Como tantas veces sucede, hay leyendas que se tienen por verdad. La de Guillermo Tell es una de ellas. Tan real ha sido considerada que hay un museo en el que se conservan dos flechas como las que Guillermo Tell tenía en su carcaj cuando el tirano Gessler le obligó a lanzar hacia la manzana que hizo colocar sobre la cabeza de Walter Tell, hijo del campesino Guillermo.
Un drama de Schiller y una ópera de Rossini popularizaron la leyenda del libertador. Y es que, aunque la independencia suiza es debida más a la acción conjunta de un pueblo, a su deseo de superar la opresión del Imperio Germánico que a la acción de un solo hombre, en Guillermo Tell, los suizos quieren ver al auténtico héroe de su libertad.
Los valles suizos estaban bajo el dominio del Imperio Germánico. Gessler era el gobernador que en nombre del emperador sometía la región. Para afianzar su dominio dispuso que se colocara en lo alto de un poste un sobrero tirolés, que representaba el poder del imperio. Todos los súbditos que pasaran por allí debían inclinarse y doblar la rodilla en señal de sometimiento al imperio y al propio Gessler, que desde la ventana de su palacio vigilaba el cumplimiento de tan denigrante orden.
Cierto día, un campesino de nombre Guillermo Tell se acercó a Altdorf, el lugar donde se había erigido el poste, con la intención de comprar harina. Le acompañaba su hijo, un jovenzuelo espigado que respondía al nombre de Walter. Al pasar por la plaza, Tell y su hijo pasaron ante el poste sin efectuar reverencia alguna. Fue al momento que un guardia apostado junto al lugar los detuvo advirtiéndoles de su falta. El gobernador Gessler también acudió rápido al lugar.
Tell tenía fama de buen tirador. Era conocida su pericia con la ballesta y Gessler, sin atender a las súplicas del campesino, le observó la falta cometida y propuso un castigo cruel.
─Has faltado al mandato, y serás castigado por ello. ¿Quién es este muchacho? ─ preguntó el gobernador.
─Es mi hijo Walter.
─Bien, colocad al muchacho junto a aquel árbol, atadlo y poned sobre su cabeza una manzana─ dijo el tirano.
Luego dirigiéndose a Guillermo Tell, le dijo:
─Puesto que tienes fama de gran tirador, no te será difícil acertar en aquella manzana─ dijo señalando con su dedo hacia el muchacho atado al árbol.
Guillermo Tell suplicó en vano que le dejaran libre, que todo había sido un error, pero Gessler, implacable, amenazante, ordenó a Tell disparar. Éste tomo dos flechas, guardó una en su carcaj, y colocó otra en la ballesta. Tembloroso, angustiado, trató de concentrarse. Era la vida de su hijo la que dependía de su acierto. Apuntó con cuidado, disparó y la flecha se clavó en la madera del árbol después de desintegrar la manzana que había sobre la cabeza del joven.
Gessler, viendo que Tell había superado la prueba, se dispuso a liberarlo, pero antes le preguntó qué destino tenía la segunda flecha, la que había guardado en su carcaj.
─Si hubiera fallado, si mi hijo hubiese resultado muerto, ahora vos estaríais muerto también, porque esa flecha estaba destinada a vuestro corazón.
Al oír esto, el tirano Gessler ordenó apresarlo y mandó llevarlo a prisión. Durante el camino, sucedió una tempestad y Guillermo Tell logró huir. Ya en el bosque se convirtió en un activista por la libertad de su tierra. Durante una emboscada volvió a encontrarse con el tirano Gessler. Esta vez sí uso aquella flecha, y su tierra fue libre.
Un Robin Hood de verdad, este Guillermo Tell. De personajes transgresores y desafiantes de la autoridad está la Historia llena, pero quizás éste nos llama la atención porque sin su pericia la vida de su hijo hubiese peligrado.
ResponderEliminar¿Tras el tirano Gessler no le sucedió otro tirano peor?
Saludos
Sin duda hay mucho de leyenda y exageración en este episodio. Una historia que desde niño siempre me fascinó. Guillermo Tell era un héroe de mi infancia, hasta tal punto que me supe fabricar una ballesta casera con la me dedicaba a disparar flechas, de mentira claro está, y sin manzana de por medio.
ResponderEliminarUn saludo.
A veces las pequeñas historias se engrandecen, y superan la realidad;aunque Gessler se merecía ser asaeteado, y más...
ResponderEliminarUn abrazo¡
Que buena historia. No me extraña que los suizos se aferren a ella.
ResponderEliminarPero ve lo que me ha hecho? Ahora tendré la obertura en la cabeza durante toda la cena, que requeriría algo más reposado, jijiji.
Buenas noches, monsieur
Bisous
Carmen: lo cierto es que Guillermo Tell, pese a lo legendario de su proeza, fue uno de los conjurados en el convenio de Rütli, que en 1.291, confirmaron una alianza de tres cantones. Fue el primer documento conocido y germen de la Confederación Helvética, que tendría la confirmación de su existencia en 1.315 con la victoria sobre las fuerzas imperiales al mando del archiduque Leopoldo de Austria, que dio lugar a un armisticio y consagró al Confederación con la adhesión de otros cantones.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y tan atentos comentarios. Un beso.
