Está
bastante extendida la creencia de que fue un cocinero del general carlista Tomás
Zumalacárregui quien inventó la tortilla de patatas. Si el cocinero del
general fue autor del invento o si copió o versionó y luego se le atribuyó lo
que en algún fogón norteño vio cocinar, poco importa. El caso es que a esa tortilla nadie puede ya
negar su origen, pues es conocida en todo lugar como española.
Pero
si de tortillas hay que hablar, no podemos dejar de visitar Francia. Allí se
inventó una conocida como omelette à la
royale. Otro cocinero al servicio de un general la inventó: François Marin.
Este cocinero, que además de dedicarse a los guisos escribía, trabajaba para
el príncipe Soubise. El mariscal no ha pasado a la historia por sus aciertos
militares, más bien lo contrario: en la batalla que sostuvo contra los
prusianos en Rossbach, en la que sus tropas duplicaban muy holgadamente a las
del enemigo, cosechó una decepcionante derrota, que alteró, desde luego, su
ánimo. Véase su reacción sino cuando al dar cuenta del desastre escribió a Luis
XV: “Escribo a S.M. en el exceso de mi
desesperación. La derrota de vuestro ejército es total”; pero sí, por dar
nombre a un condimento, siempre a base de cebolla, con el que se degustan los
platos a la Soubise.
Y
es que Francia tiene fama por su gran cocina. Allí, como aquí y tantos otros
lugares, hubo grandes comedores. Algunos de quienes podían permitírselo dilataban
sus tripas hasta reventar. Ya se contó en otro lugar cómo el duque Luis de Vendôme era muy aficionado a los mariscos y que, viviendo en Vinaroz, durante
la guerra de Sucesión Española, se dio tal atracón de langostinos que fue el
último de su vida.
Pero
no sólo los varones han sido propensos a los excesos culinarios. En Francia, en
tiempos de Luis XV, la reina María Leczinska era una glotona de mucho cuidado.
Para celebrar el nacimiento de sus hijas gemelas Luisa Isabel y Ana Enriqueta
no tuvo mejor ocurrencia que celebrarlo comiendo ostras, dando cuenta de quince
docenas de tan jugoso molusco. No cuesta creer que con tan extraordinarios
excesos y las indigestiones que ellos le producían, se le tuviera que
administrar la extremaunción en dos ocasiones. Quizás en esa desmedida afición
al yantar excesivo tuviera que ver el aburrimiento. La reina María cumplió bien sus
obligaciones como reina dando abundante prole a la Corona. Se le oía decir a
menudo: “¡Qué vida! Siempre haciendo el amor, siempre preñada, siempre
pariendo”. Eso, claro, hasta que entró en la vida del rey Jeanne Antoinette
Poisson, pronto marquesa de Pompadour.
Aunque conocido ya en Roma, fue a partir de Luis XIV cuando el foie-gras adquirió en las mesas la categoría de manjar |
Mas
no eran gastrónomos sólo los nobles. Quienes podían permitírselo empezaron a
disfrutar de los placeres de la mesa fuera de casa.
Aunque
el primer restaurante, como tal, con mesas separadas, un menú o carta para elegir
distintos platos y un horario fijado y distinto para los almuerzos y la cenas
se abrió en París en 1765, no fue hasta 1782 cuando se abrió el primero de los
que puede considerarse como restaurante de lujo. Su propietario, Antoine
Bauvilliers, era conde de Provenza, y entre los habituales del establecimiento,
al que llamó La gran taberna de Londres, estaba el gran gastrónomo Brillat
Savarín, que dijo del local: “Es el primero en haber combinado cuatro
requisitos esenciales: ambiente elegante, camareros amables, una bodega selecta
y una comida superior”.
