Valor y generosidad son sus principales atributos. Pusieron su vida en peligro porque juzgaron que así era como cumplían con su deber, o porque creyeron justa la causa que les impulsaba a actuar de ese modo. Son los héroes. Muchos son anónimos, nada se sabe de ellos ni de lo que hicieron; otros, unos pocos solamente, han logrado permanecer en la memoria de los hombres. La historia les recuerda, aunque de milagro.
Tenía treinta y dos años cuando en 1942 decidió arriesgar su vida por unos niños, las principales e inocentes víctimas de la miseria con la que convivían casi medio millón de judíos confinados en el gueto de Varsovia, la capital polaca ocupada por Alemania.
En 1942 una enorme población malvive en un reducido espacio de apenas cuatro kilómetros cuadrados que supone la existencia de una ciudad dentro de otra. El hacinamiento, la falta de condiciones de vida adecuadas y el hambre comienzan a causar estragos entre la población, aun antes de que comiencen las deportaciones hacia campos de exterminio.
Una terrible epidemia de tifus diezma la población. Muchos de los que están dentro del gueto se dan cuenta de que la esperanza de sobrevivir allí dentro disminuye día a día. También los que están fuera saben que los judíos del gueto tienen los días contados. Irena Sendler también lo sabe. Es enfermera. Forma parte del cuerpo sanitario polaco destinado a cuidar de la salud de los habitantes del gueto, y tiene decidido cuidar de la salud de los confinados porque se lo ordenan, y de la vida de los que pueda salvar por iniciativa propia. Sobretodo de los niños. Para ellos Irena se convierte en un hada madrina que los cuida, protege y salva de una muerte segura. Con gran peligro para sí misma, comienza una carrera contra el reloj para salvar cuantos niños sea posible. No es fácil. Debe vencer la resistencia de los padres a desprenderse de sus hijos. La esperanza es lo último que se pierde, y algunos esperan salir con bien de aquella pesadilla. Pero Irena es inasequible al desaliento. Cuando, realistas y conscientes de su fatal destino, los padres entregan a sus hijos es Irena la que se arriesga. Toma buena nota del nombre del pequeño, de sus padres. Si éstos logran sobrevivir, quizá vuelvan a ser una familia feliz. Escondido entre el utillaje, agazapado bajo cualquier bulto de la camioneta que conduce, el niño es sacado del gueto y colocado entre adoptantes dispuestos a acogerlos. Luego Irena esconde la ficha del pequeño enterrada en un frasco, junto al tronco de un árbol en el jardín de su propia casa. Los rescates se repiten una y otra vez. La varita mágica de Irena toca a más de dos mil niños que salvan su vida. Muchos, si se tiene en cuenta que al terminar la guerra apenas cincuenta mil personas quedarán con vida en el gueto, la décima parte de la población inicial, pocos si pensamos cuantos miles más perdieron la oportunidad de guardar sus nombres en un frasco de cristal.
Si Irena Sendler fue un hada madrina Ángel Sanz Briz fue un ángel, porque para aquellos cinco mil y pico judíos, que pasaron por españoles sin serlo, el recuerdo de Sanz Briz está asociado a su nombre de pila. Fue para ellos un verdadero ángel custodio que les cuido, protegió y salvó de un trágico final.
La segunda guerra mundial está en sus últimos meses. Alemania lo sabe y aprieta el paso en la “solución final”. Hungría comprometida con el Eje, ha sabido estar de parte de los nazis, aunque sin ellos; pero ahora, en 1944, ve como la situación de su aliado se complica. Trata de desmarcarse de los alemanes para buscar una salida por su cuenta. Alemania no lo consentirá. Hitler decide poner remedio a ello. Las tropas nazis caen sobre Hungría, que es ocupada. La colonia hebrea es la primera de sus víctimas.
Pero allí había un español que, como otros en otros lugares, decidió arriesgarse por salvar a los demás. La expulsión del embajador español en Budapest propició que el encargado de negocios de la embajada ocupara su puesto. Y éste no era otro que Ángel Sanz Briz, un diplomático de carrera comprometido en salvar vidas.
