Juan Gilabert Jofré vive en Valencia. Es un religioso de la orden de los mercedarios que el 24 de febrero de 1409 se dirige hacia la catedral. De pronto un tumulto llama su atención. Unos muchachos, con la crueldad de quienes dicen y hacen sin pensar en el mal que causan acosan, insultan y se burlan de un demente que han encontrado en la calle. Jofré los ahuyenta y prosigue su camino, llega a la catedral, entra en la sacristía, y puesta su casulla, desde el púlpito, cuenta lo sucedido. La homilía es puro fuego y quema conciencias, dentro y fuera del templo.
─No podemos dejar que estos enfermos, locos y dementes, vaguen solos y, vulnerables, estén expuestos a la maldad ajena─ dice.
Al poco, Lorenzo Salom, un comerciante conmovido por las palabras del fraile, convence a un grupo de gente que decide pasar a la acción. Apenas un año después se funda, en Valencia, el primer manicomio del mundo(1). Pero el mantenimiento del hospital es costoso y los recursos no abundan. Una nueva iniciativa toma cuerpo y al fin se decide crear una cofradía que se encargue, con las aportaciones de los cofrades y sus actividades, de contribuir al sostén de la institución hospitalaria.
Azulejo colocado en uno de los muros del edificio en el que estuvo emplazado el manicomio desde el siglo XIX hasta su definitivo cierre en 1.989. |
Pronto la cofradía de clara devoción mariana observa la falta de una imagen que la identifique, y se recurre al padre Jofré para que ayude en su obtención.
La falta de certeza sobre quién y cuándo fue realizada la primera imagen es probable que haya sido la causa de la difusión de una leyenda sobre el origen de la primera imagen de la Virgen de los Desamparados.
Cuentan que se presentaron ante el padre Jofré, en el hospital recién construido, un grupo de tres peregrinos. Dijeron que eran artesanos, que sabían tallar y pintar y que se ofrecían, bajo ciertas condiciones, a realizar la imagen que la cofradía necesitaba. Las condiciones impuestas por los peregrinos eran fáciles de cumplir, pues consistían en dejarlos solos sin que se les molestara bajo ningún concepto, y que se les facilitaran las subsistencias necesarias y los materiales precisos para llevar a cabo su trabajo. Viendo que nada había que perder y que lo solicitado no era en exceso gravoso, se aceptaron las condiciones y permitió a los recién llegados alojarse en unas dependencias del hospital.
Al tercer día, el padre Jofré extrañado de que los peregrinos no dieran señales de vida, preso de cierta impaciencia, acudió a los aposentos de los peregrinos. Ya no estaban allí. Habían marchado sin que nadie lo advirtiera, pero en el lugar donde estuvieron el padre Jofré encontró una imagen de la Virgen.
Sea cual sea el origen de la imagen lo que sí parece claro es que, según la mayor parte de los estudiosos, la imagen fue realizada para ser dispuesta en posición vertical, aunque en los primeros momentos los cofrades, propietarios de la imagen, la usaron en los funerales de los locos, ajusticiados y pobres, de los que la cofradía se ocupaba, colocándola en posición yacente sobre los ataúdes de los desgraciados y situando unos almohadones bajo su cabeza, que de otro modo aparecía artificialmente levantada. Esto es lo que ha hecho pensar en algún momento que la intención inicial del artesano que la diseñó fuese hacer una escultura yacente. Lo cierto es que la inclinación de la cabeza hacia adelante, que provoca una postura por la que los valencianos cariñosamente llaman a su patrona “Geperudeta”, se debe a que en esa posición la Virgen es capaz de extender su manto sobre todos los desamparados que bajo él quepan y a los que desde arriba cubre con su mirada protectora.
(1) Debido a la ausencia de tratamientos clínicos, el manicomio fundado era llamado hospital, donde más que curarlos, se les asistía como buenamente se podía y a los más perturbados se les aislaba, impidiendo que los orates vagaran descarriados por las calles.