“Y antes de que
saliésemos nos llegó la noticia de que el infante En Pere, teniendo sitio a un
castillo de Fernando Sánchez, lo había cogido preso y lo había hecho ahogar. Y
a nos placionos mucho cuando lo oímos porque era cosa muy dura que era nuestro
hijo, y se había alzado contra nos, a pesar de que le habíamos hecho bien y le
habíamos dado tan honrada heredad”.
Así
decía Jaime I cuando conoció que su hijo Pedro, el heredero, había cumplido
sus instrucciones. Más razones de Estado que inquinas personales, que las hubo
sin duda por parte de Pedro, parecen ser las causas de este fratricidio, y por las que el crimen, a decir de unos o la ejecución según otros, fue un castigo esperado y poco censurado, a tenor de las
manifestaciones del rey que, sin rubor, demostraba su alegría por la eliminación
no del hijo, sino del traidor.
Aunque
Ferrán Sánchez había sido siempre mimado por su padre que le dio títulos y
rentas, nunca estuvo conforme con lo recibido y fue instigador de continuos
problemas para el reino, bien por su influencia sobre la nobleza a la que
soliviantaba, bien por entrar al servicio de los enemigos de su padre.
Ferrán era hijo de Blanca de Antillón, una de las muchas amantes de Jaime I de Aragón. Posiblemente envidioso de su hermano Pedro, el heredero que él, por su nacimiento bastardo, nunca podría ser fue la causa por la que los hermanastros se llevaran tan mal.
Ferrán era hijo de Blanca de Antillón, una de las muchas amantes de Jaime I de Aragón. Posiblemente envidioso de su hermano Pedro, el heredero que él, por su nacimiento bastardo, nunca podría ser fue la causa por la que los hermanastros se llevaran tan mal.
Jaime I el Conquistador Camarín de la Virgen en el monasterio del Puig de Santa María. Valencia |
En
1271, Ferrán acusa a su hermanastro de haber intentado asesinarle y que de
milagro ha logrado escarpar de sus asesinos. Jaime, conquistador de reinos,
pero blando con sus hijos, como siempre lo ha sido con sus nobles levantiscos, quiere saber
lo sucedido. Pedro lo niega, pero no convence. Crecido al creer que su
hermanastro parece quedar como culpable, Ferrán se siente seguro. En realidad
no hay motivos para tal confianza. Pedro, aparte una personal inquina por
Ferrán lo considera un peligro para el reino, máxime estando el bastardo al
servicio del rey de Sicilia, Carlos de Anjou, asesino del abuelo materno de sus
hijos, el rey Manfredo de Sicilia, y rival de la corona aragonesa. Su padre el
rey también acaba convencido del peligro que supone para el reino la actitud
de su hijo Ferrán, en tratos con el francés y cabecilla de los nobles
aragoneses enfrentados a él.
Así las cosas, no era más que cuestión de
tiempo que suceda lo irremediable; y por fin Pedro está dispuesto a dar el golpe
definitivo. Sitiado en el castillo de Pomar, cerca de Monzón, Ferrán sabe que
su única salida es escapar. Disfrazado de pastor sale de su castillo al tiempo
que un sirviente, vestido con sus ropas y a lomos de su mejor caballo corre al
galope en dirección contraria, tratando de distraer a los sitiadores. Ferrán
parece estar de suerte. Nadie repara en él. Todos corren tras el
jinete que, a matacaballo, parece inalcanzable, pero no lo es. Cuando el
sirviente es capturado y descubierto el ardid, se despliegan grupos de soldados
en busca del fugitivo. Por fin lo encuentran. Está tratando de cruzar el río
Cinca, pero su caudal es enorme y desiste. Se esconde entre los trigales. De
nada le sirve. Es capturado. Ferrán teme a Pedro, sabe que le odia, pero confía
en la habitual condescendencia de su padre. Siempre le perdonó. No sabe que
ahora las cosas han cambiado, que es el propio don Jaime quien alienta a su
hijo Pedro para suprimir el peligro que les amenaza. Y así lo hace. Cuando Pedro llega al lugar es su voz
la que da la orden directa de arrojarlo al río y ahogarlo en sus aguas.
Pese a sus palabras, es casi seguro que no
fuera igual el sentir de don Jaime, que eliminaba un enemigo del reino, pero
pedía un hijo; y el de don Pedro, que siempre mantuvo un conflicto, a vida o
muerte muchas veces, con su hermanastro, y que únicamente eliminó un enemigo
suyo y de su futuro reino. El reino del que apenas un año después sería rey.
Una tragedia más a la que condujo la ambición de un bastardo y el rigor de un padre. Recientemente había narrado en mi blog la historia de Monmouth. Su padre fue muy diferente, mucho más clemente, pero eso no le libró de ser ejecutado también cuando fue su tío quien sucedió a su padre en el trono.
ResponderEliminarMejor suerte tuvo don Juan de Austria. O tal vez no.
Buenas noches, monsieur
Bisous
Sobrecoge tener la certeza de que en un rey predominan las razones de Estado (o de Poder) sobre los sentimientos familiares, de sangre.
ResponderEliminarSaludos DLT.
En la entrada de "Gusanos" recordaba a Einsestein: hoy toca Coppola. "No es nada personal, sólo negocios" La corona, el poder en este caso. Tremenda historia, dlt.