Valiéndose de una antigua ley que otorgaba la nacionalidad española, si la solicitaban, a los descendientes de sefarditas, inició el salvamento. España estaba en buenas relaciones con la Alemania nazi. Eso daba al diplomático cierto margen de maniobra que decidió explotar al máximo. Logró el permiso de las fuerzas de ocupación para la expedición de doscientos visados, que suponía para doscientas personas eludir una muerte segura en Auswichtz o cualquier otro campo de exterminio al que los nazis enviaban a los hebreos capturados. Pero a Sanz Briz le parecía poco. Valiéndose de un ingenioso sistema de numeración comenzó a expedir visados, todos con numeración inferior al doscientos, pero de distintas series, tratando que los documentos con igual número estuvieran bien separados en el tiempo, para evitar la coincidencia de dos números iguales a la vista de los alemanes. El proceso, pues, era lento, y las solicitudes muchas. Budapest comenzó a tener inmuebles “anejos a la embajada de España” que bajo la protección consular daban cobijo a cientos de judíos. Las autoridades en España, que no apoyaban a Briz expresamente, consentían su acción, y así Sanz Briz logró salvar a más de cinco mil personas de una muerte segura. Otros héroes hubo en esta misma ciudad. Un diplomático sueco, Raúl Wallenberg, logró salvar a cerca de cincuenta mil judíos, pero aun así las personas puestas a salvo por estos héroes audaces y generosos, apenas supusieron la décima parte de las víctimas. Sanz Briz volvió a España(1). Ignorada su gesta, prosiguió su carrera diplomática en varios países. Murió en Roma, en 1980, siendo embajador ante la Santa Sede. Tenía sesenta y ocho años.
(1) Peor suerte tuvo Raúl Wallenberg, que fue hecho preso por los soviéticos, muriendo en una prisión rusa.
Sobre pilares como éstos se sostiene el verdadero orden del mundo. Que Dios los bendiga.
ResponderEliminarSanz Briz a parte de una gran persona, fue un gran español. Conozco mucho a sus nietos y todos tienen un recuerdo excepcional de su abuelo, persona discreta y justa.
ResponderEliminarVerdaderos ángeles tus personajes de hoy, en un verdadero infierno.
ResponderEliminarJusto, hermoso y merecido homenaje.
Un abrazo.
Hay que tener mucho valor y amor al prójimo, para una gesta como esa.
ResponderEliminarAunque estas acciones llevadas a cabo por esas personas, no buscan el reconocimiento ni agradecimiento.
¿Se sabe una vez estabilizado el mundo, si recibió cartas, visitas, llamadas agradeciéndole su acción, por los que salvó?
BUEN RELATO.
Saludos,manolo
Casos como este te hacen renovar la confianza en la especie humana.
ResponderEliminarUn relato espeluznante pero con luz al final del túnel.
Un saludo.
Siempre hay buenos samaritanos en el mundo, pero Sanz Briz fue muy ingenioso y supo aprovechar bien su poder con el trafico de los pasaportes que llegaron a salvar tantas vidas.
ResponderEliminarMuy interesante
Un abrazo
Épica y emocionante la entrada que nos has traído hoy, Dlt; un merecidísimo y encomiable reconocimiento a esos héroes y heroínas casi anónimos en la historia oficial, pero con su entrega, valentía y buen hacer "sottovoce" consiguen que continuemos confiando en el género humano.
ResponderEliminarConocía la extraordinaria historia de ambos a los que he oído denominar como "el ángel de la guarda de Varsovia" y "el Schindler español", respectivamente. ¡Habrá que esperar que algún Steven Spielberg les dedique una película en homenaje para que sean reconocidos por todos!
Mil saludos, amigo.
Uno de mis temas favoritos, la IIda guerra mundial.
ResponderEliminarIrena, Ángel, Walleberg, son junto a 22000 personas o pueblos (porque Dinamarca también ostenta ese título) más quienes ha sido declarados justos entre las naciones.
Estremedoras historias que ojala no la repitamos, aunque difícil esta, por la misma condición humana.
Saludos Marques
Estas historias nos ponen los pelos de punta. Brindaré esta noche por ese señor Sanz Briz.
ResponderEliminarBuenas noches.
Extraordinarios gestos los de estas personas que reconcilian al hombre con la humanidad, despues de tanta barbarie.
ResponderEliminarSaludos
Realmente tremendos los tiempos que les toco vivir; haciendo valer la humanidad de unos pocos frente a tan gran barbarie y aberraciones.
ResponderEliminarOjala hubiesen existido más personas como ellos, desafiando al poder exterminador.
Un saludo.
La historia de Irena no la conocía, sí la de Sanz Briz y también, a través de Katy, de pasitos cortos, la del ciclista italiano Gino Bartali. Personas extraordinarias. Siempre nos salvan esos pocos justos que quedan en Sodoma.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Dlt
Conocía la historia de los dos, y aún sigue dándole vueltas a lo de Briz. Alguien del régimen, afín al gobierno nazi, que hiciera lo que hizo, a sabiendas de que se jugaba un incidente diplomática, e incluso su propio encarcelamiento o muerte, dan idea de que no todas las personas son iguales ante una ideología. Magnífico gesto...
