Secundona y sin ningún atractivo físico, Catalina de Erauso nace en San Sebastián a finales del siglo XVI. Su familia tiene tierras y negocios pesqueros por lo que Catalina disfruta de una cómoda posición propia de la pequeña nobleza a la que pertenece. Tiene cuatro hermanos, de los que el mayor, Miguel, seguirá la carrera militar, y otras tantas hermanas; y a ella, la menor, como a otras de circunstancias parecidas, el destino le depara una existencia dedicada a Dios, tras los muros de un convento; pero Catalina, que tiene rasgos varoniles, fuerza de hombre y, como se verá, mentalidad masculina, no está por gastar su vida en monótonos ejercicios espirituales ni limitar sus aventuras al corto paseo que hay desde su celda al claustro conventual.
San Sebastián |
En cuanto tiene ocasión huye del convento y emprende una carrera que no terminará hasta que cumplidos los 58 años muera en México, después de una vida azarosa llena de aventuras.
Su desbocada carrera en busca de fortuna le lleva al Nuevo Mundo. Toca tierra en Cartagena de Indias. Vestida de hombre, nadie sospecha que no sea lo que aparenta. Parece que un remedio aprendido de un italiano, que ella misma se aplicó, dio el resultado de secarle los pechos, lo que convenía mucho a su nueva condición. Recorre la América española. Se alista como soldado e interviene en las luchas contra los indios araucanos. Tiene valor, sabe manejar la espada y no le importa matar. Asciende al grado de alférez. Su vida transcurre como la de cualquier rudo soldado y cuando no participa en la lucha dedica su tiempo al juego y a lo que cualquier hombre acostumbra. Una partida de cartas la enzarza en una riña. Catalina mata a un hombre. No es la primera vez que quita una vida. En Trujillo, tiempo atrás, otro hombre perdió la vida por su mano. Una iglesia le dio refugio. Ahora, en la ciudad de Concepción, otra vez es recinto sagrado el que la salva. La iglesia de San Francisco le dará cobijo durante seis meses, hasta que la relajación de la vigilancia le permita huir. Al salir, de nuevo se mete en líos. Con un amigo, sin querer, participa en un duelo. Acude acompañando a un testigo. No es asunto que vaya con Catalina, pero al fin todos acaban empuñando sus aceros. Varios hombres mueren. En la lucha mata a su rival, pero quiere saber el nombre de su víctima. Lo pregunta.
─Soy el capitán Miguel de Erauso─ contesta el agonizante.
Catalina queda paralizada.
─¿Y vos, quién sois? ¿Cuál es el nombre de quien se me lleva la vida?─ pregunta Arauso.
Catalina casi sin habla reacciona al fin. Acierta a mentir:
─Soy el alférez Díaz.
Ha matado a su hermano.
─Soy el alférez Díaz.
Ha matado a su hermano.
Y otra vez es recinto sagrado el que la protege; y otra vez acaba escapando; pero los problemas a Catalina la acompañan siempre, nunca logra dejarlos atrás. En una nueva correría, la penúltima, se hace notar y alguien la reconoce. Tiene cuentas pendientes con la Justicia y sus representantes hacen acto de presencia. Eso y formarse dos bandos empuñando sus armas es cosa de abrir y cerrar los ojos. Pero un obispo, Agustín de Carvajal, la protege y por fin descubre su secreto. Catalina, recuperado su género ante el obispo, habla de su servicio a la Corona. Queda redimida, se pone un hábito y se aloja en un convento de Lima. Todo el mundo la llama “La monja alférez”. Su fama crece y ella lo aprovecha. Vuelve a España, y se reivindica como un buen soldado y un buen español, tanto que en un viaje a Roma, donde todo el mundo la admira, cuando un cardenal la alaba y únicamente afea de su persona el ser español ella contesta :
─Veo precisamente en ello mi mayor mérito.
Cualquier parecido con una delicada dama, aunque fuera monja, es pura coincidencia.
ResponderEliminarOtro ejemplo de persona instalada en un sexo equivocado.
Un saludo.
Truculentísima vida que más que equivocado sexo era de una violencia innata.
ResponderEliminarUn saludo.
Vaya vida más azarosa, aunque termina siendo lo que de joven no quería ser: monja. Resulta chocante que se tolerara en la época el sexo cambiado, si hubiera sido al revés, un hombre que se considerara mujer y hubiera vivido como tal, hubiera sufrido muchos problemas.
ResponderEliminarHistoria muy entretenida, para escribir una novela.
Un abrazo.
