todo tipo, literarios y amorosos. Y éste es el encanto de esta historia, el de la duda, el de poder imaginar distintos finales, convirtiendo la historia en una novela con final abierto, como hizo Néstor Luján en el libro que del que habla, que sí he leído y que incluyo en la bibliografía porque siendo novela es un placer su lectura, y la considero de suficiente valor. Gracias a todos por sus comentarios.
ResponderEliminarSiempre me ha fascinado la historia del conde. Leí a Luján y disfruté.
ResponderEliminarNos iremos viendo por aquí. Un placer leerte.
Muy interesante la aportación que has hecho en mi blog sobre la autoría de este pequeño cuento.
ResponderEliminarDesconocía el autor al igual que tu nombre. Lo primero ya esta solucionado porque he añadido una nota al final de la entrada aclarando este punto y un enlace a tu página.
Gracias
Es una entrada muy interesante y sugestiva. Villamediana era, a su manera, un dandy. El oficio de Correo Mayor era de los buenos. Y la Corte un mundo. Nestor Luján escribía maravillosamente, era un hombre culto cuya lectura y relectura nunca decepciona. Y siempre se aprende con él. Como con este blog.
ResponderEliminarSaludos.
Historia interesantísima y desconocida por mi, en esa España de Felipe IV, que cada vez me fascina más. Intrigas, desvelos y muertes en palacio. Un placer leerte. saludos.
ResponderEliminarOtra página de la historia contada con tu habitual amenidad.
ResponderEliminarHe perdido mi lista de seguidores y me gustaría retomarla, si no te importa clica de nuevo. Un saludo
Más o menos está claro el asunto. El conde de Villamediana salía de putas por Madrid con el rey y era su mano derecha en ocio y divertiemento. Pero, una cosa está clara: en semejantes ocasiones nunca se debe eclipsar al rey y Villamediana me temo que lo hizo. ¿Amante de la reina? Esto no me lo creo porque el conde podría ser más orgulloso que el rey por egocentrismo, pero nunca traicionaría a un amigo Felipe IV. ¿Sería el inductor Olivares porque aspiraba políticamente a arrabatarle el puesto? Quizás por ahí pueden ir los tiros... Además no hay que olvidar que el rey de facto era el conde- duque, pues dominaba a toda la Administración, incluida la Justicia...
ResponderEliminarSaludos
Según parece nuestro amigo Villamediana era un intrigante de mucho cuidado "amigo de toda clase de fanfarronerías huecas que sólo servían para procurarle enemigos, se había labrado tantos y tan importantes de ellos que nadie se preocupó de quién era su asesino" Dicen incluso que que la Inquisición le abrió un proceso secreto por sodomía con algunos esclavos negros y conjetura que el rey Felipe IV ordenó su asesinato para evitar el escándalo....vaya usted a saber. El caso es que su muerte fue un alivio para muchos.
ResponderEliminarFabuloso su relato amigo mio, gracias.
Se cuenta de él, si no me falla la memoria, que en su atrevimiento en una ocasión en que había un espectáculo de caballeros en la plaza Mayor de Madrid, salió al centro con un escudo que llevaba pintados varios reales y el lema "Son mis amores". Así que todo el mundo leyó "Reales son mis amores" apuntando directamente a la reina. En fin, hay gente que nace para retar... Saludos cordiales.
ResponderEliminarHola , gracias por tu visita , hoy es el primer día que salgo a comentar, mi ordenador se ha estropeado y voy con un portátil que no entiendo.
ResponderEliminarBuena relación ´n de esa apasionante historia.
Muchas gracias
Con ternura
Sor.Cecilia
Un misterio sin resolver, que me temo así quedara salvo que en algún archivo polvoriento se encontrara algún documento revelador...
ResponderEliminarBuenas noches,
ResponderEliminarEstoy haciendo un estudio sobre doña Francisca de Tabora y, si es posible, me gustaría saber por qué dices que fue pintada por Velásquez. Estamos estudiando un retrato no firmado, sabemos que es pintura española pero no conocemos al autor (había una tradición familiar que decía que podía ser de Velásquez, sin embargo, sin pruebas documentales ...)
Agradezco cualquier información que pueda ayudar.
Muchas gracias
Saludos,
Pedro de Almeida