Ésta es la casi desconocida historia
de un soldado, de un soldado valiente. Comenzó sus veintiocho años de vida en Cartagena a
comienzos de 1881 y desde bien joven quiso ser militar, por lo que al cumplir la edad reglamentaria
Antonio Ripoll Sauvalle ingresa en la Academia de Infantería de
Toledo. Pero valiente como es, necesita de aventuras, las que no encuentra en
su sedentario destino cartagenero. Solicita, pues, su marcha a Filipinas. Allí
sí encontrará la acción que busca.
Ripoll llega a Filipinas con
grado de alférez. Está en Manila cuando las tropas americanas comienzan su ofensiva.
El 13 de agosto de 1898 entra en combate y resulta herido. Una de las balas
enemigas alcanza la muñeca de su brazo izquierdo. Ripoll, ya en el hospital, se
enfrenta a lo peor: la amputación de su brazo. Tiene diecisiete años y su
carrera militar apenas iniciada parece terminar; pero no, Ripoll no es hombre
de los que se resigna con facilidad; no está conforme con su destino y al
llegar a Madrid, como capitán, rechaza ser un mutilado de guerra. Pide
audiencia real y la consigue. Ante la reina regente pide que se le permita seguir
en activo. Doña María Cristina tiene palabras cariñosas para el muchacho, y
también hechos: accede a la demanda y además ordena que sea fabricado un brazo
ortopédico de aluminio. Un brazo de plata dirán que lleva y por tal será
conocido en el futuro. Un brazo que, enguantado, le caracterizará siempre.
Pero Ripoll es activo por
naturaleza, y vehemente. Estando en Cartagena un periódico local edita un
artículo que ofende al estamento militar. Ni corto ni perezoso, ante la
pasividad de sus compañeros, se presenta en la redacción del diario:
─ Infamias son las publicadas por este
diario. ¿Quién es el autor de semejante disparate? Atrévase a dar la cara─
grita Ripoll.
No son palabras ni formas las del oficial
fáciles de dejar de tener en cuenta y por fin el autor del artículo da la cara
y se presenta ante Ripoll, que pese a su juventud, o quizás por ello, conmina
al periodista a retractarse de lo escrito o a batirse en duelo. Pero ni una
cosa ni otra suceden. Ripoll entonces abofetea al redactor con su enguantada
“mano de plata” para provocar el lance. Otros redactores de la publicación,
solidarios con su compañero, al conocer la agresión protestan por ello. Ripoll les
reta igualmente. Su carácter vehemente y su ímpetu reforzado por su juventud
le procuran un arresto de doce días, que más parece un castigo simbólico que un
correctivo a su mal genio.
Por fin en 1909 Ripoll
vuelve a la acción. Se han declarado hostilidades en Melilla contra los rifeños y el capitán
Ripoll pide su traslado a dicha plaza.
En las inmediaciones de la ciudad, entre Zeluán y Ben-Bu-Ifrur, la columna
del capitán Ripoll cierra la retirada de una misión de reconocimiento, pero
desde una casa rodeada de chumberas arrecia el fuego enemigo sobre la columna
española. Ripoll decide asaltarla y, calada su bayoneta, se lanza con los suyos
al ataque. El avance es decidido, no le falta valor al capitán, pero una bala
le alcanza, y Ripoll cae. Sus soldados asustados, sin jefe, retroceden y el
cuerpo del capitán queda yerto en el campo de batalla sin que se pueda retirar
su cadáver.
Cuando varios días después
se puede recoger el cadáver, al cuerpo del capitán le falta su brazo de
aluminio, que los rifeños creen de plata. Los rifeños pedirán un rescate por la
pieza, que al fin será recuperada. Hoy los restos del capitán Antonio Ripoll
Sauvalle al que por decreto firmado por Alfonso XIII el 6 de octubre de
1909 se le concedió la cruz de San Fernando de segunda clase, reposan en el
panteón de héroes de Melilla y su “brazo de plata” se conserva y puede ver en
el Museo Histórico Militar de Valencia, merced a la donación hecha por su
familia.
Qué historia asombrosa. No conocía la historia de este caballero del brazo de plata. Increíble que pudiera combatir, y también que lograra manejarse lo bastante bien con una mano ortopédica en aquel tiempo, lo que parece denotar que la ortopedia estaba bastante adelantada.