Algunos
podían permitírselo incluso estando presos. Jean Françoise Marmontel fue un
importante polígrafo francés de la Ilustración. Dramaturgo, poeta, filósofo,
participó con muchas entradas de carácter filosófico, lingüístico y literario
en la Enciclopedia. Aunque procedía de una familia humilde había logrado
prosperar, participar en salones literarios y ganar algunos premios. Amigo de
Voltaire, cuando era ya notorio su triunfo, dirigió El Mercure, convertido en
altavoz contra el Antiguo Régimen, lo que le llevó a la Bastilla. No por mucho
tiempo, todos sea dicho, apenas once
días, pero durante los que pareció no privarse de nada. Lo dejó escrito en sus
memorias en las que relató cómo fue alguna de sus comilonas: le acompañaba su
criado y fiel Bury, y cierto día, de los pocos que estuvo preso, le presentaron la comida y tras servírsela su
criado y dar cuenta de ella dijo:
─El
puré de habichuelas fue magnífico, pero nada comparado con el exquisito plato
de bacalao que degusté después. El suave y delicado sabor a ajo, lo hacía
delicioso. Hubo vino, que era pasable y aunque no hubo postre pensé que de algo
me tendría que privar en un lugar así. Iba a ceder, pues, el asiento a Bury,
para que diera cuenta de cuanto me había sobrado, cuando dos carceleros
entraron con nuevas y más apetitosas fuentes: una sopera con un excelente consomé,
un filete de buey, un muslo de capón, alcachofas, espinacas, vino de Borgoña…
─Señor,
dijo mi fiel Bury, creo que habéis tomado mi almuerzo; y puesto que vos ya
habéis comido, creo que sería justo que fuese yo ahora quien tomara el vuestro.
Y así se hizo, salvo un pera y el cafe
que el bueno de Bury cedió a su amo, ambos hartos de comida y risas
terminaron aquel almuerzo en la Bastilla.
No
iba a tardar mucho París en ver sus calles llenas de restaurantes. La
revolución próxima iba a dejar a muchos cocineros sin trabajo. Buenos cocineros
al servicio de nobles que ya no comerían más se colocaron en los ya existentes
y sobre todo se establecieron por su cuenta. Cuando Napoleón Bonaparte se
coronó a sí mismo emperador, rondaba el medio centenar el número de
restaurantes abiertos en París; seis años después en 1810 eran dos mil los
establecimientos que servían comidas con un amplio abanico de calidades y precios.
Aunque
más tarde, también España vio como sus ciudades abrían comedores con gran
variedad de precios en los menús ofrecidos. Tenemos un divertido ejemplo
protagonizado, en 1852, por un grupo de bohemios, jóvenes promesas de las artes
que firmaron al pie de esta curiosa invitación. Participaron en ella, entre
otros: Ramón Rodríguez Correa, Cosme Algarra, Francisco Asenjo Barbieri y
Manuel del Palacio, y fue este último precisamente el encargado de formularla, que
lo hizo así:
Carta cariñosa y franca
que escriben con efusión
doce hombres de corazón
a don José de Salamanca.
Nos, los abajo firmantes
muchachos de porvenir,
que se acaban de reunir
con dos pesetas sobrantes
viéndole pasar la vida
prodigio siempre y fecundo,
convidando a todo el mundo
mientras nadie le convida,
queremos, aunque sin blanca,
nos halle el 20 de enero,
gastarnos aquel dinero
con don José Salamanca.
Comidas de dos pesetas
no son malas, don José:
habrá sopa de puré
y una entrada de chuletas.
Tendremos fritos los sesos
y, entre platos no sencillos,
rábanos y pepinillos,
manteca y otros excesos.
Iremos, aunque se alarmen
los que rigen el país,
a la fonda de París,
sita en la calle del Carmen.
Preséntese usted contento,
sin temor a una emboscada,
que nada debemos, nada,
en dicho establecimiento.
Allí, a las seis de la tarde,
el sábado nos reunimos;
vaya usted; se lo pedimos,
y el que lo busque, que aguarde.
No tema usted que la crítica
con nosotros se entrometa,
que no es cuestión de etiqueta
ni se hablará de política.
Ni piense que en esta acción
vaya, como en otras ciento,
después del ofrecimiento
oculta la petición,
que el favor de más valía
que usted puede dispensarnos
es solamente el de honrarnos
con su grata compañía.
Posdata. Si por si acaso
no se puede presentar,
denos cuenta del fracaso,
porque el paso de esperar
ha sido siempre un mal paso.
Don
José de Salamanca y Mayol, marqués, dedicado a los negocios, las finanzas, la
política, millonario, el hombre más rico de España de su tiempo, los de la
reina Isabel, agradecido, aceptó asistir y encargó al poeta Ramón de Campoamor
acusara recibo a tono con la invitación:
Con labios agradecidos,
cual su arrogancia merece,
a los doce consabidos
les besa la mano el “trece”.
Acepto con gran placer
vuestra franca invitación,
y así podremos saber
lo bien que saben comer
los hombre de corazón.
Comeremos, y ese día,
con dulce fraternidad,
brindaremos a porfía,
unos, por la monarquía;
otros, por la libertad.
Y a todo aquel que no acierte
como a invitación tan franca
corresponderé…, se le advierte
que avive el seso y despierte
y que estudie en Salamanca.
