Muchos han sido los personajes históricos de los que ha sido conocida su afición a la bebida, aunque alguno de ellos, por una de esas injusticias que la Historia consiente de vez en cuando, no bebiera. José Bonaparte, al que su hermano, el general corso que dominó Europa hizo primero rey de Nápoles y luego rey de España, fue objeto del malévolo ingenio de las clases populares, que no tardaron en buscarle un apodo con el que ofenderlo: Pepe Botella. Y es que, aunque no era un gran bebedor, era francés e invasor, como bien se encargó de recordarlo el poeta Bernardo López García unos años después en su poema “El dos de mayo”, una de cuyas estrofas hablan de la resistencia del pueblo ante el ejército invasor:
¡Guerra! clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡Guerra! repitió la lira
con indómito cantar;
¡Guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y Guerra!
Otro rey víctima de la bebida, aunque no por beber, fue el rey de Navarra Carlos II el Malo, que murió en 1387 a causa del aguardiente. Resulta que el valenciano Arnau de Villanova, prestigioso alquimista y médico de la época, sostenía que el aguardiente tenía grandes propiedades para el mantenimiento de la juventud, prevención de cólicos, curación de parálisis, fiebres y muchas otras dolencias. Carlos padecía alguno de los males que, aseguraba el médico, el aguardiente curaba, de modo que para favorecer la curación lo más posible, se envolvió al monarca en unas sábanas impregnadas del licor, que fueron cosidas para que el contacto con el elixir curativo fuera más intenso y permanente. La mala suerte quiso que durante las labores de zurcido de aquella especie de mortaja, una de las luces con las que se alumbraban los criados prendiera la sabana. Flambeado, Carlos acabó como un tizón, perdió sus enfermedades…, y la vida.
Arnau de Vilanova |
De todas las bebidas la de peor fama ha sido la absenta. Su inventor fue un tal Pierre Ordinaire, y fue destilada por primera vez en Suiza, a partir del ajenjo, en los últimos años del siglo XVIII. En el siglo siguiente fue ganando adeptos y mala fama. Se decía que causaba alucinaciones, delirios, que volvía locos a quienes la bebían, pero cada vez se consumía más. Se achacaba a sus principios tales efectos, lo cual puede ser en parte verdad, pero lo cierto es que sobre todas las causas de los efectos explosivos sobre la consciencia de sus bebedores está su altísima graduación alcohólica, hasta un 89% en volumen.
A finales de siglo XIX muchos de los grandes pintores, escritores y artistas en general eran grandes consumidores de absenta; y muchos de ellos lograron algunas de sus grandes creaciones bajo los efectos del dicho licor.
Toulouse Lautrec, el atormentado pintor francés, paticorto debido a una caída cuando, de niño, montaba a caballo, fue un gran bebedor de absenta, lo que no impidió, todo lo contrario, que sus mejores obras fueran ejecutadas durante las alucinaciones provocadas por el licor, que le llevaron a la locura y a una prematura muerte a sus treinta y seis años.
Era la bebida de moda en el París de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Picasso, Degas, Rusiñol, Manet fueron grandes consumidores de absenta, que reflejaron en sus cuadros su afición. Y también Van Gogh, del que se dice, perdió una oreja por el corte que se dio a sí mismo durante una borrachera.
También los escritores fueron víctimas de los efectos de dicho licor: Verlaine, Baudelaire, Wilde, Hemingway…empaparon su gaznate hasta el delirio.
Se acabó considerándola una bebida perniciosa, sobre todo después de que en 1905, en Suiza, se produjera un suceso que conmovió a la sociedad: una familia entera fue asesinada por el cabeza de familia después de que éste, en una noche de juerga, bebiera todo tipo de bebidas, absenta incluida, hasta enloquecer. A partir de entonces los gobiernos de casi todos los países fueron prohibiendo la fabricación de la absenta. Suiza, el país donde se inventó, lo prohibió en 1908, Estados Unidos en 1912 y Francia en 1915.