ResponderEliminarSaludos Desde...
Personas como estas hacen que uno conserve la fe en la bondad humana.
ResponderEliminarCreo que he visto una película sobre este diplomático español.
Un abrazo
Ha habido "angeles" que han ayudado a niños y adultos a lo largo de la Historia, son los llamados "justos". Pero aun hay niños desamparados que viven en medio de guerras otros mueren de hambre y nadie hacemos nada por ellos, ya sea en: Somalia,Afganistan, Palestina...
ResponderEliminarUn beso y feliz fin de semana
Muchas veces nos escudamos en las órdenes y la rutina para no ser lo que verdaderamente llevamos dentro: Personas, pequeños héroes que pueden salvar muchas vidas. Él se atrevió.
ResponderEliminar¡¡Qué pena que estos casos sean excepcionales!! Si nos preocuparamos más por los demás, y dejáramos de lado el único interés por lo propio el mundo iría mucho mejor. Sin embargo, somos demasiado egoístas como para cambiar eso.
ResponderEliminarUn saludo!
Hay gente que se juega el pellejo por otros en unas condiciones muy duras. Sin duda, ángeles buenos son Irena Sandler y Ángel Sanz; nombres que no deben ser olvidados nunca de la historia de la barbarie. Gran homenaje el tuyo. Saludos cordiales.
ResponderEliminarHistorias como éstas nos hacen reconciliarnos de nuevo con la especie humana.
ResponderEliminarOjalá, en los tiempos que nos esperan, surjan gentes como estos personajes que nos traes hoy.
Un abrazo.
Siempre hay héroes anónimos y conocidos que arriesgan su vida por los demás.
ResponderEliminarUn saludo.
Maravillosa labor, y muy valiente. Conseguir salvar a cinco mil personas no es cualquier cosa. Ingenioso el sistema, aunque muy arriesgado.
ResponderEliminarDos vidas realmente muy paralelas nos ha traído esta vez.
Feliz día, monsieur
Bisous
Ya simplemente haber salvado a una persona sería un acto de heroísmo de esta gente, imagínese cuando la cifra superaba los mil. Conocía la historia de Briz, pero no la del gueto de Varsovia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estas cosas he historias son las que te hacen creer en el futuro del hombre.
ResponderEliminarSiempre que haya hombres y mujeres con este sentimiento altruísta hacia el semejante, habra un resquicio de esperanza para parte de la humanidad.
Un abrazo.
Había que ser valiente de verdad para salvar la vida de cientos o miles de personas en esos momentos. Tanto Irena como Ángel fueron dos héroes en el literal sentido de la palabra. Nunca podremos llegar a su altura.
ResponderEliminarPor cietto, creo que de Ángel se está haciendo una serie de televisión que saldrá a la luz en breve.
Saludos
Conozco bien la vida de estos dos héroes. A irina le dediqué un post y a Sanz Briz sin hacelo sabía de sus generosidad. Me conozca toda la historia de Centoerupa al dedillo por que me ha tocado de muy cerca.
ResponderEliminarUn post maravilloso para no olvidarnos jamás de o que somos capaces de hacer mal y de bien.
Bss
Estos héroes anónimos, que nunca buscaron ni pidieron el reconocimiento, son los auténticos protagonistas de los hechos que nunca se deben olvidar, y ser conducta a seguir y poner como ejemplo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Dos grandes historias, dlt: de esas que te reconcilian con la naturaleza humana. Mercido homenaje.
ResponderEliminarAbrazos
Produce cierto consuelo el ver que en medio de la barbarie hay personas que hacén todo lo que pueden y más por los demás.
ResponderEliminarOtra vez paso por aquí amigo. Solo para decirle que tengo algo para usted en mi blog de Mallorca ;-)
ResponderEliminarComo siempre, en este país se esconden las biografías de personajes que hacen sentir orgullo de ser español. ¿Cuántos españoles murieron sin ser reconocidas sus obras sobresalientes en todos los ámbitos en su propia vida llevando una existencia de olvido ante sus compatriotas?
ResponderEliminarRepitiendo el primer comentario, el de Retablo de la Vida Antigua, ¡que Dios los bendiga!
Saludos.
infinitas gracias por concedernos el honor de ser conocedores de tan magna y bella historia, besinos miles de esta amiga admiradora
ResponderEliminarPor suerte hay gente buena en todo el significado de la palabra. En cuanto a nuestro compatriota creo que la historia no se ha comprotado bien y no ha tenido la repercusión que debiera....
ResponderEliminarHace unas semanas leí que se iba hacer un film sobre el tema, bueno, será una manera de que mucha gente descubra por primera vez a Angel Briz.
Un abrazo