En
enero de 1921, el general Silvestre ocupa la planicie de Annual con la opinión
favorable del rey, también con la del general Berenguer, aunque con dudas y con la desfavorable de la algunos otros jefes y
oficiales. Considera Silvestre que poseer Annual es el paso necesario para tomar Alhucemas. Acaban de
comenzar los que más tarde serían llamados felices años veinte, sin embargo
1921 iba a resultar para España un año infeliz.
En marzo, Eduardo Dato es
presidente del Consejo. El día 8 se reúne el Senado. Cuando termina la sesión,
el presidente despacha unos minutos con algunos ministros y luego, en su
automóvil, pide al chófer que lo lleve a su casa. Sobre las ocho de la noche,
el Marmon 34 del presidente inicia la marcha. El camino desde el Senado hasta
el domicilio del presidente en el número 4 de la calle Lagasca recorre la calle
del Arenal hasta llegar a la calle de Alcalá, y siguiendo ésta alcanza la Plaza
de la Independencia, ya cerca del domicilio de Dato. Es precisamente en esa
plaza, al rodear la Puerta de Alcalá, cuando una motocicleta Indian con sidecar
alcanza el coche del presidente. Sobre la motocicleta van un tal Casadellas,
llevando de paquete a su compinche Nicolau, yendo sentado en el sidecar Pedro
Mateu, el jefe la banda. Para conocer qué asiento ocupa el presidente Dato,
según declaró un testigo que viajaba en un tranvía por la Plaza de la
Independencia en aquel momento, la motocicleta adelanta al vehículo
presidencial, para inmediatamente después retroceder y situarse tras el coche,
y descargar en la parte posterior derecha del vehículo la munición de sus
armas. Hasta catorce disparos dejan su huella en la carrocería del automóvil.
Sepulcro de don Eduardo Dato. Panteón de hombres ilustres de Madrid. |
Dos de las balas que
alcanzan al Presidente interesan la cabeza con orificios de entrada y salida,
quedando la tercera que penetra por la espalda alojada en la cavidad torácica,
sin más precisión, pues no se practicó la autopsia al cadáver. Ninguna de las
balas hiere al chofer que, al comprobar la gravedad de lo ocurrido, conduce el
coche hasta la casa de socorro de la calle Olózaga, pero las heridas del
Presidente han sido mortales y los médicos que lo atienden no pueden sino
confirmar su muerte.
No
ha digerido todavía el país la consternación por el magnicidio, cuando nuevas tribulaciones enlutan el suelo
patrio. Porque si hubo un lugar del que sólo pronunciar su nombre sacudió los
cimientos de una nación ya afligida, conmovió las conciencias de los españoles
y dejó huella en la historia ese es “Annual”.