ResponderEliminarPero lo de abofetear con esa mano... Vaya, podía haberse entrenado a hacerlo con la otra!
Buenas noches, monsieur
Bisous
La criatura demostró no arredrarse, incluso diría que era algo temerario. En el oficio de armas quizás ese temperamento es el indicado. Y por cierto, el bofetón debió doler lo suyo.
EliminarSaludos
Bravio temple el de este jovencito! que tiempos aquellos y conmovedora historia!
ResponderEliminarUn abrazo cordial.
Tremenda historia. Pensaba que estas cosas sólo pasaban en los cómics de Marvel.
ResponderEliminarNo obstante, parece que este joven intrépido no hubiera parado quieto en ninguna parte, aunque eso de ponerse en peligro es algo común en otros militares temperamentales como Ambrosio Espínola.
Muy buena entrada. Buenas noches.
Un chaval un poco desequilibrado, me parece a mí, aunque la historia es digna de novelar y podría dar para mucho. Igual me animo y escribo algún relatillo corto gracias a este tal Ripoll. Sr. dlt.
ResponderEliminarSaludos.
Hombre con carácter este Ripoll, sin duda, y no se arredraba ante nada. Debería ser algo legendario eso de la mano de la plata, cuando los rifeños se la llevaron como trofeo. Muy interesante esta historia y bien narrada. Saludos cordiales.
ResponderEliminarUna muestra más de la valía de algunos hombres de este país.
ResponderEliminarNo conocía la historia de este soldado pero me ha encantado conocerla contada de una forma tan amena.
Un abrazo DLT.
Una historia desconocida amigo mio, pero muy emocionante. Quizás de carácter explosivo, pero fiel a sus principios.
ResponderEliminarSaludos Marques
Pues desde la terraza has observado muy bien lo acontecido un siglo antes, con una narración fluida, como arrancada de las páginas de un libro académico de historia. Comprendo que hace falta tener un carácter especial para la milicia, pero ese carácter no se puede transportar a la vida civil y erigirse en juez y parte de la opinión ajena. Ese es el ímpetu que dan las armas, que hasta sin pretenderlo se cree la mano que dirige al mundo.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy interesante la corta vida de este soldado y por cierto la mano puede dar bien el pego por lo pulida que esta: parece de plata...aunque séa de aluminio.Murió con las botas puestas aunque un poco joven...genio y figura hasta la sepultura.
ResponderEliminarFeliz fín de semana DLT
Impetuoso joven y temerario también. Prefirió vivir jugándose el pellejo a estar retirado cobrando la paga por mutilado de guerra. Cosas que hace uno cuando es joven y atolondrado.
ResponderEliminarUn saludo.
Madame se me ha adelantaddo, como casi siempre, estoy seguro de que hubiera afofeteado igual de bien con la otra mano y puede que hubiera encontrado algún placer en hacerlo, además:D
ResponderEliminarEn cuánto al muchacho...parece que Ripoll era de esa gente que gusta de beberse la vida a tragos largos. Me ha gusatado mucho la historia,dlt. Un beso
S-E-G-U-R-A, estoy segura...seguro no. Ah, y la historia me ha gustado no gusatado, que supongo que es lo que pasa cuando se ata la gusa. O algo.
ResponderEliminarQué lío
Otro beso
Desconocia la historia de este valiente soldado el pobre tuvo mala suerte, nadamàs llegar resulto herido. En aquella época se concevia la vida de otra forma.
ResponderEliminarUn abrazo
Un hombre muy joven que tiene un alto concepto de lo que es ser un buen militar.
ResponderEliminarNo conocía su historia, pero me alegra que fuese valenciano.
Un abrazo
Sor.Cecilia
Me alegra verla por aquí de nuevo, hermana. No, no era valenciano, sino cartagenero. Lo único que se conserva de él en Valencia es su mano ortopédica.
EliminarMuchas gracias por su visita y comentario.
Un saludo.
Desde luego valiente si que fue, apasionado también porque el perder el brazo no le amedrentó. Creo que le pudo la la falta de reflexión a causa de su juventud, pienso que esa vehemencia le costó la vida.
ResponderEliminarHoy en día lo que hizo en la redacción del periódico se le llamaría más "Chulito" que valiente. Pero eran otros tiempos y el honor se medía con otra vara de medir.
Bss
Que curiosa historia y que bien narrada.El valor y la fidelidad a los propios ideales resultan hoy casi extraños....una pena.