Hola Marques:
ResponderEliminarEl mundo gira y gira...Mira que matar al hermano... Debió ser escalofriante y tuvo un corazón de acero al no desfallecer en ese momento.
Una vida interesante.
Que los Reyes se hayan portado bien
Saludos
Menuda vida, de muerte en muerte y siempre escapando, de su sexo, de otros...
ResponderEliminarSaludos
Mas que vida azarosa, llevó una vida desquiciada en cuanto a muertes y se cobijaba en el santo santorum de la iglesia cuando le convenía. ¿....?Era un hombre en cuerpo de mujer, eso, ni ella, ni nadie tiene la culpa, si hubiese sido hetero, habría pasado sin conocerse su historia.
ResponderEliminarSaludos, manolo
He de confesar que conocía esta historia por el cine, y también que me apasiona la vida de esta mujer como la de tantas otras heroínas, Juana de Arco, Mariana Pineda, Agustina de Aragón...
ResponderEliminarDel relato, lo que más ha llamado mi atención es lo orgullosa que se sentía de ser española. Estas cosas se las cuentas a uno de San Sebastián ahora y no se lo cree. Ya sabes que la última moda de las autoridades en el País Vasco es inventarse la Historia, y en ella no entra que un vascongado amara y luchara por España.
Un abrazo.
Hay vidas muy azarosas, pero tal vez ninguna supere la dimensión de esta monja alférez.
ResponderEliminarQuizás no se sentía contenta con su cuerpo esto le hizo tener una vida agitada de lucha que al final la llevó al mismo punto de partida, como se dice volver a la nada.
ResponderEliminarUn abrazo
Querido Dlt, ¡qué novelesca y ajetreada vida la esta mujer a la que la naturaleza dio un cuerpo equivocado! Y sorprende que el propio papa en Roma la autorizase a vestir con ropas de varón y que durante su estancia en la Ciudad Eterna nobles y príncipes la agasajasen constantemente.
ResponderEliminarUna vida digna, por sus luces y sus sombras, de figurar en los Anales de la Historia.
Que los Reyes hayan sido generosos contigo, amigo.
Mil bicos.
Mire que pretender meterla a monja... Si es que hay padres que no sé dónde tienen la cabeza. Claro que como además de ser la menor, la debían de considerar incasable por un par de razones, supongo que no vieron otra alternativa. Pobre Catalina.
ResponderEliminarPero oiga, vaya casualidad la de ir a matar a su propio hermano al otro lado del mundo, no me diga. Y no haberlo reconocido, además. Porque vale que él no la reconociera a ella, ya que debía estar algo cambiada con respecto a la última vez que la había visto, pero Catalina se ve que no era muy fisonomista.
Y qué grosero el cardenal, no, monsieur? Si es que hacían cardenal a cualquiera.
Feliz tarde, monsieur
Bisous
Triste el episodio de la muerte de su hermano y casi increible que se le permitiese vivir y vestir como hombre. Entrada entretenida.
ResponderEliminarSaludos
WAW!!! Que gran historia!! Gracias por compartirla...
ResponderEliminarPaz&Amor
Isaac
Vaya por los avatares vitales que pasó este mujer, desde luego, nada convenciona. Vida novelesca y así fue llevada a la literatura; vivir como un hombre en la Edad Media era como un seguro de vida. Un fuerte abrazo, querido amigo.
ResponderEliminarLa verdad, no entiendo ni torta que hace esa mujer con unos hábitos de monja si lo que realmente quería ser era soldado... (y mucho menos entendible que pase a la historia por ese avatar...)
ResponderEliminarSoldados atrapados en monjas, hombres atrapados en cuerpo de mujer...
Humanos...esa gran paradoja.
Un beso, Dlt.
Una vida digna de novelar.
ResponderEliminarSiempre me sorprendes con tus historias
Un beso
Era tiempo de aventuras en aquella España alucinante y alucinada y, por tanto, todo podía pasar.
ResponderEliminarQué sacrificios debía de hacer una mujer de su tiempo para huir de su propio destino. Por su valentía y su servicio a la corona no acabará en manos de la Inquisición, triste destino de otras mujeres que quiesieron ser hombres.
ResponderEliminarSaludos
Un hombre encarcelado en su cuerpo de mujer y que por la cultura de aquella época su futuro era un convento al cual se reveló.
ResponderEliminarReferente al comentario de ELENA, no generalices y date una vuelta por el palacio Miramar de Donosti donde encontrarás un homenaje a dicho personaje en forma de busto en medio de sus jardines y una calle en el centro de la ciudad. Hay que dejar de intoxicar ELENA.
Un saludo.
