Viajamos en el tiempo, hacia el pasado. Atrasamos el reloj más de mil cien años, hasta el año 891. Estamos en Roma. Acaba de ser elegido papa el obispo de Porto, diócesis cercana a la capital Romana. Se llama Formoso y su reinado discurre entre pretendientes a la corona italiana. Uno de ellos es Guido de Spoleto. Coronado por el Papa a regañadientes, Guido deja, al morir, la corona a su hijo Lamberto. El papa Formoso, otra vez a regañadientes, corona al sucesor Spoleto; pero no está conforme. Busca un aliado, y lo encuentra en Arnolfo de Carintia, rey de Germania. Lamberto, enterado de la traición, apresa al Papa. El germano se presenta en Italia, destrona a Lamberto y se hace nombrar emperador por el Papa liberado.
Pero, pese a tener una agitada vida, Formoso, no ha pasado a la historia sólo por lo hecho en vida, sino por lo que le hicieron una vez muerto.
En 896, sucede a Formoso un nuevo papa, Bonifacio VI que, gotoso, sostuvo sobre su testa la tiara papal apenas durante quince días. Un nuevo papa le sucede. El elegido es Esteban, de ordinal sexto. Éste era uña y carne de Lamberto Spoleto y rival, en su tiempo, del papa Formoso. Lamberto entra en Roma y se apodera de la ciudad. Ahora, en 897, Roma está bajo el poder de los más feroces y rencorosos enemigos que Formoso tuvo en vida. Esteban ordena exhumar el cadáver del antiguo Papa. Va a ser sometido a un juicio sumarísimo: comienza el “Concilio Cadavérico”.
El cuerpo putrefacto de Formoso es llevado ante el tribunal. Todavía provisto de sus hábitos pontificales es sentado y sujeto con una cuerda para evitar que se desplome. Dicen, quienes lo ven, que sobre las carnes que aún quedan pegadas a sus huesos está todavía el cilicio con el que se mortificaba en vida. El juicio comienza. Se le acusa de todo cuanto la ocurrencia de sus enemigos idea. Y es condenado, anulados todos sus actos realizados durante su reinado, desprovisto de sus insignias papales, y por fin mutilado cortándole los tres dedos de la mano que usaba para bendecir. Sus vengativos acusadores, aún insatisfechos, arrojan el cuerpo a una fosa común para que la turba enloquecida acabe el trabajo. El corrompido cadáver es arrojado al Tiber, hasta que, aguas abajo, fue recogido por algunos seguidores del papa ultrajado.
Puede que por casualidad, aunque los romanos lo atribuyeron a la obra del Espíritu Santo, el caso es que la basílica de San Juan de Letrán, que era usada como residencia del Papa, se desplomó(1). Los romanos tornadizos en sus opiniones, que poco antes habían lanzado el cuerpo de Formoso al Tiber, ahora temerosos del Cielo, lanzaron su furia contra el Papa. Esteban fue detenido y encarcelado. Murió estrangulado ese mismo año de 897.
Formoso, restituido en su honor, fue enterrado en San Pedro y cuenta la leyenda que las estatuas de San Pedro, en señal de homenaje, giraban sus cabezas al paso del cortejo, como si lo siguieran con la mirada.
(1) Hay constancia de que dicho templo se encontraba en muy mal estado.
Hay que ser guarros (más que los susodichos que se pasean impunemente hoy por mi blog)para exhumar un cadáver putrefacto y someterlo a juicio. Le estuvo bien empleado al advenedizo que se le cayera la basílica. Ahora que los romanos tienen delito: funcionar a base de presagios. ¡Están locos estos romanos!
ResponderEliminarUn saludo.
Había oído a Nieves Concostrina la historia, de pasada, pero al releeerla, ves la dureza de un loco,Esteban, y la cobardía implícita en esa época del temor a Dios. ¿Juzgar a un cadáver...?
ResponderEliminarPor favor.
Gracias por la Historia, Desde...