ResponderEliminarAbrazos
Es curioso constatar que por herencias,poder siempre han predominado estos intereses sombre la realidad. Y ver como hoy en día este concepto de "bastardo ha desaparecido del panorama" Hoy todos los hijos son legítimos como debe ser. Solo se pegan por la herencia.
ResponderEliminarGenial como siempre tu resumen de algo tan complicado.
Bss
Mala cosa cuando un padre se alegra de la desgracia de un hijo. La traición debe doler, pero como para llegar a ese extremo.
ResponderEliminarUn saludo.
Parece que en aquella época el deber, el honor, eran mucho más importante que la familia, que la sangre. Interesante relato. Saludos cordiales.
ResponderEliminarDefinitivamente Juan no solo acaba con el enemigo, también con su hijo (aunque parece que no le importó mucho o si??), pero Pedro si eliminaba a su competidor más directo.
ResponderEliminarEl poder parece que lo enturbia todo o será que somos enturbiado por el poder??
Saludos Marques. Gran relato como siempre
En mi blog de regalos
ResponderEliminarhttp://katy-agradeciendoregalos.blogspot.com.es/2012/09/mencion-de-una-amiga-de-interes.html
Tienes un premio. Puedes pasarte, verlo, leer, recogerlo, o hacer lo que te apetezca , Creo recordar que no los aceptas pero me apetecia nombrarte:-)
Bss
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarParece que has contado una historia de las que sucedían hace muchísimos años, sin embargo hace un par de semanas publiqué en mi blog una visita a la Laguna Negra soriana incluyendo unos versos de Machado del romance de Las tierras de Alvargozález que describe el parricidio cometido por los hijos para hacerse con sus tierras. Y hoy día cuantos desencuentros por la maldita herencia. No hemos mejorado mucho. Como siempre una excelente entrada. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarEl poder envilece y, la ambición nubla los sentidos.Nunca mejor dicho que el odio o las envidias entre hermanos son terribles.Y más por herencias...
ResponderEliminarPreciosa reseña
Saludos.
Amargura, resentimiento, desprecio, despecho, lucha de poder, un coctel peligroso. Rencor y venganza a pesar de la riqueza y el poder, agrego rigor de ley. No veia un hijo, veia a un traidor. Cuantas intrigas! Otras epocas? quizas.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Ay...se vistió de pastor como si fuera Abel y lo mató su hermano como un Caín cualquiera. Pobre sirviente huyendo muerto de miedo, supongo, sabiendo que si lo confundían con su señor lo matarían y si descubrían que no lo era seguramente también. No me extraña que corriera con toda su alma.
ResponderEliminar(Dlt, igual me pasa sólo a mí, y no me extrañaría porque desde que teóricamente ONO me duplicó la velocidad del ADSL mi pc anda a leña, pero me cuesta mucho entrar en tu blog, no me carga y se me atasca continuamente. Este comentario lo he hecho con copy paste en el bloc de notas)
Un abrazo
Es curioso, siempre los niños mimados nunca estan contentos con lo que tienen, y no dejan de incordiar, pero todo tiene un limite, como muestra la historia que has contando.
ResponderEliminarUn beso y feliz domingo
En la època de esta historia, hay que destacar, el desarraigo humano entre padres, hijos y demàs familias.
ResponderEliminarun abrazo
fus
Todo esto parece de Shakespeare.
ResponderEliminarSaludos.
Desde luego que antiguamente no se andaban con tonterías a la hora de quitarse de encima a posibles enemigos y rivales, de una vez los eliminaban, también el veneno fue muy usado en estas épocas.
ResponderEliminarUn abrazo desde Caracas
Desde luego en esas épocas en las luchas por el poder poco contaba si eran hermanos o no, la prueba está en las guerras entre hermanos en la casa de Trastámara en castilla y como en la historia hay ejemplos de luchas entre padres e hijos. En estos casos, el poder es el poder.
ResponderEliminarUn abrazo.
hoy paso por tu blog como un rayo, no dispongo de tiempo.
ResponderEliminarMi blog cumple 3 años y os digo nuevas noticias.
Una ya te la adelanto, regreso a España.
Con ternura te dejo un beso
Sor.Cecilia
El eterno conflicto entre familiares por el dinero y el poder. Siempre fue asi!
ResponderEliminarUn placer estar en tu blog!!
Un fuerte abrazo
Querido Dlt, desde aquellos Polinices y Eteocles, hijos de Edipo, enfrentados hasta la muerte por el trono de Tebas, ¡qué poco ha cambiado la historia! La ambición desmedida, la codicia insaciable, las ansias de poder se suporponen al amor de los padres por sus hijos, al afecto fratenal de los hermanos. ¡Terrible episodio de nuestro país!
ResponderEliminarMil bicos, caro.
Rivalidad entre hermanos y conflictos, pero la perdida de un hijo le debió de afectar me imagino para encontrar un poco de tranquilidad y evitar nuevos problemas.
ResponderEliminarUn abrazo
No me funcionaba internet y ahora sí. Me quiero quitar ya de estas historias de las vacaciones que hace mucho. De todos modos no se pueden comparar mis miniposts con sus megaposts.
ResponderEliminarPor desgracia,este episodio, es uno más, una práctica no tan rara en la historia.
ResponderEliminarEl Poder no reconoce filias ni otras lealtades que no sea mantener, y si es posible, expandir el poder. No sé quien dijo que en política no hay amigos, sino intereses. Tal cual. Así nos va.
Abrazo