Primero a espada, luego a pistola, nunca autorizados, siempre consentidos, los duelos han venido realizándose hasta comienzos del siglo XX como forma de desagravio a las faltas contra el honor. Fueron duelistas algunos de nuestros más famosos escritores de la Edad de Oro: Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca y sobre todo Quevedo cruzaron sus aceros contra rivales por todo tipo de causas.
Se dice de Quevedo que durante una visita a la iglesia de San Martín observó como un individuo golpeó a una dama. Dispuesto a castigar tal actitud sobre una señora y en recinto sagrado tomó al sujeto por un brazo y arrastrándolo le hizo salir a la calle. Allí blandió su estoque y atravesó al desdichado que nada pudo hacer contra la pericia del escritor, que prefirió en esta ocasión castigar con su espada antes que con uno de sus cáusticos sonetos. Sucedió en Madrid, el Jueves Santo de 1611.
Tras la revolución de 1868 y el exilio de la reina Isabel II a Francia, el gobierno dio el pistoletazo de salida para proveer el trono vacante. Varios fueron los candidatos. Dos de ellos eran viejos adversarios a los que les tocó vivir tiempos en los que las afrentas se resolvían en el campo de tiro, y no les faltó tiempo para dirimir sus diferencias encañonándose mutuamente. Enrique de Borbón, hermano de Francisco de Asís, y Antonio de Orleáns, duque de Montpensier, eran los rivales. De ideas bien distintas, el destino parecía obligarles a encontrarse una y otra vez. No en vano eran cuñados. El duque, hijo de Luis Felipe de Francia, se había casado con Luisa Fernanda, hermana de la reina. Ahora, en 1870, siendo aspirantes a la corona, volvían a enfrentarse. Enrique, impulsivo, llamó al duque “pastelero francés”. No tardaron mucho los padrinos de Montpensier en presentarse ante Enrique exigiendo una satisfacción. El 12 de marzo de 1870 ambos rivales tenían entre sí una distancia de diez pasos. Cada uno de ellos portaba en su mano derecha una pistola de fabricación francesa, de los acreditados armeros Faure, Lepage y Mutier. Atentos a lo que sucedía estaban los padrinos de ambos tiradores y los médicos llevados para el caso de que tuvieran que intervenir. El primer disparo correspondió hacerlo a Enrique, que falló. El turno era para el duque, que apuntó y también erró el tiro. Enrique levantó el arma, apuntó de nuevo sobre el cuerpo de Montpensier, apretó el gatillo y volvió a fallar. Otra vez correspondía el turno al duque. Este apuntó, disparó y la bala impactó en una hebilla de Enrique, desviándose. No fue herido, pero Enrique quedó conmocionado. Los padrinos se pusieron de acuerdo en dar por finalizado el duelo, pero Montpensier no se conformó con dar por terminado el duelo a primera sangre, quería llegar hasta el final. Aturdido y muy afectado Enrique se encaró a Montpensier para el siguiente disparo. Falto de concentración volvió a fallar. Era el turno del duque. Este se dispuso a efectuar el disparo. Concentrado, apuntó y apretó el gatillo. La bala penetró en la cabeza de Enrique, que cayó desplomado. Nada pudieron hacer los médicos que trataron de auxiliarlo. Montpensier había reparado la ofensa y, había eliminado a un aspirante al trono, como él; pero el escándalo que se produjo fue grande, y el duque quedó fuera de la liza por conseguir la corona de España.
Uno de los últimos y más famosos duelos sucedidos en España lo protagonizó el escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez. Blasco llevó una vida agitada, digna de las novelas que escribió. Dedicado al periodismo, la literatura y la política, estuvo exiliado en Francia. Perseguido por la justicia, un consejo de guerra lo condenó a dos años de cárcel, que no cumplió, pero le supuso el destierro. También emigró a Argentina donde fundó dos colonias agrícolas, que fracasaron.
Toda una vida llena de aventura en la que no faltaron disputas y varios duelos.
El más célebre fue el acaecido en Madrid. Blasco Ibáñez era diputado del partido republicano. Durante una manifestación de republicanos a la que asistía se produjo un tumulto con participación de las fuerzas del orden público. Blasco Ibáñez es golpeado. Al día siguiente en el Congreso se queja. Arremete contra el gobierno y contra la policía, que se siente ofendida. Dos representantes del cuerpo de policía comunican a Blasco Ibáñez que debe nombrar padrinos. El teniente Alestuei en representación de la policía se le enfrentará en duelo a pistola. Alestuei es un reconocido tirador. Las cosas no pintan bien para el novelista. No es su primer duelo, pero no es un profesional de las armas. Alestuei sí, y de los buenos. Luis de Armiñán y Nicolás de Estévanez son los padrinos de Blasco. La situación es muy comprometida por la calidad del rival y las condiciones del duelo: duelo a pistola con una distancia de veinticinco pasos, dos balas en la recámara y treinta segundos para efectuar cada uno de los disparos y, a muerte. Blasco efectúa el primer disparo sin apuntar, al aire. Alestuei falla el suyo, El novelista repite la acción. Alestuei sí apunta y, dispara. Como en otros casos de la historia de los duelos una hebilla se interpuso entre el plomo y el cuerpo del duelista. Blasco salva la vida. Las críticas al duelo fueron grandísimas. Los duelos tenían los días contados. La carrera política de Blasco Ibáñez también.
Oh, monsieur, usted sabe bien cómo me ha acertado con el gusto hoy.
ResponderEliminarSin embargo, no me gustan tanto los duelos a pistola, no. Ya sabe que los míos son a florete, jiji.
Buenas noches, monsieur
Bisous
tengo entendido que los duelos eran solo para los nobles los plebeyos no tenían derecho a batirse?
