En 1539 el cadí de Argel tiene un prisionero
muy especial. Los hermanos Medina, Andrés y Pedro, que lo han sabido cuando
acudían allí en auxilio de otros, familiares suyos, deciden rescatarlo también.
Para liberarlo deben pagar su peso en plata. Acceden. Se construye una balanza
para colocar al pesado prisionero y las monedas que deban equilibrar su fiel.
Cuando se comienzan a colocar las monedas que midan su valor en plata, los
platos de la balanza se equilibran milagrosamente al colocar la trigésima moneda.
El cadí acepta el resultado, los hermanos
Medina cumplen con su parte, pagan las treinta monedas y llevan consigo al
prisionero, que llega a puerto cristiano el 31 de mayo de 1539.
Así quedó escrito en los documentos
de don José Benito Medina, hijo de uno de aquellos hermanos libertadores,
notario de Valencia y enterrado en la parroquia de San Esteban de Valencia, en
una de cuyas capillas descansa el llamado, aunque muy desconocido, Cristo del
Rescate.
Hoy quizá necesite interpretar "Rescate" de otra forma...
ResponderEliminarHe visto esa talla.
¡Salud!
Yo pensaba que con esto de las fiestas y con estos políticos que se pasan el día encomendándose a vírgenes y santos, el Cristo del Rescate es al que rezan para que Bruselas y la Merkel no sean tan duros con España.
ResponderEliminarUn saludo.
Siempre hay un santo que acompaña una procedía, pero veo que también hay un Cristo.
ResponderEliminarQue tengas una feliz Pascua.
En esa época ,al perder dominios el Mediterráneo, eran muy frecuente esos secuestros a familias pudientes por estos bucaneros.-Me quedo un poco con la opinión de Cayetano y, ademas dicen que España se ha convertido en un punto álgido para pedir rescates: porque siempre paga.
ResponderEliminarLa talla esta muy bien conservada;gracias a la fe, muchas personas pueden llevar mejor su carga...
Un abrazo feliz Pascua.
Hola Marques:
ResponderEliminarUna talla muy bonita. La Fe mueve montañas...
Que todo vaya bien
Hola dlt, que curiosa coincidencia esta historia que has publicado sobre este Cristo para mi desconocido. Por lo leído en la entrada creo que hay un libro sobre el escrito (El Cristo del Rescate y los Medina) de José Gascó, que me han recomendado y tengo previsto leer en estos días de Semana Santa.
ResponderEliminarRecibe un cordial saludo Caballero andante.
Milagros y mas milagros que se recuerdan, sobre todo, por estas fechas. bonita talla.
ResponderEliminarSaludos
Al final les salió barato, pero el rasgo generoso merecía su recompensa, porque cuando se ofrecieron a pagar, seguramente pensarían que el prisionero pesaba algo más.
ResponderEliminarFelices pascuas, monsieur
Bisous
afortunadamente la talla no pesaba mucho y salió barata.
ResponderEliminarUn saludo.
En cuatro líneas ha contado un episodio que ignoraba y me ha explicado el porqué más de medio milenio después de sucedido aún se recuerda. Lo que me lleva a pensar que cada uno de los pasos que vemos debe guardar una historia y sería bueno conocerla.
ResponderEliminarSaludos
Curiosa historia sobre este Cristo tan peculiar.
ResponderEliminarUn saludo.
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Buon Domenico Pasqua
ResponderEliminarBreve, pero bueno, y curiosa la coincidencia de la historia con el nombre del cristo, aunque es evidente, que no tiene nada que ver lo uno con lo otro.
ResponderEliminarMuy oportuno y acertado el comentario de Cayetano.
Un abrazo, amigo.
Precioso Cristo y bonita historia , .... similar a otro relato esta vez del famoso Cristo de Medinaceli de la primera mitad del siglo XVII .situado en la parroquia del mismo nombre de Madrid.
ResponderEliminarTallada en Sevilla como los Cristos «de la Sentencia», fue llevada por los capuchinos hasta la plaza fuerte de La Mamora o Mámora, en Marruecos, conquistada en 1614 por los españoles para luchar contra la piratería y rebautizada como San Miguel de Ultramar. Cuando en abril de 1681 el rey Muley Ismail tomó la ciudad, hoy conocida como Medhía, la imagen fue arrastrada por las calles de Mequinez y sometida a todo tipo de vejaciones, burlas y ultrajes por los sarracenos.
La Orden de los Trinitarios, dedicados al rescate de los cautivos, pagó en oro el peso de la figura, según cuenta la leyenda. El plato de la balanza se equilibró cuando alcanzó el mismo precio que cobró Judas por entregar a Jesús: treinta doblones de oro, que han dado título a la última novela histórica de Jesús Sánchez-Adalid. De ahí que el Cristo lleve la cruz de los trinitarios, roja y azul, como portaban agradecidos de por vida tantos cautivos liberados por los trinitarios.
Un abrazo
Hola, cuando tenga un momento me encantaría que se pasara por aquí, yo también lo encontré cerrado al publico pero... http://paseandoporlaalcarria.blogspot.com.es/2014/04/guadalajara-panteon-de-la-duquesa-de.html
ResponderEliminarSaludos
Si no me equivoco esta historia se repitió un siglo más tarde con el Jesús de Medinaceli, al que se logró rescatar de su "cautiverio" de idéntica manera y fue trasladado a Madrid. De este episodio he leído hace poquito una novela que te recomiendo. Se titula "Treinta doblones de oro" y es de Jesús Sánchez Adalid.
ResponderEliminarUn saludo
Maravillosa talla. No conocía la historia, el nombre es de lo más apropiado.
ResponderEliminarFeliz Pascua y saludos
Una historia muy en concordancia con la religiosidad de aquella España de los Austria, esas leyendas/milagro que tanto gustaban en aquella época y que cubren de gloria y mística tantos sucesos.
ResponderEliminarMuy interesante.
Un saludo