Con el vigor y la resolución que demostró Catalina, hasta me parece poco que le pusieran el mote de monja alférez, al menos capitán o general. La naturaleza tuvo una distracción con esta ¿mujer? Si nadie descubrió el engaño es que su físico varonil y rudo tenía escasos atributos femeninos. Asombra la coincidencia fatal de no reconocer a su hermano y darle muerte.
ResponderEliminarNo quiero pensar el efecto que causó a las monjas del convento, pobrecillas, dormirían con un ojo abierto.
Jjejeje Acierta Marisa "Humanos, esa gran paradoja"
ResponderEliminarMontas un relato sobre un personaje como Catalina y todo el mundo pensaría que sobreactúas. Que con la muerte del hermano se te han pasado las tuercas.
Ah, la realidad siempre puede ir (y va) más alla de lo que la ficción puede permitirse.
Abrazos, dlt-
Aclaro: Miguel Erauso, como capitán, ocupaba, en Concepción, un importante puesto en la Administración, y Catalina lo sabía.
ResponderEliminarRefiere la propia Catalina en sus “ Memorias de una monja” que la noche del duelo en el que dio muerte a su hermano: “…tomamos las espadas y las capas y salimos al puesto señalado. Era la oscuridad tan suma que no nos veíamos las manos…”, y para no equivocarse y evitar el peligro de herirse entre sí se anudaron pañuelos en los brazos. Al llegar se identificaron a sus preguntas don Juan de Silva, el amigo de Catalina, y don Francisco de Rojas, el rival, y comenzaron la lucha, seguramente entre profundas sombras, generalizándose el combate al resultar herido don Miguel, que continuo la lucha, muriendo al final los dos principales y el testigo de don Francisco, don Miguel, sin que Catalina hubiera podido reconocerlo hasta que él dejo dicho quien era; porque continúa la propia Catalina en sus memorias al matar a su rival: “…y entrele yo una punta, según después pareció, por bajo de la tetilla izquierda…, y cayó. ¡Ah, traidor, que me has muerto! Yo quise reconocer el habla de quien yo no conocía, preguntéle quien era, y dijo: El capitán Miguel de Erauso”. Yo quedé atónito.”
Sí, a veces la realidad es tan increible que parece ficción, y nos resistimos a creer que la ficción surgida de cualquier imaginación no es más que potencia a la espera de convertirse en acto.
Gracias a todos por sus visitas y comentarios.
El sexo no condiciona las habilidades en este mundo, ya que el ejemplo de esta monja, con un "par", como diríamos ahora, se le presupone, acabando incluso con su hermano en un duelo. Pero la vida es dura, y ella lo sabe. En otro momento y en esta época ¿que habría sido de alguien como ella...?
ResponderEliminarSalud¡¡
Vaya una historia apasionate la que nmos traes hoy. Una vida llena altibajos, de aventuras, de pasiones encontradas. Seguro que era un hombre porque así se sentía ella. Mira que matar a su hermano sin la menor cosideración ni arrepentimiento. Como para estar en un convento. Donde tendrían los ojos las personas que la trataron.
ResponderEliminarBss
Y yo que pensaba que sólo era el nombre de una calle...no sé donde leí que a alguien no le gustaba que los próceres llevasen los nombres de las calles, jeje. Una historia apasionante, desde luego, lo tiene todo, hasta folletín, que mal trago, pobrecica, ir tan lejos a matar a su hermano...
ResponderEliminarUn abrazo, dlt y muchos besos
En la historia abundan personajes verdaderamente sorprendentes como esta monja alférez. Saludos
ResponderEliminarhttp://desdemimejana.blogspot.com
Me encanta la historia de esta mujer tan especial para comenzar el año bloguero,y me parece muy buena tu manera de condensar toda una historia de vida, de forma amena y bien entendible.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amigo.
Ya conocía esta historia pero me ha encantado volver a leerla, porque siempre me llamó mucho la atención.
ResponderEliminarLa manera en que la has narrado, con diálogos incluídos, la hacen mucho más atrayente.
Un abrazo
Una historia mas de alguien que nació en un cuerpo equivocado. En definitiva un español por esos mundo haciendo patria.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una historia intensa y llena de aventuras dignas de un buen guión de cine.
ResponderEliminarSaludos.
Supongo que debía de ser un hombre atrapado en un cuerpo de mujer como se diría ahora.
ResponderEliminarY bien fea debío ser, ya que llevo bien el engaño muchos años. Que tiempos aquellos.
ver también:
ResponderEliminarhttps://es.wikisource.org/wiki/%C2%A1A_iglesia_me_llamo!