ResponderEliminarComo siempre es un placer leerte.
Saludos
Una historia totalmente desconocida, excelente recuperar a personajes de los que nada sabíamos , como es el caso de este soldado que sin duda era valiente y al mismo tiempo tenía muy mal genio por lo que se ve.
ResponderEliminarUn saludo
Siempre me digo que tengo que buscar un hueco y darme una vuelta por el Museo Histórico Militar de Valencia, museo que todavía no conozco pese a llevar vivendo en esta ciudad ya muchos años. Tu magnífico, desconocido y bien contado relato, es otra excusa más para pasar por allí y contemplar esa mano de "plata" mientras recuerdo su historia.
ResponderEliminarUn saludo
Recuerdo haber leído la historia hace ya muchos años. La tenía totalmente olvidada y, gracias a su escrito,vuelvo a saber de este oficial. El brazo es imponente.
ResponderEliminarYa no quedan tipos así.
Mis saludos.
Querido Dlt, nos traes una historia sorprendente y narrada con muchísima habilidad; me alegra haber conocido de tu "mano" la noticia de esta otra "mano biónica".
ResponderEliminarExcelente relato, querido amigo, y mil bicos.
Hay personas a las que las dificultades arredran bien poco, por aquí se dice que "tienes mas mala leche que un cojo o un manco" con lo cual las malas pulgas ya venian de suyo.
ResponderEliminarSaludos
Un Personaje que merece no ser olvidado.
ResponderEliminarDesconocía esto y me ha gustado mucho leerlo.
Saludos, manolo
Infinitas gracias querido y admirado amigo por concedernos el privilegio de ser conocedores de tan bella historia a través de tus supremas letras. Miles de besinos de esta amiga que te desea con inmenso cariño feliz domingo.
ResponderEliminarHola amigo, otra historia sorprendente y bien narrada que no conocía. El destino del intrépido capitán Ripoll estaba escrito, desde que abandonó Cartagena.
ResponderEliminarUn abrazo
Agradezco tus palabras de ánimo,al igual que lamento hayas pasado por una circunstancia similar.Amigo mio,en efecto los recuerdos de los que se van siempre estarán a nuestro lado y nuestra vida la llenamos de ellos,.... con el tiempo los consideraremos y guardaremos como un gran tesoro.
ResponderEliminarUn abrazo Severine
"Infamias son las publicadas por este diario."
ResponderEliminarHablaba como Yoda
No conocía nada de la vida de Antonio que bien le podían haber apodado "el valeroso", españoles de otro tiempo, no tan lejano, algo así como nuestros bisabuelos, a los que les tocó defender las últimas plazas del imperio Filipinas, Cuba, Marruecos.
ResponderEliminarSaludos.
Puro valor que llega incluso a lo temerario, es una historia tan interesante como para convertir el relato en novela. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHermosa historía que narra la valentía y el arrojo de un gran militar.
ResponderEliminarEspaña cuenta en sus historia con auténticos luchadores que hicieron gala de la defensa de unos valores.
Un beso.
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
Gracias por la corrección
ResponderEliminarUn abrazo
Sor.Cecilia
Era un soldado de sangre caliente y dispuesto siempre a la acción, por ello su forma de morir es consecuente con su manera de vivir.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, pues gracias por tu comentario en mi casa.El análisis que he hecho no es para los que siempre están al pie del cañón, hay que hacer lo que se pueda, porque tenemos otras obligaciones que atender y una vida propia, pero si te haces seguidor y nunca vas y no haces intercambio de conocimientos, la verdad,más valiera que atendiera sólo a unos pocos o muchos que tiene y no luciera sólo como una foto vacía.
ResponderEliminarLa verdad es que yo no puedo atender a tantos amigos y menos cuando no dan señales de vida sin dejarnos una pequeña nota que no nos podrán visitar.
Gracias
Con ternura
Sor.Cecilia
Ripoll, a parte de por su brazo de plata, destacó en aquel ejército español caracterizado por el arrojo de sus valientes soldados en una guerra de Africa sin sentido a la que eran enviados los jóvenes españoles, cual cochinos al matadero. Es un milagro que se conserve el brazo de aluminio y que la familia pudiera rescatarlo, lo cual indica que tenían posibles.
ResponderEliminarUn saludo
Una historia muy bien narrada de un caballero valiente.
ResponderEliminarGracias por contarla.