“No es posible negarle a la
mujer su derecho de escribir (…), pero ese derecho solamente se ejercita con
una condición: la de perder el sexo. Comprendiéndolo así, George Sand, Stern y
otras escritoras adoptaron seudónimos masculinos”.
Leopoldo Alas, Clarín.
Leopoldo Alas, Clarín.
Porque muchas han sido
las mujeres escritoras que, en un mundo de hombres, han necesitado ocultar su
identidad y sustituirla por la de un varón. Vieron en ese proceder la única
forma, antes que de obtener el éxito, de ser consideradas de un modo serio,
cuando no simplemente tenidas en cuenta.
Hoy no
tienen las escritoras de nuestro tiempo necesidad de los subterfugios usados
por aquellas pioneras. Han ganado derechos que siempre debieron tener: derecho
a la educación y la cultura, lo que las ha convertido en lectoras masivas de
sus propias letras. Y sin embargo, sin necesidad, algunas por mero divertimento, usan de un pseudónimo con el que presentarse en
público.
Diana de
Mèridor es una de estas mujeres. Desde sus blogs “De reyes, dioses y héroes” y
“Cierto sabor a veneno” atrapa con sus letras al lector, que una vez allí no
logra escapar del embrujo de esta escritora, también conocida como “La dame
masquée”, de la que, no podía ser de otra manera, vemos publicado uno de sus
relatos en un libro de antologías sobre vidas de mujeres escrito por mujeres.
Mujeres en
la historia, editado por M.A.R. Editor, es un libro de relatos cortos. Allí con “El
viaje de Amandina” nuestra escritora, esta vez publicando con su propio nombre,
demuestra cómo, no sólo en la historia, sino en la ficción, es maestra a la
hora de juntar letras. Para ello, en esta primera obra suya editada en papel
impreso, ha rescatado la figura de una de aquellas mujeres que sí tuvo que
escribir bajo un pseudónimo masculino, incluso, a veces, adoptar formas,
comportarse como varón, para acceder al coto cerrado que los recalcitrantes
machistas de la época imponían en los círculos culturales.
*
Porque George Sand, conocida así y por su relación con el pianista Frédéric Chopin, y mucho menos por su verdadero nombre
Amandine Aurore Lucile Dupin fue mujer independiente y enamoradiza. Lo
dijo Heinrich Heine cuando la tituló de “Emancimatriz”. Desde su matrimonio con el barón Casimir Dudevant, éste sin
las aficiones intelectuales de su joven esposa que hubiera deseado compartir
con él y que condujeron al fracaso conyugal, Amandine buscó el amor durante
toda su vida. Tuvo amantes, casi todos hombres débiles, enfermizos, con los que
parecía desarrollar un carácter maternal y protector: Jules Sandeau, tímido
estudiante, al que llamaba “mi pequeño
Jules”; Alfred de Musset, un “bon
vivant” aficionado al alcohol, el opio y las mujeres; algún otro. Entre
medias también a otra mujer, Marie Dorval, una actriz. Aún pasaría algún tiempo
hasta que encontrara el amor con el más famoso de sus amantes, el compositor
polaco Frédéric Chopin, hombre también enfermizo, con el que mantuvo una
relación durante nueve años, difícil saber si de amistad o amor, en la que lo afectivo se sobrepuso a lo
carnal, hasta que también como otras veces la relación quedó rota. Aún una
última relación con el escritor Gustave Flaubert, diecisiete años más joven que
ella. Tampoco el roce de la piel es en
este trato lo que define esta relación, porque se vieron poco, pero se
escribieron mucho; la lectura de las cartas que se enviaron demuestra un íntimo
conocimiento de sentimientos, tanto como el que dos amantes pueden descubrir
entre sí.
Una vida llena de amantes y de libros. Escritora
prolífica, su obra alcanza las 180 obras e incontable la producción epistolar
de una mujer que no pudo llamarse como quería, pero sí vivir como quiso, hasta
que en Noant, la finca familiar, falleció el 8 de junio de 1876.
*
Pero no es de estos aspectos de los que “El
viaje de Amandina” nos habla. El relato nos cuenta, con imaginación basada en
el rigor de los hechos, lo menos conocido de la futura escritora: su niñez. Un
relato de ficción, como una novela corta,
que nos habla de lo que casi siempre olvidan los autores de contar en sus
obras, la importante etapa infantil y adolescente en la que se forja la
personalidad de los grandes personajes.
Monsieur, qué lujo de artículo! Contar con una reseña como la suya no tiene precio. Muchísimas gracias por este delicioso texto que me tomo la libertad de guardar para el recuerdo. Es usted un sol, Dlt!
ResponderEliminarBisous
Se lo merece, por su relato y su tesón por ver publicada su obra. Enhorabuena.
EliminarPor suerte para muchas que desde el anonimato por lo menos dieron rienda suelta a su talento.Hoy afortunadamente estas travas no existen pero sí que es un mundo que aun el hombre lleva las de ganar esperemos que cada vez sean más no para fastidiarse: sino que hay espacio para todos y entre todos pueden crear un mundo accesible donde juntar letras es...un privilegio de pocos y un gozo de muchos!
ResponderEliminarGracias por compartir esta entrada: tiene ud mucha razón : que nos atrapa con sus interesantes reseñas y, nos alegramos doblemente por poder conocer otra de sus habilidades sino me equivoco ya son dos libros que ha publicado nuestra querida" Dame masquee"
Un abrazo DLT
El relato de Madame lo he leído con el gusto con el que leo sus blogs. Me identifique mucho en ese viaje por experiencia propia.
ResponderEliminarMuy buena reseña amigo Marques
Saludos que todo vaya bien
Por lo visto la historia está llena de injusticias como ésta, y no sólo han habido mujeres que tuvieron que escribir con seudónimo masculino sino que también hay científicos y artistas que deben bastante de su éxito a sus mujeres.
