Cuando
Annelies Marie Frank Hollander despertó aquella mañana, se dirigió corriendo
hasta el comedor de su casa. Envuelto en papel allí estaba el regalo de su
cumpleaños. Rápidamente arrancó el envoltorio y lo vio: era un cuaderno con las
tapas duras. Aquel mismo día, 12 de junio de 1942, Ana lo estrenó escribiendo: “Espero poder confiártelo todo como aún no
lo he podido hacer con nadie, y espero que seas para mí un gran apoyo”.
El diario de Ana Frank fue escrito en el cuaderno que su padre le regaló al cumplir sus trece años. |
No
sería para Ana Frank, recién cumplidos sus trece años, un diario cualquiera.
Aquella libreta iba a ser una amiga a la que poderle contar todo. De ese modo, le
puso nombre y comenzó a contarle a Kitty todo lo que rondaba por su cabeza de
adolescente, pero que por la fuerza de la dura realidad que, a ella y a su
familia les iba a tocar vivir escondidos en la
casa de atrás del número 663 de la calle Prinsengracht, un edificio de la
firma Opekta en la que trabajaba Otto, el padre de Ana, acabaría haciéndola
madurar más deprisa de lo que una muchacha de su edad hacía. Así lo comprendió
ella cuando el 7 de marzo de 1944 escribió cuán distinta era la Ana Frank de
1942 con la actual tan juiciosa. Quizás fuese así en parte o al menos ella así
lo pensó, pero lo cierto es que nunca dejó de ser una niña. No la dejaron. Desde
el 9 de julio de 1942 hasta su última anotación el 1 de agosto de 1944 dejó
escrito cómo vivió en aquellas habitaciones la relación con sus padres, con su
hermana, con la otra familia judía que con ellos se ocultaba, sus sentimientos
más íntimos, la tensión vivida allí dentro, sus pensamientos sobre la guerra y
sus acontecimientos escuchados en las emisoras de radio inglesas.
Dijo, dejó escrito, que
cuando acabara la guerra le gustaría ser escritora o al menos no dejar de escribir de
un modo u otro. Tampoco la dejaron, pero sí dejar las notas de sus confidencias
a Kitty, que su padre, único superviviente de la familia de los campos de
concentración, logró que se publicaran después de la guerra. Al fin, su anhelo
de ser escritora se cumplió, y el mundo lo supo.
Doble crimen. El nazismo acabó con una familia y asesinó los sueños de una adolescente.
ResponderEliminarUn saludo.
Que fuerte: como se puede sesgar la vida y encima antes de perderla tener que vivir con esa angustia.Malditas guerras, que solo ocasionan sufrimiento y esta no tiene paragón.Aunque dejo fiel testimonio "Su Diario".Para su padre tuvo que ser muy duro, porque aunque salvó la vida , es un vivir sin vivir...
ResponderEliminarUna entrada que nos ayuda a reflexionar que nada , justifica esos actos.
Un fuerte abrazo.
El mundo sigue matando niños, segando sus sueños, impidiéndoles vivir lo que, en teoría, deberían ser los años más dulces de su vida. Seguimos contemplando como sucede, con dolor pero, impasibles. En cualquier telediario vemos imágenes de familias que huyen de sus casas arrastrando a sus hijos, niños muertos, mutilados por las bombas....victimas de la barbarie.
ResponderEliminarSaludos
Sin ese diario y la voluntad de su padre el testimonio de Ana Frank nunca hubiera podido sobrevivir. Ella vive aún en ese texto a pesar del paso del tiempo.
ResponderEliminarUn saludo
Hace unos años que la visite y aun recuerdo la sensación tan extraña que sentí al estar en el interior de la casa de Ana Frank, era algo parecido a la emoción pero con una mezcla de tristeza, saber del sufrimiento que tuvieron que pasar aquellas personas que allí luchaban por esconderse ya que si ha estado estará de acuerdo con migo que el espacio es reducido para albergar a ocho personas durante dos años, incluso diría que las conversaciones y roces debían hacer mella en sus caracteres. Salí con un ánimo un poco tocado y menos mal me fui a visitar el Jardín botánico que no está lejos y las mariposas del Butterfly House borraron esta sensación con sus vivos colores y elegantes vuelos.
ResponderEliminarMe ha gustado Caballero andante esta entrada saliendo un poco de lo habitual en sus escritos. Un cordial saludo.
Sí, pero ella ya no. Incluso es más cruel así. Si lo piensa, ni eso vio cumplido.
ResponderEliminarFeliz tarde, monsieur, aunque sea martes.
Bisous
Que historia tan emotiva e impactante. Uf, uno se queda sin palabras. Vaya regalo, cosas del destino.
ResponderEliminarSaludos.
Magnifica tu síntesis de una vida y de la historia de ese diario. Un saludo.
ResponderEliminarAl menos quedó su diario para que todos supiéramos de los momentos tan duros que pasaron, para luego tener un final tan triste.
ResponderEliminarMe ha gustado saber algo mas de la vida de Ana Frank.
Un abrazo.
Imposible leer tu entrada y no sentir un escalofrío recorrer de arriba abajo mi espalda.
ResponderEliminarUn abrazo Dlt.
El diario le dio fortaleza para pasar aquellos años encerrada en aquellas paredes secretas y sentir la lucha de la guerra al exterior.
ResponderEliminarSeguro que hubiese sido una buena escritora.
Un abrazo.
Una historia muy triste de la vida de esos días de la que ella ademas de vivirlo en primera persona se hizo eco de todo lo sufrido y lo absurdo y doloroso de aquel holocausto. Su diario y recuerdo perduran d¡en nuestra memoria.
ResponderEliminarHe leído varias veces este libro.
ResponderEliminarCuantas Ana Frank se quedaron por el camino...con su diario escrito...con sus sentimientos rotos...
Saludos Amigo. Que todo vaya bien
Cuánta premonición entre esas páginas. Empezó deseando que su vida fuera la escritura. Y así la acabó, escribiendo.
ResponderEliminarPienso en tantos adolescentes a los que hoy mismo, en tantas guerras, se les está repitiendo la historia de la pequeña Ana
Me ha impresionado este breve entrada, pero que penetra y llega a emocionar, pensando en las ilusiones de Ana Frank y como sus sueños se vieron cumplidos pero de forma trágica.
ResponderEliminarLa Pena es que Ella no lo viera pu8blicado y que alcanzara el éxito que tiene.
ResponderEliminarGracias por detalles que desconocía.
manolo
,,,.
Hace unos quince años compré un libro, una primera edición del año 1955, titulado "Las habitaciones de atrás". Hasta pasados unos años no supe que se trataba del Diario de Ana Frank, fue mi esposa quien me lo dijo, ya que lo leyó y le encantó. Bueno, pues ahí está mi asignatura pendiente ya, que todos los años digo que lo voy a leer en verano que es cuando tengo tiempo, y al final nunca lo hago.
ResponderEliminarMe lo has recordado, así que espero, que este año sea el definitivo.
Está claro, que no se puede dejar de visitarte.
Querido amigo, un fuerte abrazo.