Madre mía, la verdad que no debía de resultar muy apetecible ser Papa en aquel tiempo, en vista de lo que les ocurría. Bueno, por lo menos el cadáver no se enteró. Mire que llegamos a ser bestias los seres humanos.
ResponderEliminarBuenas noches, monsieur
Bisous
¡Juicio macabro donde los haya, sin duda! Hay hechos que no dejan de sorprendernos, a los que intentemos buscar explicación aunque de manera infructuosa... Así, es la Historia.
ResponderEliminarUn saludo!
Había oído hablar de esta increíble historia y creo que hay un cuadro , Y en dónde se demuestra como el odio engendra odio aunque lleve tiara Papal. Hay que ver lo salvajes que podemos llegar a ser con tal de ostentar el poder.
ResponderEliminarHay un cuadro pintado por Jean-Paul Laurens del Papa Formoso y Esteban VI, que me quedé con el por lo impresionante.
Bss
Dicen que la realidad siempre supera a la ficción, este caso lo corrobora.
ResponderEliminarSaludos.
Bárbaro el final del cadáver de Formoso y bárbara la venganza celestial.
ResponderEliminarUn abrazo.
Que barbaridades, hay que ver todo lo que hicieron al pobre cadáver menos mal que al final lo enterraron como debido.
ResponderEliminarY por el otro lado el Papa Esteban estrangulado, el pago fue fuerte.
Un abrazo e interesante leyenda
Vaya horror de juicio; no se como lo más salvaje del ser humano puede salir fuera, como en este caso, y dentro de la esfera de la iglesia. Barbaridades de la historia. Un fuerte abrazo, amigo DLT.
ResponderEliminarAdoro história e escrevo poesia.
ResponderEliminarMuito bom o blogs!
Maria Luísa
Un capítulo de la historia de la Iglesia la mar de macabro, chavacano y de mal gusto....
ResponderEliminarRealmente macabro.
ResponderEliminarLastima que el cadáver no hablo cuando le acusaban ;D...Imagina lo que hubiese pasado ;D
Saludos Marques
Me recuerda a los autos de fe en que el Santo Oficio quemaba los cuerpos de los reos que habían muerto, sacándolos de sus tumbas. Al fin y al cabo es el mismo concepto: los cargos perduraban durante la muerte. El problema en estos casos es que el muerto no se podía defender...
ResponderEliminarSaludos
Menuda ocurrencia de querer juzgar la cadaver del Papa Formoso. En esa época no tuvieron en cuenta el dicho: Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios.
ResponderEliminarYa me hubiera gustado estar presente en el entierro de Formoso en San Pedro y ver sobretodo las estatuas girar la cabeza al paso del cortejo.
Un beso
Barbaridades, sin duda, pero no deja de tener su... aquel.
ResponderEliminarSaludos (¿Dónde estarán aquellos tres dedos?)
Ya había leido antes sobre este tema, pero la forma como la relatas es tan realista que parece que la estemos viviendo.
ResponderEliminarLa verdad es que historias de estas tan macabras y de crueldad de la iglesia existen muchos ejemplos que la mayoría de la gente desconoce. Gracias por ofrecerla para aprender mas cosas de la historia, en este caso de la obscura historia de la iglesia.
Eh! No veo el icono para subirlo a mi facebook, de modo que le doy al +1. Un saludo
Oh...y el "monse" de Granada, echando de menos esa época maravillosa que fue la edad media, se ve que extraña este tipo de procesos la criatura...¡Que salvajes! Siempre que pinso en San Juan de Letrán lo hago también en el humilde monumento a Francisco de Asís que hay en frente, recordando el momento en que el poeta de los leprosos y los animales fue a suplicar de rodillas que le permitieran seguir siendo pobre...Aún me asombra que lo consiguiera.
ResponderEliminarUn beso, dlt
Un episodio de factura psicópata. Ahí vemos cómo la locura, la sinrazón más absoluta elabora un ritual que ríase usted de Pulp fiction.
