Si no hay duda sobre la manera en la que Cartago fue borrada de la faz de la tierra, sí hay misterio sobre su fundación. Una mezcla de mito y realidad empañan el conocimiento sobre la fundación de una ciudad, capital de una república, que influyó durante siglos y ha dejado huella en la humanidad.
Varias leyendas se entremezclan. Las últimas, apoyadas en las que vienen de atrás, alteran las versiones de lo que pasó, hasta que Virgilio, encumbrado escritor, en La Eneida, impone su versión al mundo. Convierte al mítico Eneas, el héroe troyano perseguido por los dioses, en amante de Dido(1), fundadora de Cartago. Pero Eneas, manejado por los dioses, que le atormentan, abandona a Dido, que apenada, se quita la vida.
Sin embargo, dentro de la incertidumbre histórica en la que nos sumerge la mitología cuando pretende ser Ciencia, se nos habla de Dido, una princesa de Tiro, que quedó viuda por el asesinato de Sicarbas, y se vio obligada a dejar Fenicia.
Acompañada de varios nobles tirios llega al norte de África. Conoce a uno de los jefes de las tribus de la región y, astuta, lo convence para que le entregue toda la tierra que sea capaz de abarcar con una piel de buey. Dido corta la piel de toro en finísimas tiras que va atando entre sí por sus extremos. Por fin, extiende la piel del buey sobre el suelo. La larga tira de piel, una vez extendida, comprende un enorme perímetro, en cuyo interior cabrá Cartago.
De su esplendor y su poderío económico y militar la historia dice mucho: Amílcar Barca, Asdrúbal y Aníbal dejaron magníficas páginas escritas para la Historia. Sus victorias y también sus derrotas sirvieron para dejar admirables páginas en la literatura: Salambó, la hija de Amilcar Barca, es la protagonista en la novela que Gustave Flaubert situó en los tiempos que siguieron a la derrota púnica en la primera guerra mantenida con Roma, cuando los mercenarios derrotados se sublevan contra sus jefes cartagineses.
Cartago tras cada derrota se recuperaba, soberbia, de sus propias cenizas. Después de la segunda guerra púnica, con la muerte de Asdrúbal y la enigmática desaparición de Aníbal, Cartago se recupera rápidamente. Lleva camino de convertirse, otra vez, en un peligro para Roma, enemiga permanente de Cartago. Apenas han transcurrido diez años desde la última derrota cartaginesa, y Roma mira asombrada la fulgurante recuperación de su rival. En Roma se alzan voces reclamando la eliminación del enemigo. Catón, el gran orador, finaliza sus discursos, fuera cual fuese el asunto de los mismos, con la frase: “En cuanto al resto, Cartago debe ser destruida”. Y…se le hará caso.
Al comenzar la tercera guerra púnica. Escipión Emiliano es el encargado de borrar Cartago de la faz de la tierra y a ello se dedica con todas sus fuerzas. Cartago es arrasada. La lucha había sido encarnizada. Los romanos avanzaban a sangre y fuego. Casi un mes estuvo la ciudad en llamas. Del medio millón largo de habitantes con los que contaba la ciudad, apenas sobrevivieron cincuenta mil, que acabaron como esclavos en su mayoría. El solar sobre el que hubo una ciudad fue cubierto de sal (2). Nada crecería sobre aquel suelo a partir de entonces. Sólo la memoria nos recuerda lo que allí hubo(3).
(2) En realidad se trataba de una ceremonia simbólica en la que se esparcía un poco de sal para declarar estéril la tierra enemiga.
(3) Los romanos fundaron una nueva ciudad en tiempos de Augusto, que también fue conocida como Cartago, y llegó a ser de gran importancia hasta su definitiva destrucción por los árabes.
"Cartago delenda est". Interesantísima entrada sobre el devenir de Cartago. Empiezo a seguirte y visitaré este original espacio con más asiduidad. Saludos desde ArteTorreherberos.
ResponderEliminarY así se quedó hasta que fue recuperada por Julio Cesar... en una operación de imagen de las que era tan amigo y hacía tan bien el divino Julio...
ResponderEliminarFascinante repaso en el que no olvida usted ni su presencia en la literatura, monsieur. Al hilo de ello me pregunto si ha leido usted la novela de nuestra querida Isabel Barceló sobre Dido, Reina de Cartago.
ResponderEliminarFeliz dia
Bisous
Desconocía la historia de las tiras de piel de buey y me ha encantado.
ResponderEliminarSaludos :)
Estupendo relato. Siempre me ha llamado la atención la capacidad de recuperación de este pueblo a pesar del acoso romano. Un saludo
ResponderEliminarMonsieur, yo que entré al blog de Isabel Barceló para de paso copiar su direccion y pasarsela, me encuentro con que ya acababa de encontrarla usted. Me alegra mucho, porque seguramente hará sus delicias.
ResponderEliminarSu espacio, al igual que el suyo, es una de esas joyas que a veces se pueden encontrar en la blogosfera.
Buenas noches
Bisous
Interesante historia.
ResponderEliminares un placer pasar por tu casa.
que tengas un feliz fin de semana.
un abrazo
Me he pasado por aquí para ver los comentarios y me he dado cuenta que el mío que te mandé el otro día no ha salido. Lo mismo ha sido cosa mí que no validé la palabra correctamente y se borró sin darme cuenta. Bueno, el caso es que te recomendé el blog de Isabel Brceló y su libro sobre el personaje de la reina Dido, pero como veo que madame ya lo ha hecho pues no reitero más mi propuesta.
ResponderEliminarQue tengas un feliz puente.
Besos
Hola DLT: he releído lo de Cártago y me ha interesado recordar lo que alguna vez estudiamos en la secundaria o Facultad. No sé si te lo dije pero tu Blog me gusta desde su contenido hasta su diseño. Si lo repetí valga lo mismo. De a poco voy leyendo tus entradas:un aporte con seriedad a nuestra cultura.Me he hecho seguidora bajo mi otra ID. Mis saludos cordiales, compañero. (Me conoces por Viajando)
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