Y parece que todo acabó
bien, y que los comensales, ya sólo doce, para celebrarlo improvisaron un espontáneo
homenaje a don Miguel de Cervantes, ante la estatua del escritor universal
colocada en la plaza de las Cortes pocos años antes.
Genial post gastronómico e informativo. Lo de la tortilla de patatas se la atribuye mucha gente pero lo cierto es es que es española y creo que es uno de los mejores inventos gastronómicos del mundo:-)
ResponderEliminarUna buena recopilación y geniales versos. Lo cierto que el comer bien ayuda a hacer amigos, a disfrutas y a compartir.
Bss y buena semana
Osea que al final la tortilla de patatas es vasca :D Será del mismo Bilbao, como si lo viera :D
ResponderEliminarLo he pasado en grande con este post, lo de la reina recien parida comiendo docenas de ostras supera en varias magnitudes mi imaginación.
Un beso, dlt :)
Por algo se dice que de grandes comolinas están las sepulturas llenas.
ResponderEliminarVa a ser verdad que tras dar a luz entra hambre, la reina María se dio un atracón de ostras, yo, que no pertenezco a la nobleza, me comí un bocata bien grande de salchichón.
Un abrazo Dlt.
Deliciosa entrada, en todos los sentidos, jejeje Tengo debilidad por el impertinente, brillante, cáustico Brillat Savarin, aunque de sus "polvos" nos hayan llegado algunos "lodos" con los que no acabo de comulgar: para todos los interesados en el buen comer su "Fisiología de Gusto o Meditaciones sobre la Gastronomía Trascendental" (¡de principios del XIX!) es lectura obligada.
ResponderEliminarAbrazos, dlt
Del buen yantar gustamos todos, de eso no me cabe duda.
ResponderEliminar¡Salud!
Los franceses son muy "tortilleros", dicho así en masculino para evitar malentendidos; pero a nosotros nos rebosa el ingenio. Tanto que fuimos capaces de inventar en la primera posguerra la tortilla de patatas sin huevos y sin patatas.
ResponderEliminarUn saludo.
Quién hubiera estado en esa comida, para disfrutar igualmente de la compañía! Ya lo creo que por dos pesetas no se debía de comer nada mal. En la época de dichos caballeros dos pesetas eran casi un fortunón. Fíjese, poco más de un céntimo de euro.
ResponderEliminarFeliz comienzo de semana
Bisous
En España la hambruna de unos tiempos, agudizó mucho el ingenio: (entre peroles nos manejamos bastante bien) y, para muestra un botón.
ResponderEliminarNo hay mejor disfrute que poder compartir unas buenas viandas y caldos; con unos buenos tertulianos.Aunque hoy en día eso es un privilegio para pocos...demasiado estres y poco sosiego para saborear estos privilegios.
Unos por exceso y otros por defecto.Todo con mesura como diria Cervantes.Pero que nuestra querida tortilla de patata le gusta a casi todos.
Una entrada como para estar en ayunas jejeje; me ha encantado!
Un abrazo DLT.
El juego cortés y elegante de las poesías cruzadas me ha divertido, pero lo que me ha producido una indigestión ha sido lo de la reina come-ostras. Quince ostras son una barbaridad, pero... ¿quince docenas? Pues no hay mar de jugos gástricos capaz de semejante proeza transformativa, excepto la de la Reina.
ResponderEliminarAh. Y viendo los platos que le sirvieron al amigo de Voltarie en La Bastilla, ruego me tomen preso de inmediato.
Hola interesante entrada cultural y gastronómica. Yo también creía que la tortilla de patatas se debía a este buen señor, pero hace tiempo leí en la revista Muy interesante un artículo sobre ella y su origen que según el libro "La patata en España. Historia y Agroecología del Tubérculo Andino", escrito por el científico del CSIC Javier López Linaje, se sitúa el origen de la tortilla española en la localidad extremeña de Villanueva de la Serena (Rica torta de queso está, me gusta más que la del Casar) en el siglo XVIII. La obra hace referencia a documentos que hablan de la tortilla de patatas en esta localidad en 1798, y atribuye su invención a Joseph de Tena Godoy y al marqués de Robledo. En fin, es un dato más, pero lo que sí es cierto es que es uno de los ricos manjares de los muchos que dispone esta España crisol de culturas (entre ellas las gastronómicas) para no entrar en detalles históricos y escabrosos hoy tan en boca de muchos…
ResponderEliminarUn cordial saludo desde esta Barcelona primaveral pero fría
Me ha encantado la entrada. Un buen anecdotario que ilustra el poder que tiene una buena comida para mejorar el ánimo y las relaciones sociales; bien aderezada, preparada y servida, se convierte en auténtica adicción para algunos. Morir por atracón de langostinos ¡Madre mía qué forma más pantagruélica de buscar la muerte!