ResponderEliminarQuiero felicitar a la Dame Masquée por su publicación.
Un abrazo Dlt.
Buenas iniciativas. Y ya el mero hecho de publicar es cosa de heroínas. Este relato de Madame, de cuyo blog soy seguidor, augura un largo momento de placer.
ResponderEliminarYa tenía razón Clarín.
Saludos.
Adivina qué libro tengo ahora en la mesilla de noche.
ResponderEliminarUn saludo.
La sociedad está en deuda con la mujer, no para glosarla, sino para darle el lugar igualitario que le corresponde. Me declaro adicto de La Dame Masquée, y le deseo un rotundo éxito, que ya lo tiene, con esta publicación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Unas hermosa entrada como merecidísimo homenaje a " La Dame Masquée".
ResponderEliminarMis felicitaciones a ambos.
:)
ResponderEliminarQue precioso detalle. Madame se lo merece
Ay, al principio me lié leyendo... Burra de mí, te había entendido que Clarín era una mujer y sabía que no podía ser y al mismo tiempo quería creerlo. La Regenta es uno de mis novelones más queridos...
Un abrazo grande, dlt.
La Dame masquée no solo escribe bien, sino que dota al texto de su toque, sello personal que quienes la seguimos identificamos al instante.
ResponderEliminarDlt, y gracias a este medio, la posibilidad de que artistas, historiadores y quienes tiene algo que decir, lo hagan y sean apreciados por sus lectores, como es el caso de este blog y tantos otros, abre un formidable puerta al conocimiento -y a la amistad-
Un abrazo
Quizá esté equivocado, pero me da la impresión de que la tal Amandina tenía arrestos suficientes como para firmar con su verdadero nombre. Me ha picado la curiosidad. Voy a darme una vuelta por el blog de la Dame Masquée. Un abrazo desde mi mejana
ResponderEliminarSe escondía con seudónimos pero da la sensación que tenía mucho carácter, los hombres con los que vivió eran débiles, a no ser que la sociedad de ese momento no estuviera preparada para tolerar que una mjer erscribiera y lo hiciera bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una gran mujer que supo batallar contra las cortapisas impuesta por el convencionalismo social en una sociedad marcada por el férreo dominio masculino. En el sentido amatorio puede recordar, en cierta forma, a Gala, la musa inconmensurable de Dalí.
ResponderEliminarMadame debe estar maravillada por la reseña. Yo lo estaría...
Un abrazo
Hola DLT,
ResponderEliminarhemos recorrido un largo camino, aunque todavia falta un poquitito mas. Sera cuestion de ajustar ciertos detalles, no es facil cambiar una mentalidad de profundo trasfondo milenario.
Saludos.
Parece un libro muy interesante , un buen regalo para Reyes, mas si se trata de la primera obra , al menos en papel, y como me gusta conocer aspectos poco conocidos de personajes famosos creo que es ideal. Mi enhorabuena a la escritora a la que deseo mucho éxito.
ResponderEliminarGenial tu presentación de la obra y de su autora nuestra querida "Madame" Ella escribe maravillosamente bien y me alegro de corazón que haya llevado a buen puerto su talento fuera de los blogs.
ResponderEliminarEnhorabuena a los dos, por traerla y a ella por su estupendo relato.
Bss
Con lo que me gusta leer¡¡¡, Ahora mismo me paso por esos blogs.
ResponderEliminarComo reseña esta entrada no tiene precio.
Saludos
Paso y leo, vuelvo a leer y pienso. Sus entradas son tan estupendas que cualquier comentario mío se quedaría corto para demostrar lo interesantes que me resultan. Entonces me retiro silenciosa.
ResponderEliminarQuiero que sepa que aunque no comente, le sigo con atención
Un saludos.
Es usted muy amable. No sabe cuánto agradezco sus visitas, comente o no. Para mí es una alegría muy grande verla asomar por aquí. Y no crea que es la devolución de un cumplido, pero cuando voy por su casa, y lo hago a menudo, es difícil abandonarla indiferente. Tiene usted un blog lleno de sentimiento, y eso me gusta.
EliminarUn abrazo.
Su reseña ha provocado mi interés por el libro y deseo a su autora mucho éxito al abrir esta puerta de Georges Sand, que aún tiene tantos rincones que explorar. Como su estancia en la Cartuja, donde dejó traspuestos a los monjes paseándose de noche por los claustros en deshabillé, suelta su imponente cabellera negra que le llegaba a la cintura. Saludos
ResponderEliminarYo leí en una ocasión a Rosalía de Castro, quejarse de algunos hombres, que le decían que las mujeres "deben dejar la pluma y repasar los calcetines de sus maridos". ¡que pena de hombres!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es mi querido amigo,nuestras antepasadas escritoras se vieron empujadas a usar seudónimos con nombres masculinos para poder darse a conocer. Hoy en algún sector como el religioso, seguimos estando vetadas por los hombres y es una verdadera lucha lograr que te acepten en sus círculos de Teología, como una más.No suelo escribir con seudónimo, aunque lo tengo, me gusta mi nombre, tan solo me veo obligada a usarlo en los certámenes literarios.
ResponderEliminarMuy buena entrada, siempre me gusta pasar a leerte.
No tengo el placer de conocer a Madame Masqueé, mi enhorabuena por tu homenaje.
Un abrazo
Sor.Cecilia
Fantástico comentario
ResponderEliminarMuy interesante árticulo y tomo buena nota del libro. La Señora de Nohant o George Sand es de mis escritoras favoritas. Gracias dlt.
ResponderEliminarY gracias por tu visita entre mis pompitas.
Beso y sonrisa. :)