ResponderEliminarMuy ilustrativo el blog que sigo a partir de hoy!
Me pasa como a Madame, dlt, que me aciertas con el gusto, en mi caso completamente porque al carecer de su refinamiento a mi me gustan todos los duelos...¡que historia la de Blasco! Creo que Valle-Inclán también decia ser manco a consecuencia de un duelo aunque no fuera verdad :D genio y figura. Un beso, dlt y muy buenas noches
ResponderEliminarBlasco fue todo un personaje: un hombre de acción, tal como se entendía en aquellos tiempos. Pero no conocía esta historia de un duelo ¡con la policía!
ResponderEliminarGran entrada, dlt.
Saludos
Muy curioso. O sea que, siguiendo las peripecias del gran Blasco Ibáñez, si te quejas porque la policía te maltrata luego encima te pueden tirar el guante a la cara y retarte a un duelo. Eso se llama recochineo. Jejeje.
ResponderEliminarUn saludo.
Buena entrada la de hoy!!
ResponderEliminarLos duelos, si hasta les ha habido con la policía!! y fijaté el final que tuvo de película total.
Aunque si te dogo la verdad son más evocadores los de espadas y floretes....
Un beso
Conocía la historia de los duelos de Quevedo y de Blasco Ibañez, pero lo has contado magistralmente. Dos hombres, escritores los dos, y de armas tomar, defendiendo el uno el honor de las damas, y el otro, su propio honor.
ResponderEliminarSaludos¡
No estaría mal que los políticos dirimieran sus diferencias con un duelo de esgrima, ja,ja,ja...
ResponderEliminarMe ha parecido muy buena la entrada. Muy entretenida.
Un saludo.
No conocía el duelo de los dos Borbones al trono de España...pensaba que a parte del candidato Hohenzollern, Amadeo de Saboya y los carlista no hubo otros candidatos.
ResponderEliminarUn saludo.
En el primer caso, en un simple duelo, casi se arbitra la historia de España que a lo mejor si no se hace podía haber cambiado algo, tiene guasa pero así es.
ResponderEliminarEl segundo es todo un ejemplo de arbitrariedad mal entendida que hasta la policía manda un representante para batirse en duelo y defender su honor.
Un saludo.
Los duelos fueron muy frecuentes entre los militares, los políticos y los periodistas.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Uff, como era el honor hasta hace bien poco; creo que hoy ya no queda honor, las venganzas y las disputas se hacen a traición o contratando matones o bandas de sicarios. Son mucho más excitantes los duelos a espada que a pistolazos, como en El Maestro de Esgrima. Me quedo con los duelos de Quevedo y de Blasco Ibañez, personajes que admiro mucho. Un cordial saludo.
ResponderEliminarTimepos complejos aquellos en que las ofensas se remediaban a duelos a muerte. Lo de Montpensier y Enrique de Borbón fue muy sonado, porque al fin y al cabo eran dos contrincantes a futuro rey. Menos mal que ninguno fue llamado a ocuparlo (uno de ellos porque evidentemente estaba muerto). Si Montpensier pensó que de esta forma se quitaba un pretendiente al trono tuvo razón, pero al cuadrado: el duelo eliminó a dos aspirantes, porque al final él sería descartado.
ResponderEliminarLo de Blasco ya es otro asunto. Fíjate si ahora los políticos se retasen por los improperios que se lanzan unos a otros. No quedaría ni uno sano.
Saludos
Me gustan estas historia del duelo, en lo particular los de espadas son mejores por el combate cuerpo a cuerpo.
ResponderEliminarLos otros no me disgustan mucho.
Saludos
Genial su entrada amigo mio, siempre me ha apasionado el tema. Si quiere conocer un poco más sobre ello, le recomiendo esta obra, seguro que es de su agrado :
ResponderEliminarhttp://fama2.us.es/fde/ocr/2006/ensayoSobreDuelos.pdf
Un abrazo.
menudos escritores pendencieros que hemos tenido... porque los duelos ya no se llevan porque de lo contrario no me extrañaría ver a Pérez Reverte metido en uno... ;)
ResponderEliminarVaya!! ignoraba que nuestros escritores fuesen tan, tan violentos.
ResponderEliminarMuy interesante es tu espacio, lástima que no puedo venir con más frecuencia, pero desde ayer que he mejorado mi vuelo. Me han cambiado el navegador porque no había manera de salir de casa y ahora vuelo jajaj!!
Te dejo un beso de ternura y hoy una sonrisa
Feliz fin de semana
Sor.Cecilia
Interesante como siempre tu historia. Desconocía que grandes escritores se hubiesen batido a duelo. El duelo, existió y existirá. Antes se batían con armas(particularmente me gustaron los duelos de espadas, sangrientos pero apasionantes)ahora se utilizan otras armas y las reglas han cambiado.
ResponderEliminarEsto de viajar a la historia, amigo, me encanta y me ilustra. Un abrazo, viajero. Ahora te voy a seguir como Millz M para que visites mis otros Blogs.
Aunque son un clásico en la historia, desconocía yo también que dos grandes escritores se hubieran batido en duelo, aunque supongo que también lo habrán hecho otros renombrados personajes.
ResponderEliminarMuy interesante esta entrada,y darte las gracias por enseñarme cosa que no sabía. Es increíble lo que se puede llegar a aprender por este medio.
Respecto a lo que me dices en el comentario que me has dejado, es cierto que publico muy de tarde en tarde. Tengo varios blogs de distintos temas y creo que me abarqué más de lo que podía. Cuando publico me gusta hacerlo a conciencia y bien documentada, de ahí mi tardanza. Me falta tiempo, así que creo que tendré que deshacerme de alguno de ellos.
Un abrazo