Es una bonita historia, nunca sabremos lo que tiene de leyenda y lo que tiene de histórico, pero aún así es digna de ser guardada por el pueblo suizo como los inicios de su país. Aunque sea un personaje que incluyen altas dosis de fantasía, fue fuente de inspiración para el folclore y los artistas del Romanticismo.
ResponderEliminarMuy interesante su entrada, gracias :-)
Todos los pueblos necesitan un héroe. Los suizos tienen a Tell y su fabulosa historia de amor paterno-filial. No dudaría yo en clavarle una flecha en el corazón a Gessler ni a nadie si hubiese errado el disparo. ¿Por qué no se inclinaron ante el poder? ¿Fue un desafío o no se percataron? Ya me voy por las ramas.
ResponderEliminarUn saludo
Es una hermosa historia. Es bonito por parte de los suizos conservarla y alimentarla...eso significa que si que tienen corazón ;-)
ResponderEliminarMe he acordado de algo que leí no me acuerdo bien donde sobre que "El cielo sería un policía inglés, un cocinero francés, un ingeniero alemán, un amante italiano y todo organizado por los suizos, pero en la vida el policía es alemán, el cocinero es inglés, el ingeniero francés, el amante suizo y todo lo organizan los italianos" :)
Todos los actos decisivos en la historia de los pueblos, aunque como bien dices son obra de la colectividad, tienen un personaje heróico que le ejemplifica. Y esta es una acertada muestra. Que tenga una excelente entrada de año. Saludos.
ResponderEliminarLa verdad sea dicha jamás me he planteado la existencia de estos pr¡ersonajes sin su halo de leyenda. Necesitamos modelos de referencia, y más en aquellos momentos. Valores, actitudes a imitar. Es lo hoy que hoy falta, puntos de referencia, tenemos solo los presonajes de la telebasura.
ResponderEliminarMe encantan esos personas que son un ejemplo de valor, nobleza y gallardía para el bien todos.
Ojalá hubiera muchos Gillermos Tell.
Un abrazo y feliz año
La verdad es que la imagen que ha quedado del suceso procede la versión romántica.
ResponderEliminarUna estupenda entrada.
Saludos.
yo siempre había pensado que esto era una leyenda sin base real... me alegro que no sea así...
ResponderEliminarMe pasa como a Cayetano: Guillermo Tell es uno de los primeros héroes que recuerdo de mi infancia. De hecho, recuerdo hasta el cuento: era de una colección titulada "Heroes en zapatillas", que en no pocos despertó la afición por la lectura.
ResponderEliminarSaludos
Feliz Año!!!
ResponderEliminarAunque se en mi fuero interno se que Guillermo Tell es ficticio, He admirado esta historia y la de Robin Hood desde pequeño....Mi papá se inventaba historia de Guillermo tell para contarme cuando yo tenía 7 u 8 años ;D
Ha sido gratificante Leer de Guillermo Tell
Éxito en 2011
Muchas felicidades para este año, dale vida a tus sueños y que la crisis económica
ResponderEliminarpase de largo.
¡¡Feliz año 2011!!
Un abrazo.
Me quedo con la leyenda... y con el libro, uno de los primeros que me leí en la adolescencia.
ResponderEliminarUn saludo.
Parece que con Guillermo Tell ocurre como con tantos otros personajes que jalonan la tradición oral, la historia, la literatura e incluso, como muy oportunamente nos recuerdas, la música; figuras en las que ficción y realidad se confunden hasta tal punto que a veces nos es bastante difícil distinguir a los profanos en qué proporción se combinan ambas. Son los casos, se me vienen a la cabeza, así, a bote pronto, del mismísimo Cid o de Don Juan, mito literario universal donde los haya que, sin embargo, se dá por sentado por estos lares está inspirado en aquel filántropo hispalense de ascendencia genovesa -como un servidor, por cierto- del siglo XVII, de carne y hueso por tanto, que fundase nuestro celebrado por muchos motivos Hospital de La Caridad...
ResponderEliminarPero, volviendo al caso de Guillermo Tell, con sus certezas y sus lagunas, sólo comentarte que me ha encantado topármelo de nuevo. Has logrado traer a mi memoria muy felices recuerdos de mi infancia relacionados con él... Una gozada, vamos... :)
Que tengas una muy feliz velada.
Un abrazo
Esta leyenda creo que fue una de las primeras lecturas infantiles que me hizo más impresión. Me ha encantado volver a encontrarmela;
ResponderEliminarSaludos.
Siempre los pueblos engrandecen los acontecimientos y se ven necesitados de héroes que encarnen los valores y las virtudes a las que aspiran y más si la lucha es por la independencia de un pueblo.
ResponderEliminarSiempre me gustó la historia de Guillermo Tell, lo leíamos en la escuela y lo tenía olvidado.
Saludos.