ResponderEliminarSaludos
En España, y concretamente en Madrid, tenemos el que está considerado el restaurante más antiguo del mundo: Casa Botín, fundado en 1725 en la C/Cuchilleros, muy cerca de la Plaza Mayor.
ResponderEliminarUn saludo
Cada vez que coma a partir de ahora una tortilla de patatas, tan gustosa como castiza, no dejaré de recordar su origen carlista (¡qué le vamos a hacer!). Me gusta la política de marketing, que diríamos ahora, de esa casa de comidas madrileña que se atrevía a invitar a su mesa al mismísimo marqués de Salamanca. Buenos debían de ser sus platos y sus caldos.
ResponderEliminarUn saludo
Genial entrada amigo.
ResponderEliminarLo de la tortilla, aunque española es universal. En Venezuela se le dice tortilla y ya, el calificativo de española, es prácticamente de los restaurante de La Candelaria, un sector de Caracas, lleno de inmigrantes españoles, con sus deliciosos restaurantes, desde castellanos hasta vascos y catalanes.
Impresionante lo de la reina...Me quedo sin palabras
Que todo vaya bien
Hola, he iniciado un blog con un proyecto en mente: escribir 365 relatos breves en un año, uno por día. He encontrado tu blog navegando por internet. Me gustaria añadirte como blog que sigo. Qué te parece si te das una vuelta por mi blog y decides si me sigues tú a mí también? Mi blog es: http://pepitas-de-oro.blogspot.com.es
ResponderEliminarEn mi pueblo a la recién paridas se les daba chocolate. Claro que no eran reinas jajaja.
ResponderEliminarMuy entretenida su entrada, con ella se cumple el dicho. Nunca te acostaras sin saber una cosa más.
Un abrazo.
Muy interesante. Bien dicho y no hay más que hablar: la tortilla de patatas es española. Tanto, que en una ocasión al preguntarme mis hijos porqué nuestro himno no tenía letra y decidir entre todos que había que ponerle una, se me ocurrió que para integrar a todas las tierras españolas podíamos hacer una letra sobre algo que a todos nos gustara, como La Tortilla de Patatas, y así lo hicimos.
ResponderEliminarPocas veces se aprende tanto sobre el pasado como cuando se estudia la gastronomía de antaño. Su entrada es una prueba evidente.
ResponderEliminarSaludos.
Una entrada de buen yantar, con comilonas tan abundantes que me cuesta creer que se pudiera comer tanto.
ResponderEliminarUn saludo.
Deliciosa tu entrada, en el más amplio sentido de la palabra.
ResponderEliminarLa gastronomía también forma parte de la historia. Y si, además, se sirve en suculentas epístolas en verso, no hay quien rechace la invitación...
Un abrazo, Dlt.
Me has abierto el apetito, me voy al frigo a ver que encuentro. Saludos desde mi mejana
ResponderEliminarComo siempre,me ha encantado esta entrada. Y como casi todos, voy a comentar sobre la tortilla de patatas. Leí en una ocasión que la tortilla se hacía siempre con las patatas cocidas, y hasta los años 30 del pasado siglo, no se empezaron a freír, que es, como se come hoy día. (Estoy seguro, que esto no le interesa a nadie, pero ahí queda) jeje.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, amigo.
Claro que interesa, amigo mío. Sus comentarios siempre son atinados y bien recibidos; y éste, esclarecedor sobre como ha ido evolucionando la preparación de nuestra apetitosa tortilla. Un abrazo, Manuel.
ResponderEliminarQué entrada más sabrosa! jajaja
ResponderEliminarPues a mí me encanta la tortilla española pero mucho más las tortillas "francesas" que no son ni mucho menos esta cosa triste y poco apetitosa que se hace aquí con este nombre,si no multitud de tortillas con diferentes rellenos e ingredientes y te invito a mi "cocina" para que juzgues:
https://franpompasdejabon.blogspot.com/2012/03/que-cenamos.html
Lo que está claro es que en cualquier parte del mundo, reunirse alrededor de una mesa es siempre un momento agradable y enriquecedor.
Igual que bucear en tus entradas antiguas. :)
Un abrazo y una sonrisa :)