ResponderEliminarLa crónica evidencia lo mucho que la especiE humana tiene que evolucionar. No aprendemos.
Un abrazo.
¡Que locuras!Es estremecedor.
ResponderEliminarBesos
Me parece increíble que esto pudiera suceder, adonde llevan las intrigas y los odios.
ResponderEliminarUn saludo.
Que situación más macabra y bizarra. Vamos, sacar a un papa de su "descanso eterno" para someterlo a tal suplicio (aunque si vamos al caso tampoco es que lo sintiera). No creo que haya sido una actitud correcta por parte de sus sucesores, por más rivales que fuesen del antiguo papa.
ResponderEliminarUn Saludo.
Uriel
Hola, menuda historia. Diríamos un día que fue perpetrado por unos "Gamberros", cuanto odio tenían y pocos escrúpulos.
ResponderEliminarla historia hasta hoy está llena de barbaridades y de heroicidades.
Te dejo un beso de mi ternura
Sor.Cecilia
Uf, dlt: la imagen del cadáver medio putrefacto amarrado a la silla me ha dejado el cuerpo... de aquella manera (de verdad, no quiero caer en el chiste fácil)
ResponderEliminarEsta Iglesia tiene demasiadas sobre las que preguntarse.
Abrazos.
Madre mía... y esto lo hace un Papa, el representante de la Iglesia de los cristianos... Qué no haremos los malos, los que no ostentamos esos títulos... o más bien, qué nos harán...
ResponderEliminarGracias por estos acercamientos tan humanos a la historia, Dlt. Un placer leerte, aunque hoy con esa exhumación...uf!
Un abrazo.
Efectivamente, cada Orden tiene sus estatutos y Constituciones personales y varían en cada orden, la nuestra es de las Ordenes más abiertas, pero depende de qué comunidades pues son todas autónomas, hay más o menos libertad. La mía no me deja publicar mi libro de Historias de Sesy Bo y he tomado mi decisión para poderlo hacer, ya que es un libro para hacer mucho bien
ResponderEliminarCon ternura
Sor.Cecilia
Querido Dlt, este tremendo episodio que nos traes con tan vívida narración me ha recordado otro parecido por su macabro carácter, aquel en el que don Pedro I de Portugal, tras el asesinato de su amante, Inés de Castro, y con la que un año antes había contraido matrimonio en secreto, se alzó contra su padre, el rey, inductor del crimen; muerto este y después de haber ocupado él el trono, hizo ajusticiar con toda crueldad a los ejecutores de su amada Inés y ordenó que la desenterraran. Ya no se reconocía el bello rostro, totalmente desfigurado, pero, vestida con regios ropajes y adornada de diamantes, hizo que la sentaran en el trono; y fue entonces cuando obligó a que nobles y obispos le besasen la cadavérica mano derecha como acto de última pleitesía y así Inés reinó después de muerta. Luego le dio sepultura en el monasterio de AlcobaÇa, donde, enterrado él también, aguardan los amantes, una tumba frente a la otra, a verse uno al otro el día de la resurrección. Allí, mientras contemplaba este monumento a tan bella como tétrica historia de amor, recordé los versos de Quevedo:
ResponderEliminar"Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado."
Mil bicos, amigo mío.
miles de gracias por hacernos participes de tan interesante historia. Miles de besinos y feliz inicio de semana te desea esta amiga admiradora.
ResponderEliminarLa escena del papa Formoso putrefacto ante un juicio, la verdad, es digna de una película de terror con un toque de surrealismo.
ResponderEliminarAmigo, siempre es interesante y ameno leer tus escritos y aprender historia.
Un fuerte abrazo.
No soy un santo, ni se hacer esas bonitas fotos con las que nos recreas en tus escritos, pero me pasan cada cosa....
ResponderEliminarEntro por un dolor de estomago y no veas la que se lió.
Ya lo verás cuando veas mi blog.
Salñudos, manolo
¿Recuerdas el cuento del soldadito de plomo?, igual apareció en el interior de un pescado.